Toda mi vida había querido ese trabajo, desde pequeño soñaba con entrevistar a las estrellas más importantes de las películas del momento, a los escritores más famosos, a los políticos más influyentes y cubrir las noticias de los sucesos más relevantes que ocurrían alrededor del mundo; prácticamente ser periodista era el sueño de toda mi vida, y nada me daba más satisfacción que estar cumpliéndolo.
Claro, no había entrevistado a las más grandes estrellas de Hollywood, tampoco a famosos escritores y mucho menos a políticos, y si bien no había viajado al otro lado del mundo para cubrir los sucesos internacionales, por lo menos poseía una pequeña columna en una revista de ocio, medianamente importante, donde reseñaba los lugares mas populares de la ciudad para pasar el tiempo, algunos más populares que otros, si tenía que ser especifico.
Carlos era el dueño de la revista y Lucia mi editora en jefe, ambos consideraban mi trabajo como una sección de relleno, que si bien en este momento estaba activa, en cualquier otro podrían borrar sin que nadie notase su ausencia; a pesar de ello, me esforzaba cada día por hacer lo mejor de mi parte y generar impacto en aquellos lectores que se detuvieran a ojear mi columna.
Trataba de ignorar la insignificancia con la que veían mi trabajo el resto de periodistas, sin embargo, al encontrar la nota de Carlos sobre mi escritorio mientras Lucia entraba en su oficina sin siquiera mirarme, de pronto me hicieron dudar sobre la seguridad que tenía en mí futuro como reconocido periodista.
(...)
"Necesitamos que nos muestres más, que nos presentes una verdadera historia, de lo contrario vete despidiendo de tu columna", esas habían sido las palabras de Carlos, mientras mi editora simplemente asentía sin siquiera mirarme de frente, pero ¿qué era exactamente lo que querían?, le respuesta ni ellos mismos la tenían, simplemente me estaban exigiendo que les diera una historia de verdad, algo más llamativo que las simples reseñas de los bares de la ciudad, y esa era su manera sutil de sacarme del partido de una vez por todas, ahora tenían una excusa de verdad para echarme fuera de la editorial y no "dañar mis sentimientos y ego profesional", en fin, estaba claro que tenía que buscarme un nuevo empleo.
-¿Y sobre qué piensas escribir exactamente? – preguntó Frank sacándome de mis fatídicos pensamientos. Esa tarde mientras salía de la oficina lo había llamado inmediatamente, pues uno de sus mil trabajos como mi mejor amigo, eran acompañarme al bar más cercano y ayudarme a desahogar mis penas, mientras él tenía un pretexto lo suficientemente bueno para beber algo entre semana.
-Sobre nada Frank, se acabó, debo buscar un nuevo empleo – dije mientras daba el ultimo sorbo a la única cerveza que bebería esa noche, después de todo el alcohol nunca me había sentado bien y lo que menos quería era terminar ebrio llorando por mi futuro despido.
-¿Me estás diciendo que el gran Guillermo se está dando por vencido?, no me lo creo – dijo con un alto grado de sarcasmo en la voz, mientras con un ademán pedía un trago más al cantinero.
-No me estoy dando por vencido, simplemente estoy considerando mis límites y sé que no podré tener una historia lo suficientemente buena, como para que Carlos y Lucia consideren siquiera mantenerme en la revista – tal vez mi "realismo" si sonaba pesimista, pero tenía que admitir que era verdad.
-Vamos, Willy, hasta en esta aburrida ciudad debe ocurrir algo interesante – intentaba animarme mientras palmeaba sobre mi hombro en señal de apoyo – seguro que encuentras algo bueno antes de que se cumpla tu plazo.
-Lo dudo Frank, además no quiero convertirme en el periodista amarillista que escribe sobre los asesinatos del momento o los escándalos de la celebridad que visitó fugazmente la ciudad – suspiré apoyando mis manos sobre la barra y dejando caer mi cabeza sobre ellas – además con el nuevo enfoque que le quieren dar a las publicaciones, me cierran las posibilidades, ¿Qué podría interesarle a una mujer entre los veinte y cuarenta años?, en fin, debemos aceptar que tengo que buscar trabajo en alguna revista juvenil y olvidar la prensa socialite – continué con la mirada perdida en el ventanal que daba a la calle.
-¿Quizá los romances de un soltero codiciado? – dijo de pronto el cantinero, ganándose la atención de Frank y mía al instante.
-¿Cómo? – cuestioné tratando de entender a lo que se refería.
-Perdón, escuchaba su conversación, y tú mencionaste que, "¿Qué podría gustarle a las mujeres entre los veinte y cuarenta años?", así que pensé, bueno, no importa – respondió mientras acomodaba unas botellas y servía un trago a un par de clientes que habían llegado recientemente y se habían sentado al otro extremo de la barra.
-No, no te preocupes, pero, ¿a qué te referías exactamente con aquello de "los romances de un soltero codiciado"? – no podía negar que había despertado un poco de curiosidad en mí, y tomando en cuenta los nuevos contenidos de la revista de Carlos, un tema como aquel podría salvar mi empleo.
-Simple... tres palabras: Samuel de Luque – dijo sin más mientras le servía otro trago a Frank y me ofrecía uno a mí.
-¿Quién? – pregunte rechazando con un ademan el trago que estaba a punto de servirme, y aunque aquel nombre me sonaba familiar no sabía a quién se refería.
-¿El novelista? – mencionó Frank mientras se aclaraba la garganta después de tomar el líquido, recientemente servido en su vaso, de un solo trago.
-El mismo – respondió nuestro nuevo compañero de conversación.
-¿Quién?, ¿A quién se refieren? – insistí, si de aquella persona dependía mi trabajo, era un mal inicio no saber absolutamente nada de ella.
-Un escritor, que se podría considerar famosillo – continuó Frank extendiendo su vaso al cantinero – ha ganado varios premios importantes gracias a sus libros, y poco o básicamente nada es lo que se conoce sobre su vida privada – dio un largo sorbo – yo no lo consideraría alguien precisamente del otro mundo, sin embargo admito que las mujeres enloquecen por él, Claudia lo menciona en múltiples ocasiones cuando conversa con sus amigas – frunció el ceño al recordar aquello, pues aunque no era posesivo, le molestaba que su prometida fantaseara con un hombre distinto a él mismo.
-Es prácticamente un enigma que muchos han querido descifrar, por cierto me llamo Ismael – mencionó el cantinero mientras atendía la petición de un grupo de mujeres que se acercaba a la barra.
-¿Samuel de Luque? – susurré por lo bajo, intentando forzar a mi memoria a crear una imagen.
-Si, Willy, por favor si hasta tu eres su fan, ¿no vas a salir con que no lo conoces? – Frank abrió los ojos con sorpresa al notar mi expresión de confusión – por Dios Guillermo, ¿tan distraído eres? – mencionó comenzando a reír animadamente – ¡que pringado!, si la semana pasada no dejabas de hablar de esa serie basada en uno de sus libros, eres tontísimo – continúo riendo mientras observaba su vaso vacío.
-No, no es verdad, ¿o si? – dije recordando el tema principal de mis conversaciones de semanas anteriores.
-El mismo, Samuel de Luque es el autor de "El misterio de los leones dorados" – dijo mientras apoyaba la cabeza sobre su mano – debo admitir que eligieron su mejor obra, la mayoría son de romances melosos y clichés.
Mis mejillas se tiñeron de un intenso carmín al encontrarme en aquella situación; durante todo este tiempo habíamos estado hablando del autor de la obra en la que se basaba mi serie favorita, me sentía como un idiota.
-Pero no entiendo como él te puede ayudar a conservar tu trabajo – continuó un adormecido Frank, al parecer el alcohol en su sangre estaba comenzando a surtir efecto.
-Necesitas una buena historia, según lo que escuché, que mejor que los romances ocultos de alguien como él, ya lo dijo tu amigo, para todos Samuel es un enigma, imagina si tu llegas a descifrar una parte tan codiciada de su vida – dijo Ismael entusiasmado mientras se apoyaba en la barra.
-Imposible – despertó Frank de pronto – todos saben que es muy hermético cuando se trata de hablar de sí mismo, y hace poco en una entrevista para una televisora Italiana prácticamente evadió cada pregunta sobre su vida – suspiró – no dudo de tu capacidad periodística Willy, pero ese hombre es una tumba.
-El sí, pero sus conquistas hablarían contigo sin objeción – replicó Ismael.
-Pffff, y de que servirían las anécdotas de un grupo de mujeres que al final del día puede o no que hayan estado con él, quedarían como chismes baratos – gruño mi mejor amigo.
-Bueno, nadie dijo que pondrías su nombre en tu columna, podrías manejarlo como algo anónimo – insistió Ismael.
-Pero de nada me sirven las historias de amor de un par de mujeres en anonimato, ya lo dijo Frank, sería como una columna de chismes baratos de personas comunes del vecindario, a ¿Quién le interesa eso? – dije cruzando las brazos – sin usar el nombre de Samuel no tengo nada, y al final si lo uso y él niega todo, quedaré como un periodista amarillista y es lo que menos quiero.
-Y hombres – mencionó Ismael rodando los ojos.
-¿Cómo? – no entendía que me trataba de decir.
-A Samuel le van los hombres y las mujeres por igual – respondió sin darle importancia a su comentario.
-¡Vaya! Eso sí que sería una buena historia – sonrió Frank.
-¡No! - dije indignado - meterme con su orientación sexual es aún más nefasto que difamarlo con sus romances – continué molesto, odiaba que las personas vieran con tanto morbo las preferencias sexuales del resto del mundo – Olvídenlo, no difamaré a nadie, y no haré periodismo sensacionalista, buscaré un nuevo empleo y seguiré haciendo mi trabajo como hasta ahora.
-Bien, como quieras – finalizó Ismael regresando su atención al trabajo – yo nunca mencioné la difamación, solo creí que a los lectores de tu revista, les interesaría conocer las historias de las conquistas de un soltero cotizado, sin nombres, sin identidades.
-¿Qué tendrían de especial esas historias? – bufe – Después de todo bien podría contar las anécdotas de Frank en sus épocas de ligón y resultaría lo mismo.
-No lo creo – dijo apoyando el vaso que llevaba en las manos frente a mí – Samuel no es la clase de tipo que busca romances de una noche y hasta luego, él es más metódico, un cursi empedernido – un ronquido de Frank interrumpió nuestra conversación – pero ya lo dijiste, ¿a quien le podría interesar esa clase de historias, que por algún motivo duraron el mismo tiempo y ocurrieron en fechas específicas?- finalizó sirviendo un par de bebidas a otros clientes enarcando una ceja.
-¿Cómo es que sabes todo eso? – pregunté intrigado.
-Porque además de ser un viejo amigo de Samuel, conozco a todas y cada uno de sus hasta ahora seis conquistas – dijo con una sonrisa ladina en los labios – pero será mejor que olvides esto y busques un nuevo empleo, además tu amigo parece bastante indispuesto y lo mejor será que lo lleves a casa – suspiró y me dirigió una última mirada - Ahora, si realmente estas interesado en esas historias de amor tan "básicas y comunes", puedes llamarme un día de estos y con gusto te presentaré a todos – finalizó mientras extendía frente a mí una papel con su nombre y número telefónico, acompañado de la cuenta.
(...)
Me pasé el resto de la semana pensando en aquella extraña conversación, y mientras intentaba inútilmente buscar una buena historia o una temática fresca para mi columna, el papel con el número de Ismael seguía adherido a la pantalla de mi computador, y el nombre de Samuel de Luque rondando en mi cabeza.
La tarde del Domingo, completamente rendido y revisando despreocupadamente la sección de empleos en el diario local sentado en una banca del parque, llegó a mí, como si se tratase de una señal, una especie de absurda casualidad. Una chica que había permanecido a mi lado ocupada en una profunda lectura, de pronto simplemente se levantó con un ademan de frustración, botando el libro que anteriormente estaba leyendo en el bote de basura a mi lado; mentiría si dijera que su extraña reacción había pasado desapercibida para mí, de inmediato dirigí la mirada hacia aquella chica que estaría próxima a los 20 años, alejarse a paso firme mientras se secaba algunas lágrimas de los ojos, después de eso, como si una fuerza extraña me estuviese obligando a actuar, me levanté del banco y terminé por sacar aquel libro del cesto, al ver el título y autor, un nudo se formó en mi garganta: "El misterio de los leones dorados" por Samuel de Luque.
Tome aquello como una señal de otro mundo y de inmediato me dirigí a casa, donde sin pensarlo dos veces marque el número de Ismael y acordé una reunión en una cafetería cercana para el día siguiente.
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Capitulo 1!!!! Para ser sincera estoy muy emocionada con respecto a esta historia por varias razones: la primera y mas importante que estoy experimentando ya que generalmente publico mis historias cuando ya tengo preescrito de un 50 a 80% de ella y esta vez iré capitulo a capitulo; y la segunda que he tenido mucho apoyo en otras historias de este genero (fanfic) y eso me motiva.
Tratare de ser constante con la actualización intentando subir nuevo cada 2 a 3 semanas como mucho.
Los capítulos seran de extensión variada, algunos cortitos unos mas largos, todo dependiendo de que tan inspirada esté.
Y nada, que por ahora eso es todo, cualquier comentario, duda, sugerencia, voto, etc... se agradecen :3
Abrazos de unicornio y besos con sabor a gominolas de fresa :)