Capítulo 9

183 22 2
                                    

Cuando estaba por bajar del bus, él me tendió su mano y me ayudó a bajar, pensé que subiría de nuevo, pero se quedó abajo conmigo y el bus avanzó.

-Y bien... tú y yo a las 5 en la cafetería de Sussie. ¿Qué dices?

-Que por supuesto que no. ¿Para que me vuelvas a dejar plantada? No gracias.

-Déjame compensar eso. -Fruncí la boca pensativa.

-Bueno. A las 5. -Su rostro como que se iluminó.

-Entonces ¿es oficialmente una cita? -Preguntó con cara de esperanzado.

-¿No piensas que tal vez ahora seré yo la que te deje plantado a ti?

Se encogió de hombros.

-Supongo que si lo haces bien merecido me lo tendré. De todos modos ahí estaré es un riesgo que vale la pena correr.

Era un poco o demasiado extraño su forma de actuar conmigo, o sea... ¿por qué querría alguien como él invitarme a mí a salir? Era muy obvio que estaba muy consciente de su atractivo, porque sí, el chico era guapo, así que... por qué alguien como él querría a alguien como yo.

Lo había observado un par de veces, lo suficiente para darme cuenta de que éramos polos totalmente opuestos. Y hace unos minutos acababa de decirme que yo le gustaba. Eso... no cuadraba, o sea, no era posible. Quizá el idiota solo había perdido una apuesta.

-Bueno, tal vez vaya.

-Al menos lo estás considerando. Eso es un avance. -Negué con la cabeza con una sonrisa en mis labios. Este chico era ridículo.

-Adiós. -Me despedí y avancé hacia mi casa.

-Te veo a las 5.

-No estés tan seguro. -Sonrió y se puso en marcha.

Al llegar le conté todo a Becka, así con todo lujo de detalles. A pesar de que hacía un par de días que nos conocíamos, empezaba a confiar en ella. Además, ¿quién más sabía de lo que pasaba con este chico y conmigo más que ella que estuvo presente cuando me dejó esperándolo?

Ella se mostraba un poco emocionada cuando relaté todo lo sucedido, lo noté por todos los emojis de corazones y caritas soprendidas que escribía.
Me dijo que su turno empezaba en media hora, así que ella nos atendería cuando llegaramos a la cafetería.
Ahora solo tendría que pedirle permiso de salir a mi mamá.
Y me dejó ir.
Creo que que no saliera muy seguido me daba el privilegio de poder salir casi cuando quisiera.
No le mencioné sobre el accidente en las escaleras, de todos modos no me había herido. Mi tobillo era el más afectado pero pudo ser peor, ahora solo esperaría a que me aparecieran los moratones.

Me bañé y me vestí para esto ya eran las 5 en punto. Por supuesto que iba a hacer esperar a Zach un buen rato, claro, en caso de que no se le hubiera olvidado nuevamente, me llevé 10 minutos más en tratar de acomodar mi cabello.
Salí de casa y caminé hacia la cafetería.
Al menos ya iba media hora tarde.

Cuando falataban unos cuantos metros para llegar, vi a Zach Parrish sentado afuera de la cafetería, disfrutando de los tenues rayos de sol que le golpeaban en la espalda, vestía una sudadera de capucha gris y tenía los codos apoyados sobre las piernas, mientras miraba sus dedos cabizbajo.

-Hey Parrish -Lo llamé cuando estuve a unos escasos 5 metros de él.

Alzó la mirada y los ojos se le vieron más claros que nunca por causa del sol. Tenía las pestañas más largas y quebradas que yo, y las cejas tan pobladas que me daba envidia.

Sonrió cuando me vio y de inmediato se levantó para ir a mi encuentro.

-Pensé que me dejarías plantado.

-Lo pensé. Pero ese cheescake que venden aquí me hizo cambiar de opinión. -Me miraba como si no estubiera prestando atención a nada de lo que yo decía, con cara de bobo.

