Besos con sabor a muerte© (18...

By aoi_sky

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BILOGÍA DULCE AGONÍA (LIBRO I) Tras la muerte de sus padres, el mundo de Aisa se derrumba: su inestable mente... More

¡¡BCSAM EN FÍSICO!!
ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏ́ɴ
⚠️ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀs ⚠️
ᴇᴘɪ́ɢʀᴀғᴇ
ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 1: ɪɴsᴀɴᴀ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 2: ᴜɴ ᴅɪ́ᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ, ɴᴀᴅᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 3: sᴏʟᴏ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴀᴛᴏ ᴍᴀ́s
ᴄᴀᴘ 4: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ
ᴄᴀᴘ 5: ᴅᴇᴄɪsɪᴏ́ɴ sᴜɪᴄɪᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 6: ¡ᴀʟ ᴀᴄᴇᴄʜᴏ!
ᴄᴀᴘ 7: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɴᴏ ᴄᴀsᴜᴀʟᴇs
ᴄᴀᴘ 8: ᴘᴀᴄᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 9: ɪʀʀᴀᴄɪᴏɴᴀʟ
ᴄᴀᴘ 10: ᴍᴇ ǫᴜɪᴛᴀsᴛᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴀʜᴏʀᴀ ᴛᴇ ᴀɢᴜᴀɴᴛᴀs
ᴄᴀᴘ 11: ᴀʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ ᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 12: ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴛᴇʀʀᴏʀɪsᴛᴀ
ᴄᴀᴘ 13: ᴛᴇɴ ᴄᴜɪᴅᴀᴅᴏ ᴄᴏɴ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴅᴇsᴇᴀs
ᴄᴀᴘ 14: ʙᴇsᴏs ᴄᴏɴ sᴀʙᴏʀ ᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 15: sɪɴ sᴇɴᴛɪᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 16: ᴀs... ¡ᴛᴇ ᴅᴇsᴄᴜʙʀɪ́!
ᴄᴀᴘ 17: ᴜɴ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ ᴇɴ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 18: ᴀᴘʀᴇɴᴅɪᴢ ᴅᴇ ᴀsᴇsɪɴᴏ
ᴄᴀᴘ 19: ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ sɪᴇᴍᴘʀᴇ sᴇʀᴀ́ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ
ᴄᴀᴘ 20: ᴄɪ́ʀᴄᴜʟᴏ ᴠɪᴄɪᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 21: ᴢᴀᴄ, ᴀᴍᴇ́ʀɪᴄᴀ ʏ ᴀᴍᴀɴᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 22: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɪɴᴇsᴘᴇʀᴀᴅᴏs
ᴄᴀᴘ 23: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ɪᴍᴘᴏsᴛᴏʀ
ᴄᴀᴘ 24: ᴢᴀᴄ, ᴀɪsᴀ ʏ ᴀs
ᴄᴀᴘ 26: ᴍɪ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 27: ᴍᴀʀᴄ
ᴄᴀᴘ 28: ᴇɴғʀᴇɴᴛᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 29: ᴍᴇ ᴠᴏʏ
ᴄᴀᴘ 30: ᴇʟ ᴘʀɪᴍᴇʀ ʏ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴀɪʟᴇ
ᴄᴀᴘ 31: ᴇʟ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ
ᴄᴀᴘ 32: ʜᴇʀᴍᴀɴᴀs
ᴄᴀᴘ 33: sᴏʟᴏ ᴄᴏɴ ᴇ́ʟ
ᴄᴀᴘ 34: ᴀᴄᴏsᴀᴅᴏʀᴀ
ᴄᴀᴘ 35: ʀɪᴠᴀʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 36: sɪɴ ʀᴀsᴛʀᴏ
ᴄᴀᴘ 37: ᴛʀᴀɴǫᴜɪʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 38: ᴊᴜᴇɢᴏs ᴅᴇ sᴇᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 39: sᴏsᴘᴇᴄʜᴀs
ᴄᴀᴘ 40: ᴛʀᴀᴛᴏ ʜᴇᴄʜᴏ
ᴄᴀᴘ 41: ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ᴠɪ́ᴄᴛɪᴍᴀ
ᴄᴀᴘ 42: ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ
ᴄᴀᴘ 43: ɴᴏ ᴛᴇ ᴄᴏɴғᴜɴᴅᴀs
ᴄᴀᴘ 44: sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ᴄᴏɴғᴜsᴏs
ᴄᴀᴘ 45: ᴇxǫᴜɪsɪᴛᴏ ʏ ʜᴇʀᴍᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 46: ᴍɪᴇᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 47: ɴᴏ ᴇsᴘᴇʀᴇs ɴᴀᴅᴀ ᴅᴇ ᴍɪ́
ᴄᴀᴘ 48: ɪᴅᴇɴᴛɪᴅᴀᴅ ʀᴇᴠᴇʟᴀᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 49: ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ,ᴍᴇ ʜᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ
ᴄᴀᴘ 50: ǫᴜᴇ́ᴅᴀᴛᴇ ᴀ ᴍɪ ʟᴀᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 51: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇᴛʀᴀ́s ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀ́sᴄᴀʀᴀ
ᴄᴀᴘ 52: ᴅᴏʟᴏʀ
ᴄᴀᴘ 53: ᴀᴅɪᴏ́s
ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

ᴄᴀᴘ 25: ᴇʟ ᴏʙᴊᴇᴛᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴘʟᴀᴄᴇʀ ʏ ᴅᴇsᴇᴏ

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Aisa

Me siento muy pequeña bajo la mirada de As; tan oscura, intensa y profunda. Empequeñezco ante el arrollador deseo que sus ojos desprenden, pero me engrandezco ante su expresión hambrienta; está hambriento de mí, me lo deja saber, y me lo hace sentir con solo mirarme. Provoca que me encoja y estremezca de placer a la vez que me envanezco al sentir el poder que en mí reside.

—Pequeña... 

Su voz es baja, apenas audible, pero sale en medio de una especie de gemido anhelante, casi doloroso, como si estuviera siendo sometido a una tortura insoportable. Escucharlo así causa en mí una gran impresión. Es la primera vez que lo veo con dicha expresión: sus labios que se abren y cierran, muestran cierta resequedad, como si estuviera sediento... sediento de mí.

—As... —Escuchar mi propia voz produce un choque en mi vientre bajo, una calurosa y bastante agradable sensación me recorre y se acumula en mi entrepierna.

Tampoco puedo negar el deseo que siento por él. Tengo la necesidad de que toque cada rincón de mi cuerpo. Quiero que su lengua tibia roce cada centímetro de piel, y, más que nada, lo quiero a él en el centro de mi placer.

Sí, lo quiero, lo necesito completamente, tanto así que duele, y duele más porque mi mente me lo reprocha: no me permite olvidar a Zac, y me somete a una batalla entre el deber y el deseo. Reprimo un gemido de frustración, pues, sabiendo lo que debo hacer y queriendo tomar la decisión correcta a base del deber, trato de zafarme de él, pero no lo consigo; me aprisiona bajo su cuerpo; con una mano somete mis muñecas y con la otra vuelve a levantar mi sudadera.

Quiero suplicar que se detenga, pero cuando apenas abro la boca ya ha logrado sacármela por completo. Chillo al quedar expuesta ante él, ya que no tengo sostén. Sus lujuriosos ojos me contemplan con intenso deseo. Me reprendo a mí misma por el fuego en mis venas y el insaciable anhelo de que me tome. Jadeo cuando su boca cubre uno de mis senos y muerde mi pezón con algo de rudeza. Suelta mis manos y se coloca a horcajadas sobre mí. Me remuevo, pero su cuerpo hace demasiada presión sobre el mío y no consigo zafarme.

—Pequeña, hoy voy a demostrarte a quién perteneces en realidad. —Su voz ronca y profunda me hace temblar—. Voy a dejar impregnadas mis caricias y besos en tu cuerpo de tal manera que jamás podrás olvidarlas. No importa el tiempo que pase ni cuántos novios tengas, nunca vas a olvidarte de mí, y cuando intentes estar con otro, tu cuerpo no lo aceptará, porque anhelará ser tocado solo por mí. Voy a hacer que me desees por el resto de tu vida. Porque eres y siempre serás mía.

Quiero gritarle que ya lo deseo solo a él y que no solo mi deseo y mi placer le pertenecen, sino también mi existencia misma. Soy solamente suya, tan suya... a un nivel que, alguien que no esté quemándose en este paraíso infernal, no podrá jamás entenderlo.

—As...

Con esa sonrisa cínica y llena de arrogancia tan típica de él, se inclina hacia mí y entierra su rostro en mi cuello. Aspira el aroma de mi cabello y muerde el lóbulo de mi oreja antes de susurrarme:

—Te voy a hacer disfrutar tanto, que vendrás a mí pidiendo más. — Un escalofrío recorre mi espina dorsal y trago con dificultad. Su boca se mueve de mi cuello a mi mejilla, y después se separa levemente para observarme—. No busques más excusas, porque no importa lo que digas, no te dejaré ir. Mejor admite que me deseas tanto como yo a ti.

«Sí, lo admito. Calla y comienza a trabajar».

Reposo mis brazos a mis costados, dándome por vencida; no puedo luchar contra él ni contra mi propio deseo, y es que ni siquiera quiero hacerlo, así que decido pensar en el cielo azul y las nubes blancas en vez de pensar en Zac. Pero parece que As no está dispuesto a dejarme pensar ni en el cielo; se mete por cada poro de mi piel y hace que todo lo que piense sea él, él y nadie más que él.

Sus manos se mueven por mi vientre, lo acaricia y después llega a la herida. Es pequeña y provoca un mísero ardor que se convierte en placer cuando masajea con avidez. Cierro los ojos cuando pone su lengua en ese lugar. Limpia toda la sangre, y después sube esparciendo besos húmedos por toda mi piel. Sus labios aprisionan una vez más mi pezón derecho y succiona de él. Tapo mi boca, tratando de controlar unos gemidos, y gruño al escuchar su risa burlona.

—Vamos, pequeña, no te reprimas. Deja que el deseo tome control de ti.

Sus manos siguen acariciándome, y las baja poco a poco hasta que llegan al resorte de mi pijama. Me sorprendo un poco cuando tira de este hacia abajo, y en un abrir y cerrar de ojos el pijama se encuentra tirado en el suelo. Toma mi mano y me reclina sobre la cama, acto seguido me sujeta de la cintura, me levanta y me hace sentar a horcajas sobre sí. Entonces comienza a besar mi cuello con rudeza y salvajismo.

—¡Vas a dejar marca! —reprocho alarmada.

—Qué... ¿no quieres que tu novio la vea?

—¡No quiero que nadie lo haga! —digo enojada.

Se aleja, me toma del cabello y hace mi cabeza hacia atrás para poder tener mejor acceso, comienza a morder así que pongo mis manos en sus hombros y empujo lo más que puedo, para mantenerme a distancia, pero me rodea con su brazo y me pega por completo a su torso desnudo.

Cuando nuestros pechos se tocan le escucho gemir y yo no puedo negar que la sensación es agradable. Me sonrojo cuando noto el bulto que crece por debajo de mí. En ese momento mi cuerpo y mente comienzan a trabajar por separado: mi mente dice que lo detenga mientras mi cuerpo pide más y más. Mis brazos se envuelven alrededor de su cuello y muevo un poco mis caderas haciendo fricción en nuestras partes íntimas, a lo que ambos gemimos.

—Muévete más —le escucho pedir y le obedezco, incrementando los movimientos circulares de mi cadera.

Me tomo el atrevimiento de hundir mi rostro en el hueco de su cuello y morder con fuerza, tal como hace él conmigo. Un gruñido escapa de su boca y me aprieta más contra él. Animada, continúo con mi tarea: chupo y muerdo la piel a mi disposición, y después bajo los besos hasta llegar a sus clavículas. Me sujeta con firmeza, mientras se mueve al centro de la cama, se da la vuelta y me deja por debajo de él. Pone una de sus rodillas entre mis piernas mientras besa mi cuello, mis clavículas, mis pechos y mi abdomen.

Con cada caricia y beso mi interior parecer arder en llamas. Su boca sigue hasta que llega a mi ombligo, y entonces toma mis pequeñas bragas y tira de ellas hacia abajo para sacarlas por completo. Gimo por lo alto cuando uno de sus dedos hace intromisión en mi parte más sensible. Aferro mis puños a la cama y tiro con fuerza de la pequeña sábana blanca por debajo de mí.

As hace movimientos circulares sobre mi pequeño interruptor de placer provocando que me revuelva y gima sin control. Mi acelerada respiración se corta cuando introduce un dedo en mi interior. Chillo ante la repentina intromisión, algo incómoda, pero él sigue con los movimientos cada vez más rápidos y como resultado mis paredes se cierran en torno a su dedo. Entonces, se acomoda entre mis piernas y toma mis tobillos para que doble las rodillas. Hunde su rostro al interior de mis muslos y el mundo me da vueltas cuando su lengua acaricia ese punto tan sensible en mí.

Con una mano me aferro a la sábana, la otra la enredo en su cabello, haciendo presión. Vuelvo a gritar cuando un segundo dedo es introducido. Comienza a bombearlos dentro y fuera, y los mueve de manera impar, a la vez que su lengua sigue trabajando. Estoy por volverme loca debido al placer cuando succiona mi clítoris. Mi espalda se arquea y mis piernas tiemblan con violencia. Al tiempo, mi interior se contrae una y otra vez, todo fuera de mi control.

Jadeo, busco llenar mis pulmones del oxígeno necesario, muerdo mis labios y echo la cabeza hacia atrás cuando exploto, y de pronto me envuelvo en ese manto del placer máximo. Mi pecho sube y baja para intentar controlarse.

Abro los ojos y encuentro a As atento a mí. Sé que disfruta ver el estado al que me somete. Se pone de pie, desabotona sus pantalones, y los deja caer hasta sus tobillos antes de salir de ellos. Me sonrojo de inmediato, trago saliva y evito verlo en calzoncillos; he podido apreciar el notable bulto que estos guardan.

Una vez más se desliza sobre mí, dejando besos por el camino. Pero con la idea de que ya se ha divertido conmigo, decido divertirme yo con él, y lo tomo por sorpresa. Ahora, con un movimiento atrevido, me pongo yo sobre él. Empiezo a menearme con suavidad sobre su ya endurecido miembro y disfruto viendo cómo muerde sus labios. Me gusta que la piel descubierta de su rostro se muestre de un tono rosado, porque contrasta muy bien con su habitual palidez, misma que reina en el resto de su piel.

Toma mis caderas y me empuja más hacia él, y un gemido por parte de ambos resuena en la habitación. Se sienta en un santiamén y mis piernas quedan a los costados de sus caderas. Compruebo lo mucho que mi cuello le gusta cuando comienza a besar mi piel. Envuelvo mis brazos a su alrededor y encajo las uñas en su espalda cada vez que succiona con fuerza. Pronto me toma de la cintura y me levanta. Me pongo más que nerviosa cuando noto que se está sacando el bóxer. Me mantengo yo misma apoyada en mis rodillas para no caer de lleno sobre él. Ahora sí que estoy nerviosa y asustada. Por un momento no creí que se animaría a llegar a tanto. Pensé que como siempre solo fanfarroneaba.

