Con sabor a mandarina

By TenshikoKuTe

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Desde hace un año Akira y Akane no paran de discutir. Eran muy buenos amigos, se notaba que se gustaban y de... More

01. Una relación problemática
02. Una sanción pendiente
03. Sumire, la chica feliz
04. Los trabajos de Akane
05. Akane y las patatas
06. La respuesta de Kamui
07. La cita de la polémica
08. Un favor a un amigo
09. Las ideas de Kyojin y Ryuko
10. El comienzo de una tormenta
11. Tú, yo y un baúl
12. El ambiente se empieza a cargar
13. Menos mal que estabas conmigo
14. Una confusión y un plan
15. Una reacción exagerada
16. Y llegó el día de la cita
17. Cenicienta
18. Lo complicado de las mujeres
19. Menta y mandarina
20. Algo que no pudo controlar
21. Acción y reacción
22. Un gesto rápido, tonto y leve
23. Descubriendo cosas
25. Una de tantas discusiones
26. El sentimiento oculto en el corazón
27. La mitad de un corazón confuso
28. Conociéndote un poco más
29. Secretos y apuestas
30. El partido de las semifinales
31. Sentimientos encontrados
32. La determinación de Momoka
33. El recuerdo olvidado
34. Una actitud muy extraña
35. Solo un poco de atención
36. Kyojin se declara a su modo
37. No conozco mas historia que tú y yo
38. Cosas del pasado
39. De secretos y rivalidades
40. Ensayos con polémica
41. Los nervios antes del partido
42. Dudas y situaciones desagradables
43. La calma antes de la tormenta
44. La primera trampa
45. La segunda trampa
46. Lo que cada uno piensa
47. El nuevo castigo
48. Las costumbres de los Shikamoto
49. Las madres tienes sus propios planes
50. Si huele a chocolate, sabrá a chocolate
51. Los sentimientos de Kamui
52. No todos somos iguales
53. La noche esconde secretos
54. Los reproches que nunca dijimos
55. Besos
56. Equipos y parejas
57. La jornada previa a la guerra
58. Conversaciones nocturnas
59. Empieza el juego
60. Ese monstruo de ojos verdes
61. Punto y aparte

24. Una difícil decisión

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By TenshikoKuTe


Sumire recibía la visita de Xu-Xu, Momoka, Yuri y Himeko. Entre unas cosas y otras no habían tenido tiempo de hablar, así que, cuando las tres últimas le dijeron que pasarían a verla, Sumire se puso loca de alegría y se esforzó en preparar una buena merienda, el problema es que Sumire no era muy buena en esas cosas y su madre terminó por comprar algunos pasteles.

—Tomad —La madre de Sumire les dejaba una suculenta bandeja en la mesa—, unos refrescos. Pasarlo bien.

—Muchas gracias señora Honda —dijo respetuosamente Himeko.

—Gracias —también habló Momoka.

—Hasta luego. Me alegra volver a veros —se despidió la madre y salió cerrando la puerta.

—Tu madre sigue igual —comentó Yuri.

—¡Cómo me alegra que hayáis venido! ¡Cómo en los viejos tiempos!

—¿Y qué tal por España? —preguntó Momoka.

—¿Te ligaste a muchos chicos? —rio Yuri.

—Uy, no, para nada, aunque me lo pasé muy bien pero os eché mucho de menos. Al principio me pasé llorando un montón de tiempo.

—¡Pero si estábamos todo el día chateando! —exclamó Xu-Xu.

—Sí, pero no estaba aquí.

—Nosotras también te echábamos de menos —habló Himeko.

—Sí, se notaba que no estabas —decía Momoka.

— ¿Y a vosotras como os fue? ¿Llegaste a decirle a Nowaki tus sentimientos, Himeko? Estos días os he visto muy juntitos.
Himeko bajó la vista algo ruborizada.

—Estamos juntos porque somos amigos pero no le he dicho nada.

—¿Y a que estás esperando? ¿Y vosotras?

—Yo sí que le dije mis sentimientos a Kamui —habló Momoka—. Fue justo antes de que se cambiase de instituto, de que lo perdiéramos.

—Lo dices como si se hubiese marchado al exilio —apostilló Xu-Xu—. Después de todo seguía en la ciudad y mira, regresó al instituto.

—Yo sabía que pasaba algo, le notaba raro y distante.

—Hombre —continuó Xu-Xu—. Siempre ha sido distante.

—Pero no de esa manera, yo sabía que lo iba a perder, que se iba a alejar de mí, lloré mucho yo... fui tan tonta. En fin, es mejor no acordarse de esas tonterías ¿A que no sabéis? ¡Nos ha invitado al partido del sábado a Yuri y a mí!

—¿Quién? —preguntó Xu-Xu.

—¡El propio Kamui! —exclamó Yuri—. ¿No es increíble?

—¿Estáis seguras? —se extrañó de nuevo Xu-Xu.

—Que si, Xu-Xu, que nos lo dijo, a las dos.

—¿Y vais a ir? —preguntó esta vez Sumire.

—¿Tú estás tonta? ¿Cómo no vamos a ir?

—¿Es el partido del que me habló Akane?

—No sé —respondió Yuri—. ¿Qué partido te dijo?

—Algo de unas semifinales, es que como no hay club de fotografía me ha dicho que me apunte al periódico como fotógrafa.

—¡Que buena idea! Si, debe ser el mismo partido ¿Tú vas a ir Xu-Xu?

—Pues sí, pensaba ir. ¿Entonces serás la fotógrafa?

—Bueno, puedo intentarlo.

—Himeko tú también irás —dispuso Yuri—. No puedes dejar a Nowaki es la estacada.

Himeko admiraba mucho a Nowaki, su determinación y voluntad, tenía una forma de ser que le encantaba. Para ella, Nowaki era como su ejemplo a seguir porque ella era muy tímida y vergonzosa, siempre tenía miedo de fallar y no estar a la altura de lo que se esperaba de la heredera de los Girei, una familia importante. Por alguna razón que no comprendía, su padre se sentía avergonzado de ella, siempre decía que no se merecía ser la heredera... sería porque ella era torpe e insignificante... Por eso admiraba a Nowaki, porque él nunca se rendía, siempre intentaba cualquier cosa con empeño y tenacidad, admiraba esa fuerza de creer en sí y en los demás, le gustaba estar a su lado porque sentía como le transmitía su energía y optimismo y por eso todo el mundo había llegado a presuponer que estaba enamorada de él y ella, como siempre, no se atrevió a hablar, a decir que no estaba segura de que eso fuera amor, no quería defraudar a nadie y por lo visto todos esperaban que estuviese enamorada, así que ella misma lo aceptó como hecho contundente.

—Anda, Xu-Xu —dijo Sumire—. Tú que estás más cerca, mira coge ese sobre de ahí.

Son las fotos que hice en los ensayos. Suo dice que son muy buenas.

—A ver... ¡eh! —exclamó Yuri—. ¡Pero que guapo está aquí mi Kamui!

—¿Cómo que tu Kamui?

—Mira y disfruta, Momoka.

—Aquí estás tú, Himeko ¿A qué te he sacado guapa?

—Sacar guapa a Himeko no tiene mucho mérito —habló Xu-Xu—. ¡No os perdáis a Kohaku!

—¿Y Kenshi? ¡Mirad que culito más bien puesto! —reía Yuri.

—Son increíbles —dijo Himeko—. Están todas geniales. Sumire eres una artista.

—Estas fotos son un mira de oro —intervino Yuri—. ¿Tú sabes lo que podíamos sacar con ellas? Hizashi tiene muchas admiradoras, una vez, tres locas se pasaron una semana entera acosándole para conseguir hacerle una foto, vamos por una de estas te darían una pasta.

—¡Eh! —opinó Xu-Xu—. Podemos proponérselo a Akira y a Akane... lo del dinero que tenemos que devolver a la directora... ¿No lo veis?

—Se podían hacer calendarios y venderlos —agregó Momoka.

—Estas fotos son improvisadas pero imagínate que consiguiésemos que posasen.

—¿Vosotras creéis?

—Mirad Akira, aquí está como muy pensativo y melancólico ¿Qué estaría pensando tan serio?

—Estaba mirando a Akane —respondió Sumire—. ¿Es cierto que Akira ha salido con muchas chicas? Es lo que dice Akane pero parece increíble ¿no?

—Increíble, increíble es uno de los adjetivos que se dijeron de él el año pasado— rio Yuri—. Pero no era increíble de no creérselo, era increíble de "in-cre-i-ble".

—Creo que eso fue cuando Jisei dijo que se volvió mezquino —aclaró Xu-Xu.

—¿Mezquino? Son diferentes formas de ver las cosas —continuaba riendo Yuri—. Bueno, yo te digo que era increíble. Lástima que no duró mucho, enseguida se desinfló y volvió a ser el aburrido de siempre.

—Oye ¿Y qué pensaste cuando ayer se tiró a besarte? —preguntó sumamente curiosa Sumire.

—¿Qué voy a pensar? ¡Que estoy buenísima y soy irresistible!

—Sería por eso —dijo en tono sarcástico Xu-Xu.

—Los chicos son un poco cortos —contaba Yuri—, les cuesta darse cuenta de las cosas ¡Si me hubiera escuchado!

—O sea ¿Qué para ti no tuvo la menor importancia? —Sumire estaba muy asombrada.

—Pues no, me sorprendió, me mosqueó que fuera tan brusco, es que los chicos, de verdad, todo lo tienen que hacer difícil ¿Qué le costará reconocer que le gusto?

—¿Tú le gustas? —volvió a ser sarcástica Xu-Xu.

—Está claro ¡Cómo no le voy a gustar!

—No sé, podría gustarle otra.

—¿Quién? ¿Karura?

—No sé, otra.

—Yo no soy una chica fácil de olvidar, a fin de cuentas yo le enseñe a ser tan increíble.

—¿Tú? —Himeko estaba muy ruborizada— P-pero Yuri...

—Mi dulce Himeko, yo le enseñé todo lo que sabe y tú no sabes lo que te perdiste por no dejar que te besara.

—Por favor, Yuri —Himeko parecía a punto de desmayarse, no podía estar ya más colorada.

—Pues Yayoi —interrumpió Xu-Xu—, dice que fue ella quien le enseñó.

—¿Quién escucha a esa ordinaria?

—Espera, espera, retroceder —dijo Sumire—. ¿Akira iba a besar a Himeko?

—Sumire no te escandalices, era solo un juego.

—¿Vosotras habéis besado a muchos chicos?

—¿Vas a empezar otra vez con eso? —espetó Xu-Xu.

—Jo, Xu-Xu, te lo he dicho, soy un bicho raro.

—Pues entonces Himeko también ¿A que tú guardas tus besos para Nowaki?

—Xu-Xu... no me avergüences...

—¿Tú no has besado a ningún chico, Sumire? —preguntó Momoka.

—¿Tú sí? ¡Lo ves! ¡Me miran como a un bicho raro!

— Yo tampoco —respondió Xu-Xu—. Bueno una vez le di un beso a Hizashi, pero no creo que cuente, teníamos 12 años y fue una tontería.

—¿Lo ves? Y Momoka no responde, eso es porque la han besado. Soy la única sin saber lo que se siente, es... patético.

—¿Quieres saber lo que se siente? —preguntó maliciosa Yuri.

—Sí, tengo mucha curiosidad.

—Entonces, sigue mi consejo y pídeselo a Akira.

—¡No! —gritó Xu-Xu—. ¡Yuri, por favor! ¡Sumire ni la escuches!

—Desde luego —gruñó Yuri— Mira que eres carca ¡Ni Momoka es tan antigua como tú!

— Yuri, no te pases —comentó Momoka.

—¡Yuri, no le digas esas cosas! —continuaba gruñendo Xu-Xu—. Sumire, ni lo pienses, Yuri, por favor, dile que es una broma.

—No es una broma, Akira es dulce e intenso. Sumire si quieres que tu primer beso sea algo memorable, díselo a Akira. Y si puedes conseguir algo más te llevará al paraíso, te lo digo yo —concluyó Yuri.

—¡Yuri! —gritó espantada Xu-Xu.