-Te ves muy linda. -Negué con la cabeza divertida.

-¿Gracias? -fue lo único que se mi vino a la mente para responder.

-¿Entramos? -Preguntó. Asentí con la cabeza y me dirigí a la puerta de cristal.

Él se adelantó un poco y la abrió para mí.

Me adelanté a elegir una mesa y opté por la misma de ése día, junto a la ventana donde podía disfrutar del cálido sol y mirar el paisaje de afuera, más que nada el jardín, contemplar las hojas de los árboles cayendo.

Tomé la carta, y él hizo lo mismo. La puse justo en frente de mi cara, no abajo o al lado, en frente, para que no pudiera verme, eso se me hacía muy incómodo.

Él repitió mi acción pero cuando bajaba el pedazo de plástico podía verlo hacer lo mismo y alzar las cejas. Era ridículo porque ninguno miraba la carta, solo nos veíamos entre nosotros, arqueando las cejas o entornando los ojos.

Estábamos tan concentrados haciendo esas estupideces que él me estaba resultando lindo. Vislumbré a Becka cruzando palabras con otras dos chicas con uniforme igual que el de ella.

A los pocos segundos Becka apareció, nos sobresaltamos.

-Y... bien, niños ¿ordenarán?

-Qué hay Becks -la saludó Zach.

-Hola Parrish. -Le sonrió amable.

-Eh bueno... quiero un capuchino de vainilla -comencé -y el cheescake de la otra vez. -anotó lo que pedí en un pequeño block de notas.

-¿Parrish?

-Lo que pidió ella está perfecto.

-Vale, vuelvo en un minuto.

Se alejó y cuando Zach no pudo verla me guiñó un ojo.

Zach me estaba mirando raro.

-¿Qué?

-Siento que no te caigo bien.

-¿Ja, de verdad lo crees?

-Sip, y no entiendo por qué.

-Uhmm tal vez sea porque literalmente rodé por por las escaleras por tu culpa, que por cierto estoy super adolorida; o porque cuando nos conocimos me empapaste con agua sucia de un charco con tu auto; y tal vez porque...

-Sí, sí, ya entendí, tranquila. Es cierto, tienes muchas razones para odiarme.

-Oh, espera, no te odio. -Enarcó las cejas. -Odiar es un sentimiento, y yo no siento nada por ti.

Se rió a carcajadas tanto que las personas se voltearon a verlo... si me dieran un dólar por cada vez que las personas de lugares públicos me miran a causa de él, probablemente me alcanzaría para ir al concierto de Guns N' Roses.

-¿Qué? -le pregunté llevándome un bocado de pastel a la boca.

-Entonces que te sucede conmigo. Suelo ser el tipo de persona que le cae bien a todos.

-Pues entonces tal vez hay algo malo en mí.

-Sería la teoría más acertada, sí.

Nos quedamos en silencio comiendo el pastel, solo se escuchaban los sonidos de las cucharas chocando contra la porcelana blanca, y las pláticas de las otras personas sentadas en las mesas.

Zach Parrish rompió aquél silencio.

-¿Entonces porque viniste? -Preguntó. Arqueé una ceja.

-Sí, ¿Si no te caigo bien... lo más lógico era que no vinieras, pero aún así lo hiciste ¿por qué?

Me encogí de hombros. ¿Por qué había venido?

-¿Tú qué creías que iba a hacer?

-En realidad estaba un 90 porciento seguro de que no vendrías. -Confesó.

-Lo sé -respondí. -Me gusta que la gente crea que saben lo que haré y al final de todo siempre hacer exactamente lo opuesto. -Me miró como intentando comprender todo. -Ganó ese 10 porciento.

Él pareció sonrojarse, cosa que me pareció demasiado inusual.

-Si el 90 porciento decía que no iba a venir entonces ¿por qué me esperaste?

-Ese 10 porciento estaba presente, nena.

PacienciaWhere stories live. Discover now