Estrella Fugaz © [Completa ✔]

Da SileneAMR

1.1M 74.4K 36.4K

Estoy sentada en la cafetería junto a Rachell y María quienes hablan de lo deliciosa y apetitosa que está la... Altro

Sinopsis.
Capítulo 1: Estúpido enamoramiento.
Capítulo 2: Es una metáfora.
Capítulo 3: Tú otra vez.
Capítulo 4: ¿Hace calor aquí?
Capítulo 5: Amnesia.
Capítulo 6: Solo un beso.
Capítulo 7: Estaré bien.
Capítulo 8: Él empezó.
Capítulo 9: Una propuesta.
Capítulo 10: Simples suposiciones.
Capítulo 11: Seré tu novia falsa.
Capítulo 12: Este día no podría terminar peor.
Capítulo 13: Celoso.
Capítulo 14: Eso no es suficiente.
Capítulo 15: Tú chico.
Capítulo 16: Él siente algo por mí.
Capítulo 17: De nada sirve negarlo.
Capítulo 18 : Le gustas.
Capítulo 19 - Parte 1: Eres preciosa.
Capítulo 19 - Parte 2: Atrápame Diosito
Capítulo 20: Alguna u otra forma.
Capítulo 21: El que juega con fuego, se quema.
Capítulo 22: Orador motivacional.
Capítulo 23: Perfect tonight.
Capítulo 24 - Parte 1: Bien, exploté.
Capítulo 24 - Parte 2 : Discúlpame.
Capítulo 25: Hora de la crisis existencial.
Capítulo 26: ¿Me perdonas?
Capítulo 27: Extraña primera cita.
Capítulo 28: Cara de culo.
Capítulo 29: No debió pasar.
Capítulo 30: Chico prodigio.
Capítulo 31: Cita Nocturna.
Capítulo 32: Castigada.
Capítulo 33: Zombie.
Capítulo 34: ¡Despierta, Natalie!
Capítulo 35 : Niégamelo.
Capítulo 36: Metí La Pata.
Capítulo 37: Un Bebé.
Capítulo 38: Atrevete.
Capítulo 39: ¡Sorpresa!
Capítulo 40: No es un error.
Capítulo 41: Dios Griego Arrogante y Árabe Ardiente.
Capítulo 42- Primera Parte: Dulce Venganza.
Capítulo 42- Segunda Parte:Dulce Venganza.
Capítulo 43: Novia.
Capítulo 44: ¿Qué sientes por mí?
Capítulo 45: Buena Suerte.
Capítulo 46: Serios problemas.
Capítulo 47: Me Encantas.
Capítulo 48 - Primera Parte: Noche Buena.
Capítulo 48 - Segunda Parte : Earned it.
Capítulo 49: No quiero estar solo.
Capítulo 50: Año nuevo, vida nueva.
Capítulo 51: Stripper.
Capítulo 52: Secuestrada.
Capítulo 53: Hormonas controladoras.
Capítulo 54: Súper sexy.
Capítulo 55: Alerta roja.
Capítulo 57: Toda tuya.
Capítulo 58- Primera parte: Psicópata.
Capítulo 58- Segunda parte: Sol y Luna.
Capítulo 59: San Valentín.
Capítulo 60: Pervertida.
Capítulo 61 - Primera Parte: Señorita Intensa.
Capítulo 61 - Segunda Parte: Estrella Fugaz.
Epílogo.
Nota Importante: Extras, Precuelas, Secuela.
Extra #1
Extra #2
Extra #3
Extra #4
Extra #5
Extra #6
Extra #7
Especial: Mikhail Y Nat Como Padres.

Capítulo 56: Una semana.

13.9K 891 615
Da SileneAMR

#EF🌠💛.

#Etapafinal

Capítulo dedicado a: @bst_fow. Gracias por el apoyo con la historia

...

Inicio de clases nuevamente.

Qué estrés.

Qué fastidio.

Qué ganas de morir tengo.

Hace un rato que desperté pero aún no puedo levantarme de la cama. Tengo ganas de dormir hasta las once de la mañana y que nadie me despierte.

— ¡Natalie Blake, último llamado! Levántate ya —mi madre grita por quinta vez, haciéndome apretar la mandíbula.

Sin muchas ganas de que entre, me arranque las sábanas y me lance agua fría encima, me pongo de pie y con un grito le informo que ya me levanté.

Ayer domingo almorcé como estaba previsto con los chicos, luego salí con las chicas —Venecia e Isabella— a jugar tenis, estaba feliz por la noticia de no estar embarazada así que acepté salir a jugar con ellas, quedando también para la próxima semana.

Ayer en la noche estuve pensando en hablarle hoy a Nomar, ¿estaría mal? Creo que quiero entregarle su regalo, así que hoy en el colegio le diré que aceptaré su cita de aquella vez y saldremos a comer helados o algo, y ahí le entregaré su regalo ofreciéndole mi amistad genuina.

Sí, eso haré.

Después de que estoy lista, bajo hacia el comedor como alma que lleva el diablo.

— Hasta que decides levantarte, floja —masculla mi madre mientras yo, en medio de un bostezo, tomo asiento frente a la barra.

— Ahg, qué fastidio volver a clases —farfullo, tomando la leche en la isla.

Veo a mi madre rodar los ojos.

— Eres terrible, Natalie.

— Perdón por nacer —eso le arranca una carcajada.

— Además de floja, exagerada —me acerca una taza honda y los cereales.

— Sí, bueno —me caigo de hombros y comienzo a servirme el desayuno.

— ¿Qué harás con tu trabajo en la cafetería? —cuestiona, cambiando de tema.

— Em... —trago mi primera cucharada—. Creo que lo dejaré.

— Tu prima Esther vendrá a quedarse por unos meses —abro los párpados, impactada.

Mi prima Esther es genial, es algo así como mi copia andante, somos súper parecidas.

— Y necesitará un trabajo. ¿Podrías hablar con tu jefa a ver si puede otorgarle el empleo? —continúa.

Asiento.

— Será genial que Esther nos visite, y sí, en la tarde iré y hablaré con mi jefa.

Mientras comemos en silencio, alguien toca la puerta.

— Debe ser West o Nate, anda a abrirles —le digo a mi madre, quien ya terminó con sus tostadas.

Yo continúo comiendo mis cereales tan deliciosos mientras pienso en que debo acomodarme el cabello el cual lo tengo asqueroso.

— Buenos días.

Oh, mierda. Lo que faltaba para hacer la mañana perfecta.

Giro mi cuerpo hacia la voz ronca que tanto me vuelve loca.

— ¿Y tú que haces aquí? —pregunto, mirándolo lucir su llamativo uniforme.

— ¿Acaso no puedo traerle el desayuno a mi novia y a Elliot? —sí, bien, Mikhail bromea con el nombre de nuestro hijo inexistente muy seguido.

Ruedo los ojos, mirándolo acercarse a mí.

— Estás un poquito despeinada —acaricia mi cabello el cual parece un nido de aves, para luego besar mis labios los cuales tenían restos de leche.

— Sí, solo un poco —le doy una sonrisa. El mal humor mañanero que me recubría desapareció con solo verlo.

— Así mismo los quería tener —mi madre aparece por el umbral de la cocina.

Ah mierda, lo había olvidado. La charla de la salud sexual se aproxima.

Mi madre no ha empezado a hablar y mi cara parece un tomate, Mikhail parece darse cuenta de lo que posiblemente ocurrirá y estalla en carcajadas.

— Hablaremos un poco sobre cómo aparecen los bebés —mi madre le pide a Mikhail que tome asiento junto a mí—. ¿Quieres café, Mikhail? Ésta charla será algo larga.

— Sí, muchas gracias.

Mi madre le sirve el café y comienza con su charla.

*****

— Así que, para que nada de lo anteriormente ocurra, ambos deben usar protección.

Creo que literalmente nada más en la vida puede avergonzarme.

Acabamos de hablar sobre todo lo referente al sexo ¡Todo! Y yo la verdad es que ya no quiero verle la cara a Mikhail.

Mi mamá nos habló de todo. Parecía una sexóloga instruyendo a dos jovencitos. Habló sobre orgasmos, ciclos de ovulación, posiciones, condones, pastillas, óvulos, embarazos, enfermedades, espermatozoides y no sé cuantas cosas más. Y los más impresionante es que lo hizo a lo largo de veinte minutos.

— Creo que ya nos quedó claro, mamá —mi cara no ha bajado el tono rojo intenso con el que está pintada.

Mikhail en cambio observa a mi mamá, atento, escuchando cada consejo y advertencia, creo que es la segunda taza de café que se termina.

— Entonces Mikhail, ¿estás de acuerdo en todo en lo que dije?

Mi novio asiente con una sonrisa, mirándome de soslayo haciendo que todo mi cuerpo estalle en calor.

— Claro que sí. Estoy de acuerdo en todo y agradezco que se preocupe por la salud sexual de ambos —ah, madre mía.

— ¿Y tú, Natalie? —mi madre me mira, expectante.

— Sólo quiero irme al colegio.

— Pensé que no querías ir —me recuerda con un tono lleno de burla.

— Pues ahora sí —me pongo de pie.

— Nat, dile a tu madre que entendiste todo ¿sí? —Mikhail me mira, severo. Yo tuerzo un puchero para que nada más él lo vea—. Anda ¿sí? y esta noche hacemos maratón de películas a escondidas.

Me soborna con confidencialidad, yo sonrío con complicidad.

— Entendí todo, ma. Despreocúpate. Mikhail y yo nos cuidaremos —le hago saber, comenzando a caminar a la salida de la cocina.

Después de peinarme y tomar mis cosas, me encuentro en el coche de Mikhail lista para ir al colegio.

— ¿Por qué sigues sintiendo vergüenza del sexo? —pregunta, apenas arrancamos al colegio.

— Porque aún no me acostumbro, además lo veo como un acto de suma intimidad —respondo, mirando por la ventana.

— Lo hemos hecho dos veces —replica, sonriendo con picardía.

Mi rostro se calienta, y no solo eso. Después de salir de casa de Isabella el sábado lo hicimos para celebrar que Elliot no venía en camino.

Sí, somos dos adolescentes llenos de hormonas que ya no podemos ni queremos controlar.

— Cállate.

— ¿Qué? Estoy segura de que aceptaste hacer nuestra maratón de pelis no precisamente para ver películas.

Bien sí, sé que nuestro encuentro de hoy no terminará en películas precisamente, ¿Qué puedo decir? Mikhail me volvió una adicta a eso que él solo me sabe dar.

— Te gusta el sexo, acéptalo.

— Cállate, Mikhail —amenazo, sintiendo mi cuerpo calentarse.

— Te gusta cómo te beso —continúa provocándome—, te gustan los besos en el ombligo ¿no?

Maldita sea.

— Mikhail, ya.

— Y cuando acaricio tu cintura...

— Mikhail ¡Idiota! —le doy un manotazo, a lo que él estalla en carcajadas.

— Te diré todo lo que te gusta si no admites que te gusta el sexo y que es algo normal.

— Mikhail, por favor, para —suplico. No lo quiero admitir, no lo mucho que me gusta tener sexo con él, solo le aumentaría el ego que ya tiene por los cielos.

— Besos en el cuello, mordiscos, lamidas...

— ¡Maldita sea! ¡Bien, lo acepto! —grito, haciéndolo reír y mi cara parece un puto tomate. Este es el peor inicio de clases de mi vida.

— ¿Qué aceptas?

— ¿En serio me vas a hacer decirlo?

— Te gusta que sea yo el que esté arriba, que me tome mi tiempo cuando te toco y nunca has querido...

— ¡Bien, imbécil! ¡el sexo es normal y me gusta térnelo contigo! ¿Feliz?

— Súper feliz.

— Me vengaré —aseguro, abanicando mi cara para disipar el calor en ella.

— ¿Cómo? —inquiere, aun con la sonrisa de suficiencia, solo que se concentra en el camino.

— No habrá sexo por una semana.

— No te creo —sigue sonriendo y eso me dan ganas de matarlo.

— Ponme a prueba —lo reto.

— Bien, lo averiguaremos en la noche ¿va?

Sonrío y me quedo mirándolo. Parece un niño competitivo, el niño más hermoso y del cual estoy enamorada, el niño que sabe como hacerme enloquecer. Por instinto me acerco a él y remuevo su cabello con jugueteo.

— Va, estúpido —acepto su propuesta y luego me mantengo en silencio.

— ¿Nuestra querida amiga ya apareció? —cuestiona, cambiando de tema. Reconozco por querida amiga a mi menstruación.

Niego.

— Aún no.

— ¿No has tenido dolores? Noté que tus senos estaban hinchados la última vez.

Mi cara se enrojece, pero sé que para él estos temas son normales —quiere estudiar medicina, por lo que es obvio—, así que decido seguir con la conversación.

— No, bueno, no lo sé. Cólicos no he tenido, dolor en las caderas tampoco —respondo lo más normal posible, intentando que los nervios que la conversación trae no salgan a la luz.

— Es raro —frunce el ceño, parándose en un semáforo. Su vista me enfoca a mí.

Su es raro activa alarmas en mí.

— Elliot no está creciendo, ¿cierto, Mikhail?

Su risa logra calmar solo un poco mis nervios.

— No, Nat, Elliot no está creciendo —me asegura, haciendo que los nervios se apacigüen solo un poco—. Pero quiero visitar un ginecólogo contigo para asegurarnos de que todo esté bien ¿ok?

No me niego, claro que no. Visitaré un ginecólogo y todo lo que tenga que visitar solo para asegurarme de que no hay nada ni nadie creciendo dentro de mi pequeño cuerpo.

— ¿Después del colegio almorzamos y vamos? —arranca el auto, sin embargo está mirándome constantemente.

— Puede ser.

Quería salir con Nomar hoy, pero bien, primero debo ver por qué Andrés no aparece.

— ¿Tienes algo que hacer?

Niego.

— No, iremos al ginecólogo después del colegio.

Ok, si salgo temprano del consultorio iré a tomar un helado con Nomar, igual le diré sobre tener una cita como amigos.

— Bien, le pediré una cita a una amiga de mamá —asegura, y luego nos quedamos en silencio.

El camino a mi instituto es divertido, dejamos el tema del sexo y los bebés atrás y hablamos sobre cosas que ocurrieron en Italia y luego de llegar de ésta. También ordenamos nuestro itinerario de la semana, teniendo citas a lo largo de ella.

— Que tengas un bonito día, amor —mi corazón se acelera al escuchar esa oración salir de sus labios.

Sonrío con dulzura.

— ¿Amor?

— ¿Cómo quieres que te llame? ¿Diosa del sexo?

— Amor queda mejor —lo interrumpo en medio de una risa—. Tú también ten un bonito día.

Cierro la distancia entre nosotros con un beso lento pero insinuante. Sí, creo que los besos inocentes entre Mikhail y yo desaparecieron desde la primera vez que estuvimos juntos.

— Nos vemos luego —me quito el cinturón y bajo del auto.

— Adiós, diosa del sex...

— ¡Dije que amor quedaba mejor!

— Creo que recordé la última vez que estuvimos juntos y cambié de opinión —me guiña con una sonrisa pícara adornando sus labios.

Ruedo los ojos.

— Nunca volverá a ser como antes ¿cierto?

— ¿Quieres que sea como antes?

— Nunca más —aseguro, guiñándole un ojo—. Te amo.

— No más que yo —me guiña de vuelta, así que me doy vuelta y comienzo a caminar a la entrada del colegio—. Creo que babearé el resto de mi vida por ese trasero.

Me doy vuelta hacia él.

— Tuyo cuando quieras —le lanzo un beso y luego sigo caminando.

— ¿Esta noche? —grita, haciendo que un par de chicas volteaen hacia él.

— Tendrás que esperar una semana, campeón.

Y sin más, entro al colegio.

*****

Mientras estamos en receso en la cafetería, tengo el estómago revuelto de solo pensar que iré al ginecólogo y podrán decirme que estoy embarazada.

He optado por no decirles nada de mi supuesto estado de embarazo a las chicas, sería una mala idea preocuparlas con algo así, por lo que solo lo saben Isabella, Venecia y Alessia.

— ¿Te pasa algo? No has probado la comida que tienes ahí —María señala mi bandeja con un sándwich común con tan solo un mordisco.

— No tengo mucho apetito —me caigo de hombros fingiendo una sonrisa.

— ¿Te sientes mal? Podemos ir a enfermería —insiste Naza al tiempo que mira mi estado.

— Estoy bien ¿sí?, comeré para que vean que no pasa nada —tomo el sándwich y lo acerco a mi boca, pero el solo hecho me provoca náuseas así que lo retiro.

— Me estás preocupando, Nat.

— Estoy bien, chicas. No se preocupen —me pongo de pie con intenciones de ir al baño a lavarme la cara.

La verdad no me siento mal, no tengo hambre porque los nervios no me dejan siquiera respirar con normalidad, pero estoy bien.

Me retiro camino al baño, encontrándome justo a la persona que quería ver.

— Nomar.

Lo saludo y me acerco a él. Está solo fumando un cigarrillo recostado a una pared.

— Hola —una sonrisa curvada se asoma en sus labios—. ¿Tú llamándome? qué milagro. Pensé que Mikhail te regañaba o algo así.

Ruedo los ojos.

— No me regaña. Puedo tener amigos.

Le da una calada a su cigarrillo para luego expulsar el aire lentamente sobre mi cara, haciéndome toser como loca y que las náuseas por el olor aparezcan.

— Imbécil...

— Pero te gustaba.

— Tiempo pasado —recalco, mirando sus lindos ojos—. Quiero aceptar la cita que me ofreciste hace tiempo.

Sus cejas se fruncen con diversión.

— Creo que algo le ocurrió a tu cerebrito —toquetea mi cabeza, divertido—. ¿Qué te hizo cambiar de opinión?

— Quiero ser tu amiga.

— Dijiste que no podíamos ser amigos —me recuerda, desviando la mirada de mí y dirigiéndola a la parte encendida de su cigarro.

— Sí, lo dije, pero estaba equivocada...

— ¿Qué te hace creer que lo estabas?

Tira la colilla de su cigarro al suelo después de dar una calada y luego la pisa.

— Me molesta que siempre respondas con preguntas.

Una risa bajita y ronca se oye por lo bajo.

— Me gusta hacerte enojar. Te ves graciosa.

— Como sea.

— ¿Por qué quieres ser mi amiga? —se cruza de brazos y enfoca sus ojos sobre mí, detallando cada parte de éste. Siento unos nervios recorrerme.

— Sé que necesitas una —le doy una sonrisa sincera—. ¿Y quién mejor que yo para ser tu amiga?

— Eres la chica que me quiero follar y la que quiero para mí y es de otro, no creo que sea buena idea que seas mi amiga, Nat.

— No me harás nada.

— No lo creo —lame sus labios provocativamente, haciéndome rodar los ojos.

— ¿Conoces a mi amiga llamada patada en las bolas? Bueno, ella se hará cargo si intentas tocarme.

Suelta una carcajada.

