Besos con sabor a muerte© (18...

Por aoi_sky

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BILOGÍA DULCE AGONÍA (LIBRO I) Tras la muerte de sus padres, el mundo de Aisa se derrumba: su inestable mente... Más

¡¡BCSAM EN FÍSICO!!
ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏ́ɴ
⚠️ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀs ⚠️
ᴇᴘɪ́ɢʀᴀғᴇ
ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 1: ɪɴsᴀɴᴀ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 2: ᴜɴ ᴅɪ́ᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ, ɴᴀᴅᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 3: sᴏʟᴏ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴀᴛᴏ ᴍᴀ́s
ᴄᴀᴘ 4: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ
ᴄᴀᴘ 5: ᴅᴇᴄɪsɪᴏ́ɴ sᴜɪᴄɪᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 6: ¡ᴀʟ ᴀᴄᴇᴄʜᴏ!
ᴄᴀᴘ 7: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɴᴏ ᴄᴀsᴜᴀʟᴇs
ᴄᴀᴘ 8: ᴘᴀᴄᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 9: ɪʀʀᴀᴄɪᴏɴᴀʟ
ᴄᴀᴘ 10: ᴍᴇ ǫᴜɪᴛᴀsᴛᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴀʜᴏʀᴀ ᴛᴇ ᴀɢᴜᴀɴᴛᴀs
ᴄᴀᴘ 11: ᴀʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ ᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 12: ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴛᴇʀʀᴏʀɪsᴛᴀ
ᴄᴀᴘ 13: ᴛᴇɴ ᴄᴜɪᴅᴀᴅᴏ ᴄᴏɴ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴅᴇsᴇᴀs
ᴄᴀᴘ 14: ʙᴇsᴏs ᴄᴏɴ sᴀʙᴏʀ ᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 15: sɪɴ sᴇɴᴛɪᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 16: ᴀs... ¡ᴛᴇ ᴅᴇsᴄᴜʙʀɪ́!
ᴄᴀᴘ 17: ᴜɴ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ ᴇɴ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 18: ᴀᴘʀᴇɴᴅɪᴢ ᴅᴇ ᴀsᴇsɪɴᴏ
ᴄᴀᴘ 20: ᴄɪ́ʀᴄᴜʟᴏ ᴠɪᴄɪᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 21: ᴢᴀᴄ, ᴀᴍᴇ́ʀɪᴄᴀ ʏ ᴀᴍᴀɴᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 22: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɪɴᴇsᴘᴇʀᴀᴅᴏs
ᴄᴀᴘ 23: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ɪᴍᴘᴏsᴛᴏʀ
ᴄᴀᴘ 24: ᴢᴀᴄ, ᴀɪsᴀ ʏ ᴀs
ᴄᴀᴘ 25: ᴇʟ ᴏʙᴊᴇᴛᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴘʟᴀᴄᴇʀ ʏ ᴅᴇsᴇᴏ
ᴄᴀᴘ 26: ᴍɪ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 27: ᴍᴀʀᴄ
ᴄᴀᴘ 28: ᴇɴғʀᴇɴᴛᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 29: ᴍᴇ ᴠᴏʏ
ᴄᴀᴘ 30: ᴇʟ ᴘʀɪᴍᴇʀ ʏ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴀɪʟᴇ
ᴄᴀᴘ 31: ᴇʟ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ
ᴄᴀᴘ 32: ʜᴇʀᴍᴀɴᴀs
ᴄᴀᴘ 33: sᴏʟᴏ ᴄᴏɴ ᴇ́ʟ
ᴄᴀᴘ 34: ᴀᴄᴏsᴀᴅᴏʀᴀ
ᴄᴀᴘ 35: ʀɪᴠᴀʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 36: sɪɴ ʀᴀsᴛʀᴏ
ᴄᴀᴘ 37: ᴛʀᴀɴǫᴜɪʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 38: ᴊᴜᴇɢᴏs ᴅᴇ sᴇᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 39: sᴏsᴘᴇᴄʜᴀs
ᴄᴀᴘ 40: ᴛʀᴀᴛᴏ ʜᴇᴄʜᴏ
ᴄᴀᴘ 41: ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ᴠɪ́ᴄᴛɪᴍᴀ
ᴄᴀᴘ 42: ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ
ᴄᴀᴘ 43: ɴᴏ ᴛᴇ ᴄᴏɴғᴜɴᴅᴀs
ᴄᴀᴘ 44: sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ᴄᴏɴғᴜsᴏs
ᴄᴀᴘ 45: ᴇxǫᴜɪsɪᴛᴏ ʏ ʜᴇʀᴍᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 46: ᴍɪᴇᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 47: ɴᴏ ᴇsᴘᴇʀᴇs ɴᴀᴅᴀ ᴅᴇ ᴍɪ́
ᴄᴀᴘ 48: ɪᴅᴇɴᴛɪᴅᴀᴅ ʀᴇᴠᴇʟᴀᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 49: ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ,ᴍᴇ ʜᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ
ᴄᴀᴘ 50: ǫᴜᴇ́ᴅᴀᴛᴇ ᴀ ᴍɪ ʟᴀᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 51: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇᴛʀᴀ́s ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀ́sᴄᴀʀᴀ
ᴄᴀᴘ 52: ᴅᴏʟᴏʀ
ᴄᴀᴘ 53: ᴀᴅɪᴏ́s
ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

