Capítulo 12

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Caminamos al rededor de 5 minutos hasta llegar a un lugar llamado McCarthy's, al parecer era algo así como un pub irlandés de puro rock.

-Amo este lugar -Me explicó -Te va a encantar, te lo prometo. -Abrió la puerta para mí; una campanilla sonó cuando esto sucedió, y entramos.

Estaba sonando alguna canción de Bob Dylan, el lugar tenía ese ambiente de cafetería de los 80's, pisos de cuadros blanco y negro, sillones rojos, una rockolla genial de la cual provenía aquella música. Tenía grandes cuadros de los grandes del rock colgadas en la pared como retratos, entre ellos se encontraban The Rollin' Stones, Kiss, Elvis, Aerosmith, The Doors, Guns and roses y otros más. El lugar era muy amplio, había algunas cuantas personas sentadas en la barra, y otras en las mesas.
Zach Saludó al tipo que atendía el lugar, y escogimos una mesa cerca de la ventana. Después me hizo levantarme tomándome de la mano y llevándome hacia la rockolla. Echó unos centavos en ella y me dijo que escogiera algunas canciones, lo hice y el pidió una orden de papás a la francesa para comenzar.

-¿Queso o Ketchup? -Me preguntó.

-Lo que más te guste. -Respondí.

Al final pidió ketchup y extra queso.

Una vez que trajeron nuestras papás Zach pidió lo que en realidad quería comer. Una hamburguesa y una coca-cola.

-¿Pedirás lo mismo?

-Eh, no gracias, creo que ya estoy lo suficientemente descuidada y gorda como para comerme una hamburguesa entera. -Le expliqué.

-Oh vamos, ¿también tú? -Exclamó.

-¿Yo qué? -Me llevé una papita a la boca.

-¿Dejarás de comer sólo porque piensas que no tienes un físico bonito?

Le señalé la papá que me estaba comiendo para demostrar que no dejaba de comer.

-No dejo de comer, sólo evito lo que me hace engordar más. -Me dí cuenta lo estúpido que eso sonaba, tomando en cuenta lo que comía en ese momento -a veces. -Agregué después de un momento.

Se inclinó para darme una pasada con la vista.

-Yo te veo bien.

-Sí, claro.

-No, en serio. Oh vamos, por el amor de Dios, sólo come una hamburguesa y ya. -Me regañó subiendo el tono de voz más de lo normal.

-Bien ya, no me grites.

-No lo hago, pero me desesperas.

-¿Yo te desespero? Jaja, no hablemos de quién desespera a quién, porque... ya solo pide la hamburguesa.

Lo hizo. Y mientras esperábamos, comíamos las papitas.

-¿Qué? -pregunté, pues no dejaba de mirarme.

-Nada.

Tenía los ojos fijos en mí, así que para que no me incomodara tanto yo lo miré de igual manera. Al final él bajó la mirada, sus mejillas se habían tornado de un color rojo, se había sonrojado.
Me reí. Me reí muy fuerte.

-¡Estás rojo! -Observé.

Él sólo se limitaba a ver al piso, noté que una sonrisa suya se asomaba.

-JAJAJA, te sonrojaste.

-Sí, lo noté. Para ya.

-Pero aún sigues rojo.

Entonces una mesera trajo nuestras hamburguesas y su coca-cola. Yo pedí un ginger-ale.

-Ya, cállate y come. -Me ordenó todavía con un color rosado en las mejillas.

PacienciaWhere stories live. Discover now