Capítulo 11

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Al día siguiente Zach Parrish tampoco subió al bus.

Admito que quería que se subiera.

Lo vi en la cafetería con sus amigos en una mesa. Me vio también en un momento en el que nuestras miradas se encontraron accidentalmente. Sólo me sonrió y me saludó con la mano ¿Qué rayos significaba eso?

-¿Qué rayos significa eso? -Preguntó Becka como leyéndome la mente.

-Yo pregunto lo mismo.

-Ayer... ¿Sí viste? en la cafetería. Todas querían atender tu mesa, las mandé a volar.

-Jaj, lo noté, creo.

-El chico es guapo. -Soltó de la nada.

-No es la gran cosa. -Respondí yo.

-¡Ay por favor! -Exclamó.

-¿Qué! -Me quejé.

-Sabes que sí lo es.

-Da igual, a mí eso qué.

-¿Cómo que eso a ti qué? Está interesado en ti -Negó con la cabeza y se cruzó de brazos -Si el chico estuviera tras de mí, yo ya habría aprovechado muy bien esa oportunidad -Recalcó bastante aquel "muy".

La miré con cara de asco y se echó a reír sonoramente, tuve que decirle entre dientes que se callara.

Después de comer fui directo al salón del profesor Caldwell, tenía clase de etimología. Aún, faltaban unos 10 minutos para que entrara y comenzara su clase así que me senté, dejé la mochila en el suelo, saqué mi cuaderno y un libro y me puse a leer. Después de que pasaron los 10 minutos todos empezaron a entrar como estampida, lo bueno para mí es que ya había elegido mi lugar, y no era hasta abajo, justo en frente. El profesor Caldwell entró apresurado con su maletín de cuero negro, no tendría más de unos 50 años, tenía el pelo grisáceo y lucía muy bien, tal vez en sus tiempos de juventud era muy bien parecido; se sentó en su escritorio y se acomodó las gafas.
No le presté más atención y volví a mi lectura. Los demás seguían llegando. Hasta que el profesor cerró la puerta unos cinco minutos más tarde.

-Hola Nirvana Rose.

Miré hacia mi izquierda y Zach estaba ahí, tan relajado estirándose con las manos en la nuca.

-¿Qué estás haciendo aquí? -Le pregunté entre dientes claramente sorprendida.

-Tengo una hora libre. -Respondió, Caldwell escribía cosas en la pizarra. -Y no se me ocurrió nada mejor que hacer que estar contigo en esta clase. Aunque debo confesarte que siempre odié esta materia, más que nada a Caldwell, ¿ya notas las ganas que tenía de verte?

Hice como que prestaba atención a lo que Caldwell escribía, pero con Zach ahí presente no podía, y menos con lo que acababa de decirme, fue... no lo sé, lindo.
Ahora mi única preocupación era que lo pillaran, aunque con 40 alumnos ahí juntos, seguro pasaría desapercibido. Cruzaba los dedos porque fuera así.

Lo miraba cada minuto y ni siquiera estaba prestando atención a lo que el profesor decía, sólo lo oía hablar y hasta eso, muy vagamente y parecía distante, pero no lo estaba. Estaba pensando en Zach, "¿ya notas las ganas que tenía de verte?"

-Oye...

-Shh, intento poner atención.

-¿Intentas? vaya, ¿mi presencia te desconcentra?

-No, te creas importante, sólo me molestas. Además, tú ni siquiera deberías estar aquí.

-Ah, pero soy la causa de que no pongas atención, eso quiere decir que estás pensando en mí. -Le miré, con cara de fastidio apoyando mi cara sobre mi mano, rode los ojos y volví la vista al frente. -no ha dicho nada de interés, solo escribió algunas palabras griegas en la pizarra que desgraciadamente tú no copiaste porque estabas muy ocupada pensando en mí.

Abrí los ojos sorprendida, no me había percatado de aquello, odiaba admitirlo pero el idiota tenía razón. Estaba pensando en él.
Lo miré furiosa y se rió de mí y posteriormente me deslizó una hoja, se la arrebaté y la desdoblé, me encontré con una lista de palabras griegas.

-Tienes que investigar qué significan. -Me explicó. -Muy sencillo en realidad. De nada.

Me encongí de hombros para después agradecerle de mala gana.

-¿Ya te he dicho que hoy luces muy bonita? -Lo miré con cara de confusión y noté que se había acercado mucho a mí. Me estaba mirando con una super sonrisa galante pintada en los labios.

-Haste a un lado -Le dije. Pero él hizo caso omiso. -Que te alejes, me asfixias -Le propiné un buen golpe en las costillas, él rió y esta vez obedeció.

Recordé que en bus quería que subiera y quería charlar con él, ¿en qué estaba pensando? Zach Parrish era un endemoniado dolor en el trasero.
Dejó de molestar un rato y logré prestar un poco de atención, pero después...

-Oye, Nirvana

-Zach, cállate, intento...

-Parrish, Andry. Salgan de mi clase por favor.

Miré a Caldwell sorprendida. Ya se había percatado de que Zach estaba ahí y tal vez también de todo lo que hablábamos, a pesar de que escribía en el pizarron, ese hombre tenía ojos en el cogote. Todos nos miraban. La última vez que la mirada de tantas personas habían estado sobre mí fue la vez que tropecé en el pasillo de la escuela por tratar de llegar a tiempo a mi clase.

-Perdone Sr. Fue mi culpa yo...

-Parrish, me sorprende tanto que después de saltarse la mayoría de mis clases en el tercer semestre ahora quiera venir y tomarlas sólo porque sí.
Salgan ya los dos.

Miré a Zach enojada, muy enojada y tomé mis cosas, me levanté y me fui.

Escuché que me llamaba pero no me volví.

-Hey, hey, espera. Nirvana, no fue mi intención.

Me tomó del brazo y me hizo volverme.

-Lo siento. -Se disculpó, parecía más que sincero, sus ojos azules mostraban arrepentimiento.

Suavicé la expresión de mi cara y empezamos a caminar juntos por el pasillo.

-Nunca me habían sacado de una clase -y en ése momento pensé en toda la escena y entonces me pareció tan graciosa que una sonrisa se pintó en mi rostro.

-Veo que te ha gustado.

Le pegué en el brazo.

-¿Qué harás ahora? -Preguntó.

-Me iré ya. Hoy salgo temprano, y como Caldwell me echó...

-Te propongo algo.

-¿Qué?

-Me queda una última clase para ser libre hoy. ¿Qué te parece si me esperas... y entonces te invito a comer a un lugar?

-Eh... No lo creo. Mi madre sabe que salgo temprano hoy.

-Puedes llamarla y pedir permiso.

-No me dará permiso.

-No se lo has pedido. -Rodé los ojos.

-Bien.

Saqué el teléfono y me dispuse a llamarla, para mi sorpresa o desgracia ella dijo que sí, pero que no llegara después de las 5 y que no hiciera nada indebido. Vaya, la mujer confiaba demasiado en mí.
Zach fue a su clase y me quedé en la cafetería adelantando mis tareas. Terminé justo cuando el timbre sonó, empecé a recoger mis cosas y esperé a Zach, apareció un minuto después.

Salimos de la escuela y caminamos a... no sabía a dónde me dirigía pero aquel "confía en mí" que él me había dedicado segundos atrás, misteriosamente me hacía sentir despreocupada.

PacienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora