TROUBLEMAKER - Harry Styles

By Candelis310

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TROUBLEMAKER - Harry Styles
1) Nueva
2) El mejor de la clase
3) El hijo de tu jefe
5)Porrista
7)Se que no me lo dices, pero lo piensas.
8) Idiota de profesión
9) Alaric
10)Fabric
11) El estudio
12)Louis
13)Franchute
14)Another day
15)Marcas
16)Animadora Personal
17) Disconnected
18)La paga
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Penúltimo capítulo 56
Último capítulo 57
Epilogo

6) 3º Beso

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By Candelis310

Con un vestido con mangas estampado con colores blanco y distintos tonos de azul, unas medias negras que le llegaban por la rodilla, Charlotte apareció caminando, con unos borceguís negros , un bolso a composé y joyería negra. Tan fina y delicada como siempre. Maquillada naturalmente, pero, con un poco de exceso al cubrir las marcas de ayer en la noche. Se encontró con Liam, quien, dulcemente, la halagó y besó su mejilla, para luego, sentarse con el en la clase de derecho y garantias constitucionales.

Luego de esa clase y el recreo, fue a sentarse junto con Zayn, en la clase del Sr. Wisley, derecho internacional publico. El hombre, comenzó a explicar lo que era el derecho internacional público, consisamente sin irse por las ramas como el señor Marshall, mientras que escribía las cosas fundamentales en el pizarrón.

—Entonces, luego de saber esto. ¿Me dan un ejemplo?

—La ONU. —respondió Charlotte, mirando al docente.

—Muy bien, Srta...

—Bachelard. Charlotte Bachelard.

—Charlotte, muy bien. —dijo este mientras escribía ONU, en grande, en el pizarrón. —Supongamos que Gran Bretaña tiene una disputa con una país cualquiera...

—Francia. —dijo Harry, mientras el profesor asentía y escribía Gran Bretaña y Francia en el pizarrón.

—Entonces, dos representantes de dichos estados (puede ser nuestra mismísima reina, el primer ministro, un canciller, un presidente o alguien que sea mandado a ese cargo) se sientan a debatir sobre una ley. Una ley de cualquier ídole. —dijo el hombre, mientras algunos no entendían absolutamente nada de lo que el hombre hablaba. —Hagámoslo así. Señor Styles , ¿puede venir un segundo? —preguntó el hombre, mientras este se levantó de su asiento y se acercó al docente. —Usted va a ser el representante de Gran Bretaña, va a ser, supongamos, el Primer Ministro. —dijo el hombre, mientras ponía en la pizarra: Gran Bretaña-Primer Ministro-Harry.

—Soy más sexy que Cámeron. —dijo el muchacho, haciendo reír a los alumnos.

—Claro que lo eres Harry, ahora. Silencio. —lo reprendió el doncente.—Y ahora, necesito un voluntario más.

—Bueno yo soy británico, llame a un francés. —dijo Harry, leyendo la pizarra.

— ¡Vamos Charlotte! ¡Patéale el trasero! —dijo Niall, detrás de ella, haciéndola reír. Mientras esta, se paraba frente al docente.

— ¿Eres francesa, Charlotte?

—Oui professeur. —le contestó esta, en un dulce y sensual acento francpes, que Harry creyó que iba morir al escuchar ese tono salir de los labios de la muchacha.

—De acuerdo, entonces tu serás Francia. La presidente de Francia. —comentó el hombre mientras ponía en la pizarra: Francia-Presidente-Charlotte.

— ¿Cómo nos vamos a pelear? ¿En el barro? —dijo Harry, mientras se acercaba a la chica, la cual fruncía el ceño tratando de contener la risa.

—Claro que no. —dijo el docente, observando al castaño. —Lo que haremos será representar dos ocaciones. La primera, los tratados internacionales, la segunda la costumbre internacional. —Dijo el hombre, mientras se ponía, frente a Charlotte y Harry. —El tratado sería de índole comercial. Entonces... ¿Pueden inventar algo?

—Si, claro. —dijo Charlotte, con su típica voz dulce —Podría ser la exportación, el flujo de exportación entre ambos países.

— ¿Automóviles?

—Perfecto.

—Entonces, supongamos que ya que ambos países estamos en la eurozona, tenemos un mínimo arancel a la hora de las exportaciones, pero, para los vehículos, en su país, sigue siendo muy alto, y, lo que queremos hacer, es volver a la llamada industria pesada. Y si ustedes siguen subiendo las tarifas en los aranceles, la caída de la industria se vería afectada con respecto a Francia. —dijo Harry, y Charlotte no podía creer que el muchacho supiera todo aquello. Es más inteligente de lo que parece, pensó la chica.

—De acuerdo, hipotéticamente hablando, nosotros bajamos los precios en los aranceles de la exportación de vehículos. ¿Qué beneficios tendría mi país con respecto a aquello?

— ¿La reducción de aranceles en farmacéuticos?

—Seamos realistas, ustedes también tienen una industria bastante acelerada en ese ámbito, entoces, no beneficiaría a Francia tanto como a Gran Bretaña este acuerdo.

— Podríamos bajar los aranceles en la aeronáutica, y para que no se queje, preciosa presidente, le daría también, una reducción en los aranceles de elementos de lujo. —dijo Harry, haciendo reír a la clase, y también al docente.

—Estoy de acuerdo. ¿De cuanto estaríamos hablando?

—Del 1.3 %.

—Es muy poco.

—De acuerdo, le doy el 1.3 % en productos de lujo, el 1.5 % en aeronáutica y además, y no se vaya a desfallecer, una noche de plena pasión con este sexy ministro. —dijo Harry, como si fuera un vendedor de comercial, haciendo reír a todos, y ganándose un golpe, de parte de Charlotte.

—Eso jamás se debe decir. —dijo el docente, aclarando la situación.

—A no ser, de que Francia tenga una presidente así de linda. —comentó el muchacho, besando la mano de Charlotte, galantemente.

—Cierra la boca, tarado. —comentó la muchacha, quitando su mano.

— Bueno, bueno... Eso es todo por hoy. —dijo el docente, mientras les entregaba unas hojas. —Ahora, luego de la charla, se escribe los puntos dictados, por un abogado, de cada país, y se sella el acuerdo. —prosiguió el docente, mientras Charlotte hacía que firmaba, y Harry también, y luego, colocó sus labios sobre los de Charlotte, la muchacha no reaccionó a tiempo, y el se encontraba con sus manos en su cintura, hasta que ella, lo quitó de en medio.

— ¿Te volviste loco?

—Así se sella un trato. —comentó con una sonrisa seductora, haciendo morirse de la risa a los muchachos, y de envidia, a las chicas allí presentes. Mientras que Charlotte, estaba estupefacta ante el accionar del chico.

— ¡¿Por qué diablos me besaste?! —gritaba enojada Charlotte, por los pasillos de la escuela, captando las miradas de algunos chicos que estaban allí.

—Ey, tranquila.

— ¿Tranquila? ¡Es la tercera vez que haces eso! ¡Deja de hacerlo!

— ¿Las has contado? ¿Tanto piensas en mi?

— ¡Eres el ser más despreciable de la tierra! Cuando creo que puedes ser un poco maduro y poder llegar a conversar como con una persona normal, haces algo que lo arruina.

— ¿Puedes dejar de ser tan extremista?

— ¡No soy una puta! ¿Entiendes? ¡No, claro que no! ¡Porque es con el tipo de chicas con las que usualmente sales! ¡Pero yo no soy ellas! ¿Entiendes? No me trates como si fuera una chica fácil, que la usas como pañuelo descartable. —le gritó en su cara, altamente enojada, mientras se iba a la cafetería a buscar un agua y nada más. No tenía hambre. Pero, mientras pasaba al lado de él, para ir a la cafetería, este la tomó del brazo, y la pegó a su cuerpo.

— ¿Estás segura que tanto te molesta que te haya besado?

—Claro que si, no te acerques.

—Creo que si te gusto. —comentó el chico, a escasos centímetros de la boca de ella.

— ¡Aléjate! —le gritó nuevamente, empujando al muchacho. — ¡Te lo advierto! ¡No quiero que me toques! ¡Idiota!

Y luego de aquellas palabras, pateó con fuerza su pierna izquierda, mientras este la soltaba, tratando de tocar la zona lastimada por la chica. Ella, sonriendo ante aquello, se fue a buscar su botella de agua.

Con un vestido de seda rosa viejo con mangas cortas y escote pero sin que se vea nada, zapatos de tacón del mismo color y una pequeña cartera haciendo juego, con joyería mucho más fina y elegante que hoy a la mañana, de diamantes, bajó las escaleras de su habitación rumbo a la calle Oxford, el bufete de abogados donde trabajaba se encontraba. 

—Buenas noches, Sr. Styles.

—Buenas noches, Charlotte. —contestó el hombre, mientras agarraba unas carpetas azules. —Esto es lo del caso Mcgonadal. —dijo este, entregándoselas. —Y esto. —comentó, con otras rojas. —Es del caso Randall.

—De acuerdo.

—Yo debo irme, el embajador de Italia quiere verme y dijo que era un asunto muy importante. —le explicó este, colocándose su saco. —Pero no te procupes, vas a tener ayuda de alguien más. Buenas noches.

—Buenas noches. —respondió, y luego, el hombre salió de la oficina. Ella, tomó las carpetas y las acomodó en el escritorio, para luego agarrar unas hojas que estaban sobre el mismo y una lapicera, lapiz, goma, regla y borrador.

—Buenas noches, preciosa. —susurró una voz cálida y sedosa detrás de ella, en su oído, provocándole un escalosfríos que fue desde su cabeza hasta sus pies.

— ¿Harry? —preguntó al darse vuelta, y verlo allí al chico, vestido elegante como siempre. — ¿Qué haces aquí?

—Como te iban a dejar solita con tanto trabajo, me ofrecí a ayudarte. Además, me diste plantón un viernes a la noche. Debía cobrármelas.

—Hay por favor... ¿Qué quieres?

—No te confundas, preciosa. Sigo enojado por el golpe de hoy a la mañana. Pero... No podía dejar a una damicela en apuros así. —dijo este, acercándose a ella, peligrosamente.

—No me toques.

—Ya quisieras.

— ¡No! —gritó ella, mientras el se acercaba de igual modo a ella, y colocaba un rulo perfectamente formado, detrás de su oreja.

— ¿Te han dicho que eres hermosa hasta cuando te enojas?

— ¿Qué es lo que quieres, Harry?

—A ti...

—Ay, por favor. Que molesto.

— ¿Vas a terminar dos casos en una noche tu sola? —preguntó, mirándola fijamente a los ojos. —De acuerdo, entonces... Me voy. —comentó, girándose y susurrando para si mismo: Uno... Dos... Tres...

— ¡Espera! —dijo Charlotte, a la cuenta de tres de él. —De acuerdo, quédate.

—Di las palabras mágicas.

— ¿Por favor? —dijo ella, más en una pregunta que otra cosa.

—De acuerdo, me convenciste. —comentó el, besando la mejilla de la castaña, muy cerca de sus labios. — ¡Manos a la obra!

Luego de aquello comenzaron a trabajar, primero en el caso Randall, ya que era más largo que el otro. Luego de dos horas, estaban hambrientos y pidieron comida china, por pedido de Charlotte, y luego de comer, siguieron trabajando. Se hicieron las dos y media de la mañana, y todavía no terminaban con el caso Macgonadal, el cual, resultó ser más corto pero mucho más complicado que el otro.

— ¿Quieres descansar un poco? —le preguntó con suavidad Harry.

—No, estoy bien. —dijo ella mientras se sentaba mejor. Ambos estaba en el piso, ya que para ambos, era mucho más cómodo tener todos los papeles revueltos sin que nada se pierda, como ocurre en un escritorio.

—Ven aquí. —musitó Harry, tomando los brazos de Charlotte y arrastrándola por la alfombra hasta el. Le quitó los zapatos de tacón, y luego, la apoyó de espaldas a él, en su pecho.

— ¿Qué haces?

— ¿No me digas que no es más cómodo? —preguntó agachándose para mirar su rostro.

