Un toque de rock

By Laurixtika

431K 19.8K 1.2K

Linnea es una chica, que es muy diferente a lo que son las chicas de 17 años. Es muy cerrada, pero por otra p... More

Comienzo... extraño
Visita inesperada
¿Un trato justo?
Charla de madre a hija
Un Romeo escondido en el armario
Exámenes, AAAAH!!!!
Discusión... ¿a causa de un chico?
Pelea en la cafetería
Comunicación por notitas
Furia o beso
Videojuegos y boxeo
Cena incomoda
Trabajo en parejas
Una disculpa difícil
Gelatina para almorzar
Una falsa Miranda
Melodía de piano
Vacaciones XD XD
Vuelta en moto
Secuestrada
Ian, yo y un coche
Aventura finalizada
Juego de luces y sombras
Un sueño de ensueño
Indispuesta
Casco rosa
Vestimenta para salir de fiesta
Concierto sorpresa
Autógrafo extravagante
Elección difícil
Dormida en clase
Pesadillas
Aviso
¿Viviendo con gatos?
Compensación
Pesadilla no olvidada
Sueño hecho realidad
Buenas noches
Labio roto
Llamada sorpresa
Aviso
¿Terco, o perseverante?
Con la puerta en las narices
Sábado noche
El centro del universo
Parque de atracciones
Corazón frío como la piedra
Granos de arena
Un sistema
El vestido perfecto
Sr. y Sr. Berckley
Propuesta para vosotros
Escapada de la fiesta
Alarma de incendios
Piernas de gelatina
Tarde entretenida
Cobarde
¿Celos?
Estudiando
Amnesia
Cena
Confesiones
Sin respuesta
¡Guerra de comida!
Bailando entre comida
Vendetta
Fiona
Brujas, muggles y Hogwarts

Un famoso en mi clase

10.5K 490 14
By Laurixtika

Capítulo: 4

Voy corriendo por los pasillos para llegar cuanto antes al aula, coger mis cosas e ir a la clase de informática. Cuando giro en la esquina, me encuentro a Seth con mi mochila colgada al hombro. Voy corriendo hasta él.

—Por fin llegas ¿Qué ha pasado para que estuvieras tanto tiempo con el director? —me dijo con una expresión preocupada, pero no sé si por mí o por llegar tarde a clase.

—Créeme cuando te digo, que si te lo contara, no lo creerías.

—Prueba.

—Ahora mismo no tengo tiempo, ya llego tarde.

—Pensaba que a ti te daba igual el hecho de llegar tarde —me dice Seth cruzándose de brazos.

—Y me da igual, pero a Miranda no. Quiere que le cuente lo que ha pasado con el director —miro el reloj de mi muñeca, soltando un bufido—. Y… ya llego tarde. Nos vemos —digo mientras me marcho rápidamente.

—Luego me lo cuentas, ¿entendido? —grita Seth.

—Sí, sí —le digo, agitando la mano para despedirme.

Me marcho de allí corriendo. No me importaba llegar tarde a informática, el profesor nunca dice nada. Pero Miranda…, estará echando humo por las orejas.

Y no me equivoco del todo. Cuando entro, Miranda mira en mi dirección, con una mirada no muy agradable que digamos. Voy hasta ella y me siento a su lado. No tarda mucho, en abordarme con un montón de preguntas, nada más sentarme.

—¿Dónde has estado? ¿Por qué has tardado tanto? ¿Qué ha pasado? ¿Qué…?

—Sí, yo también me alegro de verte Miranda —digo. Dejo la mochila en el suelo y busco el pendrive para conectarlo al ordenador.

—No me cambies de tema —me dice señalándome con el dedo—. Te dije que no llegaras tarde, necesito que me lo expliques todo y sé, que va a ser una explicación larga.

—No es culpa mía —digo mirándola a los ojos—. En cuanto salí, fui corriendo a por la mochila. La tenía Seth, y él al igual que tú ahora, se puso a interrogarme.

—No se lo habrás contado a él antes que a mi ¿verdad? —me dice con cierto tono de humor—. Porque si lo has hecho, te juro que de esta clase no sales viva.

—¿Por quién me tomas? —digo mientras me recuesto en la silla—. Sabía que si se lo contaba a él antes que a ti, acabarías cargando con mi cadáver y tirándolo a un río. —El comentario había hecho reír a Miranda—. Y quería ahorrarte la experiencia. Luego dirás que soy una mala amiga —digo con cierta ironía.

—Eres la mejor amiga del universo —me dice mientras me proporciona un gran abrazo.

—Yo no diría que del universo, pero quizás si del condado de California —digo, haciendo que las dos riéramos.

Cuando deja de abrazarme y se coloca en su silla, dice—: Pero que sepas, que no te vas a librar de contarme lo que ha pasado solo por el hecho de haber llegado tarde. Vamos, ve soltando por esa linda boquita tuya lo que ha pasado y como has llegado a ver al nuevo “alumno” —En sus labios, aparece una pequeña sonrisilla traviesa.

Por lo que, eso hago. Le cuento todo lo sucedido desde que me llamaron por megafonía, hasta el momento en el que dejé a Ian con el director. Ella estuvo escuchando con mucha atención en todo momento, pero también tenía cuidado de que cuando hablaba, no hubiera cotillas alrededor.

Cuando acabo de contarle lo sucedido, solo faltaban diez minutos para que acabara la clase. Miranda me mira con una mezcla de fascinación e incredulidad. Pasan varios minutos, y Miranda no responde. Yo ya pensaba, que se había quedado en estado de shock, al igual que me había pasado a mi antes. Me disponía a agarrarla por los hombros y zarandearla hasta hacerla reaccionar, cuando de pronto dice:—¿Sabes qué lo que te ha pasado es la cosa más increíble que le podría pasar nunca alguien?

—Eh… creo que respecto a eso, tú y yo tenemos opiniones muy diferentes —digo mientras la miro con cierto recelo.

—Quita esa expresión de tu cara y escúchame. —Asiento con la cabeza, poniendo toda mi atención en ella—. Vas a enseñarle el instituto a Ian Berckley, un chico…

—Yo no diría que es un chico, teniendo en cuenta que me has dicho que tiene 21 años —interrumpo.

—No me interrumpas. —Amenaza. Levanto mis manos en señal de rendición, y dejo que continúe—. Un chico que aparte del hecho de que esta como tren y allá por donde pasa todas sus fans se quedan deseosas de poder “sentirle” —creo que no hace falta explicaros a que se refiere ¿verdad?—. Es una de las estrellas de rock más famosas de la actualidad.

—Ya, ¿y? —pregunto con indiferencia.

Resopla y se pone su mano sobre la frente, obviamente frustrada por mis reacciones.

—Lo que estoy intentando decirte, es que cualquiera de las chicas que esta en este instituto, desearía estar en tú piel.

—No creo. No creo que les hiciera mucha gracia ponerse mi piel llena de sangre encima —digo con humor. A lo que Miranda responde, dándome un puñetazo en el hombro—. ¡Auch! Eso duele — digo, tocando mi hombro.

—Ya lo sé —resopla y mirar alrededor antes de decir—: Además, no te ofendas pero, ¿no te parece raro que haya sido a ti a quien le pidieran enseñarle el instituto?

—Tranquila, no me ofendes. Yo también he pensado eso. Sé que no soy la más indicada, lo normal hubiera sido que se lo pidieran a alguien con unas notas más altas que las mías, pero no sé porque me lo han dicho a mí.

—Es posible que te lo hayan dicho a ti, porque Ian se lo haya pedido.

“Ya empezamos.” Una de las virtudes de Miranda era que tenía una imaginación impresionante, pero a veces esa virtud daba problemas, como es en este caso.

—Enserio no creerás eso.

—Sí. ¿Por qué si no se hubiera matriculado?

—Digamos, teóricamente, que tienes razón. ¿Cómo habría averiguado que estaba estudiando en este instituto? ¿En serio crees, que ha buscado a todas las chicas con pelo morado y estilo gotico-emo de California?

—Sabe tú nombre.

—Aun así. ¿Cuántos institutos crees que hay simplemente en un condado? —No me responde, por lo que sigo—: Pues imagínate en toda California. Además, que ha pasado un mes desde eso. No creo que me estuviera buscando, simplemente decidió matricularse aquí y cuando me vio, dio la casualidad de que me reconoció.

—Está bien, pero, ¿y el hecho de que te hayan llamado a ti?

—Sencillo, simplemente quería que estuviera ocupada con algo para así no meterme en más problemas. Al menos, durante un tiempo. 

La campana suena, indicando el fin de esta clase. “Ya solo queda una clase y después le diré adiós a Ian, al menos durante un tiempo.”

—¿Y has llegado a esa conclusión en la ultima hora? —dice mientras recojo mis cosas y las guardo en la mochila.

—Sí.

Se queda un rato mirándome y entonces dice:

—Está bien, me rindo. —Se levanta y se cuelga la mochila, al igual que he hecho yo—. Si lo que quieres es perder la oportunidad de tu vida, solo por culpa de tu orgullo, no soy quien te lo va a impedir.

—Vamos, no exageres —digo, mientras nos encaminábamos a nuestra siguiente clase.

—¿Qué no exagere? ¡¿Qué no exagere?!

—Oye, si tanto te gusta, te lo regalo.

—No gracias. Él no es el integrante del grupo que me interesa.

—Mmm… pues tú te lo pierdes. —Y entonces, echo acorrer para haciendo que ella me siga. 

Llegamos a clase sofocadas, y riendo. Vemos a Seth, que nada más vernos se levanta y se dirige hacia nosotras.

—Hola chicas. Linnea, ¿puedes decirme ya lo que ha pasado con el director? —me pregunta, algo impaciente.

—Tranquilo Seth —empieza Miranda—. Ya puedes interrogarla todo lo que quieras. —Y dicho eso se, marcha a su asiento.

—¿Y bien? —pregunta.

—Tranquilo. Veras, lo que ha pasado es que…

—Sentaros todos en vuestros sitios —dice el profesor Raymond, nada más entrar por la puerta.

—Parece que tendrás que esperar —le digo, golpeándole ligeramente el hombro.

Me encamino a mi sitio, saco el material necesario, y me dispongo a atender. A los diez minutos de haber comenzado la clase, llaman a la puerta, para luego aparecer la persona sobre la que habíamos hablamos la última hora.

—Disculpe, soy el nuevo alumno, y… creo que esta es mi clase —dice mientras entra.

“Su clase… ¡¿Está en mi misma clase!?”.

No podía salir de mi asombro. Gira la cabeza a Miranda, que me mira con la misma cara de sorpresa que seguramente tengo yo.

Le entrega un papel al profesor y entonces dirige su mirada a la clase. Se oyen varios suspiros de las chicas que están delante de mí. Pero cuando me mira a mí, y se da cuenta de que estoy en su misma clase, a quien le entraron ganas de suspirar fue a mí. La expresión de alegría que había puesto cuando me ha visto, a pesar de haber durado muy poco, ha hecho que se acelerara mi corazón.

Pero no suspiro. Simplemente me quedo mirándole, embobada, como pasó cuando el concierto. Me siento atraída por esos ojos verdes, y siento, que no podría apartar la mirada de sus ojos aunque quisiera, y por extraño que parezca… no quería.

—Muy bien —dice el profesor de golpe, haciendo que él fijara su vista al profesor, y yo pudiera escapar de su hechizo. Le devuelve el papel y dice—: Puede sentarse…

—Profesor, si no le importa… —Le susurra Ian algo al oído.

Yo me encuentro en las últimas filas, por lo que no puedo oírle. Cuando acaba de hablarle al oído, el profesor simplemente asiente, e Ian se dirige a una mesa vacía. Pongo mi atención al profesor, pero no puedo resistir la tentación de mirarle, por lo que lo miro por el rabillo del ojo y me percato de que levantaba su mesa para no tener que arrastrarla, y la pone delante de un chico que se encontraba detrás de mí, haciendo que ambos nos moviéramos para poder dejarle espacio.

“Enserio, ¿qué hace?”.

No pasó mucho tiempo desde que Ian se sentó, cuando el profesor Raymond dijo:

—¿Tienes los libros Sr. Berckley?

—Eh… todavía no tengo los libros de todas las asignaturas, lo siento. —Fue decir esas dos últimas palabras, y hacer que todas las de mi clase suspiraran, ¡juro que llegué a oír que a alguna se le paraba el corazón!

—No pasa nada, pero para la próxima vez intenta tener tus libros.

—Entendido —dice con un ligero asentimiento. Yo intento concentrarme en mi cuaderno e ignorar la presencia de la persona que se encontraba detrás de mí.

—Por el momento, ponte junto a la Srta. Cambell para que puedas seguir el ritmo.

—¿Qué? —dije con un murmuro tan suave que nadie me había oído.

Ian no tarda en mover su mesa y ponerla junto a la mía.

—Hola —me dice con una amplia sonrisa, nada más sentarse.

—Hola —contesto sin apartar la mirada del cuaderno, concentrándome en seguir con mis garabatos.

—Linnea, se que la última vez que nos vimos, no empezamos con muy buen pie.

—¿Ah, sí? ¿No me digas? —digo, todavía mirando mi cuaderno.

—Pero, me gustaría remediarlo. —Se le veía bastante interesado en hacer esta vez las cosas bien—. Así que, ¿Qué te parece si empezamos de nuevo? —Extiende la mano por debajo de la mesa, para que no nos vean—. Hola, mi nombre es Ian Berckley y soy cantante y primera guitarra de los Crossing of Blood.

Yo simplemente le miro.“¿Qué intenta conseguir con esto?”. No sé cuánto tiempo me quedo mirándole, supongo que mucho, porque entonces deja la mano sobre la mesa y suelta un pequeño suspiro. “Supongo que no le ha hecho mucha gracia…”. Siendo sincera, he de decir que me siento un poco culpable. Él intenta hacer las cosas bien, y por culpa de mi terquería y de mi mal carácter, había echado su buena intención al traste.

—Se supone que ahora es cuando tú me das un apretón de manos y me dices tú nombre —me dijo, agarrando de pronto la mano, y dándome un apretón de manos un poco exagerado.

La culpabilidad que sentía se había ido tan rápido, como había venido. Los primeros segundos no pude reaccionar, ¡no me esperaba esa reacción! Pero después retiré la mano bruscamente. Él simplemente me sonríe, enseñando unos dientes súper blancos y muy bien alineados. Muevo mi silla alejándome un poco de él y me vuelvo a concentrar en mi cuaderno. Intentaba centrarme, pero de que veo que no lo consigo, decido poner mi atención en la clase de Literatura. Pero tampoco podía concentrarme. Todavía sentía mi mano caliente, a causa del apretón de antes.

Su mano se había sentido muy fuerte y firme, a pesar de no haber apretado mucho la mano. Y mientras tocaba mi mano, sentí como una pequeña descarga eléctrica me recorriera todo el cuerpo.  Era una sensación muy rara, pero… no era desagradable. De vez en cuando, noto como Ian me rozaba con el codo muy sutilmente. Y cada vez que lo hace, yo lo miro, para sólo ver como finge que no se daba cuenta, que lo hacía sin querer; pero yo sabía que lo hacía apropósito, porque siempre tenía en su cara una estúpida media sonrisa, un tanto tierna. Antes de que me diera cuenta, yo también sonreía muy ligeramente. No entiendo el porqué hacía lo que hacía, pero no me importaba.

“Espera… ¿Qué?”

¿Qué me estaba pasando? Enserio, tenía que dejar de pensar en Ian. Aunque me iba a costar, teniendo en cuenta que no solo va a mí mismo curso, sino que va a mi misma clase, y se sienta detrás de mí.

Miro el reloj y veo que faltaban unos escasos cinco minutos para que suene el timbre. Y él seguía rozándome con el brazo y haciendo que mi piel se pusiera de gallina —a pesar de no haber contacto piel con piel—. Tenía que irme cuanto antes. En cuanto sonara el timbre me iría de allí y no esperaría ni a Miranda ni a Seth, luego les daría explicaciones.

Comienzo a recoger y a guardar las cosas en la mochila.

—¿Qué estás haciendo? —me susurra Ian muy cerca de mi oído, provocando que me sobresaltara.

—¿No lo ves? —digo con la voz ligeramente ronca—. Estoy recogiendo mis cosas.

—¿Y porque estas recogiendo?

—Porque… —comienzo a decir, mirándole a la cara, mientras de fondo sonaba el timbre—, acaba de sonar el timbre y tengo prisa. —Agarro la mochila, me la cuelgo al hombro y salgo de allí sin esperar a nadie.

Los pasillos empiezan a llenarse de ansiosos que al igual que yo, querían llegar cuanto antes a sus casas.

Me abro paso como puedo, entre todos los estudiantes, dando algún que otro empujón y murmurando un “lo siento”. Cuando llego a la entrada, observo que la gente se amontona, impidiendo que pudiera salir. Intento abrirme paso entre la gente, cuando oigo a alguien llamarme.

—¡Linnea!

“Oh no”. “Dime que no es él”.

—Linnea —dice Ian mientras me agarra del brazo—. Has salido corriendo.

—Ya. Es que tengo prisa.

—¿Prisa? ¿Ocurre algo? —dice mientras se acerca más a mí.

—No, no ocurre nada —digo. Vamos avanzando con lentitud entre la gente, intentando salir.

—¿Estás segura? —pregunta, colocando su cara a escasos centímetros de la mía, con un extraño tono en su voz… “¿Eso ha sido ironía?”.

Le miro a los ojos, y veo que me mira con una mirada muy profunda. Siento que si me pidiera hacer algo, lo haría encantada.

Cuando nos encontramos ya en la salida, a punto de salir, veo un montón de luces parpadeando.

—¿Pero qué…? —digo, soltándome de Ian e intentando ver que eran todas esas luces.

Flashes. Miles de flashes de cámaras pertenecientes a los paparazzis, apuntando a la entrada. Muchas personas se colocan delante de las cámaras para poder salir en una “exclusiva”. En cuanto localizaron a Ian, todos los paparazzis se abalanzaron sobre él.

“Esta es la mía”.

Ian intenta volver a hablar conmigo, pero me escabullo entre la multitud dejando a Ian solo con su fama. Me encamino a mi gran moto negra, abro el asiento, sustituyendo el casco por la mochila.

Me pongo el casco, me siento en la mato. Y poniendo las llaves en el contacto, me marcho de allí, dejando atrás los recuerdos de la llegada de un famoso a mi clase.

Hola a todos!!!

Aquí tenéis el nuevo capítulo de “Un toque de rock”. Ya empezamos a ver cómo va avanzando la relación de Linnea e Ian ¿verdad? jeje

Espero que os haya gustado, y no tengáis miedo a votar y comentar mis historias.

Hasta la próxima.

Twitter: @LauraLDLRV

Ask: http://ask.fm/Laurixtika

Continue Reading

You'll Also Like

53.3K 1.9K 27
¿Que pasaría si te sintieras completamente atraída por la prima de tu nueva compañera de trabajo? Descubre la historia de Chiara una artista emergent...
18.1K 1K 16
TRADUCCIÓN DE WE ARE. Nuestro primer encuentro puede que no sea tan impresionante. Pero si nos encontramos la próxima vez "¡¡¡Definitivamente te sald...
102K 6.1K 18
LIBRO TRES DE LA SAGA ÁMAME. Summer ha estado enamorada de Nikolai desde que tiene memoria, ella siempre ha estado consciente de que nunca pasaría a...
72.8K 2.4K 43
Mi vida es una auténtica mierda. O eso pensaba, eso pensaba antes de conocer a ese chico.... En cuanto lo ví... Afirmé que mi vida era una mierda.Per...