Rincón Exquisito © (Editando)

Galing kay Frank_Mx

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Ella: dura, antipática y mandona; la típica mujer 31 que se hace la fuerte ante la vida. Él: honesto, trabaja... Higit pa

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 20.5
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Aviso

Capitulo 8

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Galing kay Frank_Mx

Al despertar lo primero que vio fue, el, estaba de pie con la mirada perdida del otro lado del cristal con el torso desnudo. Lo miro detenidamente, espalda ancha y fuerte.

Memorizo todo lo que habían sucedido anoche. Se resumía a solo una cosa, placer, que ella había disfrutado con tanta intensidad llevándola a tener varios orgasmos. Su primera vez quedo en el olvido; él le había regalado una primera vez que había sido inolvidable. Un recuerdo que trascendería y jamás lo olvidaría.

«Te volveré obsesa al sexo» ¿a qué se refería? Sin darle vueltas prefirió sonreír; su cuerpo estaba sensible y adolorido. Suspiro al unísono. ¿Que tenía ese chico que, con solo una mirada, comenzaba a perturbarla?

Se levando; se puso las bragas que estaba en el suelo. Camino hacia el con los pechos expuesto, sintiéndose excitada a medida que se acercaba para abrazarlo.

«Puedes hacerme lo que quieras, ahora soy tuyo» ¿en verdad podía hacerlo? Le tomaría la palabra.

Lo abrazo por detrás apretando su pecho contra su espalda rígida.

─Bueno días, nena.

─Hola, buenos días ─animada pego su cabeza..

La observo por arriba de su hombro.

─Sabes, si no me sueltas en los próximos diez segundos te voy a dar duro contra la cama; desde que sentí tus pechos me has puesto-

─Sin amenazas. Si lo vas hacer, que sea ahora.

─Tú lo has pedido.

Se dio la vuelta. La tomo en sus brazos. Ella colgada en su cuello sin perder de vista esa mirada.

La deposito en la cama. La beso con pasión mientras ella trataba de seguirle el ritmo.

Le quito las bragas rápidamente con destreza. Abrió sus piernas, ella sintió vergüenza, intento taparse esa zona pero la fusilo con la mirada.

Se quitó el pantalón, Alice enarco una ceja, su erección era vigorosa.

─¿Estas lista? ─pregunto con una sonrisa llena de malicia.

Ella asintió. Todo eso volvería a entrar nuevamente en ella.

Antes de tirar el pantalón se sacó un condón del bolsillo. Se lo puso. Y fue hacia ella.

Comenzó a bezar sus pechos, primero uno después el otro. Aun no entraba y ya se estaba poniendo húmeda. Cerró los ojos al sentir su palpitante sexo sobre su vientre. La beso una última vez en la boca.

Sintió el látex sobre su clítoris una y otra vez, eso la encendía; lo frotaba sobre su sexo de arriba hacia abajo para estimularla.

─Bien, nena. Comencemos.

La dejo ir dentro sin contenerse. Alice abrió la boca liberando un gemido arrasador, eso le gustaba; escuchaba sus quejidos cada vez más fuertes. Cada envestida era dura y placentera que la hacían ahogar su propia voz.

─Grita, nena. Vamos.

Ella abría las piernas para dejarlo entrar aún más. Lo quería dentro, completamente. Se llevó las manos a la boca, quería impedir que sus lamentos salieran, aun se sentía avergonzada de escuchar su propia voz hacer aquellos sonido tan eróticos.

Le quito la mano y se las aferro contra el edredón. La embistió con más vigor. Se colgó en su boca. Ella arqueo su espalda, se separó de su boca y liberó aquel gemido glorioso provocado por el orgasmo. Sin intensiones de quedarse atrás se dejó ir.

Tumbado sobre ella mientras se aferraba en un fuerte abrazo. Agostados y con la respiración entrecortada comenzaron a besarse con locura.

─¿Cómo... te... sientes? ─le beso una mejilla.

─S-satisfecha

─Pues... aun... hay otra... ronda.

Inspiro cerca de su cuello. Lamio y chupo. Volvía a sentir su erección entre las piernas.

─Eres insaciable ─con ternura beso las comisuras.

Desayunaron algo ligero que él había ordeno comprar. En ningún momento aparto la mirada de ella; estaba desnuda sentada a su lado.

Ella comía con hambre voraz.

─Lo siento, pero estoy hambrienta ─dijo sonrojada como un tomate. Nadie la había visto comer de ese modo.

─Demasiado sexo da mucha hambre.

Le apetecía seguir jugando pero ya se había quedado sin preservativos.

Metió el dedo índice en la salsa agridulce y se lo paso en las comisuras.

─¿Qué tal sabe?

Ella se lamio los labios.

─Muy rico ─sonrió, el gesto le había parecido tan bobo.

Volvió a repetir pero esta vez la beso. Lamio sus labios con su lengua y finalizado con un pequeño beso tronador.

─Tenías razón, sabe muy rico ─dijo con aire pícaro.

Acaricio la línea de su mentón mientras ella lo miraba; su piel era delicada ante su tacto.

Ella cerró los ojos. Suspiro profundamente.

Estuvo a punto de volver a besarla pero el sonido de su móvil arruino del momento. Alargo la mano, Santi pudo ver que en la pantalla decía David.

─Dame un segundo.

Se levantó y se alejó. El hizo lo mismo; se quitó el pantalón antes de entrar a la ducha.

─¿Vienes? ─le pregunto antes de entrar.

Aparto el móvil, lo vio totalmente desnudo─. No.

─Te lo pierdes ─susurro cerrando la puerta de golpe.

Dejo que el agua caliente le relajara los músculos. Le había molestado que lo dejara comiendo solo y sobre todo, que lo hubiese ignorado.

Cuando termino salió desnudo y comenzó a recoger su ropa que estaba desperdigada por toda la habitación. Ella aún seguía en el móvil.

Se ajustó la corbata. Peino su cabello húmedo con las manos. Le falta una cosa y lo encontró debajo de la cama. Con el antifaz en la mano, se lo coloco. Estaba listo para irse.

Espero pero ella aún seguía hablando con él. Con la mandíbula tensa comenzó a buscar su ropa, la fue juntando uno por uno dejándola sobre en el sofá.

Ella se acercó con una sonrisa que fue borrando al ver el azul oscuro de su mirada. Era algo nuevo para ella. ¿Era bueno o malo? Aquella mirada estaba... distante.

─Era David, me pido que lo acompañara hacer unas compras.

─Que bien. Vístete ─ordeno sin siquiera mirarla.

«Tranquilo, tranquilo, no hagas una estupidez» se decía así mismo mientras ignoraba su presencia «Es solo una mujer, una adquisidora y nada más»

─No me digas que estas celoso ─dijo, mientras se ponía el sostén. Se subió las bragas y el seguía sin responder─. Sí, lo estas.

─Te equivocas.

Sonrió victoriosa. Se acomodó en el sofá para poder colocarse las zapatillas.

─Ese imbécil nunca te lo hará como yo te lo hago ─se arrodillo ante ella, tomo una de las zapatillas, antes de ponérsela le acaricio el tobillo.

─¡Por favor! Si vas a empezar con eso mejor te cambio, no eres el único "activo" ─cruzo los brazos.

Tomo el antifaz de Alice que estaba sobre la mesita del centro, y con sutileza se lo puso. Aprovecho para acariciarle un mechón suelto.

─¿Me has escuchado?

─Te vez maravillosa ─le beso ambos nudillos─. Y si, te he escuchado claramente, eres una adquisidora, eso te da el derecho de cambiar de activo en caso de que no te sirva. Si es lo que quieres adelante, no me opondré ─le tendió la mano, ella la acepto con cierta desilusión, en esos momentos sus palabras habían sido demasiado frías. No sabía cómo reaccionar.

Se inclinó, metió las manos dentro de su vestido y le bajo la tanga─. Esta me la quedo, si me cambias quiero tener algo tuyo.

─¡¿Pero qué haces?! Dámela ahora mismo, no puedo salir así.

─Lo siento, pero no te la voy a dar ─se la guardo en el bolsillo. No le importaba su petición en absoluto─. Vamos. Es hora de irnos.

─Dámela, por favor.

Sonrió nuevamente, tomo su rostro en sus manos y le susurro al odio─. La voy a conservar.

─Santi... están sucias.

Estaba avergonzada; no saldría a la calle así y no podía dárselas.

─Es un buen recuerdo. Te humedeciste tanto con estas braguitas y eso me excita, nena.

─Por favor. Que no ves que me siento avergonzada, dámelas...

─Te las daré si me prometes una cosa.

─Pero dámelas.

─Quiero una tanga tuya ─la intensidad irradiante la desconcertó.

─Pervertido ─susurro─. Está bien. Ahora dámelas.

Las saco del bolsillo y le las entrego.

─Me encantas cuando te pones así.

Ella se inclinó para ponérselas. Santi aprovecho para darle un azote en las nalgas. Ella se quedó boquiabierta.

─Lástima que se me acabaron los preservativos.

─Si, es una pena ─sonrió al mismo tiempo que le daba un beso─. Y... descuida no te quiero cambiar.

Reconfortado aquellas palabras libero un suspiro.

─Gracias, Alice.

Condujo en silencio, Santi se había quedado dormido. Sábado por la mañana y aún era demasiado temprano, un día muy diferente a muchos otros; había tenido sexo desenfrenado con alguien joven y, demasiado hermoso. Aprovecho que el semáforo estaba en rojo para mirarlo con insistencia, se arrepintió por no entrar a la ducha con él, pero si lo hacía no iban a salir en todo el día. Había notado su molestia, David estaba en casa de sus padres, su madre le decía miles de veces que él era un buen partido y que no debía dejarlo ir, siempre le molestaba que su madre dijera esa estúpida frase: "el tren pasa solo una vez" la aterraba, pronto entraría en los treinta y dos, era la única soltera pues su hermana se había comprometido después de terminar la carrera y ya era madre. Alma, su sobrina era un hermoso retoño.

No se contuvo las ganas de darle un beso, uno pequeño para no despertarlo. Sonrió al darse cuenta que aún tenía el antifaz. Su corazón latía desesperadamente por aquel durmiente, llevo su mano derecha a su camisa, desabotono el primer botón, pecho musculoso, otro botón le permitió acariciarlo con cuidado.

─Mmmm, me encantan las pervertidas.

Intimidada retiro la mano.

─No, adelante sigue.

─¿D-desde c-cuando?

─Desde que me diste ese pequeño besito.

─Y-yo no sé ─se notaba el rubor en toda su cara y cuello.

─Te dije que puedes hacerme lo que quieras, soy tuyo por las próximas cuatro sesiones.

─Lo había olvidado ─volteo para no perderse en su mirada─. C-como haremos para, ya sabes.

─¿Qué cosa? ─pregunto incrédulo como aquel día en la cafetería─. Ahhh para ¡SEXO!

─Por dios, baja la voz ─dijo casi susurrando.

─Calma, Alice, nadie nos escucha estamos en tu auto.

─¿Dónde te dejo? ─pregunto mientras se incorporaba.

─En la próxima esquina. Te daré mi número así estaremos en contacto para nuestras próximas sesiones. Una cosa más.

─¿Qué? ─volteo un instante, azul tenue.

─Aprovecha bien las cuatro sesiones. Y, seria preferente que no incluyas a David en todo esto, no debes pensar en él mientras estás conmigo.

Alice no respondió.

Antes de despedirse Santi estampo sus labios contra los suyos. Después se acerico los labios mientras lo veía alejarse.

Continúo hasta detenerse.

─Cuatro sesiones eh... es poco tiempo.

«Aprovecha bien las cuatro sesiones» su voz era casi lejana, una voz que se perdía pero seguía dentro de ella.

No debía incluir a David para nada, pero sentía que estaba haciendo mal al estar con otro hombre, no lo amaba pero, era el más acto para estar junto a ella, un hombre adulto, responsable y con un futuro por delante. Debía esperar paciente hasta que le pidiera matrimonio, si es que se animaba a hacerlo.


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