Místicas Criaturas. El Refugio

By MaryEstuardo2112

88.6K 18.3K 6.5K

"Dicen que antiguamente criaturas sobrenaturales habitaban la tierra, viviendo en armonía con la raza humana... More

Antes de leer
Carta al lector
Reparto
Booktrailer
Mockup
Prólogo
Desesperación. Parte I
Desesperación. Parte II
Cautiva. Parte I
Cautiva. Parte II
Revelación.
El Refugio. Parte I
El Refugio. Parte II
El Imperio
Ángel y demonio. Parte I
Ángel y demonio. Parte II
Autorretrato.
El Circo. Parte I
El Circo. Parte II
El Circo. Parte III
Mágicas criaturas. Parte I
Mágicas criaturas. Parte II
Confesiones. Parte I
Confesiones. Parte II
Dejà Vú
Traición
La historia de un tirano
El yin y el yang .Parte I
El yin y el yang. Parte II
¿Sueño o visión?
Éxtasis. Parte I
Éxtasis. Parte II
La unión. Parte I
La unión. Parte II
La profecía. Parte I
La profecía. Parte II
La profecía. Parte III
El viaje. Parte I
El viaje. Parte II
El viaje. Parte III
Prisionera. Parte I
Prisionera. Parte II
Prisionera. Parte III
La luz de tu mirada. Parte I
La luz de tu mirada. Parte II
Lazos de sangre. Parte I
Lazos de sangre. Parte II
Reinado de la oscuridad. Parte I
Reinado de la oscuridad. Parte II
Reinado de la Oscuridad. Parte III
Anexo (Agradecimientos)
La bestia. Parte I
La bestia. Parte II
La bestia. Parte III
La trampa. Parte I
La trampa. Parte II
La trampa. Parte III
La trampa. Parte IV
El Portal. Parte I
El Portal. Parte II
La Tierra Mítica. Parte I
La Tierra Mítica. Parte II
La Tierra Mítica. Parte III
La Tierra Mítica. Parte IV
Donde moran los ángeles. Parte I
Donde moran los ángeles. Parte II
Donde moran los ángeles. Parte III
Génesis. Parte I
Génesis. Parte II
Génesis. Parte III
Agua de vida. Parte I
Agua de vida. Parte II
Agua de vida. Parte III
Desde la muerte. Parte I
Desde la muerte. Parte II
Desde la muerte. Parte III
Desde la muerte. Parte IV
Perdida en el abismo. Parte I
Perdida en el abismo. Parte II
Perdida en el abismo. Parte III
Perdida en el abismo. Parte IV
Ángel Supremo. Parte I
Ángel Supremo. Parte II
Ángel supremo. Parte III
El Retorno. Parte I
Adelanto libro II. Reinado de la Oscuridad

El Retorno. Parte II

751 169 160
By MaryEstuardo2112

Aquella noche, como otras, me acerqué hacia la ventana sintiendo la frescura de la brisa que se filtraba entre las cortinas de encaje, las cuales se flotaban, como blancos fantasmas, en la habitación principal del palacio, nuestro nuevo hogar.

El mismo había sido remodelado y despojado de todos sus lujos. Aquellas finas cortinas, eran un vago recuerdo de lo esplendoroso que alguna vez había sido, aunque estaba mejor así y, según Daniel, era mucho más cálido y acogedor conmigo allí.

Suspiré mirando el cielo nocturno. Los astros zafiros me recordaban a sus ojos. De manera instantánea, mi mente se pobló con las imágenes ángeles guerreros, protectores investidos con su armadura de plata que, desde la lejanía del éter, cuidaban a los seres encantados. Además, me embargó la reminiscencia de Daniel, envolviéndome con aquellas suaves, pero resistentes, plumas, velando personalmente mi sueño.

Mi corazón se encogió ante sus constantes ausencias. Tenía la horrible sensación de que no quería estar cerca. Aunque lo cierto era que también intentaba alejar el escozor que me había generado la última pesadilla.

Estas habían sido frecuentes los últimos tiempos, aumentando desde el momento en el que supe que estaba embarazada. No es que no me hubiera feliz con la noticia, saber que dentro de mí había un pequeño Daniel creciendo, haciéndose cada día más fuerte, me traía una inconmensurable alegría. Pero, a veces, no podía evitar sentir que todo estaba mal, en particular cuando notaba que él estaba tan distante conmigo. Era como si algo, o alguien, del pasado no nos dejara vivir en paz.

Tal vez el hecho de que Jonathan había escapado, de que Daniel había sido exiliado y perdido cualquier oportunidad de regresar a ‹‹Tierra Mítica››, o de ser convertido nuevamente en un ángel, era lo que me atormentaba.

A veces le preguntaba: ¿qué sería de él cuando muriera, a dónde irá? Pero mi compañero se rehusaba a hablar. 

En esas ocasiones, me tomaba con afecto entre sus brazos y susurraba en mi oído: ‹‹que todo iría bien, que no debía preocuparme por nada y que estaría siempre en el lugar en el que yo lo necesite››.

—Mi niña, ¿se encuentra bien? Es muy tarde para que este levantada a esta hora. ¿Desea que le traiga algo?—inquirió Isabel, con amabilidad. La anciana se encontraba sentada en la mecedora que se hallaba junto a la cama donde, hacía unos momentos, se había quedado dormida.

Se había convertido en mi dama de compañía en este último tiempo y, muy pronto, también sería nana de nuestro hijo, razón por la cual se negaba a abandonarme, sobre todo en esta última etapa de mi estado gestacional (aunque insistía en que debía ir a su habitación a descansar).

—Estoy bien, gracias, un poco inquieta porque el bebé no se ha dejado de mover. Quizá también extrañe a su papá. —Suspiré, posando la vista a la ventana, nostálgica, mientras acariciaba mi vientre.

—El señor pronto volverá. Siempre lo hace. —Volteé para verla. Ella sonrió, con afecto—. Hace algo de frío aquí. —Se llevó las manos a ambos lados del cuerpo, envolviéndose en un abrazo individual.

Tenía razón. También estaba sintiendo escalofríos.

—Vamos a encender la chime...—No pude terminar la frase.

Sentí una intensa punzada en el centro de mi vientre y, de forma inesperada, empezaron a surgir las contracciones, como agudos aguijonazos.

Entonces, un líquido cálido se deslizó por mis piernas, humedeciendo la fina tela de mi camisón.

—¡Dios Santo!—exclamó la añosa mujer—. ¡Se le ha roto la fuente, mi niña!—Me ayudó a sentarme en la mecedora —. Aguarde aquí, enseguida vuelvo.

Antes de que pudiera emitir cualquier palabra o ‹‹grito›› de objeción, la octogenaria salió disparada por la puerta. Lo más seguro es que fuese en busca de los elementos para asistir el parto.

Isabel era experta en natalidad, como toda una comadrona y, además, había sido protagonista de nada menos que siete partos.

Por mi parte, me esforzaba por seguir el ritmo de las respiraciones que tanto habíamos practicado pero, sobre todo, me esforzaba por no gritar demasiado para no despertar al resto de los inquilinos del palacio.

Al cabo de unos minutos Isabel había regresado; cargaba unas cuantas toallas limpias y una fuente con agua. La seguían dos muchachas, con otros implementos de asistencia médica. Al igual que aquella, las jóvenes, se habían ofrecido para continuar colaborando en las tareas del palacio (algunos hábitos adquiridos eran imposibles de romperse)

En ese punto, me encontraba tendida en la cama, pujando y sofocada por el dolor, que se había vuelto insoportable. Bajo las sensaciones de agonía también se hallaba la frustración por la ausencia del futuro padre.

Continué pujando, mientras aquel suplicio se ramificaba por mis terminaciones nerviosas. Estuve así por lo que pudieron ser minutos, u horas, pues había perdido la noción del tiempo.

De pronto, un grito contenido se escapó de lo más profundo de mí ser:

—¡Maldición Daniel, vas a pagar por esto! —Cerré mis ojos mientras mis uñas terminaban de rasgar las maltrechas sabanas e hice acopio de mis últimas energías, pujando con ímpetu.

Después de aquella acción, sobrevino el alivio, y el cuarto se llenó con el llanto de un niño.

—¡Felicidades! Es un varón—anunció Isabel, exultante. Después acercó al pequeño a mis brazos, pero no pude verlo, ya que en ese momento me sentí desfallecer de cansancio.

Cuando abrí los ojos, tiempo más tarde, me sentía en calma y en completa paz por primera vez luego de largo tiempo.

Mi cuerpo yacía en reposo sobre la cama, recuperándose del parto, pero mi mente estaba ágil, despejada, lista para recibir toda la información posible.

Me dispuse a llamar a Isabel, aunque no fue necesario. Para mi sorpresa, Daniel estaba en el cuarto.

Su rostro no era el de todo padre primerizo que contempla por primera vez, el fruto de su propia creación. Él no miraba al bebé que sostenía en sus brazos con ojos enamorados. Lo percibí distante, lejano. Cuando se percató que había despertado, se acercó hacia mí. Su rostro estaba lívido, sus facciones tensas. Depositó al pequeño retoño en mis brazos, que lo abarcaron ansiosos.

En ese instante, en que nuestros cuerpos se rozaron, el niño abrió sus pequeños párpados y en mi faz se dibujó la misma expresión que en el de Daniel. 

Su iris no era azul, como el de su padre, ni dorado, como el mío; tampoco tenían aquella tonalidad grisácea propia de los recién nacidos...Sus orbes eran de un vivaz color esmeralda.      

Fin. Libro I.

Continue Reading

You'll Also Like

58.5K 3.1K 17
mientras player corría de catnap algo callo en el felino y este se se transformo en su forma pequeña/peluche de caricatura y los demás smile crittert...
244K 21K 49
Año 2072. En el mundo solo existen cuatro clases de personas: los que controlan los cuatro elementos, los que controlan el clima, los que controlan l...
46.8K 1.3K 7
« No sé que está más jodido, si el mundo o mi corazón. » Risha nunca tuvo una vida fácil, pero tampoco es que haga algo para cambiarlo. Se...
900 249 19
En la OPEV tenían cuatro reglas inquebrantables: 1. Localizar y eliminar a cualquier vampiro. 2. No hacer distinciones entre hombres, mujeres y niño...