Rincón Exquisito © (Editando)

بواسطة Frank_Mx

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Ella: dura, antipática y mandona; la típica mujer 31 que se hace la fuerte ante la vida. Él: honesto, trabaja... المزيد

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 20.5
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Aviso

Capitulo 11

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بواسطة Frank_Mx

La soledad y la desdicha lo iban consumiendo, arrastrándolo cada vez más a ese abismo del cual ya había salido.

Te he visto con la jefa... ─le confeso Melissa sin quitarle la mirada.

Levemente aligero su expresión─. No le digas a nadie.

─Santi, debes alejarte de ella, David se puede enterar ─preocupada se acercó a su amigo.

─Gracias por tu consejo pero no debes meterte en mi vida.

Melissa se quedó en silencio, ese hombre que tenía en frente no era su amigo. Su tono frio y cortante la dejo perturbada. Avergonzado intento hablarle pero ya era demasiado tarde, sus palabras habían hecho efecto en ella.

La cafetería estaba impregnada por varios aromas; chocolate, café recién preparado, y el chantilly de los pastelillos. Un aire frio entraba por la puerta. Alice estaba a su lado, habían ya pasado algunas sesiones, estaban cada vez más juntos.

─Creo que debemos tener cuidado, tu amiga me ha mirado de un modo que no me gusta.

─Nos ha descubierto. Descuida no dirá nada ─le aseguro al ver su expresión molesta.

─Eso espero, si llega abrir la boca la pondré de patitas en la calle.

─No tienes que ser dura con ella ─acaricio su mano pero ella la aparto.

─¿Por qué la defiendes? ─arrugo la frente.

─Es la persona más pura que conozco. Y es la única amiga que tengo.

Ella soltó una risa burlona─. ¿Pura? Por dios que tonterías son esas.

─Ten cuidado, Alice, me molesta que se burlen de mí.

─Recuerda, caballero, que la única que da órdenes aquí, soy yo ─su labial rojo resaltaba aquella sonrisa perversa.

Estuvo a punto de responderle pero su móvil comenzó a timbrar, era su hermana. Con desgana tomo la llamada.

─Hola.

─¿Solo hola? ─dijo con su habitual tono represivo.

─Por dios, Mónica, no empieces.

Alice permaneció en silencio molesta por no brindarle su atención.

Suspiro─. ¿Cómo estás?

─Recuperándome, y muy aburrida, tomare las clases en casa para no perder el ciclo.

─Eso me parece bien.

─¿Cuándo vienes? ─hacía mucho tiempo que no veía a su hermano, la última vez fue en febrero junto a Melissa. Un pequeño tour por el viñedo y después de dos semanas, se marcharon.

─Aún no lo sé, tal vez pronto.

─Melissa nos ha visitado los últimos fin de semana, y tú no te tomas la decencia de venir.

A veces no soportaba el humor antipático de su hermana adolecente. Un momento estaba bien y al siguiente ponía en juego su paciencia.

─Tengo cosas que hacer en Madrid ─apoyo el codo en la mesa.

─¿Qué haces? ¿Estas ocupado?

─Estoy desayunando.

─¿Con Melissa?

Parecía que todo giraba en torno a Melissa, molesto se aclaró la garganta─. Escucha Mónica, sé que entre tú y Melissa hay una gran amistad, pero debes saber que entre ella y yo jamás habrá algo. Somos amigos y nada más ─Alice observo como fruncía el ceño.

─Te quiere.

─Y yo igual, pero no de la forma en que a ti te gustaría.

─Sigues pensando en Carla ¿verdad?

─Carla ya está en el olvido ─Alice le dio la señal para que colgara. Pero el negó.

─Es buena chica, Santi. Además le diste un beso.

─Espera ─hizo una pausa─. ¿Que acabas de decir?

─Lo que escuchaste, se perfectamente que besaste a Melissa ─dijo con reproche.

─Eso no quiere decir nada, y no me gusta que te ande-

─¡Somos amigas! Y no me cambies el tema, la besaste y eso quiere decir-

─Te he dicho que no quiere decir nada, OK.

─De veras no te entiendo.

