Amy.
Todo iba de mal en peor, todo estaba saliendo mal, iban a acabar conmigo, no podía aguantar tanto tiempo, tanto dolor y presion en el pecho que era lo que sentía ahora mismo.
Nami no sabía de lo ocurrido y se los trajo a casa, si, Zuro, Sanji, Arlong, Neol y Ferlu, en casa.
Supuestamente fue para hablar las cosas, pero yo no quería, no quería volver a sufrir y por eso no quise salir de la habitación. Sólo Didi y Zael entraban dentro para saber cómo estaba o para darme algo de comer, en caso de Zael era para dormir conmigo y tranquilizarme en las noches de tormentos emocionales.
Quedaban ya sólo dos días para irnos y seguía encerrada, con mis pensamientos y rayadones de cabeza los cuales me provocaban dolor en esta y me acababa durmiendo.
Llamaron a la puerta cuando estaba tumbada sobre la cama mirando al techo sin saber por qué no había desaparecido ya de allí.
—Amy, soy yo— era la voz de Tony.
Fruncí el ceño al oírlo, pero por su voz supe que estaba muy preocupado, así que me levanté lentamente de la cama y dudé unos segundos en abrirle la puerta, finalmente accedí.
—Vengo a proponerte una cosa— dijo nada más entrar mientras cerraba la puerta detrás de él con pestillo.
Le miré dudosa.
—He estado pensando que esto nos servirá a los dos por igual— se sentó a mi lado— si hablas con tu hermano, yo, prometo que hablaré con mis padres— me dijo seguro de si mismo.
Le sonreí sin ganas.
Realmente me preocupaba mucho su situación familiar, ya que por lo que parece sus padres no se tomaron tan bien que Tony fuese homosexual y por eso se fue a casa de Didi durante dos meses.
Por una parte me parecía una tontería, por otra un chantaje, pero si me lo pensaba, era un bien para nosotros dos
—Me va a costar mucho trabajo hablar con ellos, al igual que a tí con Zuro, pero, sinceramente, nunca te lo había dicho, pero te admiro— le miré sorprendida— ¡No me mires así! — exclamó entre molesto y avergonzado— siempre has sido la número uno en clase, siempre sacabas la puntuación más alta en gimnasia, encima eras la presidenta del consejo estudiantil, ¡con el trabajo que da eso!— dijo mirándome sorprendido por mis hazañas— encima tú y tu hermano vivis solos y te vas a trabajar después de la escuela para salir adelante...— suspiró— fuiste mi inspiración para sacar un poco de valor en mi y decirles a mis padres aquello que soy— me cogió de la mano y me miró a los ojos— si has podido hacer tantas cosas y ser la mejor en todo, ¿por qué ahora te derrumbas?— parecía triste.
No le contesté, todo lo que me había dicho sobre mí era verdad, pero lo que me había dejado sin palabras fue que me dijese que yo fui su inspiración para armarse de valor...
—Quiero aportarte lo que tú me aportaste a mí sin saberlo— me cogió del mentón para que no intentase agachar la cabeza— valor— lo miré con los ojos empañados.
Tenía razón, he superado y soportado cosas peores, ¿por qué no podía con este asunto? Sabía que me dolía por dentro, pero, bien me ha dicho mi mejor amigo, tengo que afrontarlo.
No hice otra cosa que abrazarle con fuerza.
—Gracias— le dije en un susurro.
Él me apretó contra él más fuerte mientras me frotaba la espalda.
—Ahora sal y dúchate— me dijo separándose del abrazo con una sonrisa.
—¿Estarás a mi lado?— le pregunté con cierto miedo.
—Eso no lo dudes— me besó la frente y me cogió de la mano para levantarme de la cama y acompañarme hasta la puerta del baño.
—Avisaré a todos para que vengan— me avisó— Seguramente estarán en las aguas termales— rodeó los ojos.
Asentí con la cabeza con una sonrisa.
—No tardes— me dijo antes de ir en busca de los otros.
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Pensé que iba a ser diferente, pero había tanta tensión en el salón que sólo pude calmarme si le daba un apretón de manos a Tony quien estaba sentado a mi lado sujetándome la mano sin importarle si se la apretaba.
Con tanto silencio pude averiguar por mi sola que Vilma fue quien le dijo a Neol que estábamos aquí de vacaciones, se le veían muy juntos y felices a los dos tortolitos... Pero realmente me enfadó que Vilma le hubiese dicho nada a Neol, ¡estaba más que claro que se lo iba a decir a Zuro!
Fruncí el ceño enfadada.
—En un cementerio lo he visto más habladores— rompió Didi el silencio.
Sanji se encendió un cigarro y apoyó el codo en la mesa que había a su lado con un cenicero, Ferlu se cruzó de piernas y brazos mientras miraba a un punto fijo en el suelo, Arlong estaba de pie apoyado en la pared y a Zuro nada más mirarle se le notaba realmente tenso.
—Mira Amy, lo siento— pareció que explotó— Nunca quise decirte aquello, jamás quise echarte la culpa de algo en la que no la tienes— me miró con los ojos bien abiertos— me duele más que a tí saber que te dije aquello sin pensar— se cogió del pecho.
Dejé de apretarle la mano a Tony y me aparté de su agarre delicadamente para poder cruzarme de brazos y mirarle atentamente.
—Fui yo el culpable de todo lo que sucedió con mamá por aquel entonces— se frotó la sien con fuerza dejando la marca de sus dedos— todas las noches me torturo la mente sabiendo que fui yo el culpable— se tiró del pelo— Si yo te hubiese lanzado la pelota correctamente mamá seguiría con nosotros...— agachó la cabeza mientras se apretaba la nuca con demasiada fuerza dejándosela roja.
En su voz había tanta sinceridad como arrepentimiento, no pude evitar sentirme mal al verle así.
Todos estaban expectantes viendo a Zuro, pero cuando me levanté, todas las miradas se dirigieron hacia mi cosa que no me importó en ese momento.
Me agaché frente a Zuro y este levantó un poco la cabeza para poder verme.
—Perdóname— dijo en un susurro con una lágrima recorriendo su mejilla.
Sin más me abracé a él y este al instante me devolvió el abrazo colocándome encima de él para poder abrazarme más fuerte.
—Te quiero hermanito— le dije con una sonrisa al oído.
Este se separó no mucho del abrazo y me besó la frente.
—Te quiero enana pervertida— me sonrió mientras me apartaba un mechón de pelo de la cara.
Le di un golpe en el hombro y le volví a abrazar. Le oí reírse.
Realmente le echaba de menos.