3.Rosalie I: De acampada en la zona maldita

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  • Dedicado a Sasy Zuluaga
                                    

—¡Apártate de ella, malditoooo!

Nos sobresaltamos los dos. Yo estaba aturdida, pero Idril se apartó un poco de mí. Venía corriendo hacia nosotros a toda velocidad una mujer que se me hacía extremadamente familiar. Antes de que pudiéramos reaccionar, Madelaine se había arrojado encima de Idril, cayendo los dos al suelo. Maddie había caído encima y zarandeaba a Idril contra el fangoso suelo, sin dejarle hablar.             

—¡Sinvergüenza! ¿Cómo te atreves a aprovecharte de ella? Se nota que eres hijo de Gelsey, ¡sois igual de putos!

—¡Auxilio! ¡Una humana loca me está violando!

No podía dar crédito a lo que presenciaban mis ojos.

—¿Maddie? —La llamé para asegurarme que se trataba de ella.

—¡Rosalie! —exclamó mientras asfixiaba a Idril— ¿Estás bien?

—Yo… sí —mentí. Después de todas las cosas malas que me habían pasado, decir que estaba bien era exagerar.

Madelaine se levantó al fin de encima de Idril y corrió a abrazarme.

—¡Estás viva! Menos mal… Ya pensaba que te habíamos perdido —sollozó.

—¿Qué estás haciendo aquí, Maddie?

—No he venido sola, el puto de Adri me acompaña —contó señalando al íncubo, que acababa de llegar junto a nosotros.

Adrián también había venido, eso confirmaba mis sospechas de que había sido él quien había escrito la nota misteriosa.

—Llevamos buscándote por este lugar infernal todo el día, al final seguimos el rastro que dejó una araña despavorida.

—Es que me dormí je, je… —confesé el motivo por el que se había hecho tan tarde.

—¿Te ha tratado bien este idiota? —preguntó Maddie pateando al príncipe, que todavía no se había incorporado del todo. Los ojos de la humana se abrieron repentinamente como platos. Debía de haber recaído en ese momento en que Idril iba desnudo—. ¿Pero qué…? —Miraba confusa a uno y a otro, seguramente que imaginándose cosas perturbadoras.

—Hasta Rosalie es una ninfómana, sabía que todas erais unas putitas —proclamó Adrián.

—¡No hemos hecho nada de eso! Se ha desnudado él solo porque quería… —traté de explicar otra vez.

—¡Y yo he estado encima de él!

—Sí, putita, efectivamente. Desde lejos parecía que le estabas violando…

—Desde lejos y desde cerca —masculló Idril, ya de pie y recompuesto—. ¿De dónde han salido estos dos?

—Son amigos míos… Maddie vende ingredientes para pócimas…

—¿Te juntas con humanas  e… y un íncubo? Jamás lo habría imaginado de ti…

—Adri es un íncubo bueno, tú eres mucho más depravado que él.

—La humana después de haber pasado por las manos de mis estilistas podría unirse a mis concubinas. El fervor con el que se me ha arrojado encima… Oh, ya entiendo.

El tono que adoptó al final me dio mala espina, iba a soltar alguna de las suyas. Quise advertir a Maddie, pero ya era demasiado tarde. Idril acorraló a la humana contra un árbol sin cesar de lanzarle largas miradas insinuadoras.

—Ya sé dónde te había visto antes —proseguía.

—¿Eh? —Maddie no comprendía nada.

—No finjas, ya nos conocemos de antes.

Léiriú I: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora