Capítulo 41: Disobey

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Había leído el libro que Zach me había regalado una vez tras otra, y aún conservaba casi la mitad de cajitas de TicTacs; guardaba y cuidaba las cajas vacías con tanto cuidado, depositando una al final del día en aquella caja preciosa donde venían. Y cada noche me dormía escuchando la melodía de la Vie en rose.

—¿Cuándo les diremos a tus papás?

Zach me sacó de mis pensamientos, estaba disfrutando del delicioso, exquisito sabor de mi helado napolitano. Me atraganté.

—¿Disculpa qué?

—¿Cuándo les di...

—Créeme, eso lo oí perfecto. Lo que entiendo es ¿por qué quieres que se enteren?

Me miró como si lo que preguntara fuera totalmente obvio e inaudito.

—¿Se supone que no deben enterarse nunca? —Me preguntó.

Lo miré, hasta las ganas de comerme el helado se me quitaron.

—Zach... —Me interrumpió.

—Por qué me da la impresión de que no quieres hacer esto bien, más... formal, por así decirlo.

—No es eso Zach, es que... no me dejarán estar contigo, te lo dije desde un principio. No los conoces como yo, especialmente mi papá. Se opondrá rotundamente y me castigará, no podre verte.

—No pasará eso, lo entenderán, conozco a tu papá lo necesario para saber que es alguien razonable.

—Ellos piensan que eres gay. Si no me castigan solo por el hecho de que ya eres mi novio, me castigarán solo por el simple hecho de mentirles. No es como si de repente dijera: "Zach recapacitó acerca de su orientación sexual, y está enamorado de mí y yo de él". —Repliqué con notorio sarcasmo. 

—Normalmente en una relación es el chico el que no quiere conocer a los padres de la chica.

—Bueno en esta relación tú eres la chica y yo soy el chico. —La mujer de la heladería en la que estábamos escuchó mi comentario y se rió por lo bajo. Zach también lo hizo. 

—Bien, no puedo discutir contra eso... —Alzó las manos en señal de rendición y lo besé, ¡Dios, amaba hacer eso

—Estás fría y sabes a helado.

***

Tal vez debí considerar la idea de Zach y hacer todo bien, porque al segundo día mi padre se había aparecido al terminar la escuela. Por supuesto no lo vi, fue por eso que me fui caminando con dirección a la estación con Parrish. Mi papá me encontró después de unos minutos de caminar. Todo hubiese estado a la perfección de no haber sido porque Zach y yo caminabamos abrazados y un par de segundos antes de que papá se estacionara a nuestro lado lo había besado, un beso corto, pequeño, pero al fin de cuentas, un beso. 
Vi a papá por la ventanilla del auto, sin duda estaba molesto, fruncía el ceño de una manera peculiar, me recordó a todas esas veces que veía mis calificaciones de mate, pero aumentada 10 veces.

—Nirvana, sube al auto. —Dijo con voz dura.

Los nervios se hicieron presentes de inmediato, las manos me comenzaron a sudar y sabía que todo estaba perdido.
Maldije en mi mente cuanto pude.
Pude haber llorado si no fuera por mano de Zach entrelazada con la mía.

—Ve. Tranquila. —Me susurró y yo le dediqué una última mirada rápida.

Subí al auto con los nervios de punta y Zach solo se quedó ahí hasta que arrancamos, lo vi por el retrovisor y comenzó a avanzar.

PacienciaWhere stories live. Discover now