Las musas de Samuel de Luque...

By Anngie_777

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Samuel es el famoso escritor del momento, sus historias han tocado el corazón de hombres y mujeres, sin embar... More

"El misterio de los leones dorados"
1: "Los romances de un soltero codiciado"
2: "El club de los corazones rotos"
3: "Estudiante de gastronomía y pintor de medio tiempo" (Valente)
"Las musas de Samuel de Luque"... Aviso
Otro aviso
5: "El músico que buscaba inspiración" (Sebastián)
6: "Admirador #1" (Fernando)
7: "El vecino que marchitaba las plantas de Samuel" (Alejandro)
8: "La cantante de Jazz que quería cantar Ópera" (Natalia)
Aviso
9: "Seis musas en la lista, siete leones dorados"
10: "El visitante de Barcelona"
Aviso :/
11: ¿Casualidad?
12: "¿Aceptarías salir conmigo?"
13: "Amargos recuerdos-Besos dulces"
14: "Acompáñame"
15: "Una ultima vez"
Aviso!!!
15: "Una última vez" (Guillermo)
16: "Un cuento de hadas"
Una explicacion
17: "La historia perfecta"
¡Hola!
18: "La barrera del tiempo" (+18)
19: El plazo esta a punto de cumplirse
20: "La séptima musa" (Helena)
21: "No seré parte del club de los corazones rotos"
22: La gran historia
23: Confesiones
24: "El corazón de Samuel de Luque"
25: "El séptimo león"
¿3k lecturas?
26: "Inmortal" (Final)
Han pasado 84 años...
Especial Parte 1: Oscuro pasado
Especial parte 2: "Las musas de Samuel de Luque: De Valente a Emma"
Aviso
Final: "Las musas de Samuel de Luque: De Sebastían a Natalia"
Uno mas
#Wattys2019
Noticias!!!
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Especial 17k lecturas
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Coming soon...

4:"La dulce chica del tren" (Emma)

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By Anngie_777

Seguía frente a mi ordenador con la mirada perdida en la pantalla, en mi mente no dejaba de repetirse lo dicho por Valente:

"Es un príncipe, perfecto a su manera"

No sabía que quería decir aquello exactamente, pero de alguna forma me intrigaba, y enojaba al mismo tiempo, para mí resultaba frustrante aquella historia; esperaba un poco más de realismo, que el relato de Valente tuviese detalles interesantes sobre Samuel de Luque, algo más que "su absurda perfección", ninguna persona podía ser perfecta.

Aun dudaba sobre si aquello había sido real, pero al leer lo que había escrito y tras escuchar mi grabación un millón de veces, me resultaba imposible encontrar algún detalle, un indicio de que Valente me hubiese mentido y eso me enojaba aún más. Solté el lápiz que había mantenido masticando entre mis labios y me dejé caer en la silla mirando el techo, esperando una nueva señal para continuar con aquello; de acuerdo con la descripción del chef, Samuel anteponía los intereses de su pareja y su felicidad a la propia, por otro lado al parecer buscaba omitir detalles realmente personales, como si de algún modo supiera que esa relación no duraría lo suficiente o como si el incluir su vida personal resultase peligroso de alguna manera, sin embrago, no podía asegurar aquello ya que recién conocía la primera historia de "amor" de Samuel y nada me garantizaba que esto ocurriera en todas las ocasiones.

Tenía entre mis manos aquella lista que había elaborado Ismael el día en que había aceptado escribir sobre esto, según él, estaba organizada de forma cronológica, es decir, Valente era la relación más antigua, por lo tanto Emma, que era el siguiente nombre en la lista, debía ser una conquista más reciente, me preguntaba ¿Cuánto tiempo habría dejado pasar nuestro escritor estrella para embarcarse en un nuevo romance de cuento?; suspiré profundamente, aunque la curiosidad y necesidad de saber un poco más sobre las personas que habían inspirado a Samuel me carcomía, en el fondo me cuestionaba sobre el destino de todo esto e incluso algunas veces me planteaba la idea de que solo era una pérdida de tiempo, a pesar de ello ahí seguía debatiendo conmigo mismo sobre realizar la siguiente entrevista o dejarlo pasar.

(...)

Habían pasado tres días desde mi entrevista con Valente, había perdido el día entero investigando en las sinopsis de los libros de Samuel, en las reseñas realizadas por expertos y en las recomendaciones de las páginas de fans, sobre alguna historia que se pareciese a lo narrado por este, después de todo mi proyecto estaba orientado a encontrar las fuentes de inspiración del escritor, "Las musas de Samuel de Luque" como había decidido nombrar al documento donde estaba plasmando todo mi trabajo; pero no había encontrado absolutamente nada, nadie hacía referencia a algo parecido, incluso había comprado aquel libro: "El club de los corazones rotos", y había leído un fragmento de cada relato en él, sin encontrar resultado. De nueva cuenta, y en vista de los resultados obtenidos, estaba comenzando a dudar de la veracidad de la historia de Valente, a pesar de ello y quizá porque ya le había dado mil y un vueltas a esta, me resultaba familiar.

Cerca de las 19:30, me encontraba en la puerta del café; algunas personas salían de este abrigándose del frio de la noche, mientras en el interior se escuchaba el mover de mesas y sillas; supuse que lo mejor era entrevistar a Emma después del trabajo, de esta forma nadie nos interrumpiría y habría menos posibilidades de que tuviese cabeza para mentirme, o crear una historia tan llena de perfección. Tras dar un respiro profundo entré, ahora más que nunca, no poseía ni la más remota idea de lo que estaba haciendo; pude ver que los músicos guardaban sus instrumentos mientras los camareros limpiaban algunas mesas y recogían la bajilla, pude ver a un agotado Valente sentado detrás de la barra mientras Mateo acariciaba dulcemente su espalda cerrando las cuentas en la caja registradora. Me acerque con paso dudoso hasta ellos y salude lo más familiar que pude.

-¡¿Qué tal?!, ¿Un día agotador? – y aquello había salido de mi boca de la forma más acartonada posible.

-Un día normal – respondió Mateo con una media sonrisa.

-¿Qué tal Guillermo?, ¿Cómo va tu investigación? – preguntó Valente sin despegar el rostro de la barra, realmente lucía cansado, nada que ver con el joven fresco y alegre que había visto hace tres días.

-Bien, supongo – dije dudoso – en realidad es por mi "investigación" que estoy aquí – fui sincero.

-¿Vienes a ver a Emma entonces? – preguntó Mateo.

-Si – no tenía nada más que agregar.

-Esta por allá, espero que este de humor para responderte, si no es así, no la culpes fue un día pesado – comentó Valente mirándome brevemente para volver a dejar caer el rostro sobre la barra.

-Gracias, con permiso – agradecí para dirigirme hasta aquella chica, la misma que nos había atendido a Ismael y a mí el primer día que estuve aquí.

-¿Emma? – dije acercándome con cautela, intentando no sorprenderla.

-¿Periodista? – dijo ella girándose, a pesar de lucir cansada y estar ligeramente despeinada, se veía igual de hermosa que cualquier otro día.

-Guillermo – respondí aclarando mi garganta, me ponía un poco nervioso hablar frente a una mujer tan bella, aunque tenía que admitir que Valente también era bien parecido a su manera, lo cual me hablaba del buen gusto, al menos en el aspecto físico, de Samuel.

-Esta bien, hola Guillermo – me sacó de mis pensamientos mientras tomaba una de mis manos para atraerme hasta ella y dejar un beso en mi mejilla – ¿supongo que hoy es el día de mi juicio, cierto? – mencionó alegre, a pesar del agotamiento, parecía mantener su buen sentido del humor.

-Hola Emma – respondí a su saludo – Y con respecto a tu juicio, velo como una entrevista, yo solo vengo a hacerte preguntas, no a juzgarte de ninguna forma – quería aclarar aquello, yo no era nadie para juzgarla a ella o a cualquier persona, simplemente estaba ahí por una investigación, una que de momento no tenía ni pies ni cabeza.

-Descuida, lo sé, solo que cuando se trata de hablar de mí, prefiero ver las cosas con humor, la seriedad me asusta un poco, además nunca imaginé que alguien quisiera hacerme una entrevista – dijo ella un poco nerviosa mientras se sentaba y me indicaba que hiciese lo mismo.

-Siempre hay una primera vez para todo, ¿no crees? – traté de relajar el momento mientras sacaba una pequeña libreta de notas donde había transcrito la entrevista con Valente y las preguntas que realizaría, con algunas modificaciones, además de mi grabadora.

