Destruction ◇ Erik Lehnsherr

By alanastxrk

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❝Él era destrucción Ella era catástrofe Juntos eran el apocalipsis❞ Cover by: -professionalvillain ❤ ... More

I. DESTRUCTION
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Retazos del pasado
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II. CATASTROPHE
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III. APOCALYPSE
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―Escena extra 1
Wattpad Cómic Con
―Escena extra 3
-Escena extra 4

―Escena extra 2

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By alanastxrk

Nueva York, 1969, años después de los sucesos ocurridos con Sebastian Shaw.

La música de ambiente de aquel lugar era totalmente deprimente.

Algunas personas se balanceaban al compás, otras repiqueteaban sus dedos contra la mesa al ritmo de la música. Por otro lado, la mayoría la ignoraba y se hundía en sus conversaciones mientras fingían que no se encontraban rodeados de varias personas.

Unos bebían sin parar, otros no probaban gota. Unos reían, otros se lamentaban.

Aquello era lo que Iris se había acostumbrado a ver. Cada noche aparecían personas en aquel bar, reían, bebían hasta no poder más, bailaban y luego salían de forma estrepitosa del establecimiento.

Casi podría decir que ella hacía lo mismo, sino fuese por el hecho de que siempre iba sola y no tenía a nadie con quien hablar salvo el camarero, quien le advertía que no debía pasarse con la bebida.

Ella lo escuchaba en silencio, asentía y luego seguía bebiendo. Ni una sola vez le había hecho caso, pero aun así aquel joven camarero había insistido cada noche en que parase. 

Pero ella no quería. No podía. 

Tras haber dejado la mansión de Charles y así a toda su familia detrás, no había encontrado otro consuelo más que aquel. Al menos, allí se sentía como si estuviese en un lugar parecido a casa.

El tiempo que había pasado con Stephen Strange había sido maravilloso. Había visto cosas que jamás había creído posibles y había conseguido controlar su poder. Pero, cuando él la devolvió a su mundo y a su tiempo, se sintió desolada de nuevo.

Desde aquel entonces, aquel bar era como su refugio.

Todas las noches iban las mismas personas a aquel pequeño establecimiento. Iris sabía a la perfección quiénes estaban juntos, con quiénes se engañaban, quién era el que más bebía o quién era el que acababa de tener un hijo. Aquellas personas entraban al bar y se ponían a hablar con sus amigos de todo ello, mientras Iris se quedaba apartada de espaldas en la barra.

Ella nunca se había acercado a hablar con ellos, pero siempre los veía entrar y salir, por lo que sus caras eran los rostros más familiares que Iris había visto en mucho tiempo.

No fue lo suficientemente valiente como para volver a la mansión y pedirle ayuda a Charles. No sabría ni siquiera cómo empezar a explicarle lo que le estaba sucediendo.

Tenía miedo de que, si se presentaba allí, él la rechazaría del mismo modo que ella había desaparecido de sus vidas años atrás. Tristemente sabía que ellos ya no eran su familia, pero no podía evitar sentir dolor por ello. 

Charles, Hank, Raven y... Erik eran lo más parecido a una familia que había tenido en mucho tiempo. Siempre se había sentido sola, apartada después de que su padre la dejase con los Jameson. Así que todas aquellas personas habían conseguido instalarse en su interior de una manera que su padre no había podido hacer.

Sin embargo, los perdió como pasó con su padre. Erik la abandonó, pero en realidad lo hizo mucho antes de irse.

Erik decidió abandonarla cuando mató a Sebastian. Aquello le hizo ver a Iris que en realidad no era lo suficiente para él. No había conseguido pararle. Por más que lo había intentado, finalmente dejó que Erik se rindiese a su lado oscuro y que se convirtiese en alguien que Iris no quería ver. 

Sin embargo, así había sido. Él solo se encargó de echarlos a todos de su vida. Comenzó con Iris, luego con Charles y finalmente con Hank. La única que se mantuvo a su lado fue Raven e Iris no pudo evitar sentir dolor por ello.

Por una parte la comprendía. Ella siempre había necesitado ser aceptaba de un modo que Iris no podía llegar a comprender, y el único que le había mostrado esa comprensión, esa libertad, había sido Erik. Con él Raven sentía que no debía esconderse, que podía ser tal y como siempre había sido por dentro y por fuera. 

Iris se culpaba en cierto modo de no haberle mostrado esa comprensión en su momento.

Claro que por aquel entonces ella no entendía lo que significaba ser mutante. Nunca había tenido que esconder sus poderes ni vivir con miedo. Para ella todo eso era algo desconocido... hasta que sus poderes aparecieron.

Iris suspiró y posó su cabeza en sus manos. Oyó que la puerta se abría y, por el rabillo del ojo, fue capaz de ver que un hombre entraba junto a una chica. Ella se disculpó para ir al baño y él fue hacia la barra.

