¡Esto es guerra! [Sin editar]

By LeilaRipiano

65.9M 2.4M 1.1M

Alisson no creía en el amor. Pensaba que todos los chicos eran iguales: unos egoístas, mentirosos, estúpidos... More

¡Esto es guerra!
Capítulo 1: Primer día
Capítulo 2: El acuerdo
Capítulo 3: Coldplay
Capítulo 4: Moto
Capítulo 5: Rosa claro
Capítulo 6: El concierto
Capítulo 7: Logan
Capítulo 8: Le gustas
Capítulo 9: Lacrosse
Capítulo 10: Suposiciones
Capítulo 11: La cena
Capítulo 12: Knicks vs Lakers
Capítulo 13: Emma
Capítulo 14: Guerra de tizas
Capítulo 15: Profesora Willson
Capítulo 16: Pequeño Mason
Capítulo 17: Lección de mentiras
Capítulo 18: Sorpresas
Capítulo 19: Paz
Capítulo 20: El partido
Capítulo 21: Enfermerías y fiestas
Capítulo 22: Recordando el pasado
Capítulo 23: Arrepentimiento
Capítulo 24: ¿Flores y chocolates? Cliché
Capítulo 25: Enamorada
Capítulo 26: Provocación
Capítulo 27: Momentos
Capítulo 28: Una historia diferente [Resubido]
Capítulo 29: La laguna
Capítulo 30: 13 preguntas
Capítulo 31: Así empezó todo
Capítulo 32: Una batalla contra uno mismo
Capítulo 33: Decisiones
Capítulo 34: Con amor, Kian
Capítulo 35: Si puede salir mal, saldrá mal
Capítulo 36: Revelaciones
Capítulo 38: El último gran reto
Epílogo

Capítulo 37: Olvido y perdón

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By LeilaRipiano

Alisson POV

Estaba hablando con Sebastian, Anne, y Logan por teléfono, ellos tenían el altavoz activado y nos estábamos poniendo al tanto de lo que estaba pasando en nuestras vidas en estos momentos.

- Si no estuviera tan enamorada de James rompería con él para que estuviéramos las dos solteras y no dejarte sola –bromeó Anne tratando de consolarme.

Resoplé.

- James esta loco, rompe con él. Vamos, yo soy mejor y tengo auto –le respondí tratando de convencerla-

- Tenías auto –me corrigió Sebastian-

- Cállate, tú estás resentido porque ahora te tienes que levantar más temprano ya que no tienes a nadie que te lleve en auto al instituto.

- Vaya, es malvada cuando esta soltera –murmuró Sebastian a mis amigos-

- Por lo menos no esta llorando por los rincones –le dijo Logan-

- Ya pasé esa étapa, ahora es la étapa de ser malvada y patear cachorritos.

Anne lanzó una carcajada.

- Tú no podrías patear cachorritos, ni siquiera podrías pisar a uno sin agachárte a pedirle perdón.

-De todos modos, ¿Qué ha pasado con Liam? –preguntó Anne- la semana pasada he visto una foto de ustedes en Instagram.

Al principio creía que Liam podría ser un gran reemplazo para Kian o por lo menos una distracción para no pensar en él, pero a veces, cuando estaba con Liam, me sorprendía a mí misma comparándolo con Kian o tratando de encontrarle algún tipo de parecido con él, y siempre fallaba. También me di cuenta de que lo hacía con otros chicos, trataba de encontrar a Kian en otras personas y eso no me ayudaba ni era justo para la otra persona.

La realidad era que no quería estar con otro chico y tampoco necesitaba estar con otra persona. Solamente necesitaba enfocarme en mí y en tratar de sobrellevar mi vida en este lugar lo mejor posible, aunque cada parte de mi siempre iba a necesitar volver a mi ciudad. 

- No era para mi –resumí-

- Claro que no era para ti –concordó Logan- Kian comparado a ese chico es un modelo de Calvin Klein.

- Hey, Liam no es feo –protesté-

- No, no es feo pero es muy carilinda para ti, tú necesitas a alguien que tenga más actitud, alguien que tenga algo diferente.

- Tienes tanta razón –le dijo Sebastian y oí el sonido de ellos chocándose los cinco- hasta el mismo gusto en chicos tenemos –la voz de mi mejor amigo sonaba orgullosa-

- Bueno no le digan eso a Kian porque le va a subir el ego.

- Ally, seguramente Kian ya vio tu foto –me advirtió Anne- y para mi también haces mejor pareja con Kian que con el rubio pijo.

- Estoy segura que James les ha llenado la cabeza con Kalisson, estan muy a favor de Kian–bromeé- ¿Y por qué le dices rubio pijo?

- Es así como lo llama Kian...

Puse los ojos en blanco, lo tuve que haber imaginado.

- Igual es bueno que puedas hablar de Kian así, de forma normal –prosiguió Anne- tus diecisiete años te han vuelto muy madura.

A pesar de que las cosas habían terminado mal con Kian, él había sido una gran parte de mi felicidad durante mucho tiempo y no quería ser una ex novia resentida, a pesar de todo él me había hecho crecer mucho como persona y siempre iba a estar agradecida por ello.

- Supongo, o tal vez estar lejos de James me ha vuelto madura.

- ¡Hey! –exclamó James, que al parecer se había unido a mis amigos- yo soy muy maduro.

- Si, por eso cuando Anne te estaba enseñando matemática le has pedido que ponga tu nombre en los problemas para hacerlos más interesantes.

- Es que tú no entiendes –dijo ofendido- si un problema dice... "Juancito compró 6000 melones..." me aburre pero si el problema dice "James compró 6000 armas..." se vuelve mucho más interesante.

- ¿Para que diablos querrías 6000 armas?

- ¿Para que diablos Juancito querría 6000 melones? Los problemas aritméticos son una mentira.

Me reí, James odiaba matemática y nunca prestaba atención en clase, siempre Anne, quien amaba matemática, le terminaba explicando todo.

- Y bueno ¿Qué harán ahora? –les pregunté. Me parecía raro que no estuvieran con Kian pero eso era algo que no iba a preguntar-

- Seb y yo tenemos entrenamiento de lacrosse –anunció Logan-

- Y yo pienso dormir una siesta mientras James juega a la PlayStation –me respondió Anne-

Antes de que dijera nada James saltó a la defensiva.

- Aunque juegue a la PlayStation y este por cumplir 18 no quiere decir que sea inmaduro.

- Amor me parece que estas demasiado susceptible –le susurró Anne-

- Alisson me provoca –murmuró como si yo no lo pudiera escuchar-

Y entonces comenzó nuestra pelea telefónica por quien era el más maduro de todos nosotros.

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Algunos días en mi instituto se organizaban clases abiertas, y cuando lo hacían era imposible caminar por los concurridos pasillos sin tener que empujar alguien para que te dejara pasar. En las clases abiertas estudiantes de otros institutos podían venir y escuchar las clases como si fueran alumnos normales del instituto, algunas veces personas más grandes también venían a escucharlas, pero más que nada las tomaban los chicos que pensaban cambiarse a nuestro instituto o necesitaban clases de apoyo en determinadas materias.

Me ponían de mal humor las clases abiertas porque siempre tenía que luchar para conseguir un lugar en la clase.

Cuando entré a mi clase de Filosofía estaba casi llena, por suerte visualicé un lugar enseguida y me apresuré a poner mi mochila encima y sentarme. Estaba bastante adelante para mi gusto pero por lo menos tenía asiento.

El profesor no había llegado así que me puse a garabatear dibujos sin sentido en mi cuaderno. Sentía un cosquilleo en la nuca, como cuando sientes que alguien te esta mirando fijamente o sabes que te estan observando aunque no puedas ver a la persona directamente. Supuse que era Liam así que no me dí vuelta para no pasar una situación incómoda, lo último que me faltaba era hacer el ridículo en frente de extraños en mi propia clase de Filosofia.

Suspiré aliviada cuando el profesor entró y comenzó a hablar, a él le encantaba hacer preguntas y debatir en clase mientras que a mi me gustaba escucharlo y sacar mis propias conclusiones en silencio.

Estabamos estudiando al filósofo Nietzche quien en su larga trayectoria profundizó temas como el olvido, la memoria y el perdón, y casualmente esos eran los temas que estabamos estudiando. Definitivamente el Karma es un asco.

- Si bien el olvido suele ser objeto de una consideración más bien de tipo negativa, en Nietzsche se ve una valoración positiva del mismo, principalmente en cuanto favorece a la vida –comenzó a decir el profesor- Memoria y olvido están vinculados de manera tan íntima que resulta prácticamente imposible hablar de uno sin hablar también del otro. En cuanto al olvido, la ausencia remite siempre a una huella. Ahora bien, hay una clase de olvido que es destructor de huellas, es un olvido definitivo, ya que la huella es la marca que había dejado el pasado, y sin huella que indique el paso por allí de algún hecho, el olvido es irreversible. Hay un tipo de olvido que el filósofo denomina "olvido de reserva"; en éste la huella permanece latente, dejando abierta la posibilidad al recuerdo, es un olvido reversible que abre la posibilidad a las ideas inolvidables.

El profesor se detuvo cuando alguien del fondo levantó la mano y yo aproveché esa interrupción para tomar algunas notas en mi cuaderno pero al escuchar la voz de la persona que había levantado la mano me detuve casi sin quererlo, la lapicera se me cayó de la mano y un escalofrío intenso me recorrió el cuerpo. Me di vuelta para ver a la persona que estaba hablando, más que nada para asegurarme que mi cabeza estaba volviendo a jugar conmigo y eran todas imaginaciones mías pero no. Era él. Kian Denovan estaba sentado en el fondo de mi clase con una sonrisa condescendiente hablandole a mi profesor de filosofía. Al verlo sentí como si mi corazón quisiera salirse de mi pecho, latía tan fuerte y tan rápido, como si estuviera enjaulado y estuviera enloquecido por escaparse. Tenía miedo que el profesor lo escuchara y parara la clase por mi culpa.

Lo peor de todo era que él ni siquiera me miraba, fue entonces cuando me di cuenta que debió de haber sido él el que no me sacaba la mirada de encima cuando entré a la clase. ¿Por qué diablos no me di vuelta en ese momento? ¿Y qué diablos hacía aquí? Habíamos terminado y lo habíamos dejado claro pero dudaba que hubiese venido hasta aquí solo para escuchar mi clase de filosofía. Traté de prestar atención a lo que estaba diciendo y no a su estúpido rostro que tanto extrañaba.

- ¿Pero que pasa cuando no quieres recordar? Cuando realmente tienes una voluntad propia de no querer recordar algo pero tan solo no puedes, sigues volviendo al pasado sin poder olvidarlo.

- Bueno, en ese caso el olvido se llama evasivo, esta ubicado entre el pasivo y el activo. Como has dicho consiste en aún no querer recordar un suceso del pasado, esta a su vez sujeto a la responsabilidad, pues ignora algo que sabe que debería recordar y no olvidar, es una ignorancia culpable se podría decir: trata de olvidar algo por cuenta propia pero le es imposible.

Me identificaba tanto con el tema que me sentía mareada. Además estaba muy nerviosa y no me podía quedar quieta, me retorcía tanto en mi asiento que la chica que estaba sentada delante de mí me preguntó si me encontraba bien, yo asentí con la cabeza sin prestarle mucha atención, estaba pensando en Kian y si yo habría conocido en otra vida a Nietzsche, tal vez había sido su Lou Andreas-Salomé*.

El profesor comenzó a hablar del perdón pero yo ya no lo estaba escuchado, estaba apretando frenéticamente el botón de mi lapicera pensando que iba a decirle a Kian cuando terminara la clase.

Existen situaciones en las que piensas "Esto no podría ser peor" o "Ahora nada más me puede sorprender" pero eso es lo que justamente no tienes que pensar porque ni bien lo haces algo sale aún peor u otra cosa te sorprende con más intensidad. Esto último me pasó a mi, pensé que nada me sorprendería tanto como encontrarme a Kian allí pero cuando el profesor le dio la palabra a alguien en alguna parte del sector de mi derecha, me quede sin palabras. Mason se encontraba allí, con los hombros relajados y la mirada fija en el profesor mientras hablaba sobre el perdón. Comencé a pensar que tal vez era todo un sueño o me estaba volviendo loca, pestañeé varias veces para asegurarme de que no estaba alucinando. Era imposible que Mason y Kian estuvieran aquí, ellos se odiaban y Kian no podía soportar la sola idea de estar en una misma habitación.

- Aunque en el caso anterior estaba de acuerdo con Nietzsche, estoy en desacuerdo con su pensamiento sobre el perdón. Él mantiene que el perdón es una debilidad del hombre pero yo creo que es una virtud, no creo que por perdonar a alguien te vuelves más débil ni tampoco que si lo perdonas es como un favor que le haces y la otra persona pasa a deberte algo. Creo que el perdón esta ligado a la confianza, cuando perdonas confías que la otra persona no volvera a cometer el mismo error.

Y como si algo faltara Kian se metió en el monólogo de Mason.

- Estoy de acuerdo. No creo que una persona se rebaja al perdonar, creo que esa persona que perdona es humana al igual que la persona a la que esta perdonando y entiende que hay cosas más importantes que su propio orgullo y que si la otra persona realmente se arrepiente vale la pena perdonarla, y creo que eso hace más fuerte a la persona que esta perdonando, no más débil.

Levanté la mano porque no pude soportarlo más.

- ¿Quiere acotar algo a la clase, señorita? –me preguntó el profesor visiblemente satisfecho por la discusión que se había originado en la clase-

- ¿Puedo ir al baño? –pregunté más alto de lo que pretendía-

Todos se rieron. Por Dios ¿Acaso estas personas nunca habían tenido ganas de ir al baño en plena clase?

- ¿No puede esperar al recreo? –preguntó el profesor, molesto-

- No puedo decirle a mi vejiga cuando tiene que tener ganas de hacer pis y cuando no. ¿Usted puede? –mi voz sonaba enojada-

Antes de que el profesor me mandara con el director, Kian intervino.

- Creo que debería ir al baño profesor, esta muy pálida.

Lo fulminé con la mirada.

- Ya no eres mi novio, ya no hace falta que me defiendas -le hice saber en voz alta-

Eramos ahora el centro de atención de la clase. Kian no les estaba prestando atención a los demás, su mirada estaba fija en mi y no me quitaba los ojos de encima.

- Creo que él solo se esta preocupando por la salud de una persona que resulta estar en la misma clase que él –comentó Mason con una sonrisa-

Encaré una ceja.

- ¿Y tú desde cuando lo defiendes? ¡Por el amor de Dios ustedes se odian! ¿Qué ha pasado mientras estaba aquí?

Todos giraron la cabeza hacia Mason, parecía un partido de tennis pero por más de que los demás parecían interesados, el profesor estaba perdiendo su paciencia.

- Ustedes tres se van afuera –dijo haciendo énfasis en la última palabra- se van de mi clase ahora.

- ¡Pero yo no hice nada! –protestó Mason-

- Afuera –repitió-

Felizmente me paré y fui la primera en salir, sentía que me estaba ahogando en esa clase y me apoyé contra la pared para sostenme de algo. Cuando Kian salió, comencé a caminar lejos de él, no creía que iba a poder soportar estar al lado de él sin hacer algo estúpido.

- ¿Te parece lo mejor? –preguntó Kian detrás de mí- ¿Huir de mi?

Me di medi vuelta hecha una furia.

- ¿Qué demonios haces aquí? –le grité y me acerqué más a él- Habíamos terminado, hemos terminado ¿Qué hace aquí entonces?

- Me debes dinero, he venido hasta aquí para pedirtelo.

- ¡Kian! –exclamé irritada y le pegué en el pecho- no estoy de humor para bromas.

En ese momento Mason salió de la clase y al vernos se rió.

- Te ha pegado más fuerte que yo –dijo Mason encarando una ceja- no creía que eso pudiera ser posible.

- ¿De qué demonios— luego me callé al enfocar mi mirada en Kian de nuevo. Me había olvidado completamente que la noche que Kian había ido a despedirme había aparecido con un ojo morado, ya se estaba curando y solo tenía una fina linea amarillenta que si no mirabas con detenimiento no lo notabas. Me puse delante de Kian- ¿Tú has sido el que le ha pegado? –inquirí frunciendo el ceño-

- Hey, hey –dijo levantando las manos proclamando inocencia- tranquila, él me había pedido que le pegara. Además, si me hubieses visto a mi ese día te hubieses apiadado de mi ¡Kian me había dejado el labio hinchad! Ahora ya no lo puedes ver porque me cuido la piel con Nivea y ya estoy como nuevo.

Lo miré con los ojos entrecerrados, esto tenía que ser una jodida broma. Volví a enfocar mi atención en Kian y suspiré exasperada.

- No estoy huyendo de ti pero necesito aire fresco –dije y me dirigí hacia la salida del instituto-

Kian me siguió y Mason se quedó mirandonos con los brazos cruzados.

- Claro, ustedes olvidense de mi.... Bueno yo estaré por aquí, tratando de que el profesor me deje entrar a la clase –lo escuché decir antes de alejarme-

Cuando salí respiré hondo y miré a Kian, él estaba callado, tal vez esperando a que fuera yo la que tomara la iniciativa. Lo hice, solo porque su silencio me ponía los pelos de punta.

- ¿Qué haces aquí?

- Vine a buscarte y a pedirte perdón.

- Bueno, no te perdono así que ya te puedes ir.

- Aspen, no hagas las cosas más difíciles –me pidió-

- ¿Más difíciles? –le pregunte con una sonrisa irónica- tú has sido el que ha querido todo eso, tú has sido el que me ha engañado y tú has sido el que ha cagado nuestra relación, no yo.

- Ya se, pero si me dejas explicarte...

- ¡No quiero que me expliques! Estoy furiosa contigo.

- Tú me estas poniendo furioso a mi ahora mismo –me advirtió-

- No me interesa en lo más mínimo, me has hecho sufrir más que nadie en mi vida y te odio.

Él se acercó más a mi, pero yo di unos pasos hacia atrás casi quedando de espaldas a la pared.

- No digas eso –dijo con voz seca-

- ¿Por qué? Es verdad, te odio.

Kian me miró a los ojos y luego sonrió lentamente.

- ¿Piensas que no te conozco? ¿Piensas que no se cuando mientes o cuando estas nerviosa? ¿Piensas que no se como esta latiendo tu corazón ahora mismo? Incluso puedo oírlo aunque no se si es el tuyo o el mío el que palpita más rápido –se acercó más acorralándome contra la pared- ¿Piensas que no se lo mucho que quieres besarme ahora mismo? –susurró mirando mis labios-

- No me hagas esto –rogué-

Kian ladeó la cabeza, su boca estaba a centímetros del mío y su proximidad me dolía. Sentía todo mi cuerpo tenso, tratando de no caer en la tentación.

- ¿Qué no te haga qué? –murmuró-

- Tú sabes qué.

- Oh, se me ocurren tantas cosas ahora mismo que podría hacer, no se a cual de ellas te refieres.

Tragué saliva, su mirada era tan intensa que me costaba no apartar la mía. Le puse una mano en el pecho, tratando de empujarlo. No se movió ni un centímetro.

- Aléjate.

- No quiero.

- Aléjate –repetí, empujándolo más fuerte esta vez-

- No puedo –susurró en la comisura de mis labios-

Agarró mi mano que estaba en su pecho y la tiró contra la pared con brusquedad, colocandola por encima de mi cabeza. Antes de que tratara de empujarlo con mi otra mano, la agarró e hizo lo mismo. Ahora si estaba enjaulada y el espacio que había entre nosotros era mínimo. Kian se apoyó contra mi y apretó su cuerpo contra el mío con suavidad. Sabía que me estaba provocando y eso me volvía loca. Antes de que pudiera replicar, sus labios atraparon los míos con fiereza. Y Dios, cuanto los había extrañado. Cuanto había extrañado besar a Kian, sentir sus brazos rodeándome, el sabor tan familiar de su boca.

Pero ese beso no era como todos los anteriores, nunca había besado a Kian con tanta desesperación, y él tampoco me había besado a mi con tanta intensidad; parecía como si los dos quisiéramos demostrar lo mucho que nos habíamos odiado y lo mucho que nos habíamos amado. En ese beso estaba todo lo que nunca dijimos, todo el sufrimiento, y toda la anhelación de los últimos días. Lo noté jadear contra mi boca y aumenté la presión de mis labios, quería que supiera todo lo que lo había extrañado. En algún momento del beso el me soltó las manos y yo agarré su camiseta para tirar de ella contra mi hasta que la tuve arrugada entre los dedos, él tenía sus manos en mi cuello y cuando rozó un dedo contra mi collar, se separó atónito. Los dos nos miramos tratando de llenar nuestros pulmones de aire.

- Todavía la tienes –musitó, agarrando el dije del ancla- no puedo creer que todavía la lleves.

- No me la he sacado desde que me la regalaste –le respondí mirando el collar- me has dicho que siempre me podía aferrar a ti, es lo que hago.

Kian me miró sin decir nada, yo suspiré y me alejé un poco para pensar con claridad.

- Dejame explicarte todo –me pidió-

- Kian no quiero saber como te has acostado con Katelyn.

Él se rió y lo miré frunciendo el ceño.

- ¿De qué te ríes? –le pregunté-

La sonrisa de Kian desapareció al ver mi cara.

- ¿Estas hablando en serio? –preguntó alarmado- ¡yo no me he acostado con Katelyn!

Puse los ojos en blanco.

- Kian, nunca me has mentido, no empieces ahora.

- Amor, amor –su voz sonaba angustiada, puso sus manos en mis hombros y buscó mi mirada- te juro por lo que mas quiero que no me he acostado con Katelyn. ¿Quién te ha dicho eso?

Sentía un nudo en el estomago y no sabía que pensar.

- Pero.. tú me has dicho... ¡me lo has afirmado por telefono! Te pregunté si me habías engañado y te has quedado callado.

- ¡Pero no me he acostado con ella! Ella se presentó en mi casa y me besó. Me alejé y se puso a llorar. Le dije que se sentara mientras le iba a traer un vaso de agua, fue allí cuando tú llamaste y ella atendió. Cuando llegué ya era tarde y habías cortado. Pensé que ella te había dicho que nos habíamos besado o algo así. Me quedé callado porque te escuché con Liam y en el momento creí que era lo mejor no decirte nada y que siguieras adelante. Por favor, creéme, jamás te mentiría.

De repente sentí como si algo se hubiese liberado en mi, algo que había estado soportando desde que Katelyn me había contestado el celular de Kian. Nunca había sentido tanto alivio en mi vida, era como si todos mis miedos de repente se hubieran esfumado y en su lugar hubiera una tremenda calma.

Kian era la persona en la que más confiaba y lo conocía muy bien como para saber que jamás me mentiría para dañarme. Más alla de lo que él pensara, para mi no era ningún cobarde y Kian siempre asumía sus acciónes y era lo bastante hombre para hacerse cargo de sus errores y las consecuencias que ellas conllevaban.

Asentí con la cabeza y supe que él me había entendido. Extendió sus brazos y me abrazó con fuerza. Yo cerré los ojos mientras apoyaba mi cabeza en su pecho. No recordaba cuando había sido la última vez que me había sentido tan bien.

Él se inclinó para besarme y yo le puse un dedo en la frente para detenerlo. 

- Tuviste que habérmelo contado en la llamada. 

Kian tragó saliva y asintió. 

- Lo sé, lo sé. Lo siento. Sé que he cometido errores, pero muchas cosas han cambiado desde que te fuiste. Muchas cosas han cambiado... dentro de mí.

- Quiero que me lo cuentes todo, si tú quieres -contesté entrelazando mis manos con las suyas. Kian asintió- Bien, porque ya tengo mi primera pregunta, ¿Qué diablos hace Mason aquí? 

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*Lou Andreas-Salomé fue una escritora rusa de quien Nietzsche estaba enamorado.

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