—¿Tan bien besa? —preguntó Sumire— ¿Es que todos los besos no son iguales?
Momoka y Yuri echaron a reír.

—No —aseguró Momoka—. No todos son iguales. En eso tengo que darle la razón a Yuri, pero para tener un bonito recuerdo lo mejor sin duda será que te bese el chico del que estés enamorada, eso sí debe ser un recuerdo memorable.

Y mientras Xu-Xu se enzarzaba en una absurda discusión con Yuri y Momoka sobre si lo que estaban diciendo estaba bien o no y Himeko disimulaba mirando para otro sitio como si no le interesara la conversación, Sumire analizaba la importante información que acababa de recibir.

...

En la puerta de la casa de Yuri, Akira bostezaba estirándose. De nuevo era muy temprano, últimamente eso de madrugar tanto se estaba empezando a convertir en una peligrosa costumbre. La tarde anterior había llamado a Yuri, tenía que hablar con ella y ella, como mujer que era y por lo tanto para Akira, caprichosa, le había dicho que si quería decirle algo fuera a esperarla para ir al instituto. Y allí estaba.

—Buenos días Aki. No esperaba que estuvieras aquí.

—Habíamos quedado ¿no?

—Ya, pero como no te gusta madrugar pensé que no vendrías.

—¡Ahhhh! No empieces a criticarme.

—¿De qué querías hablarme? Espero que no sea de amor.

Comenzaron a andar.

—No, tranquila, no me he enamorado de ti.

—Sí, eso es lo que siempre dices, pero luego vas y me besas.

—Yuri quiero hablar sobre... sobre las pastillas que me pediste.

Yuri se detuvo.

—¿Me las vas a conseguir? Te dije que te las pagaría.

—Yuri yo...

Eso era difícil para Akira, había estado pensando mucho sobre ese tema. No quería conseguírselas, podía, no era muy complicado, sus padres eran propietarios de una farmacia y un herbolario y sabía cómo "véndeselas", no era ese el problema. El problema era que no debía hacerlo, las medicinas no son cualquier cosa, eso lo tenía muy claro, las medicinas eran algo importante y valioso, algo que solo se debe de utilizar cuando verdaderamente se necesita, no puede tomarse uno cualquier cosa a la ligera, esa norma que incluía "no vender a cualquiera lo que te pida" era algo que sus padres repetían continuamente; las medicinas solo podían ser administradas por alguien competente y por una razón justificada.

Las pastillas que Yuri le pedía en principio no parecían suponer ningún riesgo, sin embargo eran unas pastillas, un producto creado químicamente, una medicina, un medicamento fabricado con el fin de ayudar y proporcionar alivio a esas personas con problemas de retención de líquidos, parecía algo simple e inocuo, unas simples pastillas para vaciar la vejiga, pero seguía siendo un medicamento recetado por los médicos, un medicamento que podía tener efectos secundarios, la gente no solía tener en cuenta de que los efectos secundarios existían y algo que crees que te va a ayudar puede terminar haciéndote daño de otra forma.

Otro tema sería si algún médico ya hubiese atendido a Yuri y le hubiese recetado esas pastillas, en ese caso sabría que no eran peligrosas para ella. Pero no era el caso, ella había oído hablar de esas pastillas y se empeñaba en probarlas, por lo visto estaba garantizado que funcionaba.

A Akira no le parecía nada bien darle esas pastillas pero sabía, porque conocía a Yuri desde hacía muchos años, que si él no se las conseguía Yuri las buscaría por otro sitio, recurriría a vete tú a saber qué métodos para conseguirlas y de quien. Tenía conocimiento de que ciertas personas consiguen casi todo lo que se les pide y luego te las venden por un "módico precio", eso sin contar con que existía Internet y por Internet te venden todo lo que necesites. El pensar que mierda podría llegar a conseguir Yuri era para él más preocupante que cualquier otra consideración.

Aun así no veía bien conseguírselas, lo mejor sería convencerla de que no las tomase, claro que a Yuri no había forma de convencerla, al contrario, cuanto más insistiera, más se empecinaría la chica. Y luego estaba el problema de que, si no conseguía las condenadas pastillas, lo mismo le daba por algo peor, como no comer, vomitar o vete tú a saber. La obsesión por estar delgada no era un tema para no tener en cuenta.

