Capítulo Uno: ¿Por qué a mí?

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Capítulo Uno: ¿Por qué a mi?

 

Hace unas semanas que noto que mi padre ya no me habla como antes. No sé si será porque no encuentra trabajo o, por el contrario, que es demasiado feliz con sus líos de fines de semana.

Sí, mi padre es un mujeriego de primera y no se controla en lo que se refiere a mujeres.

Luis, mi padre, un hombre de 43 años, viudo desde hace 5 años, es alguien a quien le encantan las citas de una sola noche, ya sabéis para que… Yo sé que no lo hace por que quiere, sino porque no soporta la pérdida de mi madre. Ella murió de un cáncer que le diagnosticaron cuando ya era demasiado tarde. Los dos sufrimos mucho, pero, ahora que he crecido, ya no me afecta demasiado. Por el contrario, estoy feliz de que mi madre ya no esté en este mundo para ver el desastre en el que se ha convertido nuestro país… vale, para qué queremos engañarnos, si, la hecho de menos, y más ahora que casi no me hablo con mi padre.

Bueno, retomemos el hilo, aparte de que no me hable con mi padre, ya que él viene a las tantas de la noche y yo estoy reventada debido al estresante instituto, he notado que nuestra economía está bajando en picado… Es normal si se tiene en cuenta que estamos en crisis pero, cómo no, mi padre no tiene trabajo y yo, ¡soy menor de edad y no puedo trabajar! Tengo 17 años, por si no lo sabíais…

En fin, tan mal estamos que hasta comer es difícil. Un día de estos me iré de esta casa, que, por cierto, está pagada, y me buscaré un nuevo hogar. ¿Para qué? Pues para no ver el careto de mi padre…

Estoy en mi cuarto dibujando tonterías, si, cuando me aburro dibujo, y escucho que la puerta principal se abre. ¿Mi padre a las tres de la tarde? Qué raro…

Abrí la puerta de mi habitación y me asomé por las escaleras para ver quien era. Observé que llevaba ropa, ¿¡nueva!? ¿De dónde había sacado el dinero? Iba a bajar cuando noto que detrás de él, hay una silueta femenina. ¿Ahora se trae a sus amantes a casa? ¡Esto es el colmo! Pero, antes de descender por las escaleras, me paro al oír lo que dijo esa mujer.

   –Querido, ¿por qué no se lo dices a tu hija ya? Ella tiene derecho a saberlo, ¿no crees? –ronronea ella muy cerca de mi padre.

Ahora que se han retirado un poco de la salita, puedo verla mejor. Lleva una falda plisada azul marino, unas medias altas de su color de piel, clara, y unos tacones de vértigo. La parte de arriba la compone una blusa blanca recubierta por un chaleco de manga larga. Se había quitado el abrigo de piel pues en el exterior hace muchísimo frío debido a que estamos en diciembre. Me fijo en su color de pelo, es negro como la noche, sus ojos no los puedo ver porque tiene unas gafas chulísimas. ¿Esa mujer es rica? Mi padre parecía reticente a decirme lo que sea que me oculta, ¿así que por eso estaba tan distante conmigo…?

  

   –Si, tienes razón, pero no se como se lo tomará. –contesta éste sonriendo como un tonto. ¡Dime lo que sea que estés guardando!

   –Te dejo por hoy, cariño, avísale, ¿vale? No quiero presionarle, pero es que vamos a casarnos dentro de una semana –. Ella le besa en los labios ardientemente y luego, cogiendo su abrigo de piel, se larga dejándome fuera de combate.

¿Cómo que se iban a casar?

Bajo como una fiera para encarar al pervertido de mi padre cuando veo que se sienta en el sofá del salón y se sujeta la cabeza con ambas manos mientras suspira. Parece derrotado. Dejo de pisar tan fuerte el parqué y me acerco hasta él, pero no por ello dejo de estar enfadada.

Conviviendo con la Mentira © [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora