Capítulo 33: ELENA LANDAM

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Podía pasarme los días tratando de fingir que no sentía nada por esa linda chica, pero es totalmente absurdo.

Desde el inicio supe que era importante para mí, que había algo diferente en ella, algo que me llamaba, que me atraía, que me hacía descontrolarme, ella es capaz de hacer que mi cerebro se desconecte de mis acciones, me hace actuar por impulso, por sentimientos.

Debí saber que ceder a mis deseos y permitirme salir con ella era un camino sin vuelta atrás, quería ir con cuidado, tan solo explorando las múltiples emociones que chocaban entre sí en mi interior y me hacían sentir como si una explosión se desatará todo el tiempo.

Pero ella es persuasiva, actuaba como si supiera del poder que ejerce sobre mi, y me hizo caer en lo que trataba de evitar. Ese fue mi fin.

El día que la probé, el día que pude poseerla e interrumpir en su cuerpo tuve que contenerme tanto para no hacer más, para no hacer todo lo que quería. Ese día empecé a verla como mía, y empecé a sentirme insegura incluso del aire que respiraba, me sentía impotente cada vez que la miraba a lo lejos paseándose por los pasillos de la escuela o en clases y tenía que aguantar mis ganas de besarla delante de todos. De gritarle al mundo que estaba conmigo.

Pero no podía.

Y luego esa niña, Antonella, primero intenta quedarse con Angela diciendo que la ama, y luego de alguna manera logra colarse a nuestra relación sin que yo pudiera detenerla. Comienza a entrometerse en nuestras tutorias, las tutorias en casa donde sólo éramos Angela y yo aveces estudiando, aveces besándonos en mi habitación pasaron a ser momentos en los que Angela y Antonella se miraban mutuamente en silencio.

Se colo en el viaje, haciéndome sentir desplazada como la compañera de Angela, porque solíamos ser ella y yo contra todos para ganar las olimpiadas.  ¡Y de pronto el equipo era Angela y Antonella!

Tenían que hacer todo juntas, compartir asiento en el autobús, dormir en la misma habitación. Yo tenía que estar sola en una habitación vacía y una cama demasiado grande para mi, mientras MI Angela estaba con ella.

El miedo empezó a invadirme. ¿Y si Antonella intentaba algo? ¿Y si planeaba reconquistar a Angela? ¿Y si Angela descubría que sentía algo por ella?

No, eso no debía pasar. Ella estaba conmigo, solo conmigo, pero podía notar su rostro con decepción cada vez que le decía que no somos cercanas.

Eventualmente se cansaría de mi, de esta situación, de mis miedos, y me terminaría dejando. Quizás correría a brazos de Antonella, en busca de una relación real.

No podía permitirlo.

¿Me arriesgaría por ella?

Claro.

¿Qué a caso no me había arriesgado ya?  ¿Por qué no hacerlo más?

Así que finalmente me arme de valor y lo hice. Le pedí que se convirtiera en mi novia, ella no dudo en decirme que sí. Dios sabe lo feliz que fui en ese momento.

La quería para mi y ella estaba dispuesta a estar conmigo, solo conmigo. No podía pedir nada mejor que eso.

Así que esa era Angela Marel, mi novia, la chica de bachillerato con la que discutí el primer día de clases, la chica rebelde a quien tuve que regañar en varias ocasiones y que después se convirtió en mi tutorada, mi compañera de equipo y que poco a poco se fue metiendo en mi corazón, en mi cabeza, en mi piel hasta hacerme quererla tanto.

Esa es la chica que esta hoy sobre ese escenario de pie junto a quien ahora sé que es su hermana. Angela al igual que todo el público observábamos a los organizadores entregarle a Diana su medalla y su trofeo para después ganarse los aplausos del público por su triunfo.

Entendido, profesora. TERMINADA. Where stories live. Discover now