Cazadores de sueños

By laylaguapa

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Cazadores de sueños -¿Nunca soñaste con hadas, sirenas o incluso ángeles? -le preguntó con su aterciopelad... More

Cazadores de sueños
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capitulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Pregunta a todos mis lectores
Capítulo 9
Capítulo 10
Decisión tomada, mis queridos lectores
Capítulo 11
AVISO IMPORTANTE!!
Una recomendación rapida.
Seleccion de portada
Capítulo 13
¡ElLeón Dorado ha aparecido!
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Adelanto Capítulo 17
Capitulo 17
Adelanto Capitulo 18
Capítulo 18
Diferencias claras
Capítulo 19
Capítulo 19 completo
Capítulo 20
Adelanto Capitulo 21
Capitulo 21
Capitulo 22
Capítulo 22 completo
Capítulo 23
Capitulo 24
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Desastre total
Capitulo 30
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35

Capítulo 12

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By laylaguapa

Hola de nuevo chicos y chicas :') Cuanto tiempo sin hablar con vosotros. Bueno, como veis ya publico un nuevo capítulo. ¿Por qué? Porque Cassandra ya se recuperó del todo!! Las ds os agradecemos vuestros comentarios y votos, todo vuestro apoyo, todo!!! Espero que os guste este cap. Me gustaría informaros de algo. Seguiré subiendo caps. pero puede que tarde algo más, lo sento. Pero tengo mucho trabajo y estudio :( Otra cosa, la historia de Cazadores de sueños son dos libros, pero los voy a escribir en el mismo. Osea, llegará un momento en que pondré: 2º parte y en ese momento comenzará el segundo libro, ¿ok? 

Bueno, os quiero mucho :*

Capítulo 12: La cueva del renegado

 

¿Por qué se tenía que sentir tan mal después de lo que él le había hecho? ¿Jugar con Shannon? Sólo si ella es la que tiene el mando. Pero no, Esteban se pensaba que era una cualquiera, una facilona. Pobre ingenuo, si él supiera…  Shannon sonrió maliciosamente mientras entraba en su cuarto… Bueno, el cuarto de Esteban. Se tendió sobre la cama y se quedó mirando el techo, tan blanco y tan limpio. Pulcro y sencillo, ese era el cuarto de Esteban. Shannon rodó sobre la cama hasta quedar de costado, con la vista fija en el cielo que se veía a través de la ventana. Tan azul y… Diurno. Contuvo una risa. “Diurno y nocturno”, pensó riéndose, “¡Jo, qué mal! Ahora también digo estas tonterías, ¿de verdad? ¿Qué demonios me pasa?” Intentó volver a concentrarse en que se hallaba tumabada sobre la cama donde dormía Esteban. Pero ella había dormido ahí, la había acostado Esteban. Y la había arropado y entregado su cariño… Shannon apartó aquellos pensamientos. ¿De dónde demonios había sacado eso? “Yo deliro”, se dijo a sí misma.

Entonces algo le llamó la atención en la trayectoria de su mirada: un cuaderno. Shannon se incorporó extraña y se puso e cuclillas en el suelo para cogerlo. Se sentó en els uelo como una india, con las piernas cruzadas y abrió el cuaderno para deleitarse con loq ue habái en él. Varios dibujos y retartos de personas. Todos con un título.

-Mis padres –fue leyendo mintras observaba detenidamente cada dibujo- Ruth… Beth… Byron… Máximo… Jonathan… ¿Jonathan? Tendré que preguntarle quien es… El parque de Alaska (basado en una fotografía)… El hogar de los ángeles… -se sorprendió al ver este hermoso paisaje con un cielo blanco y el suelo de arena azul, con árboles hechos con copos de nieve y una luna roja en vez de sol.

A Shannon le sorprendió el último dibujo.

-Mi sueño… -leyó en un susurro.