-Supongo – dijo en medio de un suspiro – ¡Que profesional! – sonrío Emma mientras tomaba mi grabadora, yo simplemente reí ante su comentario, en últimas fechas me sentía de todo menos profesional.

-Bueno, entonces comencemos ¿te parece? – aclaré la garganta abriendo la libreta.

-Cuando quieras, dispara – respondió inclinándose sobre la mesa apoyando el rostro sobre sus manos y mirándome fijamente, acción que me puso aún más nervioso, ella realmente poseía una belleza que podía llegar a imponer, pero la sencillez de su personalidad la hacían ver como un ángel, una ángel bastante peculiar.

-¿Sabes porque estoy aquí y de que trata mi trabajo cierto? – quería iniciar con aquello, suponiendo de antemano que Ismael y Mateo ya la hubiesen preparado.

-Sí, vienes a investigar sobre las "musas" inspiradoras de Samuel, y las relaciones "sentimentales" que ha tenido con estas – dijo haciendo énfasis en musas y sentimentales.

-Bueno, entonces ya sabes de que va todo esto – sonreí ampliamente presionando el botón de grabar para comenzar con mis preguntas.

-Sí, aunque no sé de qué te servirá mi historia, yo no creo haber sido una musa para Samuel, en realidad ni siquiera sé si en verdad tuve una relación con él, no lo conocí de nada y nunca volvimos a hablar – la chica era bastante honesta y transparente, y aunque sus palabras me habían descolocado y hasta cierto punto dejado sin armas, la dulzura de sus gestos me habían suavizado el golpe, dependería de mí la utilidad de su relato, quizá sería mi señal para continuar o bien para dejar esto de una vez por todas y buscar un nuevo empleo, esta vez en serio.

- Bueno eso ya lo veremos – dije lo más alegre que pude – entonces dime: ¿Cómo y cuándo conociste a Samuel?

-Lo conocí hace más o menos cuatro años, un septiembre, él y yo viajábamos diariamente en el tren que va del centro a las afueras de la ciudad, él a saber a dónde y yo de camino a cuidar a mi abuela, en aquel entonces yo cursaba el segundo año de la carrera de enfermería y viajaba cada tarde para cuidar a mi abuela ya que ella era mi única familia, además de mi hermano mayor quien desde entonces se encontraba trabajando en Londres – hizo una pausa para beber un poco del café que nos había traído Valente unos segundos antes – por aquellos días mi situación económica no era tan buena, de hecho aún no lo es, pero entonces era peor, yo tenía que trabajar para poder costear los gastos de mis estudios ya que el dinero que mi hermano nos enviaba, solo alcanzaba para la comida y el medicamento de mi abuela, así que mis gastos personales corrían por mi cuenta. Yo había visto a Samuel en otras ocasiones, siempre se encontraba escribiendo en una vieja libreta mientras miraba ocasionalmente por la ventana, era como un personaje sacado de una película vieja, un personaje bastante atractivo si me permites – sonrío ampliamente ante su comentario – el caso es que siempre bajaba una estación antes, yo tenía que esperar hasta la última, y aunque en cada ocasión compartíamos el vagón, nunca habíamos hablado, hasta aquel día.

-¿Qué pasó aquel día? – conforme cuestionaba, realizaba algunas anotaciones que me parecieran importantes, el detalle del tren y la libreta de notas.

-Bueno, el día que por fin hablamos a mí se me había hecho verdaderamente tarde por doblar turno en el trabajo, así que tomé el primer tren que vi en el andén, lo abordé tan deprisa, que olvidé revisar si llevaba dinero suficiente para pagar el boleto – respiró profundo como si recordar aquel momento le generará demasiada vergüenza – me senté donde siempre y él se encontraba ahí, ese día no llevaba su libreta y parecía distraído, sin embargo, no le di mucha importancia; cuando íbamos por la segunda estación el revisor comenzó a pedir los boletos, yo inmediatamente comencé a buscar dinero para comprar uno, fue entonces cuando me di cuenta que no llevaba suficiente, ¿sabes lo perdida que me sentí?, era como si un grueso nudo se hubiese formado en mi estómago, si me bajaban en la estación siguiente estaría varada, tendría que esperar hasta el día siguiente para buscar la forma de conseguir dinero para el tren y sobre todo mi abuela se preocuparía y no tenía forma de avisarle, por lo que me encontraba en un buen problema. Pensé que estaba acabada, pensé en esconderme o huir, pensé en apelar a la buena voluntad del boletero y rogarle porque me dejara pagarle el boleto en el siguiente viaje, pero las opciones se me agotaban a medida que aquel hombre se acercaba; cuando llegó hasta nosotros y estaba a punto de pedirme el boleto, escuché la voz de Samuel.

(Flashback de Emma)

-Aquí tiene – dijo él tendiéndole dos boletos al hombre – el de ella y el mío – agregó dirigiéndome una sonrisa esperando que yo no metiera la pata y desmintiera aquello.

-Bien – dijo el hombre mientras tomaba los boletos y los checaba en su lista, finalmente al ver que todo estaba en orden se despidió y nos deseó un buen viaje, recuerdo que yo seguía en shock y solo pude escuchar a Samuel despedirse del hombre jovialmente.

-Ya puedes respirar, el peligro pasó – dijo rompiendo mi burbuja de empane.

-¿Cómo supiste que yo...? – las palabras me salían entre cortadas, yo estaba flipando en un millón de colores.

-¿Cómo supe que no tenías boleto? – dijo el mientras se sentaba frente a mí – No lo sabía, pero lucias tan nerviosa y tomando en cuenta lo apresurada que subiste al tren, supuse que no habías comprado un boleto y no tenías encima el dinero suficiente para pagar uno ahora, así que decidí regalarte uno que yo llevaba de sobra – tenía tanta seguridad al hablar, a pesar de ello no parecía engreído.

- Yo – me había dejado muda, es un hombre imponente hasta cierto punto, y me resultaba increíble que fuese tan amable – Yo le pagaré se lo prometo, usted siempre toma este tren, así que le pagaré – no sabía que más decir.

-No es necesario, lo pague porque quise hacerlo, así que tómalo como un regalo – dijo sin más, para comenzar a ver por la ventana.

-No puedo, lo siento, así que por favor déjeme pagárselo en mi siguiente viaje – tenía que insistir, no estaba en mi naturaleza aceptar regalos de desconocidos.

-Insisto en que no debes hacerlo, podrías aprovechar ese dinero en otras cosas, un libro por ejemplo – soltó de repente, algo que me había hecho dudar sobre si me había estado espiando de alguna manera.

-¿Cómo sabe que utilizo mi dinero para comprar libros? – dije parándome de mi asiento tratando de lucir firme, aunque en el interior moría de nervios y miedo, por la desconfianza que me acababa de generar.

-¿Cómo podría saberlo?, ni siquiera te conozco, es algo que simplemente deduje ya que siempre estás leyendo esos enormes libros de texto, asumí que aun estudiabas, y un estudiante siempre necesita dinero para libros – dijo mirándome desde su asiento – deberías sentarte, es peligroso estar de pie en un tren en movimiento, podrías caer y lastimarte gravemente – mencionó mirando el asiento donde antes me encontraba, indicándome que regresara a este, de inmediato me senté meditando lo que acababa de decir, dudando entre si era cierto y simplemente había deducido que era estudiante o si poseía poderes telepáticos, opté por pensar que se trataba de lo primero, después de todo era cierto que de camino a casa de mi abuela siempre me encontraba leyendo alguno de mis libros de texto o repasando alguna clase de la semana.

-Me llamo Emma, y si le digo que pagaré el boleto, es porque así lo haré – insistí mirándolo directamente a los ojos, a lo que él sonrió ampliamente dejándose caer sobre el respaldo del asiento.

-¿No aceptas regalos de un extraño, cierto? – preguntó de repente.

-No – me cruce de brazos con una expresión de victoria en el rostro.

-Pues entonces – dijo inclinándose al frente en su asiento y tendiéndome una mano – mi nombre es Samuel, ¿Emma, verdad?

-S-Si, soy Emma, mucho gusto – dije correspondiendo su gesto con, aun, un poco de desconfianza.

-El gusto es mío Emma – apretó un poco mi mano – ahora que ya no somos desconocidos, te ruego aceptes el boleto, no lo veas como un regalo o un acto de caridad, velo como que "Hoy por ti, mañana por mí", algún día lo compensaras.

-Pero – traté de replicar ante aquello.

-Sin peros, todos los días compartimos este tren así que ten la seguridad de que en algún momento encontrarás la ocasión de compensar lo del boleto, ahora, si me disculpas, el viaje será largo y no he dormido nada el día de hoy, así que necesito tranquilidad – dijo mientras se levantaba del asiento frente a mí – fue un placer conocerte Emma, que disfrutes el viaje, cualquiera que sea tu destino – finalizó inclinándose levemente y regresando a su asiento para dormir profundamente hasta bajar en su estación habitual.

(Fin del flashback)

-¿Pagaste el boleto? – la pregunta había salido de mi boca sin pensar.

-Por supuesto, al día siguiente pague mi deuda y decidí compensarlo con un vaso de café casero – suspiró profundo – el cual agradeció en sobremanera, para ser sincera lucía demasiado agradecido con aquel detalle, era como si nadie nunca le hubiese preparado y regalado un buen café en su vida.

-¿A qué te refieres? – no entendía porque repara tanto en el detalle del café.

-Cuando alguien te regala un vaso de café, agradeces el detalle y sigues con tu vida, pero en el caso de Samuel no fue así – Emma había comenzado a juguetear con la tasa frente a ella – él estaba tan fascinado con la idea de tener aquel café diariamente que me propuso, que a cambio de llevarle un vaso de café casero cada día, el pagaría mi boleto de tren a diario, de esta forma yo tendría ese dinero disponible para cualquier destino que quisiera darle.

-¿Aceptaste? – interrumpí el relato.

-Sí, durante toda la noche, nuestra conversación del día anterior, me había dado vueltas en la cabeza, lo que más quería era averiguar todo lo que pudiese sobre aquel misterioso hombre, y al ver que un simple vaso de café diario me estaba dando la oportunidad de hacerlo, no dude ni por un segundo.

-¿Y pudiste averiguar todo lo que querías? – este relato podía resultar más interesante si Emma me daba datos sobre la vida de Samuel, quizá aquella chica había logrado inmiscuirse en su vida.

-No – estalló en carcajadas – Samuel es muy hermético en cuanto a vida personal se trata, lo único que pude obtener durante aquel mes, fue que era escritor, uno que recién había publicado su primer libro, que trabajaba como bibliotecario en la ciudad ya que este empleo le permitía tener acceso a cualquier libro que el deseara y de esta forma poder realizar investigación para su siguiente trabajo tranquilamente – suspiró profundo y me miró directamente – también me contó que vivía en las afueras de la ciudad, y que visitaba a su familia cada año en noviembre, nada más – guardó silencio como si esperara que yo realizara una nueva pregunta, entre tanto yo anotaba nuevos datos: una casa a las afueras de la ciudad, un trabajo de medio tiempo y la visita a su familia cada año en noviembre.

-¿Tú y el tuvieron una relación sentimental? – solté de repente, al igual que con Valente había sido muy directo, sin embargo esta vez, algo me decía que la respuesta sería diferente.

- Si, una relación sentimental en su sentido más literal – en verdad aquella chica era transparente.

-¿Podrías explicarme lo de "en su sentido más literal"? – no sabía de donde me salía aquella seriedad, parecía como si por momentos me tomara aquel proyecto como un verdadero trabajo, y aunque a cuenta gotas estaba obteniendo datos muy curiosos sobre el "escritor estrella".

-Fue una relación que incluyó sentimientos, ahora si tu pregunta se enfoca a saber si, él y yo tuvimos una relación romántica, la respuesta es un simple no – sentenció dando un nuevo sorbo a su café, acto que yo imité por inercia.

-¿Quisieras hablarme sobre esa relación? – aclaré mi garganta sintiendo el agradable sabor del líquido que acababa de pasar por ella - ¿Cómo inició, como era, por qué y cómo terminó? – sentí que soltar todas las preguntas, daría pie a que ella misma creara un relato completo de todo lo que me interesaba saber, con mínima intervención mía.

