2.Madelaine I: La niña que creyó en los cuentos de hadas

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"En los lugares de peor reputación de las ciudades más corruptas se contaban muchas historias acerca de Kra Dereth, pero incluso en el infierno él era temido por todos. ¿Cuáles eran los verdaderos propósitos de un ser así? Se podría decir que tenía el corazón podrido, pero en realidad no tenía corazón. Estaba vacío por dentro y por eso buscaba llenarse de caos y oscuridad."

Informe social de la Era del Terror, escrito por el historiador Belias el Ogro Filósofo


GUARIDA SECRETA DE LOS REBELDES. 21:00

MADELAINE

Érase una vez una linda  muchacha de cabellos color miel y mirada tierna. Vivía con sus padres y sus tres hermanos pequeños en una cabaña del bosque, próxima a Villa Dalia. Era realmente feliz. Su padre, un inventor con ideas fantasiosas y extravagantes, le fabricaba todo tipo de juguetes, mientras que a su madre le encantaba contarla historias. Su preferida trataba sobre una princesa hada que se enamoraba de un elfo malvado, pero al final, gracias a la fuerza del amor, lograban superar todos los obstáculos y finalmente quedarse juntos y felices para siempre.

»Un día, su madre la llevó a lo más profundo del bosque, hasta el límite que ningún humano se atrevía a cruzar porque decían que más allá moraban temibles criaturas que disfrutaban secuestrando humanos. Su madre le regaló un diamante enorme, precioso, que arrojaba destellos irisados y los esparcía entre sus dedos y la hierba como lluvia multicolor, a cambio de una promesa. Ése fue el último día que Madelaine vio la sonrisa de su madre.

»Una repentina enfermedad se la llevó tal y como le contó su padre. La familia se desmoronó, se quebró, se deshizo en mil pedazos. Su padre cayó en una honda depresión, sólo pensaba en su mujer, y llevó a su familia a la quiebra por gastarse todos los ahorros en el veneno de la sociedad: el alcohol. Madelaine, mientras tanto, se esforzó muchísimo por sacar a delante a su familia, trabajó muy duro y cuidó de sus hermanos pequeños hasta que el más joven enfermó.

»La medicina era muy cara y no tenían dinero, así que Madelaine decidió utilizar el diamante mágico de su madre. Podía sentir la energía bullendo en su interior, vibrante, viva. Sin embargo, el maldito diamante lo empeoró todo. De él salió una energía negativa y oscura, más fría que la escarcha y más tóxica que el veneno. Ocultó el diamante y decidió que nunca más lo volvería a tocar.

»Desesperada, sólo le quedaba una posibilidad: atravesaría el límite. Un misterioso señor le había contado mientras recolectaba manzanas para hacerles un pastel a sus hermanos, que al otro lado del lago existía una flor mágica que podría salvar a su hermano. Madelaine desconfiaba de la magia, pero no le quedaba más remedio que arriesgarse. Siguió las instrucciones del misterioso tipo y se adentró en la densidad  del bosque. No tuvo ningún problema con las criaturas que se topó, porque descubrió que con simplemente tocarlas, se desfallecían, así que con los ánimos renovados por este asombroso descubrimiento, siguió adelante hasta que se encontró con él. Tenía que ser el príncipe de todos ellos, o eso pensó ella, porque era el hombre más imponente, atractivo y fascinante que había conocido nunca, además de que no le afectaba su poder, por lo que también era el más poderoso. Sus abisales ojos, negros y brillantes, se clavaron en ella produciéndola un agujero en el corazón del que nunca logró curarse.

Linda historia, ¿verdad? Seguramente estaréis pensando que la encantadora joven y el "príncipe" se enamoraron a primera vista. Sí y no. La joven se quedó fascinada por él, eso sin duda, como cualquier mujer incluso homosexual habría hecho, pero estaba demasiado preocupada por su hermanito como para pensar en esas tonterías. Gelsey, que así se llamaba el imponente silfo, se pensó que la humana era una ofrenda que le enviaban sus amigos para entretenerse un rato.

Léiriú I: La rebeliónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora