Arthur estaba acostado en una cama dentro del palacio observando fijamente al techo. Estaba aprovechando para relajarse mientras podía.
Pronto tendrían que moverse, mientras estabilizaban el reino Arthur tendría que planear sus matrimonios con Liliana y Miri.
Arthur levantó la mirada cuando escuchó la puerta abrirse, se sorprendió un poco al ver a Liliana acompañada por Emilia y Alejandra, Adela y Miri.
—¿Sucedió algo? ¿por qué están todas aquí? —Arthur frunció el ceño confundido.
—¿Que, acaso tus esposas no pueden venir a verte? —Adela se rió.
—Ellas dos me pidieron verte. —Dijo Liliana, señalando a Elena y Alejandra.
Arthur las miró a las dos, Emilia miró a la princesa Alejandra.
—Por favor, tú primero.
Alejandra la miró y asintió tímidamente con la cabeza. Dió un paso adelante y miró a Arthur con timidez.
—Y-Yo... Solo quiero darte las gracias por castigar a... Ese hombre... También quiero pedirte perdón si alguna vez te he ofendido... De verdad, gracias. Y lo siento... —Alejandra se inclinó con sinceridad mientras sus ojos se humedecían.
—Está bien, princesa. Sé que no merecías lo que te hizo y me alegro haber sido yo quien te de haya dado la justicia que deseaba. —Arthur asintió tranquilamente.
Alejandra sonrió, se enderezó y paso los dedos por sus ojos.
—G-Gracias, Arthur... Los dioses saben que eres un buen hombre. Te juro que rezaré por ti de ahora en adelante.
Alejandra retrocedió, miró a Emilia y asintió con la cabeza. Ahora era el turno de Emilia.
—Arthur, quiero agradecerte por proteger a mi familia pese a todo el mal que causamos. Y también quiero darte las gracias ya que es por ti que mi padre me ha reconocido como la heredera y también me cedió el liderazgo de la familia Mallory.
Emilia se inclinó respetuosamente.
—También me alegra que las cosas hayan resultado bien para tí. —Sonrió.
Emilia asintió con la cabeza.
—Bien, si eso es todo. Ya podemos dejarlo en paz. —Dijo Liliana.
—De hecho, hay algo más que me gustaría tratar contigo, Arthur. —Dijo Emilia.
Todos la miraron, está vez ella se había puesto sería.
—Ahora que nuestro acuerdo no oficial ha terminado, ya no hay motivos para que sigamos siendo aliados. Es por ello que quiero formar un pacto contigo, por el bien de mi familia y la paz del reino...
Emilia colocó su mano en su pecho. Y miró a Arthur decididamente.
—Arthur. Quiero que me tomes como tu amante. —Dijo.
—¡¿Ha?! —Adela frunció el ceño.
—¡¿Te volviste loca?! —Dijo Liliana.
Arthur se sorprendió bastante, pero extendió un poco su mano para que sus esposas de calmaran. Miró a Emilia y suspiró.
—Lo siento, Emilia. Pero no puedo permitirme tener a más esposas. Además, ya estoy satisfecho con ellas tres. —Dijo Arthur señalando con su mano a sus esposas.
Adela y Liliana asintieron firmemente. Miri le incomodaba opinar al respecto.
—Yo también quiero disculparme con todos, de verdad. Pero no me están entendiendo. No quiero ser la esposa de Arthur, después del roce entre nuestras familias es imposible que podamos tener una unión de tal nivel. Además, no quiero que piensen que me estoy aprovechando para convertirme en reina.
Emilia negó con la cabeza y miró a todos los presentes.
—Es solo que no puedo permitir que nos separemos con un acuerdo formal, después de todo lo que ha pasado, me doy cuenta de que solo las acciones son más sinceras que las palabras. El ex rey debió cumplir con un acuerdo de paz pero incluso rompió el juramento real al atentar contra su propio pueblo. Eso no quiere decir que crea que ustedes hagan lo mismo con mi familia, pero no quiero arriesgarme.
Emilia dió un paso al frente.
—Por favor, tómame y permíteme servirte. Cómo actual matriarca de mi familia, prometo que les obedeceré sin refutar y los apoyaré en sus metas y ambiciones. —Afirmó con una mano en su pecho.
Arthur soltó un pesado suspiro.
—¿No aceptarás un no como respuesta, verdad?
—Me ofendería muchísimo que dijeras que no ahora. —Dijo Emilia.
Arthur miró a sus esposas.
—Esto me supera, lo dejó en sus manos. —Dijo Arthur con un suspiro agotado.
—¡Claramente está intentando aprovecharse de algún modo! Incluso si solo es una cortesana, amante o lo que sea. De algún modo estaría ganando algo. —Mencionó Liliana.
Adela asintió con la cabeza.
—Cierto... Tienen razón todas ustedes. Arthur simplemente es un hombre magnífico, capaz de lograr hasta lo imposible ya sea por ustedes o su pueblo. Dudo mucho que sea capaz de encontrar a otro hombre igual y menos que esté por convertirse en rey...
Emilia asintió con la cabeza.
—Esto me beneficia mucho a mí y a mi familia. Pero como dije, quiero apoyarlos. Al convertirme en la mujer de Arthur, les estaré entregando todo legalmente, las tropas que me queden, mi dinero, mis tierras y a mi misma. Ya no tendrán que preocuparse por una posible rebelión de nuestro lado, sé que ganarían de todos modos pero como tú, Liliana, no quiero que más gente muera... Este es mi pago por aceptar y mi propia petición.
Emilia se giró hacia Arthur.
—Mi familia invertirá en el futuro del reino, dejaremos lo militar y abriremos negocios o lo que ustedes necesiten. Si me das hijos, no te pediré que los reconozcas, puedo encargarme yo de todo... Juro que lo que digo es cierto y si no me creen...
Emilia con un solo movimiento hizo que toda su ropa cayera revelando su cuerpo desnudo. Las mujeres abrieron los ojos de par e par ante el repentino acto.
—Puedo demostrarlo ya mismo...
Aunque estaba avergonzada, estaba completamente decidida a hacer lo que se proponía, por el bien de su familia y por la paz entre ambos.
—Ha... —Suspiró Arthur—. Esta bien, Emilia. Te creo.
—¿En serio, Arthur? —Adela frunció el ceño.
Arthur asintió con la cabeza.
—Emilia ha vivido el tiempo suficiente en Orley como para comprender el desarrollo que tendrá el reino. Conoce bien las leyes y ha demostrado que comparte nuestra visión por el futuro mientras vivía en nuestra ciudad. Les guste o no, Emilia ha demostrado ser una de nosotros.
Arthur levantó un poco los hombros.
—Ademas, si aceptamos o no da igual ya que si lo deseamos podemos tomar lo que les queda a los Mallory sin que nadie nos detenga.
Emilia bajó un poco la cabeza.
—Pero al hacerlo estaríamos haciendo sufrir a gente innecesariamente. Y ahora mismo no podemos permitirnos eso. —Terminó.
Adela y Liliana se miraron entre sí.
—¿P-Por qué no simplemente la aceptamos y ya? —Dijo Miri, todos la miraron—. D-Digo, no es como si nos afecte realmente. Ella no será una esposa como nosotras y estará a nuestro servicio. Puede sonar un poco cruel pero todos sabemos que nadie la va a tratar mal. Además, estaríamos ganando una buena Aliada, si le damos un papel que seguir, con el tiempo deberá demostrar si es digna o no de poder seguir a nuestro lado... Es mi opinión, no me juzguen.
Adela y Liliana se miraron pensando en lo que dijo Miri, suspiraron y asintieron con la cabeza.
—Miri tiene razón, no perderemos nada realmente. —Dijo Liliana.
—La mantendremos muy bien vigilada por si acaso. —Dijo Adela.
—G-Gracias... Gracias a todas, de verdad. Juro que cumpliré con sus expectativas.
—¿Puedes vestirte ya? Estás incomodando a Alejandra. —Dijo Liliana.
Todos miraron a Alejandra que estaba algo encogida en si misma observando en silencio y con algo de vergüenza lo que ocurría.
—Lo siento, pero debo cumplir con mi palabra. —Dijo Emilia acercándose a Arthur.
Todos se quedaron como estatuas, perplejos ante la osadía de Emilia. Ella se detuvo frente a Arthur, las miró a todas y frunció el ceño.
—¿Por qué se quedan allí paradas? Alejandra, debes darle las gracias a Arthur apropiadamente y ustedes son sus esposas ahora aunque no sea oficial todavía.
Alejandra se estremeció un poco y miró a Emilia con los ojos abiertos de par en par.
—Oye, no metas a Alejandra en esto, eso es cruel. —Dijo Liliana.
Pero pese a todo, Alejandra dió un tímido paso al frente.
—E-Es verdad... Lo siento, aunque no sea una de ustedes, debo hacerlo... A-Además, ya estoy sucia, lo que haga con mi cuerpo no importa mucho... —Dijo Alejandra mientras se quitaba la ropa.
Las tres esposas de arthur la miraron perplejas.
—Alejandra... —Liliana la miró.
Alejandra negó con la cabeza y le sonrió a su hermana.
—Está bien, Liliana. Quiero hacerlo. Sé que Arthur será amable conmigo, pero si se pasa confiaré en todas ustedes para salvarme.
—E-Esperen un segundo. —Arthur repitió.
—Está bien... Entiendo, ¡Pero una de nosotras tres debe ser la primera! —Dijo Liliana mientras se desvestía.
—Por favor, escuchénme. —Arthur ya tenía una sonrisa forzada en su rostro.
—Supongo no hay de otra... —Suspiró Adela siguiendo el ejemplo de las demás.
Arthur ya no sabía si reír o llorar. Al menos Miri era la única que parecía indispuesta a seguir.
—S-Soy la esposa de Arthur, no puedo quedarme atrás... —Miri apretó los puños y comenzó a quitarse la ropa con prisa.
La expresión de Arthur se volvió ceniza. Temió que no viviría lo suficiente para ver su reinado.
5 mujeres desnudas rodeaban a Arthur, cada una con cuerpos de distintas proporciones pero aún así esculturales a su modo. Todos compartían la misma disposición de cumplir con su cometido.
—O-Oigan... —Arthur forzó una sonrisa.
—Shh... No te preocupes, mi señor, nosotras nos encargaremos de recompensar tus grandes esfuerzos y enorme valor. —Adela sonrió y besó la oreja de Arthur.
—Decide, Arthur. ¿Cuál de nosotras tres será la primera? —Dijo Liliana, sonrojada pero emocionada de algún modo.
—No necesitas contenerte, a partir de esta noche, nosotras te serviremos cuando quieras. —Sonrió Emilia
Arthur tragó saliva.