Capítulo 61: Wake up

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Un muy asustado y nervioso Zach Parrish entró sigiloso en la habitación de hospital de su novia, su padre lo había llevado a donde la rubia yacía aún dormida.

Los padres de la muchacha habían salido un momento antes.

Cuando Zach entró, y la vio no pudo reprimir un sollozo.
Las heridas de la cara aún no sanaban del todo, tenía una mascarilla de oxígeno y varios tubos conectados a su cuerpo. Su cabello rubio estaba tendido al rededor de su cabeza y parecía un pequeño charco dorado.
Zach se acercó y tocó su mejilla.

—Rose... Despierta, estoy aquí.

Él espero su reacción pero no hubo ninguna.

—Rose —Apretó suavemente su mano.

—Está en coma, Zach. 

Un balde de agua helada pareció caerle a Zach de sorpresa. Miró a su papá ahogado en un llanto lento y silencioso lleno de puro dolor. Su chica estaba en coma, ¿iba a despertar? Lo único que lo consolaba es que ella no sentía dolor, él sabía lo que era estar en coma y sin embargo no recordaba pizca alguna de dolor durante ese lapso de tiempo.
¿Cuánto llevaría así? ¿Cinco Días? ¿Seis?

¿Cuánto más continuaría dormida?

—¿Despertará? —Preguntó apenas pudiendo articular palabra.

—Yo... Todo depende de ella ahora, Zach.

Se hizo un silencio.

No tenía mucho caso decirle que las probabilidades de que despertara y se encontrara parapléjica eran altas.

—Papá, ya perdí a una novia una vez, no pienso perderla a ella. —Le aseguró.

—Va a despertar, estoy seguro de ello.

—Puedes... ¿Dejarnos solos un momento?

Su padre asintió y salió de la habitación.

De nuevo Zach se echó a llorar junto a ella tomando su mano entre las de él, sus manos estaban frías como siempre que las tomaba.

—¿Rose? —Sorbió su nariz —¿Nirvana? —Sé que me escuchas y solo... Solo quiero decirte que tienes que volver conmigo, tienes que despertar, Vania, es una orden. ¿Me oíste? Debes hacerlo, sé que estás ahí, sé que me oyes, sé que sientes mi mano, yo... —El chico se quebró, al igual que su voz —Solo... Despierta, cariño.

Con dificultad se paró de aquella silla y le brindó un beso suave y cálido en la frente. Regresó a su lugar y se quedó ahí a su lado hasta que una eternidad después su padre volvió por él y se lo llevó a su habitación.

Los días pasaban y sentía que mejoraba, y se sentía culpable, culpable porque su chica no había despertado aún. Ya no se sentía tan débil como antes, las células madre de Richard estaban dando resultados positivos, Zach seguramente se recuperaría. Aunque no podía salir del hospital por cualquier infección que pudiera pescar en el exterior.

Cierto día el chico entró a la habitación de su novia, pero para su sorpresa alguien más se encontraba ahí.

Un Richard Fell con los ojos rojos lagrimosos y cansados sostenía la mano de su novia entre las suyas.
Miró a Zach, y se limpió las lágrimas con una mano, y con la otra todavía sostenía la mano de la chica.

—Parrish. —Lo saludó Richard fríamente.

—Fell. —Replicó Zach de igual forma.

—Veo que ya te estás recuperando, me alegro mucho sinceramente. —Dijo con los ojos fijos en Nirvana.

—Te lo agradezco, de verdad. —Respondió.

—No lo hice por ti, lo hice por ella —Se oía un leve tono de resentimiento en su voz —sé que te ama. En realidad ni en mis sueños más extraños me imaginé si quiera que mi médula sería compatible con la tuya. Pero verla a ella llorando cada noche desde mi ventana con ese aspecto cansado y miserable día tras día... me hizo ir a hacerme esa prueba. Supongo que... —Cortó la oración —Qué bueno que funcionó, me alegra que estés vivo.

Zach se encontraba realmente incómodo ahí, se le atoró algo en la garganta que no podía tragar. Richard Fell estaba indudablemente enamorado de su novia, y él le debía la vida. ¿Qué se suponía que tenía que hacer?
Ya no dijo nada, solo observó como acariciaba los dedos niveos de Nirvana, con lentitud y cuidado, con la yema de sus dedos recorría el camino zigzagueante de sus venas azules.

Apretó los labios para impedirse a sí mismo decir algo.

Le daba grima no poder hacer algo al respecto, no poder reclamar nada.

—¿Crees que despierte? —Preguntó el rubio.

La pregunta tomó a Zach desprevenido.

—Lo hará —Respondió con seguridad y se acercó a ella. Le acarició el cabello.

Richard no lo miró. Cuando Zach hubo quitado su mano del rostro de la chica, Richard se levantó y le besó la frente.

—Fue un gusto verte, Parrish.

—Igualmente, Fell.

Y el rubio salió de la habitación.

Y Zach se sintió miserable.

Todos se preguntaban si la chica despertaría realmente... Excepto los Andry, estaban tan tristes y cansados, pero esperanzados, todos los días visitaban a su hija y cada día notaban como sus músculos iban perdiendo volumen. Sus hermanos sentían un gran vacío y juraron que en su vida volverían a gastarle una broma con tal de que despertara.
Su cuerpo se estaba recuperando, los tejidos de sus huesos reconstruyéndose, y sus heridas sanando. No quedarían cicatrices visibles a simple vista... Ni tampoco daños internos.

Zach estaba en la habitación, todas las noches iba y hablaba con ella orando para que despertara, el corazón se le partía cuando ese pensamiento horrible cruzaba su mente, aquel con el que siempre soñaba: "no va a despertar".

Sentía una soledad inmensa, un vacío que solo ella podría llenar y una culpa más que tal vez tendría que cargar por el resto de su vida.

De vez en cuando cuando los tubos eran retirados, la besaba, no resistía el impulso de hacerlo, además de que tenía la ridícula esperanza que los cuentos de hadas no fueran solo simples historias tontas, pero no pasaba nada, la bella durmiente en la camilla se negaba a despertar y él se negaba a darse por vencido se negaba a cesar sus oraciones y se negaba a dejar de visitarla cada noche.

PacienciaWhere stories live. Discover now