—As. —Mi voz suena nerviosa. Lo tomo de las mejillas y lo miro.

—Relájate —dice sin más, pero no es nada fácil hacerlo.

Mantiene una mano en mi cadera, en tanto que la otra la lleva hasta su máscara para quitársela, permitiéndome observar su bello rostro. Entonces su mano se mueve hacia mi cuello y dejo escapar un jadeo de sorpresa cuando me atrae hacia sí para atrapar mis labios con los suyos.

Mi mente se bloquea al instante ante la gloriosa sensación de sus labios moviéndose sobre los míos; pero despabilo, y le correspondo con premura aún incapaz de creer que en verdad me esté besando. ¡Por favor, que esta vez no sea un sueño!

Su lengua pide entrada en mi boca casi con urgencia y se la concedo. Entonces su lengua se desliza con la mía y comienzan a danzar. Amo tanto la sensación de besarlo, que hundo mis manos en su cabello y profundizo más el beso. Él me corresponde de la misma manera y mi emoción crece aún más. Me pierdo en mi propia burbuja de ensoñación y no me percato de cuándo me toma con firmeza de la cintura y me hala hacia él. Con su boca ahoga uno de mis gritos, cuando, de un solo movimiento lo siento dentro de mí.

Intento alejarme apenas, mientras suelto el aire de manera entrecortada sobre sus labios, y encajo con fuerza mis uñas en su piel, en un intento de amortiguar el dolor que asalta. Me aferro con fuerza a su espalda y recargo mi frente en su hombro. Una lagrimilla recorre mi mejilla y en seguida la limpio. As toma con firmeza mi cintura y se mueve con fuerza, provocándome más dolor.

—¡Por favor, no te muevas! —suplico entre gemidos de dolor.

—Pero así no es divertido —dice sin detenerse.

—¡Por favor! —Espero a que deje de hacerlo, y aunque no se detiene, sí considera bajar el ritmo. Le agradezco en silencio y vuelvo a colocar mi frente en su hombro.

Me concentro en mantener mi respiración y me distraigo acariciando su espalda. Él besa mi cuello y pasea su lengua húmeda y tibia, para que la sensación de placer llene mi cuerpo otra vez. El punzante dolor permanece ahí, pero cada vez se hace más soportable. Con un poco de fuerza y valentía muevo mis caderas. Eso provoca que suelte un gemido. Yo reprimo un grito de dolor, pero no me detengo; si he resistido sus juegos macabros y sádicos, tengo que poder con esto.

—Te sientes tan bien —susurra contra mi cuello, extasiado. Vuelve a buscar mi boca y me dejo encontrar con gusto.

Mi corazón se hincha por el hecho de que él me bese a mí y que no lo haya hecho solo una vez si no que desee hacerlo de nuevo. Me encuentro soltando un suspiro sobre su boca y me reprendo por dentro; no pude detenerlo, pero él continúa besándome sin darle importancia.

Con el continuo movimiento de nuestras caderas, el dolor poco a poco es opacado por el placer; pero lo que hace que de verdad disfrute son sus besos. Besarlo es tan adictivo que no puedo dejar de hacerlo. Amo cómo se sienten sus labios, que hacen perderme y olvidar hasta cómo me llamo.

—Muévete más rápido —me ordena entre besos. Paso mis brazos por debajo de los de él para aferrarme a su espalda y, como puedo, comienzo a moverme más rápido.

De mis labios escapan toda clase de sonidos guturales que llegan a ser una combinación de dolor y placer. Me esfuerzo por concentrarme solo en lo que me brinda satisfacción, como la forma en que nuestros pechos chocan entre sí; nuestra piel caliente y húmeda hace deliciosa la fricción.

Las manos de As se deslizan por mis piernas y las acaricia, y luego llega hasta mis glúteos, que aprieta con fuerza. Los abre y me apretuja más contra él, como si deseara entrar más profundo en mí y desaparecer el mínimo espacio entre ambos.