En este último aparecía una mujer de espaldas con el cabello negro azabache cayéndole en largos mechones hasta la cintura con dos alas de un blanco azulado que le sobresalían de la espalda. Agarraba una gran espada de oro blanco con zafiros y dimantes incrustados en la

mano derecha y la otra cerrada en un puño. Debajo de la mujer había escritas unas palabras: Rostro blanco como la nieve, cabello negro como las alas de un cuervo y labios rojos como la sangre. Eso era lo que había dicho Esteban un día, cuando estaban sentados en las escaleras de caracol que llevaban a la puerta prncipal. Increíble.  La mujer Se encontraba en un gran y llano valle del cual manaban sinuosos ríos de lava y la hierba era del color del fuego. Frente a la mujer se podía ver otra silueta: un hombre también con dos alas, pero negras y el cabello de un dorado intenso que deslumbraba. Y sus ojos… Ds trozos del impresionante cielo azul que Shannon había visto por la ventana. Era realmente hermoso y, conocido para ella.

Shannon frunció el ceño extrañada mientras etudiaba bien a aquel joven, pero se veía tan alejado que no lograba apreciar otros detalles del mismo. Se acercó más el cuaderno a la cara hasta que su nariz rozó el papel…

-Shannon, ¿qué haces? –preguntó Esteban haciendo que Shannon se sobresaltara y se le cayera el cuaderno de las manos.

-Yo… LO siento… Lo vi ahí y me entró curiosidad… -tartamudeó Shannon asustada, pero Esteban no la miraba enfadado.

Esteban se aceró a Shannon y se agachó para recoger el cuaderno.

-¿Estabas fisgoneando en mis dibujos?  -inquirió confuso.

Shannon asintió levemente bajando la mirada perturbada. No quería que la ira de Esteban recayera sobre ella.

-¿A ti nunca te han dicho que no se debe cotillear en las cosas de tu compñaero de cuarto? ¿O es otra peculiaridad de los humanos también? –preguntó Esteban divertido.

Shannon se atrevió a mirarle a los ojos, los cuales lucían brillantes y burlones.

-¿No estás enfadado? –se sorprendió esta incorporándose de repente.

-¿Por qué tendría que estarlo? Son sólo dibujos –replicó Esteban encogiéndose de hombros.

-Ah.

-¿Qué pensabas? ¿Qué te iba rebanar el cuello? –inquirió conteniendo la risa.

-Pues algo así –admitió Shannon sonriendo.

Esteban bufó mientras se sentaba en la cama y abría el cuaderno para observarlo fijamente. Shannon se atrevió a tomar asiento junto él, el cual no se apartó ni hizo ningún movimiento brusco. Tan solo se quedó ahí quieto, deleitándose con el rostro risueño de Shannon, la cual seguía con la vista fija en el retrato de Ruth.

Esteban pasó varias páginas hasta llegar a la copia de ese tal Jonathan. Acarició el rostro de aquel joven y sonrió tristemente.

-¿Quién es? –se atrevió a preguntar Shannon sabiendo que no debía hacerlo.

-Jonathan era mi hermano –respondió Esteban sin mirarla- Murió a manos de un ángel mayor cuando yo tenía once años. Él tenía dieciséis de aquella.

-Lo siento… -murmuró Shannon.

-¿Qué sientes? –le preguntó Esteban mirándola confuso.

-Yo…

-Tú no tienes que sentir nada. No fue tu culpa, tú no lo mataste, ni siquiera lo conocías –replicó Esteban sorprendido.

-Ya bueno… Es solo que se suele decir eso cuando… Bueno, cuando eso –dijo Shannon sin saber explicarse.

-Vale, entendido  -contestó Esteban riendo.

A Shannon eso le sacó una tímida sonrisa y Esteban no pudo evitar estremecerse de flicidad. “Bien, vamos mejorando”, pensó observando el pálido rostro de Shannon, la cual no le quitaba el ojo de encima. Se veía hermosa con esos ojos de un azul tan intenso  al contraste con su oscuro cabello. Realmente hermosa…

-Esteban –dijo en ese momento sacándolo de su ensoñación- Hace unos días me dijiste algo y está escrito en uno de tus dibujos.

-¿Disculpa?

-Sí, mira –añadió arrebatándole el cuaderno de las manos y buscando aquel extraño dbujo donde había visto a la mujer de alas blancas- Aquí está.

Esteban leyó lo que Shannon le señalaba confuso.

-¿Por qué me dijiste eso? –preguntó Shannon.

-No sé, me acordé en ese momento de esto. Había soñado con esta chica hace mucho, muchísimo tiempo –explicó Esteban- De aquella, yo escribía. Y se me ocurrió aquella frase al verla, así que la escribí. Y como te pareces mucho a ella… Bueno, sería una casualidad.

-Las casualidades no existen, las cosas están escritas en las nubes con tinta invisible,y  cada uno es el protagonista de su propia historia,solamente que a veces tenemos papeles secundarios –recitó Shannon recordando lo que una vez le había dicho Jake.

Jake… Lo echaba tanto de menos. Por lo menos le aliviaba saber que no estaba muerto ni siendo torturado. Faltaba poco para que llegara el momento de ir a inspeccionar su casa. Y no sabía por qué, eso le daba mala espina. Ir al apartamento, quería decir. Tenía un mal presentimiento. Un presentimiento de que lo que iba  a ver no le iba a gustar para nada.

-¿De dónde sacaste eso?

-Tengo mis fuentes –contestó Shannon riendo.

-No quiero saber cuales son esas fuentes tuyas –replicó Esteban haciéndose el asustado.

Shannon sonrió ampliamante mientras siguieron hablando a largo tendido. “Genial, Shannon, tu orgullo a la mierda”, se regañó. Pero es que estar cerca de Esteban la tranquilizaba tanto que no podía pensar en otra cosa que estar con él. Era algo muy extraño.

Pero pronto llegó la hora esperada, la hora del registro del apartamento de Jake. Sería un paso más para encontrarlo. “Seguro que lo encontraré”, se dijo Shannon a sí misma.

-Ten –le dijo dándole un traje negro compuesto por unos pantalones negros de camuflaje y una camiseta básica negra.

-¿Qué es? –preguntó Shannon interesada.

-Un símil del verdadero traje de los cazadores de sueños. Aún tenemos que conseguirte uno –se explicó Esteban- Y aquí unas botas. Venga, cámbiate ya.

Shannon asintió y se metió en el baño por segunda vez ese día. Se quitóla camisa blanca y el pantalón entallado y se puso el “uniforme de los cazadores de sueños”. La verdad, le quedaba bastante bien y resaltaba sus ojos.

Salió del baño minutos después y se dedicó a observar con detenimiento a Esteban, el cual se había vestido con un uniforme negro entallado y un cinturón lleno de armas sujetando el pantalón. Como calzado, unas simples botas pero Shannon pudo apreciar que en la suela tenía afiladas cuchillas. “Espero que no me pise con eso”.

-Te ves… -Esteban no sabía como describir a Shannon con ese atuendo- Imponente, peligrosa… Pareces una diosa guerrera.

Shannon le sonrió divertida.

-Lo tomaré como un halago y no como un “eres más ruda que un hombre” –replicó Shannon conteniendo la risa.

-Yo jamás le diría eso a una mujer –reclamó Esteban haciéndose el ofendido- Pero sí a una chica más ruda que un hombre –añadió guiñándole un ojo a Shannon, la cual puso los ojos en blanco exasperada.

-Oye –le dijo Shannon molesta- Yo quiero esas botas con cuchillas.

Esteban abrió mucho los ojos sorprendido hasta que se dio cuenta de lo que se refería Shannon. No pudo contener una risa de suficiencia al ver lo molesta que se encontraba su interlocutora.

-¿Estas botas? Forman parte del atuendo de los cazadores de sueños. Pronto tendrás unas, relájate.

Shannon bufó exasperada mientras cogía una almohada tirada en el suelo y se la tiraba a Esteban a la cara.

