Capítulo 25: VALENTINA ALTAMIRANO

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No me importa si esa mujer quiere hablar conmigo o no.

Realmente ella no me importa.

Y no me encuentro parada frente a su puerta porque me importe.

Es simplemente que es injusto y yo odio las injusticias. No tiene porque odiarme a mi también cuando yo no le he hecho nada.

No es que me preocupe que me odie.

Solo es injusto.

Me congelo cuando estoy a punto de golpear la puerta, ¿Qué estoy haciendo? Yo no debería estar aquí en primer lugar. Será mejor que me vaya.

Así que me doy la vuelta con intención de llamar a mi papá para que regrese por mi, pero justo escucho el escandaloso ruido de una motocicleta que se dirige hacia la puerta en la que me encuentro parada. Asustada me hago a un lado pues casi me pasa por encima.

— ¡¿Que te pasa?! ¡Fíjate!

La persona en la motocicleta se quita el casco, el cual es negro y totalmente cerrado, entonces observo su cabello caer en ondas sobre sus hombros e incluso creo que el piercing de su nariz parece brillar. Este es definitivamente su estilo, y la verdad se ve muy bien.

— Lo siento, Val, no era mi intención asustarte. — me dice Tony mientras se baja de la moto y coloca su casco sobre esta, tiene unos pantalones de mezclilla rasgados en las rodillas, una blusa blanca y una camisa azul de cuadros arriba.

— Pudiste matarme — le digo cuando logro salir de mi trance, no se porque me he quedado observándola tanto, ella se ríe de mi.

— Tampoco exageres. Por cierto, que linda falda.

— ¡Gracias! ¡Tiene bolsillos! — no puedo evitar emocionarme por los bolsillos, así que llevo mis manos a ellos y doy una vuelta feliz, porque adoro mi falda y adoro que tenga bolsillos.

— ¿Te gustan los bolsillos? — Ahora ella está recargada en su motocicleta y abraza el casco en su costado mientras me mira sonriente.

— ¡Siiii! — prácticamente chillo emocionada — me gustan en las faldas y en los vestidos. Solía tener un vestido con bolsillos, pero tuve un accidente con el vino y nunca pude quitar esa mancha.

No sé porqué le he contado eso, no suele contarle nada a los demás, pero ella me escucha y asiente sin que esa sonrisa desaparezca de su rostro, parece realmente interesada en la platica. Parece realmente ponerme toda la atención del mundo.

— ¿Con el vino? Wow, yo hubiese dicho con el aguacate, o algo así. — la escucho reírse de su propio comentario. Realmente no entendí que dijo, ¿no es usual mancharse con vino? — Pero bueno, ¿a que debo la visita?

— Mmhmm — observo su puerta evadiendo la mirada fija que tiene sobre mi, realmente no sé qué decirle — ¿Quién te dijo que vine a visitarte?

— Bueno, te encontré parada frente a mi puerta. — me dice — ¿O que haría Valentina Altamirano en un barrio como este?

Bueno, tiene razón, no son los lugares que suelo frecuentar. Así que creo que he sido atrapada.

— Sólo quería hablar un momento — le digo, ella levanta la ceja incrédula, mi vista cae en su casco y recuerdo que ella no estaba en casa — ¿Dónde estabas?

— Trabajando.

¿La gente de mi edad trabaja? ¿Por qué?

— Ah.

Un silencio incómodo surge, no se que decirle y ella solo se queda viendo a la nada y golpeando el casco con sus dedos. Abro la boca para intentar hablar pero nada sale de mis labios. Quizás es mejor que me vaya.

Entendido, profesora. TERMINADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora