—Muchas gracias por su visita, majestad. Y gracias a ustedes por atender a mi familia. Espero que los dioses les devuelvan este gran favor. —La mujer y su esposo se inclinaron con agradecimiento y respeto.
Los 3 se despidieron y continuaron con su camino.
—No me canso de esto, ayudar a las personas se siente muy bien. ¿Cuál casa sigue? —Preguntó Liliana.
—De hecho, esta era la última. —Arthur soltó una pequeña risa.
—¡¿Eh, en serio?! —Liliana los miró sorprendida.
Arthur señaló el cielo el cuál se estaba poniendo naranja.
—Fue rápido ya que afortunadamente no todo el mundo necesitaba asistencia médica. Y no somos el único grupo haciendo lo mismo. —Mencionó Miri.
—Es verdad, me olvidé que teníamos otros grupos haciendo chequeos médicos... Hoy hiciste un muy buen trabajo, Miri. Sin duda te ganaste el corazón de muchas personas hoy.
Miri se sonrojó un poco pero sonrió.
—Me alegra poder ser de ayuda. Aunque estaba algo nerviosa, se sintió como si fuera una especie de examen. —mencionó Miri.
—Quizas sea porque tú señor esposo guión maestro estuvo presente todo este tiempo. —Liliana le lanzó una sonrisa burlona a Arthur—. ¿Que dices, aprobó?
—Perfectamente. —Arthur asintió con la cabeza—. Estoy muy orgulloso de ti Miri.
Miri sonrió tiernamente.
—Bien, volvamos al palacio. Tanto trabajo me dio hambre. —Dijo Arthur.
Ambas asintieron con la cabeza.
...
En una habitación del palacio se encontraban dos niñas, una sentada abrazando sus propias rodillas mientras miraba por la ventana con tristeza, la otra la miraba con incomodidad.
—¿Estas bien? —Preguntó Emma
La niña junto a la ventana se giró, por supuesto se trataba de Nanya.
—¿Cómo podría estar bien? Mi familia está encerrada y yo estoy aquí sola. —Nanya bajó la cabeza.
—Pero yo estoy aquí contigo. —Emma la miró confundida.
—Ha... No lo entenderías, solo eres una niña. —Nanya suspiró.
Emma frunció ligeramente el ceño. Pero, tranquilamente se sentó frente a Nanya.
—Yo también estuve sola, mamá y papá murieron cuidándome. Estaba triste y no sabía que hacer pero Arthur me encontró y me cuidó, me dieron trabajo en su casa hasta que un día mami Adela me pidió ser mi mamá y me aceptaron como su hija. —Emma miró por la ventana mientras Nanya la observaba.
—¿Entonces eres adoptada? —Nanyan preguntó.
—Ajá. Pero no es tan malo, mami Adela me abraza todos los días y me da de comer, me lee historias o a veces paseamos o me peina. —Emma sonrió.
Emma se levantó y comenzó a buscar algo entre sus cosas, sacó un libro y se lo enseñó a Nanya.
—Pero lo que más me ha ayudado son mis estudios. ¿Quieres que te enseñe un poco lo que he aprendido?
—Ar... ¿Aritmética? —Nanya frunció el ceño, nunca había leído o escuchado esa palabra. Emma asintió con la cabeza.
...
Nanya estuvo un rato aprendiendo aritmética de Emma, al principio estaba confundida pero después estaba endemoniada mente aburrida
—¡Esto es aburrido! —Nanya tiró su lapiz—. No entiendo cómo puede gustarte esto. Eres rara.
—Je, je, pero al menos ya no te ves triste. —Emma se rió.
Nanya abrió los ojos, bajó un poco la cabeza avergonzada.
—G-Gracias, Emma...
—Je, je, ahora somos amigas. Mira, ya casi terminas está parte.
En ese momento entró Arthur con 2 platos en sus manos, vio a ambas niñas estudiando y sonrió.
—Parece que se llevan bastante bien. Eso es bueno.
—Le estaba enseñando aritmética a Nanya.
—Ja, ja, no vayas a matarla de aburrimiento, ¿está bien? Ella no está acostumbrada a estudiar tanto como tú.
Arthur le entregó ambos platos y les revolvió el cabello a ambas niñas.
—Comportense y háganse amigas, ¿Está bien? —Arthur recibió un asentimiento por parte de las dos—. Alguien vendrá a buscar los platos más tarde, no se duerman tan tarde.
Arthur las dejó en paz, estaba satisfecho de ver cómo ambas se llevaban bien. Ahora solo faltaba integrar a Nanya en una escuela y reconstruir su forma de pensar. Era una niña, sí, pero al ser de la realeza, su sentido común difería un poco.
Al día siguiente, Arthur se encontró con Faila, estaban teniendo una reunión con ella sobre los planes a futuro.
—Pensé que te habías ido con Preston. —Dijo Arthur.
—No te preocupes, mis muchachos harán bien el trabajo. Además, no quería perderme de la diversión de estar contigo. —Respondió Faila.
—Aww... —Arthur se burló de ella.
—Pff, tonto. —Faila se rió—. ¿Y bien, que planes tienes?
—Bueno, ya que te quedaste me haras las cosas más fáciles. —Arthur se acomodó en su asiento—. La pacificación de la capital va bien. Tenemos vigilados a todos los nobles y nos deshicimos de la basura criminal. Aunque la capital es nuestra por completo, Las personas comienzan a sentirse más seguros y confiados... pero no es suficiente. No todavía.
Faila asintió con la cabeza en señal de que entendía.
—¿Que tienes pensado entonces? —Preguntó Faila.
—¿Que opinas de abrir un par de escuelas aquí? Solo para niños, es más fácil moldearlos. Que aprendan a leer y escribir, así nos ganaremos más rápido los corazones de las personas, en especial los que tienen hijos o nietos.
Faila asintió con la cabeza.
—Una vez aprendan a leer podremos establecer las leyes de Orley aquí e incluso construir tablones donde colgar las información pública y oficial. —Añadió ella—. Exactamente igual que en Orley. ¿Pero de verdad crees que las personas confiaran a sus hijos a extraños?
—El fuego avanza lentamente, no de golpe. Acompáñame. —Arthur se levantó de su silla y se retiraron de la oficina.
Por el camino se encontraron con Liliana y Miri, parecían estar discutiendo sobre las reacciones de la gente ante el apoyo médico que se ha estado prestando hacia ellos.
Ambas saludaron a Arthur y a Faila, les preguntaron que hacían y al ser respondidas quisieron participar en los planes de Arthur.
Visitaron una capilla que a su vez funcionaba como orfanato, al igual que en casi toda la ciudad, habían soldados cuidando el lugar pero se aseguraban de no molestar.
Fueron recibidos por una monja, una mujer de al menos 60 años.
—Buenos días, hermana. ¿cómo se encuentra usted? —Arthur saludó respetuosa y educadamente a la anciana.
—Jo, jo, hacia años que nadie se dirigía a mi con tanta gracia. Y menos un joven tan apuesto. —Su sonrisa era la que uno esperaría de una amable ancianita—. Es un honor recibir a la reina y a sus amigos en nuestra capilla.
La monja se inclinó ligeramente ante Liliana.
—El honor es nuestro, hermana. —Liliana sonrió—. ¿Díganos, hay alguien aquí que necesite ser revisado por un médico?
—Así que son ciertas las noticias... La nueva reina está ayudando personalmente la plebe, sanando heridos y calmando corazones.
—Solo estoy cumpliendo con lo que se debía de hacer en un principio, hermana, hace muchos años. También les estoy pagando a todos por los daños causados por mi familia. —Liliana suspiró.
—He escuchado muchas quejas de la gente, muchos han perdido familiares por culpa del rey Baldric y probablemente le estén echando la culpa a usted también. No debe ser fácil asumir una carga así... —La monja tomó las manos de Liliana—. No se preocupe, majestad. Confío en que los dioses traerán paz y prosperidad al reino a través de usted, solo no permita que su fé disminuya por cualquier inconveniente.
