Rey De Reyes - Volumen 1

By ElMarkOP

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¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambient... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Parte 50 (Personajes)
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
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Capitulo 70
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Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
Capitulo 83
Capitulo 84
Capitulo 85
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Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Capitulo 92
Capitulo 93
Capitulo 94
Capitulo 95
Capitulo 96 - El fin del prólogo okno
Capitulo 97
Capitulo 98
Capitulo 99
Capitulo 100
Capitulo 101
Capitulo 102
Capitulo 103
Capitulo 104
Capitulo 105
capitulo 106
Capitulo 108
Capitulo 109

Capitulo 107

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By ElMarkOP

Durante la noche, solo podía escucharse el viento y la madera crujir ante el fuego.

Era una noche agradable, por un lado estaban las esposas de Arthur conversando tranquilamente mientras que por el otro estaba un serio Robert junto a una sonriente campesina que no paraba de hablar sobre cualquier cosa.

Arthur se quedó observando a estos últimos con curiosidad. Robert fingió notablemente un bostezo y se levantó mientras se despedía de Izora, la mujer con una amigable sonrisa correspondió su despedida.

Viendo a Robert alejarse, la sonrisa de Izora desaparecía entre más larga se hacía la distancia entre ambos. Podía sentirse la soledad que la rodeaba.

Abrazando sus rodillas mientras miraba las llamas de la hoguera, cualquiera sabría que se estaba preguntando que hacía mal.

Arthur sabía perfectamente cuánto habían interactuando ambos y la verdad es que no había progreso más que este.

—¿Por qué no los ayudas? —Preguntó Miri.

Arthur se giró con sorpresa y vió a su esposa Miri junto a él. Está le dió una pequeña sonrisa.

—Esto es algo que deben resolver ellos mismos, no se puede intervenir en ello. —Respondió Arthur mientras le devolvía la sonrisa.

—¿Entonces te hubieras casado conmigo si mi padre no hubiese intervenido en tus asuntos? —Miri le dió una ligera pero intensa mirada.

Arthur soltó una pequeña risa, tomó la mano de su esposa y la besó.

—¿Te han dicho alguna vez que tienes buen corazón? —Preguntó Arthur—. Por favor, nunca cambies.

Miri se sonrojó un poco, Arthur le dió un beso en la frente antes de irse a buscar a Robert.

Este estaba sentado bajo un árbol mientras comía una manzana, la oscuridad hacia difícil notarlo a simple vista pero si ponías atención era fácil hacerlo.

Arthur se sentó cara a cara con él, no hubo palabras, solo un breve asentimiento y ambos comiendo frutas. Aún sin palabras, los hombres solo necesitaban verse a los ojos para saber exactamente lo que querían decirse.

Robert quien intentaba evitar esa mirada, suspiró.

—¿Vienes a preguntar por Izora? —Preguntó.

—¿Quieres hablarlo? —Preguntó Robert.

—Es una mujer extraña... Decidida, esperanzada. Pero aún así, su corazón es débil. —Explicó—. Es igual a mi esposa...

Robert le dió un mordisco a su manzana.

—Una vez me atacó un Jabalí mientras ayudaba a un pequeño grupo de caza en mi aldea, mi esposa Astrid casi se derrumba al verme pero yo no estaba tan grave como parecía. —Robert soltó una pequeña risa.

Su risa desapareció rápidamente.

—Cuando los bandidos atacaron la aldea, ella no tuvo miedo. Fue incluso más rápida que yo al tomar el cuchillo para defenderse pero antes de que me diera cuenta, en un parpadeó ella ya estaba muerta frente a mí. Lo siguiente que recordaba era que intenté pelear con uno de ellos y de repente todo se volvió negro. Para cuándo desperté ya estaba viajando en la caravana con el resto.

Robert bajó un poco la cabeza.

—No pude proteger ni a mi esposa ni a mi hija. Y no hay día en el que no deje de pensar en ellas, ni siquiera cuando Izora me mira a los ojos... —Suspiró.

—¿Entonces la mantienes alejada por temor a hacerle daño? —Preguntó Arthur, Robert asintió con la cabeza—. ¿Ella lo sabe?

Robert volvió a asentir con la cabeza.

—Y aún así sigue adelante... —Mencionó Arthur.

—No entiendo cómo puede hacerlo, aún cuando tengo a alguien más en mente, ella sigue allí.  —Dijo Robert con el ceño fruncido.

—Tal vez sea porque no quiere tomar el lugar de tu esposa, sino crear uno nuevo para ella. —Explicó, Robert lo miró sorprendido—. Sé lo que piensas, hermano. Tienes miedo de traicionar a tu familia al convivir con alguien más, cualquier hombre con un poco de sentido común lo tendría y eso está bien.

Arthur asintió con la cabeza mientras le daba una pequeña sonrisa a Robert.

