Las oficinas principales del imperio del millonario Marc Stilman estaban en aquel edificio moderno, de cristales y metal. Acompañado de otros hombres subió al elevador. Bajaron en otra recepción, la secretaria con amabilidad los guió hasta la sala de juntas. Uno de los hombres le abrió la puerta, entro mientras ellos se quedaban a fuera.
La sala era demasiado amplia, había una mesa de forma ovalada y quince sillas ejecutivas al rededor. Tomo asiento. Giro la silla para clavar la mirada en aquellos edificios que se alzaban en el horizonte. Cerro los ojos lentamente, inspiro con fuerza; ese mal presentimiento comenzaba a quitarle la tranquilidad.
─Buen día, Señor Rutherford esa voz era la de José, el chofer de Stilman.
Se giró para verlo de frente─. Buen día.
José sereno se acercó, parecía a simple vista demasiado calculador. Se ajustó la corbata y tomo asiento justo a su lado.
─No ha dormido, señor, las ojeras lo delatan ─dijo sin mirarlo.
Santi entro en rotundo silencio, incluso su respiración se volvió aguda.
«¡Por supuesto que no he dormido! ¡¿Qué carajos quieren de mí!»
─Esperaremos a los demás, no tardaran.
─Podría decirme-
─No hablare, Señor. Tengo órdenes de no responder a sus preguntas hasta que los demás lleguen.
Santi se llevó la mano a la frente.
─Joder... maldita sea la hora en que conocí a Stilman... no puedo salir de la ciudad, me tienen vigilado y más falta ¿van a controlar mi vida?
─Haremos lo necesario para que usted nos ayude.
─¿Ayudarles? Están locos, solo soy una persona normal.
─Lo era, señor.
─¿Podrías dejar de decirme "Señor"?
─Lo siento, señor.
La primera hora transcurrió demasiado lento. Odiaba ese silencio. Miro a José, seguía en la misma posición miraba hacia la mesa.
¿Al menos podrías hablar?
─¿De qué quiere hablar, señor?
─Háblame del Señor Stilman.
Por fin volteo hacia el─. El señor Stilman era una persona muy tranquila, su vida era este edificio, todos los días llegaba con puntualidad. Una mi vida que desde pequeño fue marcada como tragedia, perdió a sus padres muy pequeño, luego a su abuela, y ahora él. Muchos piensan que su vida de extravagancia era perfecta, pero no era así ─bajo la mirada, aliso su corbata antes de seguir─. He trabajado para la familia Stilman durante algunos años. Todos fueron serviciales conmigo a pesar de no ser de su misma condición ─frunció el ceño mostrando las arrugas de su frente─. Encontrare al bastado que le hizo esto al señor Stilman.
─Cálmate José ─todos voltearon hacia la femenina que entraba por la puerta, anteojos y ropa ejecutiva entallada, elegancia al por menor.
─Señorita Elisa ─José se levantó.
─Toma asiento, por favor.
No venia sola, el hombre robusto que lo había interrogado mantenía esa mirada fría, cargaba un portafolio en la mano.
Se acercaron a la mesa, se sentaron frente a ellos. Aquel hombre no dejaba de mirar a Santi.
─¿Elisa que está ocurriendo?
Ella sonrió con amabilidad y se quitó los anteojos. Era una bella dama.
─Primero hay que ir por partes.
─Deja de darle tantas vueltas ─molesto y preocupado apoyo las manos en los respaldos.
─Es necesario para que entiendas lo que vamos hacer. En la madrugada el cuerpo de Marc fue encontrado en el baño de su departamento, Nicole, mi prima llamo a los paramédicos. Para cuando llegaron, el cuerpo de Marc estaba sin vida. La autopsia reveló que había consumido fármacos demasiado fuertes.
─Sobre dosis ─dijo Santi.
─Sí y no. Marc ha pasaba por una dura etapa, tomaba antidepresivos y fármacos para dormir. La utopía descarto nuestras dudas ─guardo silencio─. Se encontró una sustancia mortífera, parecido a un veneno. Su aparato respiratorio colapso, fue una muerte al instante.
─Los medios no saben nada ─continuo José─. La noticia a un no ha sido revelada.