-Por lo menos dame un cinturón con armas, ¿no? –replicó Shannon cruzándose de brazos.

Esteban le sonrió mientras se levantaba y buscaba en su armario lo pedido. Se lo entregó a Shannon junto con cinco cuchillas, tres navajas de plata y un extraño artefacto que Shannon no supo reconocer.

-¿Qué es eso? –se interesó.

-Es un tjickash –explicó Esteban mientras sonreía divertido ante la evidente confusión de Shannon- Los tjickash son unos cuchillos hechos especialemente para envenenar a tus contrincantes y que mueran al instante. Bueno, eso depende de la dosis de veneno que tenga el cuchillo. A veces solo le impide la ultilización de la parte infectada por él, ¿comprendes? Es un arma muy efectiva.

-Entiendo –murmuró Shannon tomando el tjickash y estudiándolo detenidamente.

 Al principio parecía un garfio, pero no era tan curvado y la hoja era de un material que Shannon no supo reconocer. Esteban había cruzado la sala en tres grandes zancadas y esperaba por Shannon con la puerta abierta. Esta se dio cuenta y lo siguió aún con aquel arma en sus manos. Ambos caminaron por los pasillos y bajaron hasta la sala de entrenamiento, donde estaban reunidas cinco jóvenes que a los que Shannon nunca había visto.

Francine estaba hablando con ellos y se giró para dedicarle una dulce sonrisa a Shannon, la cual le correspondió con una inclinación de cabeza.

-Esta es Shannon Scott –dijo Francine captando la atención de todos y aproximándose a la aludida- La cazadora que vivió todo este tiempo entre humanos sin saber nada de su origen ni de lo que era.

Los presentes ahogaron un grito de admiración y se quedaron mirando a Shannon sorprendidos. “Ni que fuera un nuevo experimento, chico”, pensó Shannon incomodada.

-Estos son antiguos alumnos míos, Shannon. Vivieron aquí. Este fue una vez su hogar –explicó Francine sonriéndoles a los presentes- Bratt, Melissa, Johnny, Trina y  Angie.

A Shannon, de los cinco, la que más le llamó la atención fue Melissa. Tenía una larga cabellera rubio platino que lellegaba a la citura y unos hermosos ojos color avellana. Su piel bornceada hizo que Shannon la envidiara aún más. Era muy atractiva, tenía cuerpo de modelo y una sonrisa deslumbrante. Shannon pudo ver como Esteban se acercaba a ella y se ponían a hablar animadamente.

-Bueno, Shannon, ¿estás preparada? –le preguntó Francine sacándola de su ensoñación.

-¿Eh…? ¡Ah, sí, sí! Eh… Preparada –respondió Shannon dubitativa.

Esteban y Melissa ya habían finalizado su “amigable”conversación cuando entraron en la sala Ruth, Byron y Beth. La tercera se quedó mirando a todos con horror y se colocó al lado de Shannon.

-¿Ya te los han presentado? –preguntó Beth con el ceño fruncido.

-Sólo los nombres, pero no necesito más. Me dan mala espina –replicó Shannon con asco.

-Son unos engreídos. Acabarás odiándolos. Todos lo hicimos –murmuró Beth señalando a sus amigos- Menos Esteban, como no, siempre dando la nota. Estuvo saliendo con Melissa hace tiempo.

A Shannon se le cruzaron los cables al oír aquello, y si tuviera ese poder ahora mismo crearía una tormenta para partirle la cabeza a Melissa con un rayo.

Unos dedos largos y angulosos acariciaron el hombro de Shannon haciendo que esta pegara un respingo del susto. Sintió un aliento calido en la oreja y un susurro:

-Te ves hermosa con esta vestimenta. El negro te resalta los ojos.

Shannon se giró con una sonrisa y clavó sus dos zafiros oscurecidos en los ojos ámbar de Byron. Este le rozó la mejilla con los dedos mientras sonreía con dulzura.

-¡Byron! –exclamó la llamada Trina- ¡Byron, cuánto tiempo!

Trina se aproximó a este y lo abrazó apartándolo de Shannon, lo cual a esta le molestó e hizo que se cruzara de brazos.

-Trina, suéltame –le espetó Byron alejándola de un empujón.

-¡Oh, sí! Me olvidaba de Trina –añadió Beth mirando a Shannon- Se encaprichó de Byron hace unos meses y ahora no lo deja en paz. Es odiosa.

Byron taladró con la mirada a Trina y volvió junto a Shannon. Estaba lanzaba miradas asesinas a todo el mundo. ¡Pobre del que se acercara a ella! Francine en ese momento anunció que ya debían marcharse y Esteban aprovechó para reunirse de nuevo con Shannon, pero esta solo quería clavarle las uñas en los ojos y arrancárselos de cuajo.

La maestra le ordenó a Shannon que los guiara hasta el edificio donde residía Jake, y eso fue una oportunidad para alejarse lo más posible de Esteban.

Ya estaban frente la puerta cuando Francine le pidió a Shannon que la abriera. No querían usar la fuerza bruta y llamar la atención del vecindario. Aunque… ¿No era bantante raro ver entrar a más de diez personas vestidas de negro y con armas en un edificio? No sabía, a lo mejor eran cosas de Shannon, pero…

-Vamos,abre la puerta de una vez –le urgió Melissa empujándola y cogiendo la llave por ella- ¡Qué pesadez de humana!

-¡Yo no soy humana! –le gritó Shannon devolviéndole el empujón y haciendo que chocara contra la pared con una fuerza inimaginable en alguien como Shannon.

Melissa abrió mucho los ojos pero enseguida se recompuso y entró sin dirgirle ni una mirada a Shannon.

-¡Así se hace! –exclamó Beth felicitando a Shannon con una sonrisa muy acentuada- ¡Ya te empiezo a querer y todo!

Shannon rió ante aquel comenatrio mientras subían las escaleras hasta llegar al piso donde vivía jake. Abrió la perta algo nerviosa y entraron. Todos se quedaron observando aquel desperfecto mientras a Shannon se le revolvía el estómago. El cuerpo de aquella silueta a la que ella había matado ya no estaba, pero el edor de la sangre muerta seguía palpable en el aire.

-¡Qué asco! Los humanos son asquerosos –masculló Melissa con desprecio.

“Más que tú lo dudo mucho”, pensó Shannon poniendo los ojos en blanco. Bethania bufó ante aquel comentario y subió al piso superior, pues era un dúplex. Algunos la siguieron y otros se quedaron abajo. Shannon decidió entrar en el cuarto que ella usaba cada vez que se quedaba  dormir en casa de Jake. Caminó a través del largo pasillo y se metió en una amplia habitación de paredes violetas y suelo de mármol blanco. Junto a la cama se hallaba un gran ventanal que ocupaba toda la pared. Shannon se sentó en el suelo y se quedó mirando el exterior, mientras el resto seguían investigando la casa.

Apoyó la cabeza en la cama y cerró los ojos descansada. Se encontraba basntate bien. Había sabido controlar los nervios por si acaso se derrumbaba al ver esto de nuevo, pero no. Todo seguía igual. Aquel cuarto no lo habían tocado. Extraño pero… No estaba mal que dejaran algo intacto.

Se levantó cuando escuchó un extraño ruido que provenía de uno de los cajones. Extrañada, lo abrió y observó estupefacta una extraña llave de oro con bordados en plata.

-¡Ruth, Bet, Byron, Esteban! –gritó Shannon con todas sus fuerzas.

Los aludidos dejaron lo que estaban haciendo y se dirgieron al lugar de donde provenían los gritos.

-¿Qué pasa? –preguntaron Beth y Ruth tras abrir la puerta sobresaltados.

-Mirad esto –les ordenó Shannon mostrándoles la llave- Estaba en el cajón.

Esteban fue el primero en dar un paso adelante y a consecuencia de eso salió disparado hacia atrás, como si una fuerza invisible lo empujara con todas sus fuerzas. Todos los presentes ahogaron un grito de sorpresa.

Esteban se incorporó inmediatamente y frunció el ceño.

-Parece que no vamos a poder entrar –masculló entre dientes- Debemos llamar a Francine.

Todos asintieron menos Shannon, la cual se había quedado embobada observando aquel mueble. Sabía que detrás de eso se escondía algo, un secretp jamás imaginado, pero ahí estaba, a la espera de que Shannon lo descubriera.

Aún con la llave en la mano arrastró aquella pesada cómoda con todas sus fuerzas hasta dejar a la luz una pequeña puertita de madera con una única cerradura. Shannon introdujo la llave con manos temblorosas y la puertecita emitió un ruido muy extraño, pero no se abrió. Shannon se alejó de esta extrañada. En ese mometo se abrieron a sus pies unas escaleras que bajaban y bajaban hasta la infinidad del mundo subterráneo.

-Shannon, no bajes ahí –le ordenó Esteban.

-¡Oh, vamos! ¿Quién va a bajar sino? –replicó Beth exasperada- Adelante, Shannon. Si estás en peligro grita con fuerza.

Shannon asintió con la cabeza y comenzó a  descender, pisando los escalones con cuidado. A medida que bajaba, la luz se desvanecía más y más. Parecía que se adentraba en la boca del lobo y que dentro de poco se volvería todo negro. Pero se equivocaba, cuando ya había llegado a la mitad del trayecto, donde apenas se veía, se encendieron unas antorchas que iluminaron el resto del camino. Shannon tomó aire y siguióa adelnate hasta que por fin tocó el suelo. Parecía un laberinto con todos aquellos caminos, pero algo le decía a Shannon por donde ir. Su instinto mandaba sobre ella en esos momentos.

Siguió caminando hasta que llegó a una amplia galería que daba lugar a tres cainos distintos. Shannon escogió el del centro y llegó a una amplia sala de altas paredes y llena de estanterías y una mesa llena de libretas con apuntes y extraños objetos que Shannon nunca había visto.

Shannon, atraída por la lectura, se dirigió a una de las estanterías y escogió un libro de tapas duras azules y un único título en griego. Frunció el ceño y abrió las páginas, pero estaban completamente en blanco.

-¡Qué extraño! –murmuró.

Jake cogió a Shannon por detrás y comenzó a darle vueltas, mientras esta reía como una loca.

-¡Bájame, Jake! –gritó Shannon intentando soltarse.

Jake obedeció sonriendo y la dejó en el suelo con suavidad. Shannon le devolvió la sonrisa mientras se dirgía a una de las muchas estanterías que allí había. Escogió uno de los libros de tapas duras y azules con un extraño título escrito con símbolos.

 

 

 

 

-Jake –lo llamó Shannon- ¿Qué pone aquí?

Jake se aproximó a Shannon y tomó el tomo en manos para echarle una ojeada. Una sonrisa triste se extendió por su rostro.

-Mi vida como un cazador de sueños –respondió Jake en ese momento- Cuenta la vida de un joven que fue una vez un cazador de hadas, sirenas y ángeles.

-¡Qué malo! –exclamó Shannon indignada.

-No, Shannon. Los malos eran los seres que él mataba. Como los ángeles. Las hadas y las sirenas parecen buenas, bueno, son sueños. Pero en realidad son malas y despiadadas.

-Este libro… ¿Lo escribiste tú?

-Sí, narra mi vida, Shannon. Yo era un cazador de sueños. Y tú también tedrías que serlo. Pero por ahora no te acordarás de lo que te acabo de decir.

-¿Por qué?

-Porque es demasiado peligroso –contestó Jake suspirando- Es peligroso para ti. La vida de un cazador es muy complicada.  Cuando seas mayor lo entenderás, pequeña. Algún dái encontrarás esta sala y este mismo libro y recordarás este momento. Ya lo verás, pero por ahora debes olvidar.

-¡No quiero olvidar! –protestó Shannon.