Dejo su boca ante la necesidad de un poco de oxígeno, pero casi de inmediato hundo mi rostro en su cuello y comienzo a morder. As gruñe en satisfacción y yo disfruto sabiendo que soy capaz de proporcionarle ese placer. Es extraña la forma en que deseo hacerle disfrutar sin importar el dolor que yo pueda estar sintiendo. Creo que sus gemidos, jadeos y gruñidos llenos de satisfacción hacen que valga la pena.

Enredo mis piernas a su alrededor y me abrazo con fuerza a él, en tanto aumento el movimiento de mis caderas, aunque comienza a resultarme algo cansado. Se da cuenta, reafirma el agarre de sus manos en mis caderas e intensifica por su propia cuenta el ritmo con el que subo y bajo sobre él. Con necesidad, vuelve a besarme y me deleito gimiendo contra su boca; esta vez más por placer que por dolor, porque aún duele, pero ya lo soporto.

Continúa con los rápidos movimientos sin dejar mis labios en ningún momento y pronto comienzo a sentir pequeñas contracciones en la parte baja de mi vientre. Me veo obligada a dejar sus adictivos besos al no ser capaz de reprimir los jadeos y gemidos que escapan de mí. Me aferro con todas mis fuerzas a él y yo misma incremento el movimiento de mis caderas hasta encontrar mi explosiva y muy satisfactoria liberación.

As me quita de encima de él, me coloca sobre la cama y así él termina fuera de mí. Me muevo al centro de la cama sintiendo aún las punzadas de dolor. Él se desliza hasta mí y toma mi mejilla, mientras enreda las puntas de sus dedos en mi cabello.

—Ahora deseo hacértelo como me gusta —dice con voz ronca y no me da tiempo a procesar lo que acaba de decir, cuando me tumba sobre la cama y me besa con verdadera pasión, salvajismo y rudeza, dejándome sin oxígeno en cuestión de segundos.

Acaricia mi cuerpo con desesperación y deja fuego en cada poro de mi piel por donde desliza sus manos. Deja mi boca y baja hasta mis clavículas, siento un ligero ardor y descubro que acaba de cortarme con su cuchillo. La herida no es muy profunda, solo tiene el tamaño suficiente para drenar mi sangre. ¿Qué trauma tiene este chico con la sangre?

—¿As?

—¿Mmh?

—En verdad, en verdad... ¿no eres un vampiro?

La risa que mis palabras le provocan hace que todo dentro de mí dé vueltas, pues no fue maliciosa o cínica, sino que pura diversión fue lo que pude percibir. Sonrío, creyendo que es un hermoso sonido.

Continúa lamiendo la sangre que sale de la pequeña herida, y la constante fricción de su lengua hace que pronto deje de doler. Hago una pequeña mueca cuando vuelve a cortar ahora un poco más abajo. Pasa su lengua sin darle tiempo a la sangre de salir. Se siente bien, pero no quiero que vuelva a marcarme de esa manera.

—Deja de hacer eso. La última vez casi muero por una maldita infección.

—La próxima vez lo desinfectaré antes de cortarte. Lo prometo.

—No, pues, qué consuelo.

—Solo deja que te disfrute ahora justo como deseo.

—No quiero dar explicaciones de cómo me hice esas heridas.

—No tienes que darlas, porque nadie las verá, a menos que te quites la ropa frente a otra persona, y sé que no lo harás.

—¿Cómo sabes que no lo haré?

—¿Te desnudarás frente a tu noviecito estúpido?

Una fuerte punzada me atraviesa el corazón al pensar en Zac y la forma en que le estoy siendo infiel desde el primer momento... ¡Soy tan despreciable! ¿Pero cómo puedo resistirme a los perversos encantos de este demonio?