—Mucho. —dijo ella, agarrando otra carpeta y volviendo al trabajo. Luego de dos horas más de arduo trabajo, el muchacho quería una carpeta que se encontraba bastante lejos de él, entonces se la pidió a Charlotte, pero esta, al no responderle, notó que estaba plácidamente dormida. La tomó por los hombros, y la detuvo contra el suelo, para el ahora si, pararse, y tomarla con sus brazos y apoyándola en su pecho.

— ¿Cómo puede una mujer ser tan hermosa? —susurró, viéndola dormir plácidamente, mientras que el cabello de ella caía como hilos suaves y delicados sobre su rostro de marfil. Así, la llevó hasta la planta baja, donde estaba estacionado su auto y allí la dejo, en el asiento del copiloto, un poco inclinado hacia atrás. Luego, volvió a donde era la oficina de Carter, donde estuvieron trabajando toda la noche. Tomó las carpetas, las ordeno un poco y volvió al estacionamiento, donde Charlotte continuaba durmiendo como él la había dejado.

Se sentó en el asiento del piloto y colocó las carpetas en el asiento de atrás, para luego, manejar rumbo a su casa. A esta hora de la noche, si llegaba con la muchacha a la escuela, iba a ser regañada, e iba a tener un parte, ya que las habitaciones los fines de semana inclusive, cierran a las doce de la noche y abren a las ocho de la mañana del día siguiente. Así que, el muchacho condujo hasta su morada.

Luego de una hora o más, donde Charlotte seguía plácidamente dormida, Harry llegó a su morada en Silsoe, Bedforshire, a 125 km de la ciudad de Londres. Allí, una mansión, de dos pisos, más de veinticinco habitaciones y un parque con unas dimenciones impresionantes se encontraba. En la entrada, se podía observar el pasto verde recién cortado, una fuente en medio y una serie de estatuas rodeando el camino hacia la gran casa. Wrest Park, es una de las mansiones más hermosas de toda Inglaterra, y la belleza de ese lugar impactaba ante los ojos de cualquiera.

El muchacho aparcó el auto, a unos metros de la puerta, y bajó de este, tomando las carpetas en su mano, y luego con la otra abrir la puerta y tomar a Charlotte en sus brazos. Al entrar a la recidencia se encontró con Santana, la ama de llaves.

—Buenos días, Sr. Harry. —dijo la mujer, con pijama y cara de dormida.

— ¿Qué haces despierta, Santana?

—Es que... Vi el auto acercarse a la casa, y tenía que saber si había llegado bien. —dijo la mujer. — ¿Quién es la muchacha? —preguntó viendo a la chica, dormida entre sus brazos.

—Es una compañera de la escuela.

—Jamás ha traído una chica a la casa.

—Ella no es cualquier chica, San. —le respondió el muchacho, subiendo las grandes escaleras dobles, hasta su dormitorio. Era un cuarto de unas dimenciones extravagantes, en la primera parte había un pequeño recividor y luego, pasaba a donde estaba su cama de dos plazas y media, con techo y revestida con finas telas de seda. Frente a esta, había una televisión de plasma colgada en la pared y bajo el televisor un aparador de madera caoba. Las paredes estaban tapizadas con diseños barrocos, al igual que en todo el lugar, y los pisos eran de madera lustrados. En el lado izquierdo, se encontraba el armario de el, y el baño, y más en el lado central del lugar, un espacio donde se encontraba un piano, un violonchelo, un saxo y un violín. El lado derecho, una sala de estar, con tres sillones, una pequeña mesa y otro televisor. Y allí también estaba el equipo de música, con parlantes en toda la habitación

Recostó a la muchacha en la cama y la dejó allí reposar, mientras este, se quitaba el saco, el chaleco, la camisa y buscaba un pantalón de pijama. Entró al baño, y al salir, se encontró con Charlotte, la cual, seguía durmiendo como tronco. Pensó más de una vez, acostarse al lado de la muchacha, y aunque era lo que más quería en el mundo, se abstuvo, ya que sabría como reaccionaría ella cuando despertara. Sin más, se fue al sillón, y con una manta, se acostó allí.

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