Diol.
Estos días he estado bastante intranquilo desde que hablé sobre el tema de mi homosexualidad con Amy. Sabía perfectamente que cuando la volviese a ver, me iba a pedir que le dijese cómo había ido mi intento de explicarle a mi hermano lo que "me pasaba".
—Nos veremos dentro de... — se quedó mi madre adoptiva pensativa— ¿cuatro o cinco meses?— comenzó a reírse.
—¿Tenemos que considerarlo un abandono?— dijo Neol, a él desde aquello, nunca le ha caído bien nuestra madre adoptiva.
—Neol, no empecemos...— dijo la mujer.
Siempre que nuestra madre adoptiva abría la boca, alguno de los dos nos peleábamos con ella, si, a mí tampoco me caía bien.
¿Veis normal que una mujer, soltera, nos adopte sólo porque se sentía sola y que cada vez que tiene una relación con alguien nos abandona? Porque yo desde luego no lo veía normal, por eso siempre andábamos en pelea y por eso mi hermano y yo trabajábamos como si se nos fuese la vida en ello para salir de aquella casa.
—Bueno, abuela, no vuelvas nunca— dijo Neol mientras miraba la televisión.
—¡Que no soy una abuela!— gritó molesta— ¡soy tu madre!— se cruzó de brazos.
—Si fueses nuestra madre— hablé yo molesto— no estarías intentando deshacerte de nosotros cada vez que tienes una pareja— la miré bastante mal, pues ella al verme se asustó y tragó saliva, Neol sin embargo me dedicó una sonrisa.
—¿Cariño nos vamos ya?— le dijo un hombre vete tu a saber quién era.
—Si— le dijo dándole la maleta para que se la llevase.
—¡A ver si con suerte os atropella un camión!— gritó Neol antes de que cerrase la puerta.
—¡Que os den!— gritó ella y cerró de un portazo.
—Gilipollas— escupió Neol con rabia.
Ahora se hizo el silencio y lo único que se oía de fondo era la televisión.
Me encontraba realmente tenso, no sabía cómo empezar con la conversación, estaba en una mezcla de asustado y nervioso, lo que me provocaba dolor de barriga.
—¿Tienes hambre? — dijo levantándose del sofá dirigiéndose a la cocina.
—Un poco— mentí, si ahora mismo comía algo vomitaba.
—¿Qué te apetece?— dijo pensativo mientras miraba la nevera— no hay gran cosa— se encogió de hombros y cerró la puerta de la nevera para después mirarme.
—¿Pizza?— le pregunté.
Este sonrió y fue a coger el teléfono para llamar a domicilio, pero antes quería quitarme el peso de encima.
—Oye Neol — me levanté del sofá— ¿cómo haces para tener a las chicas sobre la palma de tu mano?— por favor que alguien rece por mí.
Este alzó una ceja confuso.
—Sinceramente no lo sé— se encogió de hombros— a lo mejor es por esto que tengo colgado entre las...
—Yo creo que no— le interrumpí mientras me reía incómodo.
—Bueno— sonrió— ¿a qué viene todo esto?— se acercó a mí— ¿te gusta alguna chica? — abrió los ojos con asombro.
Negué con la cabeza.
—Sólo me preguntaba que si ligar con un chico es igual de fácil como lo haces tú con las chicas— venga Diol, ánimo.
Frunció el ceño.
—No lo sé, no soy un gey de esos— me miró extrañado— Diol, me estás asustando— dijo dirigiéndose hacia el puff que había en el salón.
—¿Asustarte?— hice una pausa para tragar saliva— ¿Por qué? Sólo son preguntas, curiosidades...— mis nervios me estaban jugando una mala pasada.
— Diol, ve al grano— frunció el ceño.
Suspiré para tranquilizarme.
—Hay un compañero de trabajo que tiene miedo de que su hermano se entere que es homosexual— mentí con total naturalidad, lo cual pareció que se lo creyó.
—¿Quién?— curioseó— ¿ese alto, de ojos verdes? —preguntó por uno de mis compañeros.
—No, ese no es— me reí— es uno nuevo que ha entrado— volví a mentir.
Asintió con la cabeza para que continuase.
—Bueno, a lo que iba— me senté en el otro puff— que tiene un hermano que es como tú— le señalé— es hetero y no sabe cómo contarle lo de su homosexualidad porque teme a que le rechace por ser como es.
Se quedó pensativo.
