Nunca conmigo

Door SoniaLopezSouto

426K 75K 23.2K

Un francotirador es observador y calculador. Un francotirador es paciente y disciplinado. Un francotirador es... Meer

1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
17
18
19
20
21
22
23
24
25
26
27
28
29
30
31
32
33
34
35
36
37
38
39
40
41
42
43
45
46
47
48
49
Epílogo

44

7.9K 1.5K 433
Door SoniaLopezSouto

Únete a nosotros en:

https://www.facebook.com/groups/SoniaLopezSouto/

Sígueme en:

Facebook: Sonia López Souto

Instagram: @sonialopezsouto

Tik Tok: sonialopezsouto

Y si te gusta lo que lees, puedes adquirir mis otros libros en Amazon:

https://amzn.to/2XZaMdM
_____________________________________

No ha sido fácil llegar hasta aquí. El médico se negó en rotundo a darme el alta y al final tuve que amenazarlo con marcharme incluso sin ella para que claudicase. Aún así, me hizo firmar un documento exonerándolo de toda responsabilidad. Ni siquiera lo leí, firmaría cualquier cosa con tal de largarme de allí e ir a por Helena.

Encontrar un vuelo directo para el mismo día fue otro muro casi insalvable. Jamás he estado en Galicia por lo que necesitaba subirme a un avión que me dejase directamente en la ciudad donde vive Helena. Por suerte para mí, tengo buena memoria y recuerdo la dirección de la casa de Lía de verla en algunos de los documentos de mi primo y no tuve que preguntar a nadie para localizarla. Habrían tratado de impedírmelo por culpa de mi pierna.

Creo que saber dónde vivía Helena fue lo único sencillo de esta odisea, porque conseguir un taxi que me llevase hasta allí tampoco resultó un camino de rosas. Mi poca idea de español para pronunciar la maldita dirección fue superada con creces por la del conductor con respecto a entender el inglés. Después de veinte minutos intentando comunicarnos sin llegar a un entendimiento, tuvo que avisar a un colega suyo, que tenía alguna noción más que él, y nos hizo de intérprete. 

Pero aquí estoy por fin, frente a la puerta de su casa, intentado decidir qué voy a decirle en cuanto la vea porque no voy a dejarle tiempo para pensarlo; regresará conmigo a Inverness en el primer vuelo que encuentre para nosotros, así tenga que hablar de nuevo por señas con quien haga falta. Ahora que me he decidido a dar el paso en esto del amor, no la voy a dejar escapar. Las quiero a ambas en mi vida y para siempre. No me conformaré con menos.

Las palabras mueren en mis labios cuando descubro que quien abre la puerta no es ella, sino un hombre. Alto, rubio, de cuerpo robusto. Me mira con unos ojos de un intenso azul que me recuerdan mucho a los de Helena, aunque estos no poseen su luminosidad. Supongo que el ceño fruncido no ayuda a suavizar su aspecto. Y aunque en un primer momento me siento contrariado por su presencia, pronto entiendo que debe tratarse de su hermano. Óscar. Siento la tentación de pegarle un puñetazo por todo el daño que le causó a Lía, pero me contengo porque no sería empezar con muy buen pie con el que, para bien o para mal, será mi cuñado. A ver cómo le explico eso a Cailean sin que sea yo quien me lleve los golpes.

-¿Está Helena? - solo espero que sepa inglés.

-¿Quién lo pregunta? - responden con una pronunciación impecable. Me siento aliviado porque después de lo del taxista, no estoy de humor para más comunicación sin palabras.

Me mira de arriba a abajo, estudiándome, y aguardo a que saque sus propias conclusiones. Si es la mitad de listo que su hermana, no tardará en saber quién soy. Mientras tanto, yo aprovecho para replantear mi estrategia porque ya no se trata solo de convencer a Helena. Seguramente su hermano tenga algo que decir al respecto y aunque su opinión me importe más bien poco, es mejor evitar la confrontación directa con él.

-Tú eres el tío que la dejó embarazada - me dice con cara de pocos amigos y un desprecio en la voz que me tensa. Sin embargo no puedo responderle como me gustaría porque Helena aparece justo detrás de él preguntándole algo en español.

-Keenan - dice después, mirándome como si no creyese lo que sus ojos están viendo.

-Hola, Helena - le respondo lo más calmadamente que puedo.

-¿Qué estás haciendo aquí? 

-Me importa una mierda lo que esté haciendo aquí, Helena - se entromete Óscar -. Se va a largar ahora mismo si no...

-Basta, Óscar - lo frena -. Esto no es asunto tuyo.

-Por supuesto que sí - la mira enfadado.

-En realidad no - le digo yo obligándolo a volver su vista hacia mí. No me gusta el modo en que la mira -. Esto es algo entre Helena y yo. 

-Tú la...

-¿Te importa si paso? - lo interrumpo, hablando directamente con Helena -. La pierna empieza a molestarme. Y si me das un vaso de agua te lo agradecería porque debería haber tomado el calmante hace una hora y ya estoy notando su falta.

