DISCLAIMER: ninguno de los personajes ni la serie me pertenece. Rumplestiltskin x Belle. Contiene escenas fuertes, estás advertido dearie.
"Hechizo de tres noches"
Capítulo 25 Presumption
—No volveré a ver a mi hijo, Baelfire.
Rumplestiltskin soltó una vez más, sintiendo el amargor de las palabras conforme las pronunció. Belle observó cómo el hombre se rompió hasta casi tocar el suelo, una imagen de él que resultaba irreconocible para ella. La joven se acercó, se sujetó el corsé para impedir que sus pechos siguieran más al descubierto y se sentó frente a él.
Por unos segundos no supo qué decir. Su mente unió las piezas del rompecabezas que había recabado días atrás: la ropa de niño, el juguete de madera... su hijo. La mirada perdida de Rumplestiltskin ahora tenía sentido. Un agujero se formó en su estómago al imaginarse tremendo dolor que su empleador sufrió todo este tiempo.
Tímidamente, pasó su mano por la frente del hechicero, bajando por un pómulo hasta detenerse en la mejilla. —Todo va a estar bien.
Rumplestiltskin levantó su vista hacia ella al sentir su roce. El trazo fue delicado. Su piel tersa y suave contrastó con la piel áspera de él. Fue un simple gesto, pero como si fuera magia, su mente se tranquilizó por un momento y pudo enfocar su mirada en algo más que no fuera el suelo. Miró cómo su doncella se sujetó el corsé, dándose cuenta de que su primer impulso fue lanzarse encima de ella. Un halo de vergüenza le cubrió pero no pudo culparse. Cada vez que estaba con ella parecía un momento lúdico, fuera de la irrevocable pesadilla constante que representaba su vida. Los únicos sueños que tenía era cuando estaba en la cama, con ella, con sus cuerpos entrelazados.
Como si la joven leyera sus intenciones en su mirada, lentamente, acercó sus labios hasta unirlos con él. Al principio la intención de la joven fue reconfortarlo, y el beso no fue más que un tierno roce. Solo deseó hacerle saber que contaba con ella. Pero por culpa del hechizo, cuando se encontraba frente a él, el hambre despertaba en su cuerpo llenando cada fibra de su cuerpo con deseo y su mente se bloqueaba. Un pequeño gemido salió de sus labios y ambos se abrazaron el uno al otro.
Rumplestiltskin la jaló hacia él, de forma que se sentara sobre su regazo. Belle deslizó sus manos sobre los anchos hombros, subiendo sus dedos sobre la cabellera ondulada. Ambos abrieron más sus bocas, respirando de forma desesperada el aire que el otro exhalaba. Con sus cuerpos tan cercanos, no fue difícil para la joven detectar la excitación que crecía debajo de ella, y crecía en el cuerpo de su empleador.
Rumplestiltskin también se percató, tomando conciencia de su estado y separó los labios de la joven. Pese al deseo infrenable que sentían en ese momento, se encontraban en el recinto principal y aún quedaba tiempo para que cayera la noche, que era el momento en que el hechizo acumulaba su mayor carga. Ambos se miraron sin decir palabra alguna, esperando a que el otro dijera la primera palabra o diera indicio para continuar o terminar aquella locura. Aunque breve, ambos poseían aún el control para detenerse por voluntad propia.
Belle inclinó su espalda hacia atrás, imponiendo algo de distancia entre ambos. Sin despegar las manos del cuerpo de su empleador, bajó sus manos delicadamente por los hombros hasta masajear sobre el torso y las detuvo ahí por un breve momento. Dándose unos segundos de reflexión para reunir valor, Belle separó sus manos y los llevó hacia los extremos de su corsé. Con un movimiento, llevó las esquinas de la prenda hacia sus hombros y expuso sus pechos desnudos. Rumplestiltskin bajó la mirada hasta los pezones erectos y se quedó hipnotizado como un niño que ve el cuerpo femenino desnudo por primera vez en su vida. Volvió la mirada hacia su doncella.
—Está bien, Rumplestiltskin.
El hechicero parpadeó un par de veces y asintió tímidamente con la cabeza en respuesta. Levantó una mano para transportarlos a la habitación. Belle detuvo su mano con la suya antes de que él pudiera invocar magia. Rodeó su palma con sus dedos y llevó la mano de su empleador hasta su seno izquierdo. Con su mano sobre la suya, le incitó a masajear su cuerpo, mientras que con su mano libre masajeaba a sí misma su seno derecho.
Una vez que su empleador tomó el ritmo sobre su cuerpo separó sus manos, delegándole el trabajo sobre su cuerpo a él. Mientras tanto, Belle se dedicó a retirar las prendas ostentosas que vestía el hechicero. Eran prendas pesadas que ya en alguna ocasión había tenido que limpiar, pero que estaban confeccionadas de manera exquisita y con los materiales más caprichosos. Pieles duras y gruesas, adornadas como corazas, tal como la piel y apariencia de Rumplestiltskin. Con trabajo, logró que la prenda se deslizara sobre los hombros de él. El hechicero separó sus manos, turnándolas, para ayudarle a que Belle se deshiciera de su gran saco de pieles.
Belle continuó repitiendo el mismo proceso hasta que el dorso de su empleador quedó desnudo igual que ella. Ambos volvieron a abrazarse, sintiendo el calor que el pecho del otro emanaba, conectando sus corazones de la forma física más cercana posible. Sus labios volvieron a juntarse y esta vez el hechicero bajo sobre el cuello de su doncella hasta la clavícula dejando un camino de besos. Esta vez se lo tomaron con calma a comparación de los encuentros recientes, saboreando el cuerpo del otro con entrega y paciencia como verdaderos amantes.
Cuando sus cuerpos estuvieron listos y el hambre fue irrevocable, Rumplestiltskin desfajó su pantalón, dejando su miembro hinchado libre y listo para recibirla. Belle levantó su falda hasta su cadera, y con ayuda de su empleador se despojó de la prenda. Con el cuerpo desnudo y sin el estorbo del vestido, abrió el compás de sus piernas, y con una mano llevó el miembro masculino hasta su sexo húmedo. La joven subió y bajó su cadera, sintiendo a su empleador dentro de ella con cada vaivén. Se sujetó a los hombros de su empleador, le miró a los ojos y comenzó a moverse con más insistencia.
Rumplestiltskin volvió a tomar uno de los pechos de la joven entre su mano, apretándolo y jugando con su pezón entre los dedos. Con la otra mano, buscó el clítoris y lo masajeó. La joven respondió favorable ante sus caricias.
Los gemidos de Belle lentamente se convirtieron en sollozos de placer, resonando en el recinto principal en forma de eco. Por un breve momento, la joven se percató de lo poco sutil que sonó su voz. En el castillo de su padre jamás hubiera podido llevar semejante escena sin que alguien se percatara y se convirtiera en una mujer repudiada después. El pensamiento cruzó por la mente de la joven, pero el pudor que dicha escena representó solo sirvió para excitarla y humedecerla más. A pesar de todas las fantasías que había elaborado en su mente con ayuda de sus libros e imaginación, jamás se sintió tan depravada. Saboreó la idea con cada penetración en su cuerpo mientras siguió montando a Rumplestiltskin. A pesar de la jaula dorada donde se encontraba, se sintió verdaderamente libre, capaz de explorar la sensación sobre su cuerpo sin prejuicios y a su voluntad. Muchas mujeres deseaban los lujos que poseía ella, sintiendo que las riquezas era lo mejor que un hombre podía ofrecer a una mujer. Pero hasta ese momento descubrió que la libertad sobre su cuerpo era el mejor regalo que un hombre podía ofrecerle a una mujer, y Rumplestiltskin lo ofrecía a ella.
Antes de que su mente se percatara, los espasmos del orgasmo sacudieron su cuerpo. Ahogó un grito y su cuerpo cayó sometido a los brazos de Rumplestiltskin. El hechicero permaneció rígido, soportando el peso de su doncella en su dorso mientras liberaba su semiente en ella y se perdía en el éxtasis del orgasmo al igual que ella.
No fue hasta que el calor de sus cuerpos empezó a perderse, que notaron que el cielo oscurecía y el recinto se enfriaba. Rumplestiltskin levantó la mano para evocar magia y llevarlos a la habitación. Pero nada sucedió. Aturdido volvió a intentarlo.
—¿Sucede algo? —la joven preguntó al notar la confusión en los ojos de su empleador.
—No es nada. Supongo que los años me han oxidado un poco. —El hechicero enmascaró su preocupación.
Belle le sonrió de forma cómplice y pícara. —¿Una sola jovencita es demasiado para el Señor Oscuro?
El hechicero soltó un suspiro. —¿Insinúas que necesitas alguien más con nosotros? Tu perversión supera la de mi magia. Solo espero que la persona que tengas en mente no sea aquél prometido tuyo.
Las mejillas de Belle se encendieron al rojo vivo. —¡Más perverso eres tú por atreverte a dicho pensamiento!
Rumplestiltskin sonrió triunfante y paseó con ojos pícaros el cuerpo de Belle. —En cuanto me desoxide, estarás rogando tiempo fuera de la cama, dearie.
Las mejillas de Belle se encendieron todavía más con lo que Rumplestiltskin se percató de su atrevimiento. ¿En qué estaba pensando? Ambos estaban perdidos en el deseo carnal por culpa del hechizo. Después de que terminara ambos deberían volver a sus rutinas. Tragó saliva. Aquello no sería fácil pero tampoco debía hacerse ilusiones deliberadas.