Así que Akira había ideado un plan, un plan desesperado que esperaba funcionase, al menos durante un tiempo, a ver si mientras entre él, Kyojin y Momoka podían convencerla y hacerla entrar en razón. A parte de la farmacia y el herbolario, los Shikamoto tenían unos laboratorios, allí era donde normalmente ellos mismos elaboraban los productos que vendían en el herbolario. Yuri no quería nada de "hierbas", no creía en ellas, decía que era imposible que unos hierbajos hiciesen algo bueno en el organismo, así que no quería oír ni hablar de "remedios naturales", pero Akira sabía de muchas plantas con propiedades diuréticas y se le había ocurrido conseguir las malditas pastillas que Yuri tanto deseaba y darle el cambiazo por otras cápsulas de "cola de caballo". Esperaba distraer a Yuri, necesitaba convencerla de su error y necesitaba tiempo para convencerla.

—¿Me las vas a dar o no?

—Nadie da nada a cambio de nada.

—¿Ya te he dicho que te las pagaré?

—No es dinero lo que quiero.

—¿Y qué quieres? ¿Sexo? ¿Quieres me enrolle contigo?

—No quiero que te enrolles conmigo, todavía no estoy tan salido para recurrir a esas cosas.

—Sé que hacer por ti y no te arrepentirás, te lo prometo, ya verás que me lo agradecerás.

—Yuri, por favor, te estas descontrolando, no digas más tonterías, no quiero volver a oír algo así, te estás ofendiendo a ti misma y de paso a mí.

—¿Es que crees que te estoy ofreciendo acostarme contigo?

—¡No sé qué me estás ofreciendo pero sea lo que sea no suena bien!

—¿Cómo que no suena bien? ¡No te estoy ofreciendo nada malo! Solo...

—¿Solo, que? Yuri, me estás poniendo muy nervioso. Te comportas de una forma muy rara. Prométeme que nunca le dirás esto a nadie más.

—¡Pues claro que no se lo diré a nadie más! ¿Qué te crees que soy? ¿Qué me estás insinuando Akira?

—No sé, tú dirás lo que parece.

—Pues parece que soy una amiga dispuesta a ayudar a un amigo.

—Esa ayuda es la que me mosquea.

—Me refiero a... es inútil, los hombres sois todos iguales, unos salidos, enseguida pensáis que os ofrecen sexo.

—Ahhhh... Pues si no era eso lo disimulabas muy bien.

—¡Pues claro que no! Solo quería ayudarte, darte consejos... hablar con la chica que me dijeras y decirle lo estupendo que eres y... ¡No sé qué piensas de mí!

Yuri aceleró el paso y se alejó de él con lágrimas en los ojos.

Akira suspiró. Realmente la había entendido mal, vale, quizás era muy mal pensado pero es que sabía cómo era Yuri y sabía que cuando se encaprichaba con algo no medía la consecuencia de sus actos y también sabía que esa obsesión suya por adelgazar la llevaba a no razonar con lógica. Quizás estaba siendo demasiado alarmista, quizás no estaba tan descontrolada como él pensaba.

No era la primera vez que Yuri tenía problemas de anorexia, cuando tenía 12 años comenzó a tenerlos, dejó de comer gradualmente y hacía muchísimo ejercicio, fue el hecho de levantarse en plena noche y ponerse a hacer limpieza en su cuarto lo que alarmó a sus padres, era su forma de quemar calorías, cuando se acostaba con la sensación de haber ingerido demasiadas no podía dormir, se levantaba y comenzaba a limpiar todo, haciendo movimientos exagerados, agachándose y levantándose una y otra vez, eran sus "ejercicios". Aquella vez fue fácil detectarle los problemas de nutrición pero Akira sabía que si recaía no iba a ser igual, ella era lista y había aprendido de sus errores, ya no la pillarían tan fácilmente.

—Espera Yuri... espera... te las daré.

Yuri se detuvo y le miró llorosa.

—¿A cambio de qué?