-Claro, pasa - aparta a su hermano y me acompaña hasta el salón -. Espera aquí, iré a por el agua.

-Gracias.

Óscar aparece segundos después y se planta frente a mí. Pensaba sentarme, porque realmente me está doliendo la pierna, pero no voy a darle esa ventaja sobre mí. Nos medimos con la mirada y veo en la suya que se cree el vencedor. Casi me dan ganas de reírme en su cara porque no tiene ni puta idea de lo que se le viene encima si intenta impedirme que me lleve a Helena conmigo. El único que acabará perdiendo aquí será él. Le guste o no, no me iré sin ella.

-Helena no te necesita - me dice finalmente, mirando por el rabillo del ojo hacia la puerta.

-Pero yo la necesito a ella - le respondo.

-Para qué. Para dejarla sola durante meses mientras tú juegas a los soldados en la guerra - escupe -. Para que se preocupe cada día por ti sin saber si volverás o no. Para que su hija crezca con un padre ausente. ¿Crees que voy a permitir que sufran de ese modo? Tú te vas a largar ahora mismo y la vas a dejar en paz. No te volverás a acercar a ella ni a la niña o me encargaré personalmente de que te arrepientas. Yo me ocuparé de que a mi hermana y a mi sobrina no les falte de nada. No te necesitan. No les convienes.

Puede que hace un par de meses pensase igual que él, pero no ahora. La vida me ha enseñado a base de golpes que debemos ir a por lo que queremos antes de que sea demasiado tarde y aunque me negué a enamorarme porque no me creía con el derecho a hacerlo, Helena barrió cada una de mis excusas sin apenas esfuerzo. Ahora es mi turno de hacerle ver que podemos estar bien juntos y no voy a marcharme hasta lograrlo.

-No vine a aquí para discutir contigo - le respondo -, pero sí te diré algo solo por el respeto que tu hermana me merece. Tal vez no vaya a ser el mejor padre de este mundo, pero mi hija sabrá siempre cuánto la amo. Dedicaré cada segundo de mi vida a demostrárselo, incluso en mis ausencias. Cometeré errores, lo sé, pero sabré compensarlo. De un modo u otro permaneceré al lado de mi hija y ni tú, ni nadie lo va a impedir.

-Mi sobrina se merece algo mejor - se acerca tanto a mí que nuestros pechos casi se rozan.

-Yo soy su padre - no me aparto, pero tampoco me acerco a él. Sé que está buscando la pelea y no voy a dársela -. No habrá nadie mejor que yo.

-Si estás aquí por la niña...

-No estoy aquí por la niña - lo interrumpo -. Estoy aquí para llevarme conmigo a Helena que, casualmente, lleva en su vientre a mi hija. Pero ten por seguro que aunque no estuviese embarazada, habría venido igualmente por ella.

-¿Acaso es una competición entre primos? Como el otro se llevó a Lía, tú tienes que venir por mi hermana - cada palabra está cargada de veneno y comprendo que sigue colgado por Lía. A Cailean no va a gustarle si llega a enterarse algún día.

-No tiene nada que ver con Cailean. 

-Entonces por qué - alza la voz y me empuja. Siento una punzada de dolor en la pierna al tener que apoyarme en ella, pero me mantengo firme. Aunque el cabreo me impide hablar con normalidad y acabo gritando también.

-Porque la amo.

El sonido de cristales rotos nos interrumpe y ambos miramos hacia la puerta, donde Helena me mira con cara de asombro. Justo a sus pies yace en pedazos el vaso con agua que traía para mí. 

-No serás tan estúpida como para creerlo, Helena - se acerca a ella señalándome.

-Cállate, Óscar - le dice sin mirarlo -. Y sal de aquí.

-No voy a...

-Que te largues - le grita.

Óscar nos observa a ambos con la mandíbula apretada antes de salir hecho una furia. Creo que el boxeo no le ha ayudado con eso del control de las emociones. Escuchamos un portazo segundos después que nos anuncia que estamos solos en la casa. Nos miramos en silencio por unos segundos, hasta que Helena sale de la habitación. Me quedo paralizado por su reacción y para cuando me decido a seguirla, ya regresa con otro vaso de agua para mí. 

-¿Es cierto? - pregunta al fin, mientras me tomo la pastilla. Está tan seria que no sé cómo tomármelo.

-Parece que sí - sonrío un tanto incómodo. No era así como tenía pensado confesarle lo que siento por ella. A la mierda se van todas las frases bonitas que tenía preparadas. Aunque tal vez haya sido lo mejor porque habría sonado demasiado cursi para mí y seguramente Helena lo hubiese utilizado durante años en mi contra.

Toma el vaso de mis manos y lo deja en la mesa de centro. Le cuesta doblarse para llegar a ella y su mano se posa en su espalda baja al levantarse. entonces se gira hacia mí con una sonrisa cargada de prepotencia y respiro aliviado. A duras penas contengo mi sonrisa triunfal.

-Así que - se acerca a mí con movimientos lentos -, el soldado ha caído en las garras del amor, tal y como yo predije.

-Francotirador - la corrijo. 

En cuanto se pone a mi alcance, la sujeto por la cintura. Nuestra hija no nos permite estar todo lo cerca que me gustaría, pero no voy a protestar por ello. Me gusta sentirla ahí, protegida entre ambos. Así es como debe ser.

-Será posible, siempre me equivoco. 

Se muerde el labio y yo ya no puedo aguantarme más. Sujeto su nuca y la atraigo hasta que nuestras bocas se funden en un beso abrasador. No he podido borrar su sabor desde la primera vez que probé sus labios y ahora me deleito con ellos hasta que una fuerte patada nos detiene.

-Creo que a Miranda no le gusta que la aplastemos - Helena sonríe llevando las manos a su vientre.

Me siento, porque agacharme está fuera de mi alcance ahora mismo, al menos hasta que haga efecto el calmante, y la coloco frente a mí para poder poner mis manos en su vientre, tal y como quise hacer la vez única que la vi en el hospital. Miranda comienza a moverse y yo miro hacia Helena maravillado. Es una sensación única. Ya lo había hecho con Erin y Evander, pero se siente diferente ahora que se trata de mi hija.

-Parece que se alegra de verte - me sonríe.

-¿Y la madre? - pregunto. Bueno, yo le he confesado que la amo, pero ella no ha dicho nada todavía. Aunque el beso puede darme una idea, prefiero escucharlo de sus labios.

-La madre está encantada - se sienta a mi lado y se reclina en el sillón. Parece cansada y me preocupo.

-¿Estás bien?

-El peso extra empieza a notarse - sonríe para restarle importancia al asunto. 

Luego tira de mí y sus labios besan los míos, atrayéndome hacia ella hasta que mi cuerpo cubre el suyo. Y no es que vaya a protestar por ello, pero tengo miedo de lastimar a Miranda, así que me apoyo en mis brazos para no aplastarla. Mi pierna se resiente, pero tampoco voy a protestar por eso porque los besos de Helena me gustan demasiado.

-¿Te duele? - pregunta separándose de mí, como si hubiese leído mis pensamientos -. Deberías estar en el hospital todavía.

-No podía permitir que huyeses de mí, Helena - me incorporo cuando Miranda me golpea una vez más -. No ahora.

-No estaba huyendo de ti - acaricia mi rostro y sonríe -. Mi hermano se volvió loco cuando llegó a casa antes de tiempo y no me encontró. Cuando le expliqué que estaba embarazada, quería ir a por mí a Inverness, así que tuve que venir yo a calmarlo. Porque no queremos que Cailean y él se encuentren, ¿verdad?

-No. No lo queremos - sonrío satisfecho con su explicación y a sabiendas de lo que viene ahora -. Así que no huías de mí.

-No. No lo hacía.

-Pero aún no me dices lo que quiero oír - le recuerdo.

-No. No lo hago - se muerde el labio para impedir que se le escape una sonrisa -. Deberías estar agradecido de que no me esté burlando de ti por haber caído como un tonto. Tal y como...

La acallo con otro beso que nos deja a ambos sin aire. Sabía que tenía que obtener su confesión antes de darle la mía, pero su hermano lo estropeó todo. Ahora no me permitirá olvidarlo nunca. Aunque creo que me gustará callarla con más de estos besos.

-Dilo, Helena - le pido, alejándome un poco de ella cuando su boca busca la mía.

-Vas a tener que hacer algo más que negarme un beso para que te lo diga - me reta.

Sabe que no voy a perder y su sonrisa la delata segundos antes de que devore su boca una vez más. Tendremos que acostumbrarnos a su nueva figura y encontrar la postura adecuada porque tenemos mucho tiempo que recuperar. Y mi pierna puede protestar lo que quiera, que no va a impedirme hacerle el amor a Helena, en este mismo momento, en este sillón.

-Te amo, Keenan - me susurra al oído instantes antes de que ambos alcancemos la cima del placer. 

Nunca dos palabras han sonado mejor en los labios de Helena. Nunca dos palabras me han hecho tan feliz. Solo una cosa falta para que mi felicidad sea completa, pero me temo que nunca podrá ser. Aún así estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que merezca la pena y entregar mi corazón por completo a la mujer que tengo en mis brazos será el primero de muchos cambios en mi vida.

Ga verder met lezen

Dit interesseert je vast

149K 9.9K 41
« Dos seres dominantes unidos por el poder » La líder de un imperio Ruso ,Keira Vólkova ,despiadada , cruel, fría, entrenada por su padre al ser su...
223K 15K 31
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...
167K 10.9K 86
Había pasado por varias relaciones a mi corta edad de diecinueve años, muchas infantiles en las que un simple roce de mano llegaba a sonrojarme, algu...
8.8K 867 50
Esta novela es la segunda parte de Soy tu rival, si no la has leido, no puedes leer esta, de lo contrario, no entenderas a los personajes. Se trata...