Un gritito de sorpresa sale de mis labios cuando As me toma los tobillos y me gira para que yo quede boca abajo. Besa el lugar donde dibujó la luna y traza una línea con su cuchillo por toda mi espina dorsal. Me contraigo por el dolor, pero he pasado tantas veces por esto, que ya ni impresión causa en mí; todo lo contrario: comienzo a disfrutarlo. Después de deslizar su lengua por la línea de sangre baja sus besos hasta mi cadera, y jadeo cuando me muerde una nalga.

—¡As! —Mi reclamo sale en medio de una carcajada, y otra vez me permite escuchar su divertida risa.

Me incorporo sin su permiso, pero antes de darme la vuelta pasa su brazo por mi vientre y me jala hacia él, pegando mi espalda a su pecho. Ambas manos acunan mis senos y los masajea, mientras utiliza su cabeza para hacer a un lado la mía y besar la piel de mi cuello. Echo la cabeza hacia atrás y la recuesto en su hombro. Con una mano sigue acariciando y pellizcando mi pezón, y con la otra me acaricia hasta llegar a la entrepierna. Abre mis labios, desliza sus dedos y comienza a estimular mi centro de placer. Paso una mano hacia atrás y la enredo en su cabello, pero él toma la otra y la lleva en medio de los dos. Me sobresalto un poco cuando siento su grande y palpitante miembro erecto.

—Tócame —demanda con un susurro sobre mi cuello antes de volver a morderlo.

Lo que me pide me resulta algo vergonzoso, pero aun así le obedezco. Envuelvo mi mano en su miembro y le escucho gemir. Él mismo comienza a mover mi mano para marcar un ritmo, y yo lo sigo cuando retira la suya.

Esta situación, la posición en la que estamos, la forma en que me habla, todo está en un nivel que nunca imaginé. No es que fantaseara mucho en cómo sería tener sexo, pero nada de lo que llegué a escuchar o leer se compara con esto. El sadismo de As lleva las cosas a otro nivel. Yo nunca imaginé ser drenada mientras tengo sexo; pero no me quejo, las cosas que As realiza hacen que el acto sea más delirante y sumamente placentero. Con él puedo experimentar y disfrutar de algo que sé que con nadie más podré.

Lo que siento tanto a nivel físico como a nivel emocional no sé cómo explicarlo, pero es como si estuviera siendo consumida, como si mi alma se desvaneciera y después renaciera con un desmedido deseo irracional de aferrarme a él... por siempre.

Así como sigo con los movimientos de mi mano, su miembro crece un poco más y me sorprendo. No sabía que fuera posible. Acaricia mis piernas y las abre un poco más. Vuelve a tomar mi mano para quitarla de su miembro y la lleva por encima de su cabeza al igual que la otra, donde las enredo en su cabello. Después me toma de la cadera y me levanta, mientras posiciona mi entrada sobre su miembro.

Las corrientes de placer golpean cada extremidad de mi cuerpo cuando una vez más entra en mí. Nuestros fuertes gemidos se mezclan con el del otro, y aunque aún sigue doliendo, el dolor ya no se compara con la primera vez.

Con una mano acaricia uno de mis pechos, con la otra da suaves masajes circulares sobre mi clítoris, mientras comienza a mover sus caderas, y yo ayudo a impulsarme. El placer es tanto que veo estrellitas por todos lados. Besa mi mejilla, ladeo mi cabeza hacia él y al momento toma posesión de mis labios. Continúo subiendo y bajando rápido y profundo sobre su miembro. Nuestros labios todavía se devoran el uno al otro, mientras nuestras lenguas batallan por conquistarse. Mi mente está ya cegada a lo que hay a mi alrededor y solo puedo concentrarme en As, en que le estoy besando, en cómo lo tengo dentro de mí, en cómo me hace suya, y en el sonido de nuestros gemidos y jadeos entremezclados.

Atrapa mi labio inferior entre sus dientes y tira de él antes de levantarme y salir de mí para ponerme sobre la cama, posicionándose él arriba, y le siento entrar una vez más: fuerte y profundo. Trato de contener los gemidos, pero es imposible; estos se mezclan con los suyos y hacen eco en toda la habitación.

Ahora él tiene una capa de sudor en la frente; sus cabellos oscuros están húmedos y se pegan a su piel; sus ojos se encuentran cerrados; el entrecejo, un tanto arrugado; y su labio inferior está hinchado y rojo, atrapado entre sus dientes... ¡Se ve tan hermoso, tan sexy, tan deseable! Cuando se da cuenta de que le miro, me devuelve también la mirada, entonces sonríe y temo desmayarme.

De la nada intercambia nuestras posiciones para dejarme encima de él. Mi respiración se corta por la nueva posición, ya que de esta manera lo siento mucho más profundo en mí. Apoyo mis manos sobre su pecho. Él acaricia mis piernas y después masajea mis pechos, mientras pellizca mis pezones, y comienzo a moverme sobre él. Mis mejillas se sonrojan ante la forma en que me mira.

—Deja... de... mirarme... así —logro decir entre jadeos, pero él no dice nada y lo sigue haciendo.

Me muevo con más fuerza, cierro los ojos y me concentro en mis movimientos, hasta que me hala para hacerme caer sobre su pecho húmedo. Una vez más da la vuelta y me besa en tanto ahoga todos los gemidos que me arranca cuando comienza a embestirme con fuerza. Mis piernas rodean su cintura, y mis brazos se aferran a su cuello, a la vez que nuestras bocas se devoran con reciprocidad. Nuestras pelvis chocan en un continuo y rápido movimiento. Mis paredes interiores abrazan su miembro, y él aumenta la fuerza de su vaivén. Las corrientes eléctricas viajan por todo mi cuerpo y se acumulan en mi vientre. As se empeña en colmarme de besos, tanto que no me da ni un respiro. ¿Será una nueva forma de torturarme? El fuerte gemido a causa de mi orgasmo es acallado en su boca y sonríe contra mis labios.

En segundos mi cuerpo parece volverse de gelatina, pero aún con mis brazos y piernas temblorosas sigo aferrada como lapa a su cuerpo, que sigue embistiéndome en busca de su propia liberación, y cuando la encuentra, el gruñido que suelta hace que mi corazón se alboroce de una manera que debería ser inaceptable.

¡Me fascinó la forma en que se escuchó y me descubro con el deseo de volver a hacerlo!

Finalmente, el cuerpo de As cae sobre el mío, recarga su mejilla sobre mi pecho, donde estoy segura de que puede escuchar el frenético latido de mi corazón. Peino sus húmedos cabellos mientras ambos luchamos por mantener el control de nuestras respiraciones.

Estar así, debajo de As, y teniéndolo aún dentro, me hace pensar en todo lo que ha pasado desde que nos conocimos. Haber llegado a este punto es una gran locura. Recuerdo cuando, en cierto momento, deseé saber a qué sabían sus labios. También hubo un tiempo en que quise matarle, y después solo buscaba la manera de matar la necesidad de permanecer a su lado. Pero nunca imaginé que llegaría a conocerlo de tal manera... así, en toda su profundidad.

Sin embargo, me gusta, y aunque ha sido mi primera vez y no ha sido como alguna vez me lo imaginé, no me arrepiento. Creo que fue mejor que cualquier tipo de expectativa que pude haber tenido. A pesar de que sé que no hay amor implicado, estoy satisfecha y feliz de alguna manera.

Ya no hay vuelta atrás... As se ha convertido en el objeto de mi placer y deseo. Ahora no podré desprenderme de esta necesidad de querer verlo, tocarlo, besarlo; he caído en su totalidad, hasta el fondo de tan perverso y malsano sentimiento que me consume de una dolorosa pero placentera manera.

«Si de todas formas te vas a ir al infierno, al menos que valga la pena». 

¿Qué les pareció la primera vez de As y Aisa?

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