─Y no lo será ─manifiesto Elisa.
─Entonces, me están diciendo que fue un asesinato.
─Si, alguien se metió en su habitación cuando él no estaba.
─Algún enemigo habrá sido.
─Alguien que burlo la seguridad del edificio, y que pasamos por alguien débil.
─¿Lo conocen?
─Su nombre es Nym.
─Jasón, por favor ─el hombre robusto del maletín carraspeo.
─Nym es un hombre muy sigiloso, limpia muy bien sus huellas, tiene rencor hacia Stilman a causa de quitarle a una chica.
─Si es peligroso ¿Por qué no pedir el apoyo de la policía?
─Las autoridades no brindaran su apoyo.
─Entonces ¿Qué tengo que ver yo en esto?
Jasón abrió el portafolio, saco un antifaz y se lo entrego a Santi─. Necesitamos al Caballero de la Noche.
Santi incrédulo solo sonrió. Entendía a qué iba todo. Tomo el antifaz.
─Lo que haremos en secreto, solo nosotros pondremos fin a ese tipo.
─Te protegeremos, señor ─José apoyo una mano en su hombro.
─Santi ─Elisa apago su sonrisa y lo miro con seriedad─. Por favor, ayúdanos. Ese hombre no debe seguir haciendo más daño. Ya suficiente ha hecho.
─Escuchen... yo no puedo hacerlo... no puedo. Lo siento.
Esa rotunda pausa duro poco tiempo.
─Stilman y yo no éramos nada, murió, esa es la realidad. Déjenlo en paz.
─Tienes toda la razón en no aceptar ─Elisa tristemente se colocó los anteojos─. La noche antes de su muerte me dijo que vio algo especial en ti y en tu novia. Ahora creo lo contrario.
─Piensa lo que quieras, lo que me están pidiendo es que me meta a la boca del lobo.
─Ya has estado allí ¿no?
─Si pero.
─Elisa ─José fue el primero el levantarse─. Hagamos esto solos, por favor. Cada día que pasa es una agonía, y no quiero pasar más tiempo así. Atraparemos a Nym sin su ayuda.
Ella asintió.
─No hay más que decir, puedes irte Santi. ¿Te puedo hacer una pregunta?
─La que quieras ─estaba por cruzar la puerta.
─¿
─No lo pensaría dos veces para ir por ella. Haría lo que fuera por ayudarla, para librarla de aquellos que quisieran hacerla algún daño.
─Te escuchas como todo un salvador...
Sin respuesta. Santi frunció el ceño.
─No lo sé.
─Marc es como mi familia, jamás lo dejaría caer, y ahora que ya no está, solo me queda buscar a su asesino.
─Espero y lo encuentres ─dijo antes de marcharse.
Nadie lo escoltaba. ¿Por qué debía ayudarla? Su perdida no era suya. Tomo un taxi.
─¿A dónde? ─pregunto en chofer.
«Vio algo especial en ti y en tu novia... ahora creo lo contrario»
¿Stilman haría algo por él?
─No lo creo.
─¿Disculpe?
Tomo el móvil.
─Siento no haberme comunicado contigo ─se excusó Sandra.
─Supongamos que yo estuviese en el lugar de Stilman, yo muero ¿Qué haría el por mí?
─Movería cielo y mar, hasta encontrar a la persona que te quito la vida.
─¿Por qué haría algo así?
─Por que a pesar de que es frio, su corazón es muy blando. Lo que más odia es perder a personas.
─Dudo mucho que sea así de generoso.
─Les dije que no aceptarías ser participe en esta locura, Elisa dijo lo contrario. Es una pena que se haya apagado una luz en esta maldita oscuridad.
─No lo conocías, tú mismo lo dijiste.
─A las personas se les juzga por sus acciones... le diré a Elisa que te deje marcharte de Madrid.
─¿Por qué me siento culpable?
─Eso tú mismo lo sabes, Santi.
─No sé qué pensar ahora mismo... está en mis posibilidades ayudarla pero, esto es peligroso.
─Tú también eres una luz en la oscuridad.
«¿Qué harías si tu novia estuviera en peligro? ¿y qué harías si estuviese muerta?»
─Stilman no es mi familia, Sandra.