ᴄᴀᴘ 19: ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ sɪᴇᴍᴘʀᴇ sᴇʀᴀ́ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ

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Por aoi_sky

As

Sin importar lo fuerte que esté lloviendo, decido salir y dar una vuelta; lo único que deseo es matar y descargar toda la furia que siento conmigo mismo. El darme cuenta de lo mucho que me hizo enfurecer ver a esa chica siendo besada por ese tipo, y el haberme sentido aliviado cuando la vi regresar me confirman que comienzo a perder el enfoque. ¡Eso no está bien! ¿Desde cuándo me interesan las cosas que le pasen a ella o a los demás?

Creo que me voy ablandando mientras más tiempo paso a su lado, y el hecho de que ella ya no me tema tampoco es algo bueno, pues comienza a verme como un amigo y debe tener claro que no lo somos. ¡No somos nada!

Después de caminar por largo rato, al fin logro llegar a la calle que estaba buscando: es un vecindario residencial, con grandes casas y alrededores limpios y bien cuidados.

Debido a la fuerte lluvia, las calles están vacías, aun así, camino con el rostro al suelo y con la capucha puesta. Tomando en cuenta la clase de lugar que es, es seguro que hay cámaras de seguridad.

Continúo caminando con tranquilidad entre las grandes residencias, hasta que llego a una marcada con el número. Es una casa bastante grande, con una fachada sofisticada y un enorme jardín.

—Parece que has vivido muy bien todo este tiempo, Marcos.

Desde que llegué a esta asquerosa ciudad no he cometido ningún asesinato con mi firma personal, y ya es hora de que lo haga. Había aplazado esta situación por buscar al asesino impostor, pero ya no lo haré más.

Miro a mi alrededor y al ver que no hay ni una sola alma a la vista, abro la pequeña rendija y entro a la propiedad. Camino por un senderito de piedra y atravieso el jardín. Es una casa enorme para que solo dos personas vivan en ella. Saco mi cuchillo antes llego a la puerta, estoy alerta por cualquier posible ataque, pero no parece haber ningún tipo de seguridad. No sé si el dueño de la casa es muy confiado o solo despistado.

Antes de tocar el timbre me pongo la máscara y espero pacientemente a que abran. A los pocos minutos se abre dejándome ver a un hombrecillo chaparro y calvo con traje de mayordomo. Me mira con sorpresa, a después con terror, pero no le doy oportunidad de avisar a sus amos, pues con un rápido y sencillo movimiento corto su cuello. Entonces cae al suelo y comienza a desangrarse. Sus manos van alrededor de su cuello y sus ojos se abren como dos canicas que pronto saldrán de sus cuencas. Trata de articular palabras, pero la sangre que inunda su boca lo evita.

Me coloco de cuclillas a su lado, y con mi cuchillo dibujo la luna sobre su ojo derecho, dejando que la sangre resbale por su rostro. Dejo al moribundo y continúo con mi camino, dejando las huellas de sangre detrás de mí.

Subo las escaleras con demasiada calma, mientras juego con mi cuchillo ensangrentado. Llego al pasillo de la segunda planta y, en tanto lo recorro, rasgo las paredes. Me detengo frente a la puerta de la habitación principal y la abro; en la cama está una mujer dormida, y junto a ella un hombre que lee un libro. Él lo baja para poder mirarme, e igual que los ojos de su mayordomo, los suyos se abren con terror.

—Buenas noches, Marcos —saludo, quitándome la máscara. Su sorpresa es evidente al verme—. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

—D-Dominik, ¿c-cómo es qué estás aquí? —pregunta con nerviosismo y se sienta sobre la cama—. T-tú estás m-muerto...

—Sí; me he tomado la molestia de venir del más allá para visitar a un viejo amigo de la familia.

—¿C-cómo... cómo es que estás vivo?

—La vida quiso darme una segunda oportunidad para poder vengar la muerte de mi amada familia —digo con burla, entonces me mira de pies a cabeza y su rostro palidece cuando nota mi hermoso cuchillo aún con la sangre de su mayordomo.

—E-esa mascara y ese cuchillo... tú eres el asesino del que tanto hablan.

—¡Acertaste! ¡Guau! Eres muy inteligente, me sorprendes.

—¡Fuiste tú quién asesinó a los demás!

—Claro que fui yo, me impresiona el hecho de que puedas seguir con tu vida como si nada. ¿A caso no presentías que tarde o temprano vendría por ti?

—No, y-yo... yo no tengo nada que ver. Dominik, todo lo que pasó con tu familia fue un malentendido...

—Ah, claro, no eres culpable de nada. Soy yo el que entiende mal las cosas. Sí, lo sé... siempre es así, ¿no?

—¡Yo no quería que nada de eso pasara!

—Lo sé, lo sé... tú no eres culpable. De igual manera yo no seré el culpable de nada de lo que pase hoy.

Sonrío con demencia mientras le muestro mi cuchillo y doy unos cuantos pasos hacia él. Entonces se mueve y saca un arma del cajón de la mesa de noche y sin más dispara hacia mí. Apenas logro evitar la bala que, solo rasga mi brazo. Siento un agudo dolor, pero no me detengo; no es una herida que deba preocuparme.

El sonido del disparo provoca que su mujer despierte asustada, pero antes de darle tiempo a saber qué ocurre, lanzo mi cuchillo con tanta potencia que se entierra exactamente en su cuello, y sin hacerse esperar, la sangre comienza a salir casi a chorros. La mujer pone los ojos en blanco antes de caer hacia atrás, ya sin vida.

Marcos mira con horror a su esposa y sus lágrimas comienzan a salir llenándome de gran satisfacción. Entonces me mira con sus ojos llenos de odio y me apunta una vez más con la pistola. Dudo por medio segundo, pero al ver como sus manos tiemblan y le impiden mantener el control del arma, decido actuar sin perder tiempo.

Me dejo ir contra él, vuelve a dispar, pero esta vez la bala ni siquiera llega a tocar los bellos de mi piel. En cambio, logro arrebatar el arma de sus manos tras un leve forcejeo para lanzarla fuera de su alcance.

Saco mi cuchillo del cuello de la mujer haciendo que la sangre salpique alrededor. Marcos cae de la cama y gatea, tratando de alejarse de mí. Me dirijo hacia él sin prisa y evito que siga arrastrándose cual cucaracha con solo poner un pie en su espalda. Acto seguido me siento sobre él y coloco mi cuchillo en su cuello.

—Quiero oírte decirlo, Marcos.

—No podrás salirte con la tuya, Dominik, morirás antes de que mates a todos.

—Yo no diría eso, después de todo solo faltan tú y Fernando.

—¿¡Qué!?

—Así es, y hoy... tú te reunirás con tus antiguos amigos. Podrán maldecirme desde el infierno.

—¡Yo no hice nada!

—¡Te pusiste en contra de mi padre!

—¡No podía hacer nada!

—Dijiste que eras su amigo y lo traicionaste... ¡La traición se paga con la muerte!

—¡No, Dominik, por favor, no puedes matarme!

—Oh, claro que puedo y lo haré.

—¡Yo te veo como a un hijo!

—Di lo mucho que lo sientes...

—¡No he podido vivir en paz desde que pasó eso! En verdad estoy muy arrepentido. Si pudiera regresar el tiempo me gustaría que las cosas fueran diferentes, pero créeme cuando te digo que no podía hacer nada por tu padre.

—Desafortunadamente el tiempo no puede volver y mi familia tampoco, así que, puedes pedirle perdón en persona a mi padre cuando te reúnas con él en el más allá.

—¡No, Dominik!

—Adiós, Marcos, ha sido un placer poder verte de nuevo—. Levanto mi cuchillo y con fuerza lo encajo en su espalda. Hago lo mismo una y otra vez tratando de sacar toda la energía negativa que me consume y asfixia.

Continúo con el maratón de puñaladas, haciendo que la sangre salpique por doquier, y me detengo solo hasta que el charco de sangre bajo su cuerpo crece a nuestro alrededor. Mantengo el cuchillo en el aire y respiro de manera agitada con más furia de la que tenía cuando inicié.

Matar a Marcos no ayudó en nada a controlarme. Aún mantengo el deseo de más, pero lamentablemente por hoy debo parar. Me pongo de pie, limpio la sangre que se derrama por mi rostro y, algo mareado, camino hasta salir de la habitación. La furia que corre por mis venas aumenta en vez de calmarse.

Marcos es uno más de los que arruinó mi vida, pero con haberle matado yo a él no cambia nada. Sigo estando solo y sigo siendo miserable, pero ¡qué más da! Gracias a eso me he vuelto más fuerte y he dejado libre esa parte de mí que en verdad me gusta: mi lado asesino.

Salgo a la calle, me doy un paseo tranquilo y levanto la vista al cielo, para que la lluvia se lleve el rastro de sangre de mi cara y ropa. Camino con la máscara y el cuchillo en cada una de mis manos, sin sentir ese miedo de ser atrapado que algunas veces me molesta.

Contrario a lo que dicen de mí, siempre he sido descuidado, al menos lo suficiente para dejar pistas de lo que hago y por qué; por eso llegué a la conclusión de que, si sigo libre, no es solo porque las autoridades sean en verdad incompetentes, sino porque hay alguien que cubre mis huellas. Aún no puedo confirmarlo, pero estoy casi seguro de ello.

Cuando llego al hospital, la lluvia no ha cesado; al contrario, está cada vez más fuerte. Entro a la habitación con un fuerte portazo y noto cómo la chiquilla brinca en la cama debido al susto. Me mira con ojos somnolientos, y después de restregarlos un poco, su boca se abre con asombro mientras me escruta de arriba a abajo. La sangre en mi ropa aún puede notarse a pesar de lo mojada que está. Las manchas de sangre continúan ahí, delatando mi reciente acto.

—As...

—¡No me hables! —Mi voz sale más molesta de lo que pretendía. Ella se inmuta y me mira con sorpresa. Por eso no quería ser amable con ella, porque entonces todo el tiempo esperaría que la tratase de la misma manera.

—¿T-te pasa algo? —pregunta, se reincorpora y viene hacia mí. Cierro los ojos con fuerza. ¿Por qué no puede mantenerse callada cuando se lo pido?

—¡No me toques, no me hables... solo mantente alejada! ¡Estoy muy, muy enojado, y es mejor que no te acerques!

—¿Por qué estás...?

—¡Que cierres la maldita boca, joder! —Estoy por perder el control en cualquier momento. La chiquilla salta en su sitio y me mira con miedo. Sonrío. Amo que me mire de esa manera.

—Eres un maldito bipolar —susurra, pero para su mala fortuna la escucho.

La tomo del brazo y, sin medir mis fuerzas, arrojo su cuerpo contra la pared. Pero el golpe es tan fuerte que su cabeza rebota y su cuerpo se desliza hasta el suelo mientras me mira con evidente terror. Todo el tiempo estoy tratando de mantenerme bajo control. Sé que de no hacerlo ya la habría matado por puro impulso.

Sobo mis sienes; parece como si hubiera cientos de voces en mi cabeza que me confunden y hacen que mi ira aumente: imágenes de la muerte de mis padres, mis hermanos, sus gritos... toda esa sangre. Miro a la pequeña idiota. Las voces siguen gritando; gritan con fuerza que la mate, que arranque cada uno de sus miembros, que le saque el corazón. Necesito salir de aquí o terminaré cediendo ante ellas. Me doy media vuelta para marcharme, pero nuevamente escucho su voz...

—Idiota... —dice con toda la intención de que la escuche.

Me giro, y mientras sonrío igual que un maniático, camino hacia ella. La revolución de voces en mi cabeza me impide pensar con claridad. La tomo del brazo con demasiada fuerza y la hago ponerse de pie. Suelta un grito y golpea mi brazo tratando de zafarse.

—¡As, ¿qué demonios te sucede?!

—Nada, solo estoy siendo yo.

—¡Me lastimas!

—Lo sé. —La hago caminar hasta la cama y la empujo. Me coloco a horcajadas sobre ella como ya es una costumbre.

—¿Por qué estás comportándote así tan de repente?

—¿Así? ¿Así cómo? Siempre he sido de la misma manera.

—Tú... traes sangre en la ropa.

—Soy un asesino... no lo has olvidado, ¿verdad? Justo ahora vengo de matar a tres personas, ¿cómo ves?

—¡As!

—¡Qué! ¿Creías que ya no asesinaría más? ¿O por qué pareces tan sorprendida?

—No, pero prefiero no saber lo que haces... me siento como tu cómplice.

—Pues es eso lo que eres... mi cómplice.

—¡No me gusta recordarlo! Y por favor quítate de encima que quiero dormir.

—Nunca te quejas de que esté encima de ti.

—As... solo aléjate.

—Tú jamás me obedeces.

—¡As, por favor! —suplica, y comienza a removerse debajo de mí.

—Vamos, pequeña aguafiestas... divirtámonos solo un poco.

—No me gusta tu definición de diversión.

—Sabes... he cortado a demasiada gente con mi cuchillo, pero definitivamente tú eres a quien más disfruto lastimar.

—¿Qué?

—Tu rostro lleno de temor, de dolor... me encanta. —Levanto el cuchillo y le doy vueltas en mi mano justo frente a su rostro.

—¡No hagas eso! ¡Puede caerse!

—Eso sería muy malo, no queremos arruinar tu bonita cara.

—As, en verdad tengo sueño y quiero dormir... —dice esto con aparente calma, pero puedo sentir cómo tiembla del miedo.

—¡Me importa una mierda lo que desees! Resulta que tengo deseos de divertirme contigo, y si mal no recuerdo estuviste conforme con eso y prometiste no negarte. —Subo su blusa con la punta del cuchillo y lo encajo al mismo tiempo en su piel. Se retuerce del dolor y, eso me da más ánimo para continuar.

—Solo... no quiero que me lastimes —dice con los ojos llorosos, cosa que solo logra hacerme enojar más.

—¡No llores ahora! —exijo, imprimiendo más fuerza en el cuchillo, lo que provoca que de su garganta salga un fuerte grito de dolor.

—¡As, detente!

—¿Por qué? Dime... ¿Por qué debo detenerme?

—¡Me haces daño!

—Sí, pequeña... eso hago, es justo lo que quiero.

—¿Por qué me haces esto?

—¿Y por qué no?

—Yo creí que...

—¿Qué? ¿Qué creíste?

—Ayer te comportaste tan bien conmigo que creí que tú y yo...

—¿Éramos amigos? ¿Recuerdas la quinta regla? —pregunto, y su mirada se ensombrece—, ¿la recuerdas?

—Sí...

—Dímela.

—N-nunca... nunca hablarte de...

—¡De amor, amistad o cualquier otro ridículo sentimiento! Métete en la cabeza, pequeña idiota, que tú y yo nunca llegaremos a ser amigos. Solo estamos juntos porque tenemos un objetivo en común. Solo eso. —Tras mis palabras, su semblante se ensombrece mucho más y las lágrimas se deslizan por sus mejillas hasta mojar el colchón.

Aisa

Y aquí estoy una vez más debajo de As, con el abdomen herido, con los ojos llorosos y sintiéndome demasiado estúpida. ¿Cuántas veces ha pasado lo mismo? Él me lastima. Después se porta un poco amable. Yo de tonta creo que comenzamos a ser amigos y la cadena se repite de nuevo.

Ahora estamos en esa etapa donde su lado asesino sale a flote y yo me encuentro a merced de sus locas y sádicas ideas... sí, debería estar consciente de lo que me atengo estando al lado de él; debería tener en claro que él no es como los demás, que él es aún asesino, que no cambiará, porque no es para nada una buena persona. ¿Por qué trato de negarme a la verdad?

«Lo sabes...».

Lo sé...

Aprieto los dientes cuando arranca mi blusa con su estúpido cuchillo, el cual se encaja en la piel. No dejo de pensar en la nueva cicatriz que se añadirá a la colección.

—Vamos, pequeña... ¡Grita para mí! —pide con una sonrisa maniaca mientras recorre el cuchillo desde la parte inferior de mis senos hasta mi ombligo. Lo hace de una manera tan cruel que me es imposible no gritar—. ¡Eso es, nena! ¡Grita más fuerte! —La sonrisa en su rostro se distorsiona de una manera que en verdad logra aterrarme.

—¡D-detente! —suplico mientras las lágrimas continúan saliendo—. ¡Por favor, As, ¡detente!

—¿Recuerdas cuando dije que podría llegar a ser muy cruel contigo? Mis palabras no eran en vano.

—Para ya con esto... por favor.

—Me gusta que supliques... pero amo más cuando gritas de dolor, así que, ¡grita... vamos, grita!

Arqueo la espalda cuando la profundidad de la herida se incrementa, el dolor recorre cada parte de mi cuerpo de tal manera que mis fuertes gritos inundan la habitación y se mezclan con la risa sicótica de As. Sus dedos delinean la herida y los entierra un poco para arrancarme otro alarido. Mi respiración se corta cuando hace una línea horizontal que cruza la herida vertical.

El dolor es infernal y no quiero seguir soportándolo, así que como puedo, levanto mis manos, las poso en su pecho y lo golpeo para tratar de alejarlo, pero no se mueve ni un poco.

—¡Quédate quieta, pequeña! —dice, tomando mis manos. Me remuevo debajo de él en un fallido intento por zafarme.

—¡Quiero que te alejes de mí! —grito, pero lo único que logro es que As ría con más fuerza.

—Yo también quería que te alejaras de mí y no lo hiciste...

—Basta...

—¿Por qué? Nos estamos divirtiendo.

—¡Yo no! Solo quiero que me dejes en paz. ¡Aléjate de mí, maldito imbécil! —Levanto la rodilla y consigo golpear a As. Retrocede solo un poco, pero con eso es suficiente para empujarlo y lograr levantarme.

Grito otra vez cuando mi piel se estira al ponerme de pie. Con terror miro hacia abajo y aprieto los labios al ver la espantosa herida. Sale demasiada sangre y esta se desliza por mi vientre hasta mi short, dejando una gran mancha. Me quedo quieta en mi lugar, ya que no me puedo mover. Siento que si doy un solo paso mi estómago se abrirá y entonces mis órganos internos caerán al suelo, pero claro... eso no puede pasar, ¿o sí?

—Pareces asustada. Creí que querías morir. —La burla que hay en sus palabras hace que sienta una enorme ira, y al mismo tiempo crece un sentimiento de contradicción ante tal afirmación. Sí, quería morir. No sé en qué momento la idea fue perdiendo importancia.

—Solo déjame en paz —digo, e intento ir a la puerta, pero no me puedo mover como quisiera debido al dolor.

—¿A dónde pretendes ir? —pregunta con una sonrisa burlona.

—¡Lejos de ti!

—¡Oh, no! No puedes dejarme. Recuerda que no debes salir de mi rango de visión.

—¡No me interesan tú y tus estúpidas reglas! ¡Solo quiero alejarme de ti! —Hago un nuevo esfuerzo por caminar a la puerta, y un aullido de dolor escapa cuando As me toma en sus brazos. Me deja caer una vez más sobre la cama.

—Lo siento. Ahora soy yo quien no quiere que te vayas. Aún no hemos terminado de jugar.

—¡Jódete y déjame en paz! —Con gran dificultad logro sentarme y después me alejo lo más que puedo.

—¡Qué boquita! —Suelta una carcajada. ¿Qué demonios le sucede? Parece haber perdido la razón—. Pero ¿sabes? Estoy seguro de que puedes hacer cosas mejores con esa bonita boca tuya.

—¡Muérete!

