Destruction ◇ Erik Lehnsherr

By alanastxrk

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❝Él era destrucción Ella era catástrofe Juntos eran el apocalipsis❞ Cover by: -professionalvillain ❤ ... More

I. DESTRUCTION
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Retazos del pasado
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II. CATASTROPHE
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III. APOCALYPSE
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q u i n c e

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By alanastxrk

Cuando Iris despertó, la sala en la que estaba con Sebastian estaba completamente destrozada. La mayoría de los cristales se habían roto y habían un montón de vigas delante de ella. Pestañeó e hizo una mueca de dolor al incorporarse del suelo, sentándose.

Todo el cuerpo le dolía y le ardía. Lo sentía entumecido y como si de repente pesase mucho más que antes. Además, cada movimiento que hacía conllevaba una leve pero duradera sensación de pinchazo en todo el cuerpo.

Incluso le costaba mantenerse sentada en el suelo. Si no fuese por la pared que la sujetaba desde atrás, seguramente ya habría caído al suelo y se habría quedado allí.

Cerró los ojos y dio un pequeño gemido de dolor. Sentía que la cabeza le iba a estallar y es que se había dado un fuerte golpe en ella tras el impacto.

Volvió a abrir los ojos cuando escuchó a dos personas hablando. No se había dado cuenta hasta ahora, pero justo delante de ella estaban Sebastian y Erik. Éste último estaba contra la pared completamente inmóvil y tenía la vista clavada en Iris, mientras Sebastian hablaba con él.

—Déjale —susurró Iris y luego carraspeó—. Sebastian.

Él se dio la vuelta y sonrió al verla.

—No pensaba que despertarías tan pronto.

—¿Sabías que intentaría quitarte el casco? —le preguntó y miró a Erik.

Él estaba forcejeando para intentar sacar una mano, pero estaba atrapado por una viga de metal la cual estaba contra su cuerpo.

—Es lo único que le impide al telépata controlarme, así que no fue difícil suponerlo —Iris cerró los ojos.

—Déjale a él —le pidió, volviendo a abrir los ojos y señalando con la mirada a Erik.

Sebastian giró la cabeza para mirarle y luego rió.

—Qué bonito —exclamó Sebastian—. Pero es él quien ha venido a por mí. Lleva buscándome toda su vida —Iris gruñó.

Iris —escuchó en su cabeza la voz de Charles y abrió los ojos con sorpresa—. ¿Iris estás bien? Hasta hace un rato no era capaz de percibirte.

Se acordó de que la última vez que Charles había hablado con ella de esta manera había bastado con que ella pensase la respuesta, así que así lo hizo.

Sí..., estoy bien.

Sigue distrayendo a Shaw. Erik va a quitarle el casco, tiene un plan —ella asintió, aunque estaba claro que no podía verla.

—No importa lo que hagas —le dijo ella—. Nunca ganarás.

—No sé por qué te resistes, Iris. Únete a mí. Podremos gobernar un mundo de mutantes juntos. No hay ninguna manera de que puedas pararme y solo te salvarás si vienes conmigo.

—No voy a ir contigo a ninguna jodida parte —le espetó—. Hace mucho tiempo me abandonaste. Ahora no tienes ningún derecho a venir aquí y pedirme que vuelva a tu lado. No te lo mereces.

—No te abandoné porque quisiese, Iris. Tuve que hacerlo.

—¿Tuviste que hacerlo? —preguntó histérica—. ¡Me dejaste sola cuando más lo necesitaba! ¡Ni siquiera fuiste capaz de decirme que ella había muerto! ¡Eras un cobarde y sigues siéndolo! —él apretó los puños con fuerza y miró a Iris sin pestañear—. Antes no eras así. ¿Qué es lo que te hizo cambiar? ¿Qué te hizo odiar a los humanos tanto como lo haces ahora?

—¡Ellos la mataron! —estalló Sebastian, dando varios pasos hacia Iris—. La mataron porque era distinta a ellos, porque era mutante. Y eso nos lo harán a nosotros también si no los paramos antes. Si no les enseñamos que somos más poderosos que ellos.

—Así que eso es todo, ¿no? Venganza. Siempre se trata de lo mismo —susurró ella con una sonrisa irónica.

—No es solo eso. Ellos no solo destrozaron mi vida, también hicieron lo mismo con la tuya. Pero ahora tenemos la oportunidad de arreglarlo, pequeña.

—¡Deja de llamarme así! —gritó ella mientras veía cómo un cable se acercaba a Sebastian desde atrás—. ¡Ellos no destrozaron mi vida, lo hiciste tú! ¡Tú fuiste quien decidió irse sin ninguna explicación, dejándome sola! —tragó saliva un momento, sintiéndose agitada. Ella siempre había sufrido por lo que su padre le hizo en el pasado, pero nunca había creído que tendría la oportunidad de decirle a él todo lo que pensaba. Así que ahora sentía que tenía tantas cosas que decirle que no sería capaz de hacerlo todo de una sola vez—. Me da igual todo lo que digas, no te creo. Yo nunca estaría con alguien como tú. Y me da igual quién dices que eres, voy a pararte. No importa lo que cueste —vio que el cable estaba más cerca del casco—. Quieres matar a un montón de personas inocentes simplemente para vengarte de algo que pasó hace muchos años y para tener todo el poder. Porque a mí no me engañas, Sebastian. Eso es lo que realmente buscas. Quieres controlarlos a todos, demostrarles que puedes acabar con ellos en un solo segundo para que te teman. Y eso es algo despreciable. Y, ¿sabes qué? Me alegro de haber pasado toda mi vida alejada de ti, porque así he podido convertirme en quien soy hoy y no en la persona que tú querías que fuese. Sí, tengo recuerdos bonitos del pasado, pero aquel hombre murió. Él murió junto a ella. Tú para mí solo eres Sebastian Shaw, el asesino. Y me alegro de que ella no esté aquí para verte, porque la habrías decepcionado, tal y como has hecho conmigo.

Y es que sí, estaba dolida por lo que Sebastian le hizo en el pasado. Mentiría si dijese que durante todos estos años no había deseado que las cosas hubiesen sido distintas. Que su madre nunca hubiese muerto, que su padre nunca le hubiese dejado. Que hubiese tenido la vida que siempre había deseado. Pero por otra parte, al ver en quien Sebastian se había convertido, se sentía aliviada por haber pasado toda su vida sin él. ¿En qué clase de persona se habría convertido ella si hubiese estado junto a él?

Vio cómo Sebastian, enfadado, se alejaba de Erik acercándose a ella. Ella seguía en el suelo y desde aquel ángulo y, además, junto con la expresión de Sebastian, hacían que Iris se sintiese indefensa e inferior. Apenas era capaz de moverse, así que no podría defenderse de ninguna manera. Lo único que fue capaz de hacer fue mantenerle la mirada mientras él se acercaba a ella para hacerle saber que no le tenía miedo. Que nunca más se lo tendría.

Sin embargo, no pasó nada. El cable que Erik estaba controlando le quitó el casco a Sebastian y al instante él se dio la vuelta, intentando cogerlo. Pero no lo consiguió. En vez de eso, se quedó quieto en la misma posición de antes, con el brazo estirado hacia Erik para intentar quitarle el casco.

Al principio Iris se extrañó y levantó una mano para ver si aquello también le había pasado a ella, pero no. Ella podía moverse.

Es vuestro turno —oyó que le decía Charles—. Sacad a Sebastian de ahí y traedlo con nosotros. No creo que pueda mantenerlo quieto durante mucho tiempo más.

Iris miró a Erik, quien se quitó la viga que hasta ahora le había impedido moverse. A pasos lentos, se puso de cara a Sebastian y cogió el casco.

—Lo siento, Charles —susurró y se puso el casco.

—Erik... —le dijo Iris—. ¿Qué estás haciendo?

—Lo que tengo que hacer —se acercó un poco más a Sebastian—. Si estás ahí —le habló—, quiero que sepas que estoy de acuerdo con todo lo que dijiste. Los mutantes somos el futuro.

Iris abrió la boca y jadeó. Todo lo que había dicho Sebastian antes sobre los mutantes, era algo que Erik también quería. Y ya debería haberlo imaginado. Durante todo este tiempo que habían pasado juntos, él se lo había demostrado varias veces. Pero ella había estado tan ciega que no había querido creerle. No había querido ver lo que tenía delante de ella. Y ahora era demasiado tarde para poder arreglarlo.

Iris —oyó que volvía a llamarla Charles—. No puedo entrar en la mente de Erik. No puedo ayudarle. Tienes que hacerlo tú.

—Erik —volvió a llamarle Iris—, tenemos que sacar a Sebastian de aquí. Ya lo has oído, Charles nos está esperando.

—Desgraciadamente —siguió hablándole a Sebastian, ignorando las palabras de Iris—, mataste a mi madre —giró la cabeza para mirarla a ella—. Ahora ya lo sabes. Ya sabes lo que Sebastian me hizo.

—Erik, no —intentó levantarse, pero todavía sentía todo el cuerpo entumecido. Hizo una mueca de dolor—. Este no es el camino, no vas a conseguir nada así. Tu madre no va a volver a la vida porque él muera.

—¡¿Crees que no lo sé?! —le gritó e Iris se estremeció—. Él mató a mi madre y me hizo quien soy hoy. Desde que le conocí, solo hay odio en mi interior. Nada más que eso.

—No es así, Erik. Sé que hay algo más. Sé que hay bondad en ti. Me lo has demostrado durante todo este tiempo.

—¡Lo que te he demostrado es que era débil! ¡Que tú me hiciste débil! —se acercó a ella e Iris no supo qué hacer. El comportamiento de Erik le recordaba al que había tenido las primeras veces que se vieron. Era como una persona completamente distinta, no el Erik que ella conocía y el que le gustaba—. Tú, una humana, alguien inferior. Tú eres quien me ha hecho débil.

—Erik —susurró Iris, sintiendo sus ojos aguarse—. Estás cegado por la venganza. Ahora eso es lo único en lo que piensas, pero por favor, piensa en lo que estás apunto de hacer. Yo no te hice débil, te mostré cómo eras realmente sin todo ese dolor y odio. Puedo ayudarte a desprenderte de él, pero tienes que venir conmigo y dejar a Sebastian.

—La única manera de alejarme del dolor es matándolo —sentenció y se dio la vuelta, volviendo a donde estaba Sebastian.

—¡No! —gritó Iris y con mucho esfuerzo se levantó del suelo, intentando ir hacia él—. ¡Erik! —las lágrimas ya hacía rato que rodaban por sus mejillas.

Erik levantó una mano en dirección a ella y varias vigas de metal la pegaron a la pared, haciendo que no fuese capaz de moverse. Luego, él miró a Sebastian a la cara y levantó una moneda, enseñándosela a Sebastian.

Lo estoy perdiendo, Iris. Estoy conectado a Sebastian —le avisó Charles—. Va a hacerlo.

No puedo hacer nada más, Charles. No sé qué hacer.

—Te diré lo que vamos a hacer —le dijo Erik a Sebastian. La moneda quedó suspendida en el aire y avanzó lentamente hacia Sebastian—. Uno...

—¡Erik, no! —le gritó ella, moviéndose, intentando escapar de la vigas—. ¡Por favor! ¡Hazlo por mí!

—Dos...

Iris... —oyó a Charles. Seguía conectado a ella, por lo que cada cosa que él decía o sentía, lo estaba sintiendo ella también, al igual que al revés.

La moneda cada vez estaba más cerca de la cabeza de Sebastian e Iris no podía hacer otra cosa para detenerlo.

—Ya perdiste a tu madre, Erik —le dijo—. No me pierdas a mí también.

La moneda paró de moverse por unos segundos e Iris se sintió esperanzada. Por un momento, pensó que lo había conseguido. Que Erik no lo mataría y que volverían a casa. Y se dio cuenta de que eso era lo que ella tanto estaba temiendo. Lo que le había tenido tan preocupada desde el día anterior. Perderle a él. En el fondo, sabía que pasaría. Desde que lo conoció había descubierto el grado de venganza que Erik tenía en su interior y sabía que haría lo que fuese para conseguirlo. Lo había sabido desde siempre y ahora se culpaba por no haber conseguido hacerle cambiar de idea antes. Por no haber hecho todo lo que podría haber hecho.

—Y tres... —susurró Erik finalmente.

—¡No, Erik! ¡Él es mi padre! ¡Sebastian es mi padre! —pero ya era demasiado tarde. La moneda había traspasado la piel de la frente de Sebastian.

Al instante, ella gritó. Y Charles lo hizo también en su cabeza, haciendo que ésta le doliese al punto de creer que le estallaría. Charles no había roto la conexión, por lo que estaba sintiendo todo lo que él sentía mientras estaba conectado a Sebastian. Y el dolor era inimaginable. Iris gritó hasta que sintió su voz ronca y aun así, no fue capaz de parar. Finalmente, Charles rompió la conexión e Iris cerró los ojos, suspirando.

Sentía que no podía más. Tanto su cuerpo como su mente estaban destrozados así que, cuando las vigas se retiraron de su cuerpo, cayó al suelo.

Sintió unos brazos rodeándola y levantándola del suelo, pero estaba demasiado cansada como para decir algo. Cuando salieron de aquel lugar, Iris cerró los ojos con fuerza, mientras oía a Erik hablar pero no lo escuchaba. Sintió que descendían y que Erik la dejaba con cuidado en el suelo.

Hank, al verla, corrió hacia ella y la ayudó a incorporarse. Se alejaron de Erik e Iris pudo ver el cuerpo de Sebastian en el suelo. Apartó la mirada al instante y no pudo evitar que sus ojos volviesen a llenarse de lágrimas, aunque ninguna de ellas salió fuera. Con ayuda de Hank, se puso junto a los demás, al lado de Raven.

—El enemigo está ahí fuera —gritó Erik, señalando hacia donde estaban los barcos estadounidenses y rusos—. Ellos no nos aceptarán porque saben que somos mejores —todos se quedaron callados—. Nos tienen miedo y no dudarán en atacarnos.

Erik miró a Charles, esperando a que él comprobase si lo que decía era verdad. Posó sus dedos en su frente y miró hacia delante, para luego asentir hacia Moira. Ella corrió al avión para avisar de que no tenían que disparar. Pero todo fue inútil.

Un montón de misiles, tantos que Iris no fue capaz de contarlos, fueron disparados hacia ellos. Y simplemente se quedaron mirando, sin hacer nada. Hasta que cuando estaban acercándose a ellos, Erik levantó la mano y los paró. Todos suspiraron de alivio, pero Iris tenía una ligera idea de lo que estaba pensando en hacer Erik. Y no tardó mucho en hacerlo. Redirigió los misiles hacia los barcos.

—¡No! —gritó Iris e intentó andar hacia delante, pero estaba demasiado débil. Cayó al suelo y vio cómo Erik giraba levemente su cara hacia ella.

—¡Erik, para! Tú lo dijiste, nosotros somos mejores que ellos. No tenemos que hacer ésto —le dijo Charles.

—¡Déjale, Charles! —intervino Raven, a lo que todos giraron la cabeza hacia ella sorprendidos—. Erik tiene razón, ¿no eres capaz de verlo? ¡Nos temen! ¡Han enviado esos misiles para matarnos! ¿Por qué debemos ser mejores que ellos?

—Raven... —susurró Charles, dolido.

Y entonces él se dio cuenta de que era demasiado tarde para Raven. Que debía haberla apoyado cuando más lo necesitaba, que estos últimos meses había estado centrado en parar a Sebastian cuando debió haber prestado más atención.

Pero él sabía que en ese momento no podía lamentarse. Tenía que actuar de alguna manera.

Charles se tiró encima de Erik e intentó quitarle el casco, mientras con dificultad Erik intentaba mantener los misiles en el aire, de los cuales habían caído varios.

Pelearon y forcejearon hasta que Erik le dio un fuerte golpe a Charles, haciendo que éste último diese un gemido de dolor y se quedase en el suelo, mientras Erik se levantaba. Extendió su brazo hacia delante, dispuesto a seguir con lo que estaba haciendo.

Iris sintió una furia recorriendo todo su cuerpo a la vez que un gran nudo en la garganta. No podía creer que todo aquello estuviese pasando. Erik ya había acabado con Iris, pero ella no dejaría que hiciese lo mismo con todas las personas que habían en aquel barco.

Se levantó del suelo usando sus últimas reservas de energías y corrió hacia Erik, lazándose en su espalda. Ambos cayeron al suelo y él no tardó en darse la vuelta, facilitando a Iris su trabajo de pegarle.

Cuando le dio el primer golpe, varias lágrimas lo acompañaron. Se sentía decepcionada. Decepcionada y destrozada. En un solo día, Erik la había destruido de todas las maneras posibles y ésta era la que más le dolía. Le estaba rompiendo el corazón de una manera que nunca creyó que fuese posible. Él era destrucción.

Dio varios golpes más hasta que Erik consiguió quitarla de encima. Ya no tenía fuerzas para nada más. Solo quería quedarse allí en el suelo, sin moverse, sin hacer nada, para el resto de sus días. Sin embargo, no podía dejar que aquello pasase.

Fue a levantarse del suelo cuando escuchó unos disparos provenientes de la pistola de Moira. Erik los esquivó fácilmente e Iris se cubrió la cabeza con las manos para, de una manera poco eficaz, intentar protegerse de las balas.

Y entonces escuchó un grito desgarrador. Un grito que le heló la sangre y le hizo estremecerse. Delante de ella, Charles estaba cayendo al suelo, mientras se llevaba la mano a su espalda. Jadeó, viendo cómo Charles aterrizaba con un golpe seco y al instante empezaba a salir sangre de él.

Erik corrió hacia él antes que nadie y lo cogió entre sus brazos. Iris todavía no conseguía salir de su asombro. Tanto que ni siquiera pudo acercarse a él.

—Charles, lo siento —se lamentó Erik. Moira intentó acercarse a ellos, pero Erik levantó la cabeza, mirándola con furia—. Tú has hecho esto —le dijo e hizo que su colgante se pegase a su cuello, ahogándola.

—Erik —susurró Charles—. No fue ella... fuiste tú —le dijo con dificultad y él bajó la mirada, dejando de usar su poder con Moira.

—Yo te quiero a mi lado, Charles. Somos hermanos. Tenemos que estar todos juntos —le dijo Erik y, por un breve segundo, miró a Iris. Luego volvió su mirada a Charles.

—Lo siento, amigo mío, pero no es así —le contestó Charles.

Iris, desde donde estaba, pudo ver cómo la expresión de Erik cambiaba. Él realmente creía que, después de todo lo que había pasado, seguirían juntos, siguiendo la idea que Erik tenía sobre los mutantes y los humanos. Pero no era así y ahora era cuando se había dado cuenta.

Esta vez, giró la cabeza hacia Iris y se quedó mirándola, esperando a ver lo que ella decía. Y ni siquiera tuvo que hablar. Su expresión lo decía todo. Ella tampoco iba a seguir a alguien con esos ideales. Y menos a alguien que le había hecho tanto daño.

Erik aspiró lentamente y, con un leve gesto de su mano, le dijo a Moira que se acercase. Se levantó del suelo, destrozado, y se acercó a los demás mutantes, mientras Iris iba hacia Charles.

—Charles... —susurró ella, cayendo de rodillas al lado de él. Charles intentó sonreirle, consiguiendo simplemente una mueca—. Vas a estar bien. Te lo prometo. Vas a estarlo —le dijo acariciando su cara y él levantó la mano para secarle una lágrima.

—Iris —susurró él con dificultad. Varias lágrimas de ella cayeron en el rostro de Charles, mientras Iris le apartaba el pelo de la cara.

—Charles lo siento —se disculpó Moira cuando se agachó junto a ellos—. Lo siento mucho.

Iris levantó la mirada hacia Erik, quien estaba de espaldas a ella.

—Lo humanos nunca nos aceptarán. Atacarán cuando puedan, luchando contra su propia extinción. Irán a por nosotros y yo no voy a permitir eso. Somos superiores. Y todos vosotros lo sabéis. Lo habéis sabido siempre. Pero os habéis escondido por miedo a lo que pudiese pasar. Por miedo a vosotros mismos. Pero ya no habrá más miedo —dijo entre dientes—. ¿Quién me acompaña?

Todos se quedaron en silencio e, irónicamente, aquel momento le recordó a Iris a cuando Sebastian atacó la División X, intentando convencer a los demás de que le siguiesen.

E Iris tenía una ligera idea de quien lo haría. Vio cómo Raven daba varios pasos hacia delante, con un poco de dificultad hasta que llegó donde estaban Iris, Charles y Moira.

—Charles... —susurró, con lágrimas en sus ojos.

—Vete con él. Sé que es eso lo que quieres —le dijo Charles.

—Prometiste que no te meterías en mi cabeza.

—Supongo que prometí demasiadas cosas.

Raven miró a Iris y bajó la mirada.

—No tienes que hacerlo, Raven —le pidió ella—. Ellos te aceptarán. Yo lo hice —Raven negó con la cabeza.

—No lo harán. No todos son como tú —aspiró hondo—. He estado escondida durante todo este tiempo. Y ya estoy cansada de eso. Es hora de salir a la luz.

Iris sabía que no podía hacer nada más. Y entonces se dio cuenta de algo. Raven había tomado esa decisión hace tiempo. Mucho antes de encontrarse en esa situación y, podía suponer que mucho antes también de la conversación que tuvieron en el avión antes de llegar allí.

Así que no pudo evitar sentir un dolor en su interior cuando vio a Raven darle un beso en la frente a Charles y luego levantarse del suelo con la mirada sobre Iris. Ésta la siguió durante todo el momento, mientras veía cómo se acercaba a Erik y se ponía a su lado. Poco después, los mutantes que habían estado junto a Sebastian se unieron a él también.

Erik giró su cabeza hacia Iris y ella se mordió el labio, tragando saliva para intentar disipar el nudo que tenía en su garganta.

No se despidieron. Ninguno de los dos lo hizo con palabras. Pero aquella mirada llevaba mucho significado. Ambos se habían roto por dentro de una manera u otra. Ambos habían sufrido por la culpa del otro. Iris no había conseguido que Erik cambiase su decisión respecto a Sebastian y Erik se había sentido defraudado al ver que ella no le seguiría. Y quizás era mejor así. Desde el primer día, sabían que aquello no iba a funcionar. Lo sabían y de todos modos siguieron hacia delante. Quizás era hora de aprender la lección.

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Espero que de verdad os haya gustado :s

Todavía falta el epílogo, pero esto prácticamente está acabado.

En el epílogo hablaremos sobre la segunda parte, ya que depende de si vosotros la queréis o no.

Por cierto, los nombres de los ships que dijisteis me gustaron mucho, pero sobre todo estos: Eris, Rairis, Charis. Soo, esos serán los oficiales ^^

¡Nos vemos en el epílogo!

PD. He empezado una historia de Chris Evans llamada Bloodsport, por si queréis pasaros.

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