Pidió una copa e Iris, al ver que el camarero se acercaba, pidió otra.

Recibió como respuesta una mirada de advertencia de aquel joven empleado, pero ella simplemente rodó los ojos y empujó su vaso vacío hacia él para que volviese a rellenarlo.

―¿Tienes fuego? ―le preguntó el hombre que acababa de llegar.

Iris giró levemente la cabeza para mirarle.

Su aspecto era algo agresivo. Sus facciones eran duras y su cara estaba adornada por una incipiente barba. Aun así, le resultó atractivo.

―No fumo ―respondió Iris simplemente.

―Tienes mal aspecto ―observó él―. Quizás deberías hacerlo.

Tras eso le hizo la misma pregunta al camarero cuando llegó con la bebida de ambos. Éste sacó un mechero y encendió el puro de aquel hombre mientras Iris cogía su vaso y le daba un gran trago. Luego hizo una mueca con la boca, aunque debía admitir que ya estaba acostumbrada a todo ello.

Aquel hombre comenzó a fumar a su lado en silencio, mientras ella observaba su vaso y le daba vueltas. Luego, respiró hondo, frunció el ceño y estiró el brazo para coger el puro de aquel hombre.

Antes de que pudiese decir algo, Iris se lo llevó a la boca y dio una larga calada. Tras eso, comenzó a toser mientras podía oír cómo aquel hombre se reía de ella.

―Es asqueroso ―consiguió decir ella cuando se recompuso. Él se encogió de hombros.

―No te dije que sería agradable ―contestó, estirando la mano para que ella pudiese devolvérselo.

Tras unos segundos de duda, finalmente posó el puro en la mano de él y observó cómo se lo llevaba a los labios y daba una calada, soltando luego el humo con facilidad y casi podría decir elegancia, aunque en esos momentos de la noche y con todas las copas que Iris había bebido, cualquier cosa podría parecerle impresionante.

―No deberías fumar ―le aconsejó ella.

―Y tú no deberías beber ―contestó él―. Pero aquí estamos ambos, jodiéndonos el cuerpo por voluntad propia. Irónico, ¿no crees?

Iris frunció el ceño y miró a aquel hombre. Nunca antes lo había visto aparecer por aquel bar y aquello la descolocaba un poco. Estaba acostumbrada a ver los mismos rostros y a conocer sus historias. Sin embargo, el hecho de ver una nueva cara le hacía que en cierto modo sintiese curiosidad por él.

―Soy Iris ―se presentó ella.

Él dio un trago a su copa y luego la miró de reojo.

―No me importa ―contestó él con dureza.

Ella elevó una ceja ante su respuesta y luego entrecerró los ojos.

Aquello no le afectaba de ningún modo. No era el primer hombre tozudo y serio al que se enfrentaba, así que aquello le parecía casi como una rutina.

Sin embargo, en vez de tomarse su respuesta como un final a todo aquello, decidió divertirse un poco. 

Fijó la vista en su vaso para evitar que así nadie se diese cuenta de lo que estaba pasando. Luego, cerró los ojos y se concentró en todas las mentes que había en aquel lugar, tal y como Stephen le había enseñado.

Con algo de dificultad, empezó a recorrer una a una hasta que finalmente encontró la del hombre que se encontraba a su lado. Respiró hondo antes de armarse de valor y entrar en ella.

Al principio fue algo difícil. No había practicado demasiado aquello, así que no tenía la experiencia suficiente como para poder acceder a sus pensamientos más ocultos. Sin embargo, aquella no era su intención en ese momento.

Lo que quería era información fácil. Algo simple de obtener para alguien como ella. Algo como un pensamiento bastante reciente o algo recurrente en su mente.

Cuando obtuvo lo que quería, salió de su mente, abrió los ojos y sonrió.

―Encantada de conocerte, Logan ―le dijo entonces ella y sonrió ante la expresión de sorpresa de él.

―¿Cómo...? ―intentó preguntar, pero Iris sonrió y dio un sorbo a su copa.

―No le preguntes a un mago sobre sus trucos ―le advirtió―. Siempre esconde un secreto que no querrás conocer.

Tras eso, dejó algunos billetes sobre la barra para pagar sus bebidas y cogió su bolso, levantándose de la silla y yendo hacia la calle.

Abrió la puerta del establecimiento y, al salir, se dio cuenta de que ya había anochecido y que hacía mucho frío. Cuando la brisa impactó contra su cuerpo, se tambaleó y se sintió mareada. 

Era en esos momentos cuando deseaba haberle hecho caso al camarero y haber parado de beber cuando él se lo pidió.

Sin embargo, como todas las noches, se resignó a apoyarse contra la pared de allí para esperar a que llegase un taxi y pudiese cogerlo. Con suerte, no llegaría a su apartamento demasiado tarde.

Mientras esperaba vio cómo la puerta del bar se volvía a abrir y una figura se acercaba a ella. No tuvo que mirarle para saber que se trataba de Logan.

Él llegó hasta ella y se posó delante. La encaró y la examinó unos segundos, hasta que finalmente habló.

―¿Eres una mutante? ―le preguntó y esta vez fue ella quien se quedó sin habla.

―¿Cómo sabes que existen? ―quiso saber. 

Tras lo que había pasado con Sebastian Shaw, la identidad de los mutantes había permanecido siendo secreta. Todos los militares que habían allí aquel día no dijeron una sola palabra sobre lo sucedido o, al menos, no hablaron del hecho de que los misiles se pararon en el aire, dieron la vuelta y luego comenzaron a volar con un rumbo muy diferente.

Iris nunca había sabido realmente por qué no les habían delatado, pero al menos se quedaba con el hecho de que seguían siendo algo secreto. Por ahora, eso debía bastar.

Así que el hecho de que Logan supiese de su existencia la inquietaba demasiado.

Sin embargo, hizo algo que la impresionó todavía más.

Sacó las manos de sus bolsillos y ella bajó la mirada. Veía algo borroso, pero aun así fue capaz de ver cómo de sus puños emanaban unas garras hechas de hueso. Al verlas, jadeó y dio un paso hacia atrás. 

―No son tan elegantes como lo que tu has hecho en mi mente ―dijo, llevándose un dedo hacia su cabeza―, pero son mucho más efectivas.

Iris ignoró todo lo que estaba diciendo y cogió una de sus manos. La acercó un poco más a ella y la observó con detenimiento, fascinada.

Eran tres garras que salían de sus nudillos. Eran largas y afiladas, lo suficiente como para poder herir a alguien gravemente. 

Eran totalmente armas y se encontraban en el interior de su cuerpo.

―Nunca había visto algo así ―susurró ella y acarició las garras para luego pasear sus dedos entre los de él―. ¿Te duele? ―quiso saber.

―Cada vez que salen desgarran mi piel. Así que, sí, duelen un poco ―ella frunció el ceño.

―Pero... no tienes ninguna herida ―él se encogió de hombros.

―Me curo rápido.

Iris miró una última vez sus manos para luego elevar la mirada y fijarla en sus ojos. 

―No es tu único dolor ―susurró entonces, pero la expresión de él no cambió―. No fui capaz de entrar del todo en tu mente. Había algo que me lo impedía... una barrera que tú mismo has puesto. Algo que te protege de todo el dolor que has sufrido... ―luego, ella sonrió amargamente de lado―. Supongo que no es lo único en lo que nos parecemos.

Él la miró a los ojos y ambos se sostuvieron la mirada casi sin pestañear. Luego, él, con sus garras ya guardadas, posó su mano por la parte trasera de su cuello e hizo que ella le mirase fijamente.

―El dolor es una mierda ―dijo él entonces―. Una jodida mierda ―remarcó―. Busquemos algo que lo aleje por un tiempo.

Iris respiró hondo y le miró.

Veía dolor en sus ojos, en sus facciones e incluso en su cuerpo. Todo ello le decía que había pasado por muchas cosas y que, aun así, seguía allí, de pie, sin hundirse.

Aquello hizo que Iris se replantease todo lo que había estado haciendo hasta ese momento. Lamentándose, bebiendo hasta no recordar lo que había pasado el día anterior... Todo para poder sobrellevar lo que estaba sucediendo.

Sin embargo, él no parecía hacer todo eso para poder estar en paz consigo mismo. Él parecía conocer otras maneras de alejar todo ese dolor e Iris, en ese momento, sintió que el mejor lugar para no sentir nada era junto a él.

Así que cuando Logan la acercó a él y juntó sus labios con los suyos, Iris no dudó en posar sus manos en sus mejillas y acercarle más a su cuerpo.

Y, simplemente, se dejó llevar. El resto de la noche dejó que Logan se llevase su dolor, mientras se perdía en él y en las caricias que le proporcionaba.

Por una vez, alejó todo lo que le atormentaba y se sintió plena. Se sintió viva.

---

Ha pasado un poco de tiempo desde la última vez que actualicé, pero la verdad es que estaba algo desanimada porque en la anterior escena os pedí vuestra opinión sobre el tema de Stephen y no recibí demasiadas respuestas (a las que sí me dijisteis qué os parecía os llevo en el corazón <3). Para mí era importante saber vuestra opinión sobre ello porque era un gran cambio a estas alturas.

Pero bueno, cambiando de tema, acabáis de leer cómo se conocieron Logan e Iris y por qué ella al día siguiente no recuerda nada. ¿Qué os ha parecido?

También tengo que admitir que he tardado un poco más en subirlo porque quería que su encuentro fuese especial. Que no fuese algo sin sentido y forzado. 

Espero haberlo conseguido.

Bueeno, me quedan algunas escenas extras más, pero os recuerdo que si queréis alguna en especial me la podéis dejar en los comentarios e intentaré hacerla.

¡Besos!



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