Liliana asintió con la cabeza y le devolvió una sonrisa a la monja.
—Disculpe hermana, sobre la atención médica... —Faila levantó un poco su mano.
—Oh, cierto. Me disculpo, tiendo a divagar demasiado... Afortunadamente, nadie aquí en la capilla ha mostrado alguna enfermedad o dolencia, gracias a los dioses.
—¿Le importa si les hago una revisión, hermana? Por si acaso. —Preguntó Miri.
—Por supuesto, vengan. ¿Quieren que les prepare un poco de té?
—Agradecemos su amabilidad hermana. —Liliana sonrió.
...
Los niños y las demás hermanas fueron reunidas, era una capilla no muy grande con capacidad para 40 personas y aún así solo habían poco más de 20 en su mayoría niños.
Afortunadamente, todo el mundo estaba sano. Con la única excepción de que les hacía falta mejorar su dieta al igual que casi todos.
—Hermana, hay algo que me gustaría preguntarle. ¿Estaría dispuesta a convertir la capilla en una escuela? Por supuesto, no le estoy pidiendo derrumbar el sitio, solo agrandarla un poco para que cumpla ambos papeles. —Arthur se sentó a discutir con la hermana mientras los demás estaba ocupados.
—¿Una escuela, dice? —La hermana miró confundida a Arthur.
Este comenzó a explicarle sus planes para fomentar la educación en la capital de forma gratuita, aunque esto último era temporal, claro. Por lo menos hasta que se abran y las personas se puedan permitir escuelas privadas.
—La capilla se convertirá en una institución gubernamental, eso quiere decir que, la corona les pagará por las molestias y por supuesto, les proveeremos alimentos para los huérfanos.
—Entiendo, honestamente adoro la fé que tiene usted en los niños. Por supuesto, sería un honor para nosotros ayudar a la corona, pero tristemente no contamos con nadie que pueda enseñarles. —La hermana parecía decepcionada al negar con la cabeza.
—No se preocupe, hermana. Nosotros nos ocuparemos de todo, solo necesitamos su permiso.
—¡Entonces está bien! Mientras se nos permita seguir funcionando como orfanato e iglesia, nosotros estaremos a vuestra entera disposición. Nada me gustaría más que ayudar a los jóvenes y verlos crecer.
Arthur asintió con la cabeza.
—Dejando eso de lado, siento que lo he visto en alguna parte, joven.
—Soy Arthur Graywolf de Orley. Quizas sea porque gané el torneo en honor a la victoria del reino contra Fendagan.
La anciana parecía bastante sorprendida.
—¿No es usted a quien el antiguo rey acusó de traición?
—El mismo, aunque eso es falso. El rey solo quería las armas que portan mis hombres, no le importó sacrificar las vidas de sus súbditos para ello. —Arthur señaló a Liliana quien le estaba contando historias a los huérfanos—. Es por eso que Liliana decidió hacerse con el poder. Para evitar que vuelvan a explotar a su gente.
—Así que eso fue lo que sucedió... En verdad es una pena. Demasiada gente buena falleció...
—Sí. —Arthur asintió con la cabeza.
La monja miró a Arthur y sonrió un poco.
—No hablemos de cosas tristes querido. ¿Por qué no me dice cuál es su posición junto a la reina? —Preguntó.
—Soy su prometido. —Arthur sonrió mostrándole el anillo a la monja.
Decir que se sorprendió fue quedarse corto.
—E-Eso no me lo esperaba... ¡Felicidades joven! Un caballero tan apuesto junto a una bella princesa, Suena casi como un cuento para niños.
Arthur soltó una pequeña risa y asintió con la cabeza. Escuchó risas y murmullos en las cercanías, vio a las hermanas más jóvenes de la capilla murmurando entre sí mientras los miraban.
—Hmph, quizás demasiado apuesto... —La monja por supuesto que las notó, Arthur forzó una sonrisa.