—No es un pecado amar, Robert. Olvidar que existieron es lo que debería preocuparte. Dime, si hubiera sido al revés... Si tú hubieras muerto aquel día y ambas seguirían en pie, ¿preferirías que tu esposa siguiera sola con tu hija por el resto de su vida? ¿O permitirías que alguien más les diera felicidad y las protegiese como tú hubieras querido?

Robert bajó un poco la cabeza mientras pensaba.

—Al menos yo siento que, mientras sean felices, da igual lo que hagan. Mi único temor es que me olvidasen. —Añadió Arthur.

Robert se imagino el punto de vista de Arthur, su esposa e hija vivas y él no. Su esposa con otro hombre feliz, recordandolo de vez en cuando junto a su hija. Por un momento deseó que hubiera resultado así pero luego de imaginarse la misma escena pero sin que él siquiera pasase por sus mentes se sintió aterrador y triste.

—Se ve que Izora respeta mucho el cariño que sientes por tu familia. No parece la clase de mujer que te diría que las olvides solo porque ya no están y que debes seguir adelante porque sí.

Robert negó con la cabeza cuando Arthur le dijo eso último.

—No, creo que Izora lo entiende. Más bien... Me ha incitado a hablar sobre ellas en más de una ocasión...

Robert suspiró pesadamente y miró a Arthur a los ojos.

—Me agrada Izora, y su hija es muy agradable. Cuando las encontré estaban en un mal estado, se notaba el hambre y la sed. Sin nadie quien las ayudase en la granja, habrían muerto si hubiéramos tardado más tiempo.

Robert miró a Arthur y soltó una pequeña risa.

—Dado que he estado al tanto de ambas por un buen tiempo, su hija Thea cree que soy su padre. ¿Puedes creerlo? —Robert sacudió un poco su cabeza—. La pobre nunca lo conoció, él murió incluso antes de que ella naciera. Izora le dijo que se fue de viaje y le prometió que algún día regresaría.

—Y supongo que en su inocencia, la niña cree que eres tú y terminó por meterle cosas en la cabeza a su madre y ahora anda detrás de tí. —Se rió Arthur.

—Creeme, no sé que fue lo que pasó. —Robert suspiró pero al menos su estado de ánimo sin duda mejoraba.

—Vamos, ¿Que no es obvio? —Se rió Arthur—. El gran general Robert Astorio, si el título no es suficiente, solo basta con lucir tu porte digno, tu buena barba y cualquier mujer estaría más que encantada de estar contigo.

—Ja, ja, ja, por favor no bromees conmigo. —Robert negó con la cabeza—. Gracias, Arthur. Hablaré mañana con Izora y aclararé las cosas.

—Solo se feliz, hermano. —Arthur sonrió—. Deja que Izora y Thea entren aquí —Señaló su corazón—. pero no dejes que Astrid y tu hija salgan de aquí. —Tocó un par de veces su cabeza.

Robert asintió, después de un rato se levantaron y se fueron tranquilamente solo para encontrarse con que ya todo el mundo estaba dormido. La verdad es que era un poco tarde ya así que simplemente se fueron a dormir en sus tiendas.

Al día siguiente, mientras se preparaban para llegar a la ciudad y continuar con el trabajo, Arthur vió a Izora y Robert hablando a lo lejos.

Un humano normal no podría escucharlos a tal distancia pero Arthur con su sistema presenció todo, Básicamente discutieron sobre la situación de Robert y el como este no podía olvidar a su antigua familia.

Izora, tomando las mano de Robert, comprendió sus sentimientos, se disculpó por si le había estado molestando y le agradeció por todo lo que él había hecho por ellas.

—T-Thea y yo no te molestaremos más. —Izora estaba dolida, pensando que Robert la estaba rechazando.

—¡No, no, no, no! Estás malinterpretando las cosas. —Robert la miró suspiró y se rió de sí mismo—. Izora... ¿Me permitiría ser el padre de Thea?

Los ojos de Izora se abrieron de par en par.

—¿E-Eso significa qué...?

Robert asintió con la cabeza y acarició la mejilla de Izora.

—No puedo olvidar a mi antigua familia, tampoco quiero hacerlo. Pero no puedo seguir así por el resto de mi vida... Por eso quiero aclararte qué, aunque ellas permanezcan en mi mente, las llevaré a ustedes dos aquí siempre. —Robert tomó la mano de Izora y la colocó en su pecho—. Aún sabiendo esto, ¿Me permitirías el tomarte como mi esposa? ¿Ser el grandioso padre que Thea cree que soy?

—S-Sir Robert... —Izora estaba sonrojada pero sin duda muy feliz—. N-No esperaba que Thea te importase tanto...

—No puedo evitarlo, ella me admira. —Robert soltó una suave risa.

—Demasiado. No para de hablar de tí y de lo que haces por todos. —Izora se rió con él.

Tras decir eso, ambos se aceptaron entre sí con un beso. Arthur estaba feliz y orgulloso por su gran amigo, lo que estaba haciendo sin duda no era fácil pero un paso vale más que ninguno.

—... Espero que a partir de ahora tengas paz, y que tu nueva familia te de la felicidad que mereces. —Murmuró Arthur, los miró por unos segundos antes de darse media vuelta.

Lo último que vió Arthur antes de irse de allí fue a una pequeña niña corriendo hacia Robert e Izora, abrazándolos mientras llamaba "papá" a Robert.

Algún día sabrá la verdad, pero conociendo el tipo de hombre que es Robert, para cuando se entere la niña no le importará y seguirá viendo a Robert como su único y verdadero padre.

—Ha... Supongo que ahora seré tío. —Murmuró Arthur, luego soltó una pequeña risa—. Bueno, me servirá de práctica para cuando tenga mis propios hijos, ja, ja.

Negó con la cabeza y regresó con sus esposas, cuando estás le preguntaron porque estaba feliz, les contó el desarrollo de Robert y ellas no podían esperar para celebrarlo.

—Mi señor. —Un soldado se arrodilló frente a Arthur entregándole una carta al mismo tiempo—. Un mensaje de Sir Feyton.

—Gracias. —Dijo Arthur mientras tomaba la carta y la abría—. ¿Oh? Ya veo...

—¿Que sucede, mi amor? —Adela miró a Arthur con intriga.

—No mucho, solo noticias de la santa iglesia. —Respondió—. Gracias por el mensaje, cabo Coyle. Que tú grupo coma un poco y descansen, se lo ganaron.

El soldado miró con admiración a su señor quien al parecer recordaba su nombre. A él quien era uno de muchos de los soldados de bajo rango, básicamente era un cualquiera.

—¡Gracias, mi señor! —Con la moral a tope el soldado se fue con ganas de compartir con sus compañeros lo sucedido... Y presumirlo un poco.

La verdad es que Arthur se sabía todos los nombres de sus seguidores ya que estaban registrados en el sistema y aparte de eso, puede ver sus nombres y profesión flotando ligeramente por encima de sus cabezas.

—¿Que sucede con la santa iglesia? —Preguntó Alejandra ansiosa.

Normalmente, el silencio solo significa cosas malas y la santa iglesia había estado muy tranquila desde la última vez, algunos estaban preocupados de que estuvieran tramando algo.

—Solo estan desesperados, no pueden comunicarse con el exterior y han perdido muchas tropas intentando abrirse paso hacia afuera. —Respondió y le entregó la carta—. Feyton, Preston y Winston los manejaron sin problemas.

Alejandra suspiró aliviada, luego miró a Arthur con una sonrisa.

—¿Entonces con sus ataques tenemos vía libre para tomar la sede? —Preguntó.

—Es posibles sí. No pueden comunicarse con el exterior ni recurrir al pueblo. Tan acostumbrados a tenerlo todo estaban que se volvieron débiles. —Arthur negó con la cabeza.

—Ya nos ocuparemos de ello más tarde, Primero debemos visitar los pueblos y ciudades de la zona, darnos a conocer y verificar que mejoras podemos hacer. —Dijo Liliana.

Alejandra asintió con la cabeza. Ansiaba cambiar la santa iglesia, ella había estado cumpliendo con su papel de santa muy bien, reuniendo a las masas a dónde quiera que fueran y dedicarse un tiempo para hacer cultos con ellos.

Sus esfuerzos traían paz a la gente, y junto con el trabajo de Arthur y los demás parecía que los dioses finalmente decidieron traerle prosperidad al reino.

—Amo, ¿que haremos una vez capturemos las instalaciones de la santa iglesia? No todos son 100% culpables o leales a ellos.

—Ya te dije que no hace falta que sigas llamándome amo, Alejandra... —Arthur suspiró—. En cuando a los miembros de la santa iglesia... Primero arrestamos a todos, los interrogamos dependiendo de si son personas importantes o comunes y después depende, no podemos arriesgarnos a que todos vivan. La gran mayoría seguramente será ejecutada sobre todo los altos mandos.

—Entiendo... —Alejandra bajó un poco la cabeza—. Tienes razón, no podemos arriesgarnos a que todos vivan. Pero sin duda debemos arrestarlos ya que mientras haya un solo miembro libre, existe la posibilidad de que crucen el mar y revelen la verdad al corazón de la santa iglesia.

Arthur asintió con la cabeza.

—Bueno, terminemos con las localidades cercanas para resolver ese asunto. Una vez la santa iglesia sea nuestra, tendremos control total sobre el reino. —Dijo Arthur, todos asintieron con la cabeza.

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