─Y tal vez nunca me entiendas, así que, por favor, no te ilusiones, sé que te gustaría verme junto a Melissa pero eso no va a suceder ─imaginaba el rostro triste de su hermana.

─Ven pronto.

Santi percibió su silencio.

─Te prometo que en cuanto me desocupe iré a verlos.

─¿Promesa de hermanos?

─Promesa de hermanos.

─Nos vemos.

─Adiós, te quiero.

Guardo el móvil. Al ver su rosto molesto de Alice sabia de la gran tormenta que se venía.

Espero sea la primera y última vez que me ignoras.

─Era mi hermana. Alice no te tomes muchas libertades.

─Lo hago porque me perteneces.

El negó, era como hablarle a una pared. Jamás entendería.

─Solo queda una sesión, solo una Alice, y todo se acabara.

─Pero por el momento, sigues siendo mío.

En el estacionamiento, lejos de las miradas se besaron salvajemente dentro de su auto. Animada por sus emociones le dio una tremenda mordida en el labio inferior. Santi solo gruño ante aquella dolorosa sensación. Ella se soltó al sentir la sangre, lo miro sin impórtale nada.

Abrió la puerta del auto, su mirada era un poema, la sensación era como mil aguijones clavarse una otra vez en el labio. ¿Qué demonios le sucedía? Alice cambiaba constantemente, ya no era la misma que conoció al principio.

Algunos de sus compañeros lo miraban mientras subía por el ascensor, la pequeña marca había dejado de sangrar pero el dolor persistía sin intensiones de marcharse. Al entrar en la oficina

─¿Qué te ocurrió?

─Me lastime ─dijo cortante, mientras tomaba asiento.

─¿Con que? ─pregunto, luego volteo para ver a la mandona entrar en su oficina─. Santi ¿Cómo te has lastimado? ─insistió.

─No te preocupes, solo es una herida, unos días y no se notará ─encendió el ordenador.

─Santi.

─¿Si? ─dijo sin apartar la mirada.

─Mírame, por favor.

─Estoy bastante ocupado, te escucho.

─Enserio que te ocurrió, o acaso ¿ya no me tienes confianza?

─Para ser sincero, no sé si puedo confiar en ti ─la fulmino con la mirada.

─Santi, yo-

─Hablamos luego, en verdad tengo mucho que hacer ─se sentía incómodo por hablarle de ese modo, era su amiga y la quería mucho, pero le molestaba que no guardara un simple secreto.

Para los dos fue muy extraño voltear a verse y no sonreír o hablarse uno al otro.

Nerviosa se levantó de su asiento, la mandona la había llamado urgentemente. Volteo a ver a Santi, necesitaba de sus palabras de ánimo pero estas nunca llegaron.

De: Santi R.

Fecha: 02:28

Para: Alice Martínez

Asunto: No seas dura con ella por favor.

Melissa acaba de ir a tu oficina, si es por algún error suyo, te pido no seas dura.

De: Alice Martínez

Fecha: 27 de mayo de 2014 02:29

Para: Santi R.

Asunto: ¿Tanto te importa?

Ocúpate de tus propios asuntos. Es una chismosa. No debe meterse donde no le llaman.

De: Santi R.

Fecha: 27 de mayo de 2014 02:30

Para: Alice Martínez

Asunto: Por favor

Es una buena persona. Pídeme lo que quieras.

De: Alice Martínez

Fecha: 27 de mayo de 2014 02:30

Para: Santi R.

Asunto: Me molestas

Ya no me envíes correos que me interrumpes, tu amiguita está aquí, miedosa como siempre. Bye.

Santi golpeo el escritorio.

Quince minutos después la vio regresar casi al borde de las lágrimas. Ella volteo y tristemente le sonrió.

─Santiago ─Ana, la secretaria entraba por la puerta─. La directora te quiere en su oficina.

─Enseguida voy, gracias ─rígido y molesto asintió.

Después de marcharse volvió la mirada hacia Melissa, estaba a punto de llorar.

─No voy ayudar a tu amiga ─furiosa lo miro─. Su error me ha salido muy caro.

─¿Dime cuánto es?

─Maldición, no entiendes ¿verdad? deja de hacerte responsable.

─¿Dime cuánto es?