-No es lo que tú quieras, pequeña. Es lo que debes hacer.

-No te entiendo, Jake.

-Pronto lo entenderás –replicó Jake- Sólo tienes que leer este libro. Y lo entenderás todo. Pero ese momento yaa llegará.

 

 

 

Shannon parpadeó sorprendida mientras miraba a su alrededor sin saber lo que acababa de pasar. Otro recuerdo más… ¿De qué iba todo esto? Jake se lo había dicho hace tiempo. Que ella recordaría. Sólo tenía que leer el libro para entenderlo.

Lo apretó contra su pecho con fuerza y se dispuso a salir cuando algo o alguien se interpuso en su camino. Tenía el rostro cetrino con ojos inyectados en sangre y … No tenía boca, pero aún así hablaba.

-Cazadora de sueños –escuchó una voz en alguna parte- Este no es lugar para ti.

-Querrás decir para ti, mona –replicó Shannon llevándose la mano al cinturón.

Aprovecharía algún momento de despiste para clavarle una daga en el cuello. Como supuso, la figura se quedo sorprendida por la réplica de Shannon y esta le lanzó una de las cuchillas que le atravesó la garganta dejándola tirada en el suelo, jadeando y desangrándose, hasta que su cuerpo se desintegró, así sin más. “Guay”, pensó Shannon mientras salía de aquella sala y regresaba a la superficie. Estaba deseando regresar de aquella ultratumba.

-¡Chicos! –gritó cuando ya tan solo le quedaban dos escalones para somar la cabeza a través de la trampilla- ¡Tenéis que bajar ahí!

-Bajaríamos encantados –replicó Esteban de brazos cruzados- Pero resulta que no podemos ni entrar en este cuarto.

Shannon puso los ojos en blanco mientras se sentaba en su cama, abrió el libro y leyó al primera página:

“Para la querida hija que me habría gustado tener, Seraphine”

Shannon pasó la siguente página con suavidad, como si el libro fuera un frágil tesoro que se podría romper en cualquier momento. Pero… ¿Quién demonios era Seraphine?

Carta a Seraphine---

Seraphine, si has encntrado este libro es qu por fin has descubierto mi cueva. Te traje por primera vez cuando tenías cuatro años y te enseñé todo. Te dije que algún día recordarias todo, que encontrarías este libro. Y sabía que lo harías. Y si estás leyendo esto es que lo has hecho. Supongo que lo primero que me preguntarás es ¿a qué viene esto?, el libro te responderá. Y supongo que también dudarás el por quénadie puede entrar en tu cuarto a exepción tuya, ¿no? Sólo tienes que desear con fuerza dejarlos entrar y ya está. También sabía que cuando encontraras este libro yo no iba a estar ahí. Quiero decirte donde estoy ahora mismo, pero no puedo. No lo sé. Pero si me encuentras no dudaré en contestarte a todas tus dudas. Cuando puedas lee este lubro, contestará a muchas de tus preguntas.

Con cariño,

Jake.

P.D: Me gustaría que leyeras el libro cuanto antes. Necesitas saber la verdad, Shannon. ¿Por qué no empezamos con que tu nomre no es Shannon?”

Shannon había abierto mucho los ojos, y aún sorprendida deseó que Esteban y los demás pudieran entrar. Entonces, fue como si una barrera invisible desapareciera de repente y Esteban, aún dubitativo, entró en el cuarto y se acercó a Shannon preocupado. Le arrebató el libro y leyó la carta con el ceño fruncido.

-¿Qué pasa? –preguntó Ruth tras colocarse junto a Esteban.

-Este libro… -murmuró Esteban- Tiene la información que necesitamos, lo presiento… ¿Seraphine? ¿Te llamas Seraphine?

Shannon se encogió de hombros aún perpleja.

Esteban comenzó a pasar las páginas cada vez más decepcionado.

-¡Dios! –exclamó frustrado, tirando el libro contra el suelo- ¡Está totalmente en blanco!

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