—De que me prometas comer, por favor, prométeme que no dejarás de comer y que no vomitarás.

—Pues claro que no vomitaré, los vómitos estropean los labios, lo aprendí muy bien. Yo quiero estar perfecta Akira, perfecta... solo quiero eso. No es que quiera adelgazar, es que no quiero engordar ¿No me puedes entender? Me aterra la idea de engordar, de no controlar mi cuerpo, solo quiero poner controlarlo, tener el peso que yo quiero, solo eso ¿Es tanto pedir querer verme bien? Akira necesito verme bien, necesito... tengo que estar bien, si no me veo bien me... Es mi cuerpo Akira, es mi cuerpo y necesito saber que lo controlo... que...

La voz de Yuri se iba desgarrando por momentos, las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas, sus ojos reflejaban una desesperación tremenda, una desesperación nacida de sentirse impotente. Akira sintió una gran pena por ella.

—Yuri —se acercó a ella y la abrazó, la chica apoyó la cabeza en sus hombros y comenzó a llorar desesperadamente—. Yuri, tú no estás sola, sé que te sientes sola e incomprendida pero... ¡Mierda! —masculló entre dientes.

Hacia él se acercaban Hisoka y Akane. ¿Ahora como explicaba esa escena?

—Por mí puedes seguir, bambi —Fue el saludo seco y áspero que recibió de Akane, que, sin detenerse, continuó su camino.

—Akane, yo... Hola, Hisoka.

Yuri se separó de él secándose las lágrimas.

—¿Ha pasado algo? —preguntó Hisoka.

—No... que... me ha entrado tierra y... bueno... nos vemos luego.

Yuri se marchó casi corriendo. Akira miró sin saber qué hacer, razonó que Yuri aún le necesitaba.

—Discúlpame... ¡Yuri!... Yuri espera.

Hisoka continuó su camino. Cuando llegó al aula Akane estaba allí, hablando con Jisei, pero no había ni rastro de Akira o Yuri.

—¿Estás enfadada? —le preguntó después de saludar a Jisei.

—¿Yo? —Se apresuró a responder Akane—. ¿Por qué iba a enfadarme?

—Pues lo parece.

—Tonterías.

—Akane —habló Hisoka casi en un susurro—. Esa situación me recuerda a otra.

Akane le miró sin mucha simpatía.

—¿Has hablado con él? —continuó el chico.

—¿De qué?

—De lo que pasó aquel día. ¿Aún no se lo has explicado?

—No tengo porqué explicarle nada.

—Yo creo que sí. ¿Sabes? Él te lo ha perdonado todo.

—No tiene nada que perdonarme.

—Eso él no lo sabe. Pero da igual porque para él todo está olvidado, no te guarda ningún rencor.

—No tendría razón para guardarme rencor.

—Te repito que no lo sabe y aun así te ha perdonado.

—Y yo te repito que no tiene nada que perdonarme.

—No lo quieres entender ¿verdad? Mira, Akane, yo estoy contigo, siempre estaré contigo, siempre estaré de tu parte pero tengo que decirte que eres muy cabezota y en este asunto no tienes razón.

—¿Ah, no? ¿Ahora me vas a venir tú con charlas?

—No. Puedes seguir con tu aptitud rencorosa pero tengo que darle la razón a él.

—Sí, vale, él es más noble que yo pero ¿Sabes? Me da igual lo noble que sea, él fue el que empezó y me enseñó una gran lección: no confiar en nadie ¿O te has olvidado de lo que lloré por su culpa?

—No, yo estaba allí ¿Lo recuerdas? Fui yo el que quiso aprovecharse de tu debilidad y el que pretendía ocupar su puesto. Se mejor que nadie lo que sentías por él.

Akane bajó la mirada, no le gustaba hablar de ese tema, era demasiado orgullosa para entrar en la discusión.

—Voy al servicio —dijo.

Jisei miró perpleja a Hisoka, había estado observando todo en silencio.

—Es muy cabezota —comentó—. A veces hecho mucho de menos a Ayesa ¿Y tú?

—Le prometí que cuidaría de Akane pero es tan cabezota que se hace daño ella sola.

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