—No estás ayudando en nada. Si sigues hablando así te irá mucho peor.

—¡Tus amenazas ya no me interesan! ¡Ya no importa nada! ¡Solo termina de jugar de una maldita vez! Si vas a matarme, hazlo. ¡Córtame la cabeza, sácame el corazón! En verdad ya no importa... me lo merezco por haberte preferido a ti, en vez de haberme quedado con Zac. —Me doy cuenta de que mis palabras han sido un terrible error cuando veo cómo su mandíbula se endurece, su frente se arruga y sus ojos parecen tornarse rojos.

Suelto un alarido cuando me toma de los pies y me jala para deslizarme sobre la cama. Se sienta sobre mí, toma mi cabello y me obliga a reclinarme, lo que ocasiona que la herida duela mucho más. Enreda su mano en mi cabello, lo jala y hace que mi cabeza se incline un poco hacia atrás. Cierro los ojos y muerdo mis labios, tratando de controlar todo el dolor que siento.

Mi piel se encrespa al tener su respiración agitada en mi cuello. Esta vez sí que está enojado; pero no dice nada, solo me mira de una manera que me es imposible descifrar. Toma su cuchillo y corta cerca de mi clavícula. Muerdo más fuerte mis labios. Mete una de sus manos entre nosotros y me hace gritar otra vez cuando aprieta la herida. La sangre no se hace esperar, sale y empapa por completo mi ropa. Me pregunto cuánto más aguantaré así.

Quizá esta vez en verdad voy a morir.

—Debes aprender cuándo mantener tu boquita cerrada —susurra en mi oído.

Su lengua se desliza de mi cuello a mi clavícula y comienza a lamer, pero entonces comienzo a desvanecerme, tal vez por la pérdida de sangre. Pone más agarre en mi cabello y suelto un leve gemido cuando sus dientes se incrustan en mi piel. En un acto algo inconsciente, pongo mis manos en sus brazos y me aferro a él, o de lo contrario me iré hacia atrás. La mano que estaba en mi herida la desliza por mi costado dejando el rastro de sangre en mi piel, me rodea de la cintura y me acerca más a su cuerpo. Cuando deja de morder la piel de mi clavícula, me encuentro con sus ojos grises, ahora difusos; son los ojos de un demonio, y él es el demonio que me ha sometido al suplicio más agridulce y a la agonía más perversamente placentera que jamás en mi vida creí experimentar.

Mi vista se nubla cada vez más. Ya muy débil, casi rendida, me recargo en su hombro, lo abrazo con la poca fuerza que me queda y cierro los ojos. Los latidos de su corazón retumban contra mi pecho. Late con fuerza y se siente demasiado bien para ser verdad.

Apenas alcanzo a sonreír cuando siento cómo descansa su mentón sobre mi cabeza. Sin poder resistirlo más, me abandono y me pierdo por completo en la oscuridad; estoy descendiendo al infierno. La sensación es sofocante, pero resulta satisfactoria estando en compañía del demonio de ojos grises. 

⚠️¡ALTO AHÍ!⚠️

¿Han visto Intensamente? Es esa película infantil donde las emociones son personificadas y estas están dentro de la cabecita de una niña confundida y deprimida. Bueno, vamos a jugar a hacer algo similar, vamos a tomar sentimientos, actitudes y pensamientos destructivos y los vamos a personificar.

¿Listos?

AISA: CULPA, DOLOR, AUTOSABOTAJE, AUTODESTRUCCIÓN, ODIO A UNO MISMO.

DOMINIK: IRA, MANIPULACIÓN, ENGAÑO, DESEO DE CONTROLARLO TODO, NARCISISMO.

Ahora vamos a ponerlos dentro de una mente inestable. ¿Cuál es el resultado? Correcto, no es una linda historia infantil, es algo que no es bueno y nunca lo será.

Si llegaron hasta aquí después de la advertencia del inicio y aun así se están quejando, les invito a retirarse que la puerta es muy grande.

Si entienden que esto NO es una historia de amor y están conscientes de que no hay NADA BUENO en la relación de los personajes y que no lo habrá, porque aquí el asesino sigue siendo asesino y no se convierte en el héroe del cuento. Pueden seguir leyendo.  

¡GRACIAS POR SU ATENCIÓN!

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