Paciencia

get_carter tarafından

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Nirvana Rose tiene decenas de complejos sobre sí misma. Nirvana Rose no tiene un bonito cuerpo, ni mucho me... Daha Fazla

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36: Illegal
Capítulo 37: Jealous guy
Capítulo 38: Happy birthday
Capítulo 39
Capítulo 40: Fights, blood and tears
Capítulo 41: Disobey
Capítulo 42
Capítulo 43: What the hell
Capítulo 44: Violet
Capítulo 45
Capítulo 46: Liar?
Capítulo 47: The theory of everything
Capítulo 48: Broken
Capítulo 49: Lost
Capítulo 50
Capítulo 51: Christian Fell
Capítulo 52: What do you got?
Capítulo 53: Last kiss
Capítulo 54: Almost happy
Capítulo 55: Disease
Capítulo 56: The truth
Capítulo 57: Heartache
Capítulo 58: Hope
Capítulo 59: Namarië
Capítulo 60: Tragedy
Capítulo 61: Wake up
Capítulo 63: Brown or blue eyes?
Capítulo 64: We were good friends
CAPÍTULO 65: Flashbacks
Final

Capítulo 62: Do you remember?

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get_carter tarafından

Jeje, cometí un error en la edición del capítulo 60, no sé por qué o cómo fue que puse todo lo que llevo escrito, y lo peor es que no estaba editado, una disculpa si ya lo leyeron, apenas iba a ser editado:[ Ay Dios, estoy toda tonta. En fin... Se supone que ya lo arreglé pero si ya lo leyeron no es necesario que lean este. Mil disculpaaaas!

__________________________________________________________________________________

El 10 de Noviembre a las 6:45 pm Nirvana Rose por fin despertó. 
Movió los dedos de las manos al principio y Zach se percató de inmediato, y llamó a su padre lo más rápido que pudo.

Una felicidad inmensa gobernaba su ser entero, la adrenalina se le había subido de pronto, cuánta felicidad incapaz de contenerse en su pecho. Las lágrimas le brotaron involuntariamente al mismo tiempo de que una sonrisa de oreja a oreja se pintaba en su blanquecino rostro.

La luz de la habitación le lastimó los ojos y apenas pudo alcanzar a ver un panorama distorcionado y borroso, su garganta era como un mismo desierto en el que no había llovido en lustros. Cuando intentó articular una palabra, bueno, fue imposible y apenas caía en cuenta de que tenía un tubo en la boca, salió un gemido apenas.

Miró al rededor, ¿qué estaba pasando?

Una vez que James entró en la habitación, Nirvana lo miró con sus grandes ojos verdes tratando de comprender lo que pasaba al rededor, asustada; dos enfermeros se mantenían al lado de James, leyendo historiales, escribiendo, revisando instrumentos... Mientras tanto Zach llamaba a los Andry.
James revisaba las pupilas de la chica, a parecer todo estaba en orden.

—Nirvana, ¿me escuchas? —Ella asintió sin dejar de mirar al doctor.

—Dios Santo, te quitaré los tubos, ¿okay? Necesito que respires hondo, puede que te cause náuseas, ¿vale? Es normal. A la cuenta de tres... Uno... Dos... Tres.

La chica obedeció y sintió como aquella cosa de plástico se deslizaba fuera de su garganta. Una arcada vino de pronto, y después otra, hasta que por fin estuvo fuera completamente. Tosió un poco y quiso hablar, pero la voz simplemente no le salió. Miró a todos, incluso a Zach, pero no parecía emocionarse en lo absoluto, solo miraba de un lado a otro.

—A-A-agua. —Logró articular.

James le hizo una seña al enfermero indicándole que le brindaran a Nirvana lo que ella pedía.

Intentó sentarse en la cama pero las articulaciones entumidas no se lo permitieron, se asustó.

—¿Qué... Por qué...?

—Tranquila, solo estás un poco adormecida, no pasa nada —La calmó James y ella pudo relajarse un segundo.

Zach se acercaba sigilosamente con un millón de emociones contenidas, con los ojos vidriosos y las manos temblorosas y una sensación rara en el estómago. Pero Nirvana no daba signos de emoción, ni de alguna otra expresión hacia él, de hecho ni siquiera lo miraba.

Un minuto después el enfermero regresó con lo que la rubia había pedido.
Lo bebió lentamente de una pajita mojando y disfrutando de la sensación del agua correr su desierta garganta.

—¿Quién eres tú? —Le preguntó a Zach desde la camilla y al chico se le heló la sangre. —¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Dónde está mi mamá? ¿papá? —Esta vez alzó la voz y ni James ni Zach daban crédito a lo que presenciaban.

Quiso levantarse de la camilla pero James lo impidió.

—Tranquila, todo a su tiempo... —La detuvo. —Si te levantas ahora te caerás. Ahora dime, ¿no recuerdas qué pasó? ¿No recuerdas por qué estás aquí?

Nirvana negó con la cabeza, le estaba dando vueltas, quería recordar, ¿por qué estaba ahí? ¿Por qué el cuerpo le dolía? Y por qué sentía tan débiles las extremidades? ¿Qué estaba haciendo en un hospital vestida con una bata azul? ¿y por qué el evidente doctor le hablaba como si la conociera? ¿y sus padres?
Tantas preguntas terminaron mareándola y tuvo que hacer caso al doctor de ojos marrones.

—Bien, dime ¿qué es lo último que recuerdas?

Cerró los ojos y trató de recordar.

—Una luz, amarilla. —Respondió no muy convencida frunciendo el ceño.

—Dime tu nombre, el nombre de las personas que viven contigo y tu direccion.

La chica replicó correctamente a cada punto.

—¿Sabes quién soy? —Le preguntó.

