Hemos caminado al rededor de quince minutos, y no puedo negar que él me da un poco de miedo. Pero necesito saber qué rayos es o qué es lo que pasa.
—Y lo sabrás — ¿qué? Lo dije o lo pensé. —Lo pensaste. —si padeciera del corazón creo que estuviera sufriendo un ataque o algo así.
—¿Cómo es que sabes lo que pienso? Eso no es posible —digo con un poco de burla, pero a la vez el miedo persiste
—Ese es un don, por ser... diferente—toma mi mano y me guía hacia un edificio muy elegante. Subimos al elevador y marca el piso numero ocho.
Tengo tantas preguntas que hacerle. Pero seguro ya ha escuchado esto —¿Aquí vives? —suelto sin más.
—Desde que te encontré, sí — bajamos del elevador y me guía hacia su habitación —Entra, puedes sentarte si quieres. Creo que será una charla bastante larga.
Lo dudo un poco, pero entro y me acomodo en un sofá color azul a juego con la mesita de en medio. Las paredes de éste son color crema, con algunos cuadros decorando ésta. Él se sienta a mi lado.
—¿Tienes hambre? —sí tengo pero en este momento solo puedo pensar en lo que ha pasado mi cabeza es una maraña completamente.
—Creo que ya escuchaste lo que pienso —y me regaño a mi misma por no fresas mis pensamientos y es que aún no me lo creo. Prefiero pensar que talvez estoy quedando loca, o que estoy diciendo las cosas en voz alta.
—De hecho sí — sonríe pero la sonrisa no llega a sus ojos. —ya vuelvo
Se levanta y se pierde en un pasillo que está a la derecha de donde estoy.
—Listo, toma. — ¿quién puede pensar en comer en momentos así? Pues yo, quién más ¿no? Cuando estoy muy triste, desesperada o como en éste momento: nerviosa, me da por comer.
Me ha traído un pedazo de torta de chocolate junto a una copa de vino.
—Que combinación más exótica —espeto, mirando la copa. Sube los hombros restándole importancia
—¿Qué quieres saber primero? — inquiere
La maraña de preguntas atañe mi mente, pero al fin logra salir algo de mi boca: —¿Qué eres? —pregunto, mientras me echo a la boca un trozo de torta está deliciosa —qué es eso de " vivo aquí desde que te encontré" ¿me estabas buscando, o qué? —hablo rápido, ¡oh Dios! Todo ésto es tan irreal. Antes de que siga con mi instintiva curiosidad me interrumpe.
—Despacio, una por una te responderé, pero hay algunas cosas que no te podré contestar.
—Al menos respóndeme lo primero
Da un gran suspiro, y parece cavilar la respuesta.
—Sea lo que sea, no tienes porque temerme, ni alejarte de mi ¿sí? — yo asiento con un movimiento de la cabeza, aunque con un poco de duda — Bueno, pues soy un —guarda silencio por un momento — un vampiro
Siento que me atraganto literalmente, con el trozo de torta que masticaba. Comienzo a toser desmesuradamente. Y él se levanta inmediatamente, con una velocidad que da miedo y me pasa la copa de vino, y al verlo hacer eso, siento que me atraganto aún más. Tomo un poco y logro sentirme un poco mejor.
—¿En serio eres un vampiro? Bueno era algo obvio, por lo de tus colmillos y eso, —hago algo de drama, pues eso claro que trata de joderme la vida — pero, es que, no sé. ¿Juegas conmigo? Creo que ya debes de dejar de jugar e ir al grano —digo entrecortado mientras sigo tosiendo.
—Hablo muy en serio Metzy — y realmente su semblante es lo que transmite; y viéndolo tan cerca de mí, parece aún mas grande y fuerte, con su cabello desordenado, y sus acciones casi Inmutable.
—¿Entonces es de verdad? —él asiente y trato de razonarlo un poco —pensé que solo eran personajes literarios. Ahora entiendo porque puedes leer mi mente. ¿Eso quiere decir que siempre leíste mi mente? —logro hablar tan rápido que más bien parezco sólo farfullar.
—Sí, disculpa por eso. Nunca te haría daño —se acerca a mí y me acaricia la mejilla, mientras me retira un mechón rebelde que sobresalía de mi cola mal hecha —y no, no siempre puedo leer tu mente. Yo puedo entrar a la mente que quiera, pero la tuya no, es tan extraña. —me ve ceñudo — Solo puedo entrar en algunas ocasiones. Y creo que es porque tú inconscientemente creas una barrera o piensas demasiadas cosas a la vez aún no lo sé.
Y él que dijo "ya me creyó todo ésta".
— ¿Cómo se supone que hago eso? —digo incrédula, haciendo como si de verdad le creyera.
—Aún no lo sé,—puntualiza —quizá porque está en tu particularidad o incluso tus genes, no lo sé exactamente.
— Y, ¿qué hay con la otra pregunta?
Se pone de pie dando un largo suspiro —Es una larga historia, ¿crees en las vidas pasadas?
—Creo que sí, bueno no sé es algo inverosímil, no estoy segura, pero dime por qué me preguntas por eso, qué tiene que ver —indago con inquietud.
—Púes tengo dos siglos buscándote, y justo cuando te encuentro el imbécil de Gideon ya está en tu vida —habla con frescura, como si eso fuera lo más normal del mundo. Casual, vivir dos siglos.
Ok, ésto ya es demasiado para mí—Espera ¿Cómo dijiste? —reacciono al escuchar la mención al escuchar el nombre de Gideon —aún no entiendo. Dijiste Gideon ¿Escuché bien? —Adam gira los ojos, y asiente —¿Quiere decir que ya lo conocías desde hace mucho tiempo? —Vuelve a asentir en un movimiento de su cabeza — No eso no es posible, no puede... —digo más para mí que para él.
—Recuerdas que te dije que no puedo decirte algunas cosas —yo asiento — bueno, pues en su momento dado te darás cuenta. Y Gideon— voltea los ojos poniéndolos en blanco — él igual también te busca.
Río sarcástica —¡Que lo odies no significa que vengas a inventar éste tipo de mierdas en contra de él! —camino decidida hacia la salida, pues ha sido suficiente burla por hoy.
—Gideon es un vampiro, al igual que yo. —espeta a mis espaldas.
—Mira, —me giro sobre mis pies para verlo —no sé que trucos usas para sacar esos colmillos de tu boca, o para hacer esas cosas raras, aunque creo que es producto de mi imaginación —me acerco molesta hacia él —No eres quién para venir a querer meterme en miedo, o no sé cuáles sean tus intenciones.
—¡Mis únicas intenciones son protegerte! —Adam se acerca aún más a mí, y puedo notar como su iris va cambiando de color.
Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero no sé cómo, me mantengo firme ante él.
—¿De qué se supone que me proteges? —hablo con severidad.
—Hay muchas cosas que no conoces —sus ojos se vuelven un dorado intenso. Al ver mi susto, me toma de la cintura y sus manos, están a una temperatura algo irreal.
—¿Ah sí? ¿Cómo cuáles? —inquirí
—Yo no soy el peligro, el único peligro es Gideon. Es un vampiro muy peligroso. —pone su frente sobre la mía, mientras yo me quedo estática.
—Si ess un... un vampiro también —tartamudeo —si tú tiene dos siglos buscándome, y Gideon también me ha estado buscando, quiere decir que él es igual a ti. —gran parte de mí comienza a creer en las palabras de Adam, sin saber por qué. Y me da miedo, acepto que tengo más que miedo, aunque aún trato de aferrame a la posibilidad de que quizás estoy quedando loca.
Trato de procesar todo esto, he leído libros sobre cosas sobrenaturales, pero pensé que solo en mi imaginación y en los libros podrían existir tales cosas. Mi pulso está bastante acelerado, no sé si es por miedo, confusión, susto o todo junto. Solo lo veo a los ojos. —Es una broma, o un mal sueño todo esto ¿verdad?
—Creo que eso no lo debía decir, pero sí, él también es un vampiro. No debí mencionarlo.
Cálmate un poco, por favor.
Que me calme
¿Que me calme?
¡¿QUE ME CALME?!
¿Vamo' a calmarno?
Que me calme un rábano, siento que hasta mis piernas flaquean del jodido miedo.
Qué fácil las pintan a las protagonistas en los libros cuando les dicen que son vampiros, y lo aceptan, y son guerreras.
Pero luego estoy yo, quien tanto soñó con ser una de esas protagonistas, y ahora estoy casi meándome del miedo.
No puedo creer esto. Así que de un salto me levanto, abro la puerta y salgo corriendo en busca de la salida.
Cuando el miedo ataca y queda algo de funcionamiento en tu mente, lo único que podrás hacer es correr y justo ahora eso es lo que hago.
Al salir a la calle, está lloviendo. Pero doy gracias por amar la lluvia, prefiero que caiga sobre mí e irme corriendo hasta mi casa y meter mi cabeza en las sábanas y luego fingir que sólo fue un sueño.
Agradezco que Adam no haya venido tras de mí, digo, hace un rato mientras por primera vez me mostró sus colmillos sentí mucho miedo, demasiado diría yo, pensé que me haría daño, pero confié en él, y ni siquiera sé porqué reaccioné así, y en ese momento hasta logré llegar a creer, pero ya en su cuarto, se me hizo más fácil no creer que eso fuera real...
Pero al final, sí lo es o eso creo.
¡Rayos!
¡Mi mente es una nube llena de trazos que van en distintos direcciones, creando un desorden que ni yo misma entiendo!
Sólo necesito estar sola, y pensar. Aunque no sé qué es lo que tengo que pensar. Es cierto que cuándo leía imaginaba ser la protagonista, pero en la realidad todo es más difícil de entender y de creer sobre todo. Las gotas de lluvia resbalan sobre mí rostro y hacen menos pesada está conmoción que alberga ahora en mí.