-Veamos... - meditó un segundo antes de empezar – Samuel y yo manteníamos una conversación impersonal todos los días, pero todo cambió a finales de septiembre. Recuerdo que el detonante fue la muerte de mi abuela – tragó pesado, al parecer le costaba un poco tocar aquel tema – al día siguiente de su fallecimiento yo me dirigía a casa, para arreglar asuntos relacionados con su sepultura y funeral, aquel día no tuve cabeza para preparar el café de Samuel, cuando me senté frente a él, simplemente me miró y me cuestionó sobre mi bienestar, y aunque apenas lo conocía y a él no le incumbía en lo más mínimo como me sintiera emocionalmente, recuerdo que por reflejo me tire a sus brazos y comencé a llorar. La única reacción que él tuvo fue abrazarme y acariciar dulcemente mi cabello, a pesar de tener un trabajo y una vida que nada tenía que ver con la mía, terminó bajando conmigo hasta la última estación y me acompañó a cada lugar al que fui, poco hablamos aquel día, el simplemente caminaba a mi lado tomado de mi mano sin cuestionar nada, abrazándome ocasionalmente por los hombros cuando sentía que mi voluntad estaba por quebrarse; al final del día, la última parada era la casa de mi abuela, esa casa donde había crecido, donde tanto había vivido, él esperó afuera, supongo que por respeto, y al salir me lo dijo – y pausó su relato nuevamente, probando mi paciencia, que como siempre era nula.

-¿Qué fue lo que dijo? – pregunte tan pronto guardó silencio.

-"Quiero que compartamos mucho más tiempo" – sonrió con nostalgia, si Samuel había dicho aquello de manera literal, ahora podía estar seguro de que su forma de comunicarse resultaba poco común, quizá esta peculiaridad suya era lo que más me quedaba claro de su personalidad hasta el momento.

-¿Cómo? – deseaba que Emma ordenara mis pensamientos.

-Lo mismo dije yo en aquel entonces, cuando hablas con Samuel, es como si estuvieses escuchando el dialogo de alguna película u obra teatral, es extraño escuchar un lenguaje tan propio, lleno de seriedad y completa seguridad de cada palabra emitida, sobre todo en una conversación que debería ser común – bufó con un toque de fastidio y diversión en la voz – no estoy diciendo que Samuel finja en sus expresiones o sus palabras, es solo que no es común y a veces parecía que era incapaz de relajarse o actuar acorde a su edad, algo que muchas veces resulta bastante divertido.

-¿Crees que le resulta difícil comunicarse con las personas? – de nueva cuenta aquella pregunta se había formulado en mi cabeza movido por la curiosidad y la necesidad de crearme una idea de la verdadera personalidad de Samuel.

-No, en realidad lo que yo pienso es que es al resto del mundo a quien le cuesta comunicarse con él, las personas que lo rodean y tiene la fortuna de penetrar en su aura, son incapaces de entenderlo y ver más allá de algo tan burdo como su forma de comunicarse – se cruzó de brazos sobre la mesa, y a mí me dejó sin palabras.

-¿Aceptaste la propuesta de compartir más tiempo? – no me quedaba más que continuar con la entrevista.

-Sí, bueno, de hecho al principio no sabía a qué se refería, pero más temprano que tarde y a través de acciones, el mismo se encargó de aclarar su propuesta – un nuevo sorbo de café por parte de ambos – veras, aquel día regresamos juntos a la ciudad, él se despidió de mi dándome un beso en la frente con la convicción de que nos veríamos al día siguiente, entonces el cuento de hadas comenzó – un nuevo suspiro cargado de nostalgia – el primer día bajamos una estación después de abordar, me llevó a una pequeña reserva de aves y me obligó a sentarme y escuchar el cantar de cada una de ellas, después a describir el ave que más me gustara, todo mientras él me observaba, tras la comida abordamos el tren de regreso a la ciudad, nuevamente se despidió de mí con aquel beso en la frente que al parecer se convertiría en costumbre, diciéndome que "lo más importante de la vida es saber en qué momento debes parar y tomarte un momento para disfrutar la dulce sinfonía de las aves cantando". En aquel momento me parecía que todo eran solo locuras suyas y no alcanzaba a comprender como un hombre con una vida hecha, un trabajo que había dejado pendiente y un mundo completamente ajeno al mío, de pronto se interesaba por una chica que había conocido por casualidad en un tren y cuyo único vínculo era un simple café casero.

-¿Alguna vez le preguntaste por qué lo hacía? – interrumpí un poco su relato.