Antes de que su mente deliberara más, evocó magia con su mano y esta vez se transportaron exitosamente hasta la habitación de Belle. Ambos aparecieron separados, con Belle sentada en medio de la cama y él de pie a la orilla del mueble.
—Te dejaré para que te des un baño. —Rumplestiltskin trató de romper la tensión entre ambos.
—Espera. —Belle le pidió antes de que le diera la espalda—. Aún puedo esperar un momento más.
—No veo motivo para que atrases tu comodidad.
—¿Así que se trata solo de sexo y ya? —Belle se puso de pie y se colocó frente a él en modo retador, sin importarle que estuviera desnuda. El hechicero no pudo contestar nada, inmutado por el atrevimiento de la joven—. No lo creo. En tus ojos veo algo más que deseo, Rumplestiltskin. Aunque te niegues a aceptarlo.
La joven cortó la distancia entre ambos. Colocó sus manos sobre su pecho de forma firme y le miró a los ojos. —Noté la tristeza en tus ojos desde tiempo atrás. Me hice múltiples ideas de lo que podía ser pero apenas logré acércame al verdadero motivo. Podías habérmelo dicho antes, Rumple.
Los ojos de Belle le miraron compasiva, de una ternura que pocas veces el hechicero había visto en su vida. Quedó anonadado ante la confesión de la joven. Nadie jamás había logrado ver a través de su máscara y ver sus verdaderos sentimientos. Incrédulo, negó con la cabeza. —No era necesario.
—Podría haberte ayudado. Después de todo para eso estoy aquí, para servirte. No tienes por qué seguir haciendo las cosas solo.
—Te equivocas. —El hechicero dio un paso atrás, mientras el amargor de su reciente fracaso regresaba a él—. De nada hubiera servido tu ayuda. No cambiaría el resultado. Se acabó todo.
Belle frunció el entrecejo, negando levemente con la cabeza. —¿Cómo puedes estar tan seguro? Si es un hechizo puedes volverlo a intentar.
—No lo entiendes... me llevó años. —Rumplestiltskin empezó a hablar entre dientes, levantando la voz, frustrado—. Preparé todo como era debido, revisé el hechizo. Todo, ¡Todo estaba absolutamente como debía ser y aún así ha fallado!
—Entonces quizás necesites un hechizo diferente. ¿Qué es lo que hace este hechizo en particular tan especial?
—Necesito ir a un mundo sin magia. Ahí es donde se encuentra mi hijo. Pero la única forma de conjurar un portal hacia aquél mundo, era a través de este hechizo.
—No puede ser el único modo. —La joven se separó del hechicero y caminó hacia los estantes llenos de libros de su habitación—.Estoy segura que está por aquí.
—Te recuerdo que en los libros que estás buscando son de mi propiedad. ¿Crees que no los he leído ya antes? No hay nada que pueda ayudarme en ellos, Belle.
—¿Ah sí? Pues entonces dudo que hayas leído estos otros que no son tuyos. —Belle sacó un libro pesado del anaquel y con trabajo lo llevó hasta la cama y lo abrió.
—Lamento decepcionarte, pero te recuerdo el que te haya regalado estos libros no quita el que ya los haya leído.
—Sí, sé a lo que te refieres. —Belle levanto una mano de forma impaciente mientras siguió hojeando con prisa hasta que dio con la página precisa que buscaba. Belle apuntó con un dedo la ilustración de una antigua biblioteca. —Podrás haber leído todos los libros del castillo, pero te aseguro que no has leído ninguno de estos. Son ejemplares únicos que se encuentran solo en este lugar. Y apuesto, que aunque tengas toda la magia del reino, es conocimiento que no posees, Rumple.
El hechicero bajó la mirada por el libro hasta que reconoció el sitio del cuál Belle se refería. Era un sitio lejano, oculto, que pocos habían logrado obtener la ubicación y el acceso a dicho mítico lugar.
Una biblioteca que poseía el conocimiento oculto de antiguas civilizaciones.
—La biblioteca de Alexandría.
Comentarios:
¡Aquí está al fin! Amo este capítulo porque representa uno de los avances más grandes en la relación de estos dos. He disfrutado enormemente no tener que escribir tanto angst y verlos felices por un momento. La propuesta que ha hecho Belle abre un amplio espectro de probabilidades para este fic que incluso en este momento dudo de mí misma que camino exactamente seguir jajaja. Supongo que ya que esté publicado el siguiente capítulo se enteraran del camino elegido. Trataré de subirlo a finales de este mismo mes, pondré a mis musas a trabajar. En esto momentos las tres andan ocupadas, así que las despido de su parte.
¿Qué creen que suceda el próximo capítulo? ¡Me gustaría saber su opinión!
Sialia A. Muñoz