Los ojos de Zach se cristalizaron e hizo un esfuerzo inmenso por no volver a llorar. Ella ni siquiera lo miraba, no lo recordaba.

—Supongo que un doctor.

La puerta se abrió de repente con estrépito y una fila de personas entraron por ella.

—¡Mamá! —Exclamó la chica. —Por qué estoy aquí, no sé qué pasa. 

Pero su madre no la escuchó, solo la abrazó muy fuertemente mientras lloraba y balbuceaba cosas ininteligibles, al igual que su padre y sus hermanos, ella no entendía nada y empezaba a dolerle que la apretaran con tanta fuerza. ¿Por qué lloraban?

—¿Papá? —Balbuceos —¿Qué... Qué pasa? —Más balbuceos. —¿Qué tienen? ¿Pasó algo? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Me pasó algo a mí?

Ellos la miraron sin entender y después miraron a James como si de un fantasma se tratara.

—¿No lo recuerdas? —Cuestionó su madre apenas en un susurro. 

Se abrazaron mucho tiempo pero nadie contestaba a lo que la rubia preguntaba, solo se limitaban a besarla y decirle lo felices que estaban porque ella estuviese con ellos nuevamente.

—¿Nirvana te importa si hablo un momento con tus padres afuera? —Interrumpió James con suavidad.

Nirvana, más confundida todavía asintió con lentitud. Ellos no queriendo dejarla poco a poco salieron del cuarto y al hacerlo se dieron cuenta de que Zach Parrish tenía la vista clavada al suelo y las lágrimas le caían en la punta de los zapatos. Pero no dijeron nada.

—Monstruos, ¿qué les pasa? —esta vez se dirigió hacia sus hermanos.

—¿No te acuerdas?

Pero la respuesta se vio interrumpida por una chica de cabello negro y ojos verdes que vestía un bonito vestido azul marino, y que también estaba hecha un mar de lágrimas, más atrás venía Richard Fell.

—¡Mierda Vania, estás bien, Dios, cómo te extrañé! ¡Nunca jamás vuelvas a hacerme algo igual! —Y se lanzó a abrazarla, llorando.

Nirvana se quedó quieta, mirando a sus hermanos sobre el hombro de Becca con una expresión confundida, no se había percatado de la presencia del otro chico de ojos azules. Zach se mantenía atento a cualquier movimiento y reacción, tal vez reconocería a sus mejores amigos.
Se mantenía cerca de la puerta, en algún lugar fuera del campo de vista de su novia.

—Disculpa, ¿te conozco? —Becca se alejó bruscamente. Se limpió algunas lágrimas y sonrió ampliamente.

—Eres tan graciosa, aún después de haber despertado de un coma, estúpida.

—¿Coma! —Esta vez sí se miraba alterada. —¿Qué es lo que dices? ¿Quién eres? —Miró a todos lados  asustada, pedía ayuda a sus hermanitos con la mirada.

Becca miró horrorizada a Zach, y a los hermanos de su amiga, entonces lo comprendió. Las lágrimas saladas le recorrían como caudales por las mejillas, y sintió un escalofrío, y el estómago le empezó a doler.

—¿No... No sabes quién soy? —Preguntó horrorizada.

—Lo siento, no. —La cortó, ya harta. —Miren no sé qué... —Pero se vio interrumpida nuevamente al mirar un par de ojos azules. —Tú... —Empezó a decir con cautela —¡Oh Dios mío! ¡No puedes ser tú! ¡Richard! —Gritó y antes de que se le ocurriera levantarse, el chico se acercó y la abrazó.

—No no no no, no es posible, ¡estás aquí!

Ella estaba emocionada, por alguna razón pensaba que había visto a su mejor amigo por primera vez en muchos años, muy cambiado y más alto y más guapo. Por otro lado el rubio estaba llorando de felicidad, la chica a la que amaba había despertado y además lo recordaba. ¿Qué más podía pedirle a la vida?

Pero Zach Parrish con el corazón roto se vio obligado a salir de aquel lugar. Era su alma gemela y ella no lo recordaba. Sí, estaba feliz pero también tenía el corazón roto, no era su culpa, pero ¿por qué razón la vida lo castigaba de esa forma? Casi pudo oir los pedazos de su corazón cayendo muertos en el suelo, al igual que sus lágrimas de cristal estrellarse contra los mosaicos.

Pasó por un lado de su padre y los Andry tan rápido que apenas pudieron vislumbrarlo. Quería correr y correr y seguir corriendo hasta que su mente pudiera volar y dejar el detestable limbo nauseabundo en el que se encontraba nadando sin rumbo. 

—¡Zach!

Una voz femenina lo llamó cuando cruzó la puerta de cristal del hospital.

La ignoró.

—¡Zach! ¡Detente, puedes hacerte daño! —Se detuvo en seco, miró sobre su hombro y vio a Becca. Todo empezó a dar vueltas, los ojos le escocian y el cuerpo le temblaba, Becca se lanzó a sus brazos y también lloró con él.

—No me recuerda, no me recuerda —Repetía con vehemencia entre susurros y balbuceos desesperados.

—Tranquilo, Zach, todo va a estar bien, te va recordar, tiene qué.

—¿Por qué a él sí lo reconoció? ¿Ah? ¿Por qué a Fell sí? —Gritó separándose de ella.

—Porque es su mejor amigo y se conocen desde niños. Además, solo lo reconoció, no lo recordó, ella piensa que lo está viendo por primera vez desde hace muchos años. 

Zach, todavía gimoteando guardo silencio y no dijo una palabra. Becca lo envolvió en un abrazo.

—A pesar de que no me recuerda no sabes cuán feliz estoy porque haya despertado. —Suspiró en el cuello de la chica.

—Yo también lo estoy.

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