-No, en realidad, cuando estaba a punto de cuestionarlo el salía con una frase como aquella o bien me sorprendía con un plan inesperado o una pregunta vagamente personal sobre mí – frunció un poco el ceño y bebió un poco más del café – preguntas del estilo de: "¿cómo te sientes hoy?, ¿Qué tal tú día?, ¿Cuál es tu comida o bebida favorita?, ¿Qué querías ser de mayor?" siempre mantenía mi mente ocupada lejos de los cuestionamientos que me pudieran surgir sobre él, al final cuando buscaba que respondiera alguna de sus propias preguntas, salía con algo completamente predecible o común, me decía que no tenía color favorito, que cuando era pequeño no pensaba en ser mayor o bien que su comida favorita era aquella que aún no había probado, que de esa forma no cerraba su mundo a hechos concretos – apoyó sus mejillas sobre sus palmas – yo no tenía cabeza para pensar en las metáforas que me planteaba y al final me rendía con respecto a conocer más sobre él, después de todo lo que me estaba ofreciendo era más importante – nuevamente me había perdido en sus palabras, la mano no me daba la suficiente velocidad para anotar aquellos detalles que podrían parecer absurdos pero que bien, más delante, quizá resultarían relevantes, a pesar de ello, acababa de confirmar, que Samuel evadía de manera sutil cada intento de irrumpir en su vida personal, de nueva cuenta parecía que para él no resultaba importante lo que supieran o no de su vida, lo importante era el momento que quería hacerle vivir a la persona que se encontrara a su lado.

-¿A qué te refieres con lo que "te estaba ofreciendo"? – esa expresión había despertado mi interés.

-Durante aquel mes, cada día era una sorpresa, una nueva experiencia – sonrió ampliamente y me pareció como si de pronto aquella hermosa joven, se convirtiera en una niña pequeña que me estuviese contando alguna de sus fantasías – un día me llevó a comer helado a cada lugar posible de un pueblo cercano a la ciudad vecina a la que vivíamos, y me hizo probar cada sabor exótico que encontrara; otro día tuvimos un pícnic en un parque cercano donde me obligó a quitarme zapatos y medias para sentir el césped bajo mis pies; otro de tantos días increíbles, fue aquel en el que me llevó al acuario, me hizo recostarme bajo el túnel de mar abierto y me hizo escuchar música clásica con el – negó levemente con la cabeza emulando aquellos recuerdos – cada día se despedía de mí con un beso en la frente y alguna frase que me hiciera recordar aquel día: "Ahora puedes decir cuál es tu sabor de helado favorito", "Una de las mayores cualidades del hombre es saber disfrutar de los pequeños placeres de la vida, como sentir el césped crecer bajo sus pies desnudos", o "Hoy sabes que el hombre es pequeño en comparación con la inmensidad del océano, pero lo suficientemente grande para crear obras maravillosas como la música clásica" – y de nueva cuenta vi esa mirada, la misma que había tenido Valente durante su relato, esa fascinación, esa expresión de no creer que lo que salía de su boca en realidad había pasado, como si en aquel entonces hubiese vivido un maravilloso sueño.

-¿C-Cómo termino? – la palabras se me habían quedado en la garganta, escuchar a Emma me había transportado a ese sueño, era como si pudiese ver a Samuel y aquella chica recorriendo las heladerías del pueblo, o como si me hubiese encontrado tumbado junto a ellos, observando a los peces nadar sobre mi cabeza mientras en mis oídos retumbaba la música de Vivaldi, no sabía que me estaba ocurriendo, pero aquel proyecto comenzaba a involucrarme cada vez de manera más personal.

-Para finales de octubre, mi hermano decidió vender la casa, y que lo mejor para mí era mudarme con él a Londres y continuar ahí mis estudios, ni siquiera tuve tiempo suficiente para despedirme de Samuel, así de simple se terminó aquel sueño – frunció el ceño antes de continuar – Aunque, en realidad en el fondo algo en mí, sabía que aquello estaba a punto de terminar, llámalo presentimiento, pero era como si ese algo me dijera que al terminar el mes, Samuel desaparecería, después de un tiempo pude confirmar que su plazo es un mes, es entonces que te hace volver a la realidad, sin embargo, siendo sincera no me molestó. El me dio los días más increíbles de mi vida, me ayudó a superar una etapa sumamente difícil y lo más importante me enseño a vivir y disfrutar mi juventud, a notar que hay cosas increíbles en el día a día y basta con abrir los ojos y tomarnos un tiempo para verlas.