— No tengo el placer de conocer a patada en las bolas, pero creo que ya me bastó con conocer a puñetazo en la nariz.

Eso me arranca una fuerte carcajada.

— Mis amigas son geniales ¿verdad qué si?

Asiente sonriendo.

— Súper geniales.

— ¿Entonces aceptas mi propuesta de amistad? —alzo mi mano para estrecharla.

— Solo porque no quiero conocer a tu amiga patada en las bolas —asegura, tomando mi mano y dándole un fuerte apretón—. ¿A dónde quieres ir hoy, amiga?

— Podemos comer helados —sugiero, aunque de solo pensar en comida tengo ganas de vomitar.

— Ir a la feria de la ciudad —sugiere él, haciéndome reconsiderarlo. Mikhail y yo iremos mañana.

— Puede ser.

— ¿A las cinco?

— Te escribiré, estaré ocupada.

Finge un puchero.

— ¿No tienes tiempo para tu amigo?

— Tengo cita médica.

— ¿Estás enferma, amiga? —ironiza el amiga.

— Sí sabes que puedes hablarme sin estar diciéndome: amiga en cada oración ¿cierto?

Una sonrisa lobuna aparece en sus labios.

— Lo sé, pero me gusta molestarte, amiga.

Ruedo los ojos por enésima vez.

— Bien, lo que sea. Te llamaré.

— Ajá.

— Tengo algo para ti —eso sí hace que frunza las cejas con confusión e intriga.

— ¿Qué será?

— Te lo daré en nuestra cita —le aseguro y sigo caminando.

— Adiós, amiga.

— Adiós, amigo.

*****

Creo que no me cabe en el cuerpo la felicidad de escuchar a la ginecóloga decir que no estoy embarazada.

¡GRACIAS, VIRGEN DE LOS ANTI-EMBARAZOS!

Brinqué de tantas formas y aun no puedo borrar la sonrisa de mi cara.

— Te dije que no estabas embarazada —se mofa Mikhail, abriéndome la puerta de su auto.

— Lo sé, pero estoy tan feliz —hago un baile gracioso, atrayendo miradas curiosas de las otras embarazadas que salen del consultorio.

— ¿Hacemos el sin respeto para celebrar? —detengo mi baile y ruedo los ojos.

— Una semana, Mikhail —le recuerdo, entrando al auto.a

Sube después de mí y me mira haciendo un puchero tiernísimo que me hace dudar con respecto a mi venganza.

— Es injusto —enciende el auto todavía con el puchero.

— La vida no es justa —despego la vista de él porque si lo sigo mirando mi venganza se irá a la mierda.

— ¿A dónde quieres ir ahora? —cuestiona, dando marcha al auto.

— Llévame a casa —pido, sacando mi celular para escribirle a Nomar.

— ¿No quieres celebrar?

Aparto mi vista del celular y la dirijo hacia él.

— Veremos películas en la noche, esa será mi celebración.

— ¿Harás algo más tarde? —la mirada de soslayo que me da me hace pensar que quizá esté sospechando que saldré.

— No —miento—. Me quedaré en casa.

— ¿Segura? —insiste, eso me hace saber que sí lo sospecha, y mentirle será un gravísimo error.

— Saldré con un amigo —confieso, sintiendo que posiblemente él se molestará, y mucho.

Como es de esperarse, su ceño se frunce.

— ¿Amigo? ¿hablas de West?

Bien, ¿Cómo le digo a mi novio que saldré con el chico que me gustó por nueve años a la feria a comer un helado?

— No.

— ¿Entonces quién? —su interés a la hora de hablar es notable, gira levemente la cabeza para centrarse en mí.

— Nomar...

Un silencio pesado cubre el ambiente, veo como el agarre de Mikhail en el volante se aprieta y como las venas de sus brazos pálidos se exaltan.

— ¿Desde cuando eres amiga de Nomar?

Literalmente escupió la pregunta, lo dijo con tanto desprecio, no me dice que quiere que no salga con él pero con sus solas acciones eso es lo que demuestra querer decir.

— Nunca he sido su amiga, pero quiero serlo...

— ¿Por qué? —me interrumpe, sus mejillas ya se tiñeron de rojo.

Está furioso aunque intente controlarse.

— Porque él necesita una amiga y yo...

— ¿Debes ser tú quien sea su amiga solo porque él lo necesita? Hay miles de chicas, Natalie.

Bien, dijo mi nombre completo, no dijo ni Nat, ni amor, ni cielo. Dijo: Natalie. Está molesto, muy molesto.

— ¡No entiendo por qué te pones así! Tú sigues siendo amigo de Enmy y yo no interfiero en nada —alzo la voz un poco y me cruzo de brazos, me molesta su actitud.

¿Qué piensa que haré? ¿Qué lo dejaré solo por ser amiga de Nomar? Qué infantil.

— No se trata de Enmy y de mí sino de ese mal nacido y tú —él alza un poco más la voz y me mira de reojo ya que no puede apartar la vista del camino.

—¡Es que es lo mismo, joder! Puedes tener amigas como Enmy, ¡Sí, que se quieren acostar contigo porque todas quieren eso, maldición! Yo también puedo tener amigos —me defiendo.

No pienso perder en esta discusión, no cuando el punto que yo defiendo es cierto.

— Claro que puedes tener amigos pero ¿él? ¿Ese tipo? ¿el que nos ha querido separar? ¿¡El que quiere meterse entre tus jodidas piernas!?

— ¡Basta, Mikhail! ¿Acaso no ves que Enmy también quiere que te metas entre sus piernas, otra vez? —recalco el: otra vez y él aprieta su mandíbula—, sí, otra vez porque ya te acostaste con ella, además ¡Ella también quiere separarnos! ¿Acaso no escuchas lo que estás diciendo? ¡No tiene sentido!

Ambos estamos gritando y ni siquiera me di cuenta de cuando nos estacionamos, estamos cerca de mi casa, a una cuadra exactamente.

— ¡Te dije que fue antes de conocernos, Natalie! Y en serio me molesta que estemos peleando por ese tipo—

— ¡Estamos peleando por ti! —grito, llena de cólera—. Porque no quieres que sea su amiga, por eso.

— ¡No, Natalie, no quiero que te acerques a él!

— ¡Pues yo no quiero que te acerques a Enmy y lo sigues haciendo!

— ¡Es mi amiga, maldita sea! Somos amigos nada más—

— ¡Sí, es tú amiga, la que quiere acostarse contigo, la que quiere ser tú novia, la que quiere sacarme de tu vida, la que quiere que me dejes, Mikhail! —

— ¿¡Acaso crees que no es lo mismo que quiere hacer ese mal nacido!? —me interrumpe golpeando el volante, molesto.

— ¡Seremos amigos nada más, Mikhail, por Dios! Puedo ser su amiga, así como tú eres amigo de Enmy —mis mejillas están empapadas de lágrimas de ira y molestia, así como mi garganta arde por los gritos.

— Nat... —soba sus sienes, cansado de la pelea, mis ojos nublados no me dejan verlo bien—. No llores ¿sí? Lo lamento.

Tomo mis cosas y bajo del auto dando un portazo, luego comienzo a caminar a mi casa. No quiero hablar con él ahora.

— Nat, por favor —oigo su puerta cerrarse tras bajarse del auto.

Lo ignoro aunque sé que viene detrás de mí.

— Hablemos, no quiero que las cosas queden así —suplica, caminando a mi lado.

Verlo no me ayuda demasiado, digo, con tan solo escucharlo ya quiero perdonarlo, pero estoy molesta o eso es lo que debo fingir.

— No confías lo suficiente en mí como para dejarme ser su amiga —escupo, cruzándome de brazos—. ¡Yo sí confío en ti! Porque eres su amigo sabiendo que ella está enamorada de ti, sabiendo que en cualquier momento puedes tener un desliz e irte con ella ¿no lo ves, Mikhail?

— No es que no confíe en ti —talla su cara, frustrado—. No confío en él ¿sí?

— Yo no confío en ella —atajo, limpiando mis mejillas ya no tan empapadas.

— No es lo mismo—

— ¿Por qué?

— Él es hombre, soy un hombre, Nat. Conozco lo que somos capaces de hacer por la chica que nos gusta.

— Ella es chica, conozco lo que somos capaces de hacer cuando nos gusta un chico; seducir, envolver, lo mismo que hace Enmy.

— Le gustas. Lo puedo ver en cómo te mira, en las cosas que hace. Y —aparta la vista—...él te gusta. ¿Cómo sé que no te perderé?

Su mandíbula se aprieta mientras mira a la calle, esquiva mi mirada.

¿Nomar me gusta? No, ya no, ni nunca más. ¿Cómo se atreve a decir que me gusta Nomar sabiendo que me trae loca, sabiendo que le he entregado todo de mí, sabiendo que lo amo demasiado?... ¿Quién le dijo que me sigue gustando Nomar?

— Mikhail —lo llamo mientras detengo mis pasos. Mis ojos lo enfocan y puedo notar la inseguridad en él—. Nomar no me gusta.

— Duraste ocho años enamorada de él. Un amor no se va así de fácil.

Ruedo los ojos.

— Te amo y nadie lo cambiará. Me gustas, me encantas, eres mío, yo soy tuya ¿recuerdas? Que sea su amiga no afectará nada.

— No quiero perderte.

Tomo su rostro con mis manos, haciendo que me mire. Cuando ya tengo su atención fija en mí, le sonrío con dulzura.

— No me perderás —le doy un beso dulce sobre la nariz, luego le busco los labios y doy besos cortos de manera repetitiva—. Soy tuya, y el hecho de que vaya a comer un helado con Nomar no cambiará nada.

Sonríe. Por fin comienza a corresponder mis besos.

— Promete que no me abandonarás —susurra de manera baja, su voz es suplicante.

— Lo prometo, Mikhail.

No lo dejaré, no por Nomar.

Nomar ya no es lo mismo que fue hace meses y tal vez años, ya aclaramos todo y entendí que como todo adolescente hormonal no está preparado para una relación, y lo respeto, por eso decidí no ser juguete de nadie y cortar las cosas con él.

No caeré de nuevo, o por lo menos no lo tengo pensado.

Estoy feliz con Mikhail y mi felicidad va por encima de todas y todos.

— Somos el centro de atención de toda la calle —me hace saber, mirando por encima de mi hombro a varias personas que nos miran con curiosidad.

Suelto una risita.

— Pensé que te gustaba ser el centro de atención, señor: ego por los cielos.

— Me gusta, sí. Pero ahora solo quiero ir a casa —estira su mano, pidiendo la mía para entrelazarlas.

La tomo y comenzamos a caminar a su auto.

N/A:

Hi.

Gracias por leer, votar y comentar. Son los mejores.

Espero les haya gustado el capítulo.

Bye.

Continua a leggere

Ti piacerà anche

Always. Da Madame Bleu

Storie d'amore

92.1K 4.3K 33
{Se que hemos pasado por mucho juntos, se que ha habido miles de razones para que no lo estuviéramos, miles de obstáculos, pero mira, aquí estamos, c...
1.1M 53.3K 83
Segunda parte de BREAKING POINT. Es necesaria leerla, ya que es la continuación de su historia, así que si aún no lo has hecho, ve a darle amor y al...
316 30 7
«¿Qué hacer cuando lo que se quiere y lo que se debe hacer, no es lo mismo?» - Julio Cortázar
215K 15.6K 52
Amar a alguien que no se da cuenta de que existes es duro. Estar enamorado dealguien que está enamorado de otra persona es aún más duro. Pero cariño...