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—Cuentan las viejas lenguas que antes esto era un cementerio indígena...

—No puedes iniciar una leyenda con esa trama tan mala, Selene—comentó Duncan—. Ni yo siendo tan gallina me creo esto, es más, en este pueblo no había muchos indígenas.

—Eso es lo que dicen para que no tengas miedo—mencionó—. Pero está bien, esa sólo era una historia de abreboca, la verdadera leyenda será contada cuando pases esa puerta—señaló la puerta de madera de color blanco que estaba frente a ellos, la manija estaba un poco oxidada y no tenía muy buena pinta.

Duncan frunció el ceño.

— ¿Me trajiste a una habitación abandonada? —preguntó cuándo pasó y observó la habitación vacía.

La cama estaba sin ninguna sábana puesta, el sillón tenía un plástico encima para cuidarlo, y las estanterías en donde deberían estar las medicinas y cualquier utensilio de servicio estaban vacías. Todo se veía un poco opaco y sin vida, sumándole que estaban dentro de un hospital, la energía de Duncan podría bajar fácilmente si se quedaba mucho tiempo allí. Se le hacía muy incómodo.

—Ésta fue la habitación de Dante DiMaio—mencionó, Duncan frunció el ceño a no conocer el nombre de la persona—. Hace más de cincuenta años, en los inicios de este hospital, había un hombre llamado Dante DiMaio; mejor conocido por las enfermeras como el innombrable.

—Suena al malvado de algún cuento de fantasía—comentó, se llevó las manos a la cara y fingió un gesto de susto—. ¡Oh no! ¡Es el Innombrable! —Selene rodó los ojos por su mala actuación.

— ¿Puedes dejarme terminar mi historia? ¿Sabes lo que me costó aprendérmela para que vengas a interrumpir a cada rato? —se cruzó de brazos y Duncan sólo logró reír por ello, la cara de Selene no expresaba molestia pero su intento de parecer que sí lo estaba la hacía ver muy tierna ante los ojos del castaño.

—Siga con su historia, señora.

—Ya no te diré nada—respondió—. El punto es que la habitación está embrujada, el espíritu del Innombrable aparece cada vez que el reloj marca las once exactas y si estás en la habitación y la cierras con llave...pues te quedas encerrado—se echó a reír por lo último y luego volvió a su posición seria—. Bueno, muchos pacientes dicen escuchar gritos a esa hora y las personas que limpian siempre comentan que a veces ven huellas muy extrañas por estos pasillos.

— ¿Cómo huellas muy extrañas?

—Son pies pero uno de ellos con cuatro dedos...el innombrable se había cortado el meñique del pie derecho. ¿No es eso muy raro? —Duncan tragó su propia saliva, no estaba tan asustado pero era de esa clase de persona que solía creerse todo lo que le decían.

—Es curioso, ¿por qué andaría descalzo a casi media noche?

— ¿Para asustar?—dijo más como pregunta que como respuesta—. Nunca he hablado con un fantasma pero si lo veo le digo que quieres saber sobre eso.

—Mejor salgamos de aquí—dijo e intentó abrir la puerta pero ésta parecía estar cerrada con llave, no se movía—. Selene, quítale el seguro a la puerta.

—Yo no le he puesto el seguro—respondió y miró rápido su reloj—. Son las once de la mañana, exactas.

Duncan sintió cómo un escalofrío recorrió todo su cuerpo, ¿le estaba empezando a dar miedo? Era lo más probable, lo que quizás le incomodaba era estar tanto tiempo en esa habitación vacía.

Intentó abrir la puerta nuevamente, la manija parecía estar atascada y ni siquiera se movía, eso solo lograba que entrara en pánico; y casi se hizo pipí en los pantalones cuando comenzó a entrar un frío repentino estando todas las ventanas cerradas, sentía pasos cerca y lo único que logró hacer fue correr a los brazos de Selene para que ésta lo refugiara.

—Mira eso—dijo Selene un poco asustada señalando las pisadas en el suelo. Duncan fijó su mirada en donde ella le estaba diciendo y sintió como el corazón se le paralizó cuando logró detallar los pies con cuatro dedos del Innombrable.

— ¡El Innombrable está cerca! —gritó y escuchó cómo un susurro aparecía en la habitación pero cuando pensó que ese era su fin, todo volvió a la normalidad.

Se quedó quieto por unos segundos y se soltó del agarre de Selene, cuando creyó estar todo en calma, la puerta se abrió de golpe y de ella apareció una silueta que Duncan por el susto no logró apreciar. Lo más inteligente que pudo pensar fue en saltar hacia los brazos de Selene y gritar como protagonista de película de terror.

— ¿Qué está pasando aquí? —preguntó la silueta que Duncan había visto, poco a poco dejó de estar borrosa y se dio cuenta que era uno de los conserjes del hospital. El chico rápidamente se soltó de Selene e intentó actuar como si nada hubiese pasado.

— ¡Has arruinado la broma, Diggory! —refunfuñó Selene, Duncan volteó a verla con el ceño fruncido sin comprender. Ella dio un suspiro—. El Doctor Parks, Charlie y yo te estábamos haciendo una broma; Charlie cerró la puerta, se encargó de prender el aire acondicionado y colocó las pisadas mucho antes de qué llegáramos. El Doctor Parks se enteró de lo que estábamos haciendo hoy en la mañana y nos dejó usar esta habitación, incluso se iba a prestar para aparecer como el Innombrable, sólo faltaban un par de minutos.

Duncan quería decir algo al respecto pero no podía elaborar una oración concreta. Charlie apareció por la puerta con las manos llenas de talco y un megáfono.

—Aquí entre nos, la broma fue de Selene, yo sólo soy un cómplice obligado en esto—comentó—. Aunque fue muy divertido planear todo, ¡feliz día de los inocentes!

— ¡El día de los inocentes fue hace cuatro meses! —dijo Duncan.

—Pero yo no te conocía hace cuatro meses—se excusó Selene—. Culpa al Doctor Parks, él estuvo de acuerdo con todo.

Duncan intentó calmarse pero por su mente sólo estaba intentando comprender lo que acababa de ocurrir, había sido el protagonista de una broma; él solía ver esos programas de cámara escondida en donde la gente siempre solía caer pero jamás pensó que él también tendría su momento.

A pesar de que su cuerpo seguía en estado de alerta y su respiración estaba un poco dificultosa por el susto que acababa de pasar, comprendió que no debía molestarse por eso por lo que sólo se rió de él mismo por creer en ese cuento tan malo que Selene le había contado.

—Charlie, muy buenos efectos especiales—le comentó, el castaño sonrió como respuesta para empezar a contarle cómo había logrado que todo eso saliera—. Selene, tienes material para ser la sucesora de Stephen King, el Innombrable asusta aunque no lo creas.

—Pues la verdad es que esa historia sí es real—se encogió de hombros—. En los hospitales siempre hay una historia que contar, he pasado mucho tiempo hablando con los pacientes y muchos te cuentas los rumores que han escuchado antes de llegar y te sorprenderías por todo. Sólo tomé la que era más fácil de representar.

—Muy ingeniosa—le dijo Duncan, ella sólo asintió y empezó a contarle a él y a Charlie cuales eran las otras historias de miedo que solían mencionar siempre.

Duncan estaba seguro que esa clase de cosas sólo las iba a ver en un hospital si Selene formaba parte del personal, no cabía duda que nadie se tomaría el tiempo para hacerle pasar a los pacientes un buen susto y aunque eso al principio hizo que casi se micceara encima, pasó un día inolvidable con sus amigos.

Selene le hacía disfrutas sus días, por eso la quería tanto.


N/A: Me dio mucha risa escribir este capítulo idk why jajajajaj ¿qué les pareció a ustedes? ¿Se creyeron el cuento como Duncan?

Positivamente NoWhere stories live. Discover now