—Por ejemplo— me señalé— si yo fuese homosexual— hice una pausa— ¿qué me dirías?
—Pues...— se tocó la barbilla— no lo sé, lo más seguro es que me quedase en shock— luego me miró— pero sé que mi hermanito no lo es, así que no tengo de qué preocuparme ¿no?— se acercó a mí para darme una colleja, por lo que sonreí sin saber que contestarle.
Comenzó a sonar el móvil de Neol, así que él lo cogió al instante.
—¿Qué pasa Arlong?— le contestó mientras lo ponía en manos libres.
—Tenéis que venir a casa de Zuro, hay una reunión urgente.
—¿Qué ha pasado?— pregunté algo asustado.
—Es sobre Amy.
Nos miramos entre nosotros.
—Llegaremos en cinco minutos— dijo Neol.
—Os esperamos en la cochera— y colgó.
Sanji.
—¿Se pondrá bien?— le pregunté a la doctora.
Ella sólo se limitó a sonreírme sin contestar, sabía perfectamente que lo hacía para tranquilizarme, pero eso no hacía efecto en mi sabiendo que la persona que me ha cuidado durante toda mi vida se estaba muriendo.
Cuando era pequeño, mis padres se separaron y me dejó a cargo del vecino de al lado, prometiéndome que cuando se calmasen las cosas entre ellos volverían a por mí, pero me mintieron. Pasaron los años y ninguno de ellos vinieron a por mí, el viejo cuando me veía sentado en las escaleras de la entrada de la casa, se sentaba conmigo sin decir nada, sólo para hacerme compañía lo cual le agradecía en silencio. Cuando veía que pasaba mucho tiempo sin comer y sin hablar, decidió llevarme con él al restaurante donde trabajaba para enseñarme a cocinar, lo cual hizo que dejase de pensar en mis padres, por eso, hoy en día, trabajo en su restaurante.
Le debía mucho al viejo y se me partía el corazón cuando veía su semblante pálido sobre la camilla, no quería llorar, aunque ahora mismo lo deseaba más que nunca, así que decidí salír fuera a fumarme un cigarrillo para tranquilizarme.
Cuando me encendí el cigarro, alguien comenzó a llamarme por teléfono.
—Dime— dije cuando le descolgué.
—Reunión urgente— contestó Arlong.
—No sé si podré ir— contesté bastante abatido mientras miraba la ventana de la habitación donde se encontraba el viejo.
—Es sobre Amy— dijo seriamente.
—¿Le ha pasado algo?— contesté algo sobresaltado cuando la nombró.
—Seguramente sí, pero no lo sabemos.
—Dame diez minutos.
—Te esperamos en la cochera— colgó.
Tiré el cigarro al suelo en cuanto me lo terminé y subí de nuevo a la habitación del viejo para despedirme de él antes de irme.
Ferlu.
Entré cuando las chicas me avisaron de que ya habían terminado de cambiarse. Me dirigí a mi taquilla para hacer lo mismo y recoger mis cosas. Mientras que lo hacía, todo el rato resonaba por mi cabeza la misma frase: "desaparece de mi vida".
No os podéis ni imaginar la punzada que me daba en el pecho cada vez que lo recordaba.
—¿Pasa algo?— me preguntó Marla haciendo que me sobresaltase.
La miré y le dediqué una sonrisa fingida.
—Ferlu, que no me he caído de un chaparro— rodeó los ojos.
Me pilló.
—¿Estás así por Amy?— me preguntó.
No me quedó otra que asentir con la cabeza.
—Se te nota a mil leguas— se añadió Nami a la conversación entre risas, la miré— ya me pareció extraño que te quedases a trabajar todo el día— sonrió.
Y eso era cierto, me quedé a trabajar todo el día sin tener que hacerlo, sólo lo hice para estar con Amy.
—Creo que has hecho algo mal— se incluyó Vilma— se fue echa una furia antes de que me diese tiempo a cambiarme.
Suspiré.
Me comenzaron a llamar, por lo que me despedí de ellas con una sonrisa y salí de allí.
—Dime Arlong— comencé a caminar.
—Reunión urgente.
—¿Qué?— fruncí el ceño, justamente cuando me habló pasó una moto por mi lado.
—Tío, que te esperamos en la cochera de casa de Zuro, es sobre Amy.
Abrí los ojos como platos al oír su nombre.
—Llego en dos segundos— y colgué.
Uy,uy,uy, no sé vosotros, pero qué tensión ¿no?