─¡Por dios! Mira Santi, es mejor que salgas de mi oficina y medites lo que acabo de decir. Deja de ayudarla ¡QUE RAYOS TIENES EN LA MALDITA CABEZA!

─Tranquilízate, esto tiene solución.

─¡Me importa un carajo! ─grito. Apretaba aquel lápiz entre su mano─. La próxima vez que cometa una estupidez la voy a correr. Te lo juro.

─Muy bien jefa. ¿Necesita algo más?

Que la llamara jefa empeoro aún más las cosas.

¡Largo de mi oficina, ahora!

La tormenta cada vez se arremolinaba, no había felicidad ni mucho menos tristeza. Todo se estaba yendo al carajo.

Media hora, era el tiempo que faltaba para finalizar su día laboral. Más tranquilo se acercó.

─Melissa, debemos hablar. Escucha, la jefa me ha pedido que deje ayudarte.

─Perdón si te he metido en un problema, no era mi intensión ─sus ojos estaban rojos.

─Lo sé, y no estés tristes ─tomo sus manos─. Imagino como te ha tratado, piensa que somos animales ─acaricio suavemente su cabello perdiéndose un instante en su mirada.

Volvía a sonreír con esa calidez que la caracterizaba. Con Santi a su lado todo era diferente, pintaba su mundo de colores, se sentía más segura.

─Hay algo más ─relajo la mandíbula─. Mónica me ha dicho que sabe del beso que nos dimos.

─Santi, lo siento muchísimo, no quería pero-

─Entre tú y yo, nunca va a existir algo más.

Melissa se quedó en silencio. Tristemente lo escuchaba.

─Nos llevamos bien como amigos, y así quiero que siga ¿sí?

Ella asintió perdiendo las esperanzas de que algún día se fijara en ella como una mujer. Deseaba ser algo más, quería ser parte de su vida, de su mundo. Quería tenerlo cerca.

─Hey, mírame ─alzo su mentón─. Voy a protegerte, siempre y cuando este en mis manos, te quiero, pero no confundas las cosas.

Apretó los labios. Se levantó sin siquiera mirarlo. Contenía las ganas de llorar, sentía que todo se tornaba gris, aquella ilusión se perdía en una infinita oscuridad. Simulo una sonrisa para no preocuparlo más de la cuenta.

Santi era consciente de lo que ocurría, pero debía hacer eso, matar sus ilusiones, Melissa merecía algo mejor.

─Adiós, Santi ─aquello parecía una despedida.

─Hasta luego, Melissa.

Aquella tormenta se convertiría en un furioso huracán. Estaba a punto de irse cuando Alice aparecía, detestaba su fragancia. Algo dulce paso a ser un repugnante aroma.

─¿Puedo pasar?

─Adelante, Jefa.

─Deja de llamarme así ─dijo otra vez con su tonito.

─Mira Alice, será mejor que te calmes.

─A mí no me das órdenes, niñito.

─¡JODER! ─guardo la compostura─. No voy a soportar tu mal humor.

─Por supuesto que puedes. Pague por ti ─no tenía que adivinar, ese era un reproche─. Quiero que vayamos a cenar.

─Lo siento, no puedo.

¿No puedes o no quieres? ─cruzo los brazos.

Estuvo a punto de marcharse, no quería escucharla más, pero ella se puso en su camino.

─Hazte a un lado. Te estás pasando de la raya.

─Deja de defenderla ─le ordeno.

─La voy a proteger de ti. ¿Comprendes? ─intento hacerla a un lado pero ella le dio un empujón.

─¿Acaso piensas que te hará caso? Deberías mirarte, vives en un bajo mundo. Jamás se fijarían en alguien como tú ─le aseguro.

─Es la primera vez que veo tu verdadera personalidad, pobre David.

─Al menos tengo a alguien a mi lado, no como tú.

Santi apretó los puños.

Impulsivo la arrincono contra la pared de cristal, Alice abrió los ojos de par en par, furioso clavo su mirada azul en ella.

─Tus malditas palabras no me hacen ningún daño.

Hundido en el caos se marchó.

«Y... ¿si intento cambiar?» se preguntó así mismo «Tal vez... solo tal vez pueda llegar a ser algo más que su amigo»

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