-¿Intentaste buscarlo después? – quería saber si ella había logrado hablar con el nuevamente.

-Pasé dos años en Londres, un día por casualidades del destino en un puestecillo callejero de libros encontré una copia de la primera novela de Samuel, "El club de los corazones rotos", unos meses más tarde regresé a España e intenté buscar la forma de comunicarme con él, sabía que era una locura pero nada perdía con intentarlo, fue entonces cuando en una referencia supe que existía un lugar en el centro de la ciudad que tenía el mismo nombre que aquel libro –suspiró profundamente mirando el fondo de la tasa donde solo quedaba el asiento del café – de alguna forma pensé que quizá este lugar tendría relación con él, cuando llegue aquí me encontré con que se trataba de una cafetería bastante peculiar, con postres dulces y música en vivo, un ambiente bastante bohemio – hizo una pausa para mirar alrededor – era un lugar que recién empezaba pero que se podía percibir tenía un brillante futuro. En cuanto vi a aquel hombre tras el mostrador un aire de familiaridad me golpeo en el pecho, sus facciones me resultaban similares a las de Samuel, poco después me enteré que se debía a su parentesco consanguíneo. Ahora que me encontraba de regreso necesitaba un empleo y Mateo no dudo un segundo en ofrecérmelo, tras algunas conversaciones y al saber que era primo de Samuel me animé a contarle sobre nuestra relación, así supe la historia de este lugar y que Valente había sido uno de los afortunados junto con Sebastián nuestro prodigioso músico, que habían conocido a Samuel, claro está, ellos en condiciones muy distintas a la mía, pero con el dulce sabor de boca al final. Con el tiempo llegaron también Fernando, Alejandro y finalmente Natalia, todos con su propia historia con el maravilloso príncipe. A Samuel no lo he visto nuevamente desde aquel día en el acuario.

Algunas preguntas sin importancia, un gracias y un hasta luego, después, me encontraba de camino a casa con un mar de dudas e ideas flotando en mi cabeza; Samuel de Luque seguía siendo un enigma, pero tras escuchar a Emma, una sensación comenzó a formarse en mi interior, era esa curiosidad, esa necesidad inexplicable de verlo, de conocerlo de cerca, el impulso de querer tocarlo, comprobar que era real, que en verdad alguien como él existía; en el fondo la necesidad era un deseo egoísta por derribar esa imagen de perfección y descubrir que era una persona tan normal como cualquiera.

Me quedé toda la noche pensando en el relato de Emma, ella era la primera que mencionaba los nombres de todas las conquistas de Samuel, pero lo más importante, ella no era una conquista, ella había sido como una amiga o algo similar, lo cual me decía que probablemente las personas de la cafetería no habían sido simples conquistas del escritor, probablemente algunos habían sido simplemente compañeros de vida, algo curioso, sin embargo, que podía sumar a la lista de "Datos curiosos de Samuel de Luque" :

1) Sus "relaciones sentimentales" no eran siempre románticas.

2) Todas hasta ahora duraban solo 1 mes, y ocurrían exactamente en octubre.

3) Samuel resultaba un personaje peculiar incluso para quienes habían logrado acercarse más a él.

4) Todos se refieren a su experiencia como un cuento de hadas.

5) Samuel desaparece de sus vidas sin hacer daño.

6) El destino parece llevar a todos ellos al "Club de los corazones rotos", pero ninguno con el corazón roto.

Tras escribir aquella lista en una hoja de mi libreta de notas detrás de las entrevistas de Emma y Valente, me agazape entre las sabanas de mi cama y me sumergí en un profundo sueño con la sombra del amanecer en mi ventana. Esa noche tuve un sueño en el que yo era quien se encontraba tumbado junto a Samuel en el piso del acuario viendo a los tiburones pasar sobre mí, mientras "Otoño" de "Las cuatro estaciones" de Vivladi resonaba en mis oídos y Samuel sostenía firmemente mi mano. 

*****Nota de la autora: Por si no lo notaron a Guillermo le gusta la música clásica, en especial Vivaldi y esta es su obra favorita. *****

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Actualice!!!! , espero disfruten el capitulo, ya saben cualquier comentario, voto o notita de amor se agradece infinitamente...

Abrazos y besos con sabor a gominolas de fresa.

Pronto la historia de Sebastián 

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