Rey De Reyes - Volumen 1

Af ElMarkOP

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¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambient... Mere

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Parte 50 (Personajes)
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Capitulo 72
Capitulo 73
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Capitulo 77
Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
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Capitulo 84
Capitulo 85
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Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Capitulo 92
Capitulo 93
Capitulo 94
Capitulo 95
Capitulo 96 - El fin del prólogo okno
Capitulo 97
Capitulo 98
Capitulo 99
Capitulo 100
Capitulo 101
Capitulo 102
Capitulo 103
Capitulo 104
Capitulo 105
capitulo 106
Capitulo 107
Capitulo 108
Capitulo 109

Capitulo 71

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—¿Que opinas? —Preguntó Selise.

—Creo que tengo celos de Liliana. —Suspiró Elena.

—¡Eso no, tonta! —Se rió Selise.

Hace rato que habían abandonado la casa de Arthur y ahora mismo se encontraban hablando en privado dentro de la mansión de Liliana.

—Bueno, es inteligente sin duda alguna. Sabe cómo, qué y con quién decir algo. —Mencionó—. No es alguien a quien tomar a la ligera, sus ojos destacan mucho.

—En efecto. —Asintió Selise—. Esa mirada solo la he visto en hombres poderosos o ambiciosos. Me sigue sorprendiendo que sea tan sabio para su edad, hace ver a los mismos príncipes como inútiles.

Selise suspiró deseando tener un hijo así de bueno. Claro, no se atrevió a menospreciar al suyo, Henry.

—Por cierto, ¿Henry no está tardando demasiado? —Preguntó Elena.

—Dijo que tenía asuntos pendientes con sus tropas, pero para este punto ya debería estar casi llegando. —Respondió Selise.

Justo en ese momento llegó Liliana con una expresión sería, ambas la miraron con sorpresa ya que parecía que algo la molestaba.

—Vengan conmigo. —Fue lo único que dijo.

Elena y Selise se miraron entre sí confundidas antes de seguir a Liliana, pese a sus preguntas ella no parecía interesada en decirles que sucedía.

No fue hasta que llegaron a la entrada de Orley dónde se encontraron con Arthur y un montón de gente haciendo un alboroto.

—¿Que sucede aquí? —Preguntó Elena.

—Pues parece que a tu querido hijo le cuesta soltar 10 monedas de oro... —El tono de voz de Liliana contenía una notable cantidad de sarcasmo y desprecio—. Y al parecer también le da miedo entrar solo.

Elena y Selise fruncieron el ceño y miraron hacia la entrada.

El príncipe Henry, molesto porque se le cobraba la entrada como a cualquier otro, estaba disgustado por no tener un recibimiento equivalente a su estatus.

Y al mismo tiempo quería entrar con sus tropas equivalentes a mil hombres. En una ciudad grande no sería un problema pero Orley era diferente. Si bien podían albergarlos, que quisieran era otro asunto.

—Elena. —Dijo Selise con seriedad.

—Enseguida madre. —Respondió.

Elena caminó hacia el puesto de peaje donde estaba su hermano, ni tan rápido ni tan lento pero si con pasos firmes.

Henry al ver a su hermana pensó que lo iba a ayudar para poner a estos idiotas en su lugar pero en realidad fue todo lo contrario.

Pellizcando disimulada pero fuertemente la piel de su antebrazo, Elena se acercó a su oído y habló con un débil pero notable gruñido.

—¿Que estás haciendo, idiota? —Henry abrió los ojos ante el repentino regaño—. Estamos aquí para causar una buena impresión y crear amistad con Sir Arthur, ¡Tu pequeño acto podría arruinarlo todo!

—¡Pero Elena-!

Elena golpeó el mostrador sin quitarle la vista a su hermano, 10 monedas de oro fueron visibles una vez la retiró.

El empleado tranquilamente las tomó y firmó un pase de una semana para una persona como siempre.

—Dile a tus perros que se aguanten allá afuera, agradece que vine yo y no madre. —Dijo Elena antes de darse media vuelta y regresar por dónde vino.

Al regresar con los demás, Elena se inclinó hacia Arthur a modo de disculpa.

—Sir Arthur-

—Está bien, no necesita disculparse. —La interrumpió, Elena asintió con la cabeza.

Selise suspiró de alivio al ver que Arthur estaba tan sereno como antes.

—¿Por qué trajeron a Henry? —A diferencia de Arthur, Liliana no estaba para nada tranquila.

—Esperaba que tú hermano aprendiera un poco de Sir Arthur luego de ver cuan reconocido era por la casa Mallory y algunas otras más. —Respondió Selise—. Espero que esto no sea un inconveniente.

—Para nada. —Dijo Arthur—. Definitivamente el reino está en decadencia. —Pensó mirando al ejemplo de príncipe—. Aunque no entiendo que debería aprender un príncipe de un barón.

—Usted dígame, la gente lo considera un genio, superó con creces la habilidad de Sir Elliot quien antes de usted era conocido como el más hábil después de su padre... Aparte de eso, durante la guerra, su habilidad de liderazgo fue bastante elogiada teniendo grandes resultados en comparación a sus perdidas. —Dijo Selise.

Arthur no dijo nada, solo miró al príncipe que se acercaba.

—Madre... —Henry se inclinó con respeto pero ignoró al resto.

—Al fin llegas. —La sonrisa de Selise era una clara señal de que quería darle un golpe.

Henry hubiera sido más amable sino fuera porque todo el asunto anterior lo había molestado bastante. Su madre por otro lado actuó con la mayor calma posible.

—Henry, saluda a Sir Arthur y a tu hermana. —Selise señaló a Arthur presentándolo educadamente.

—Cuanto tiempo, Liliana. —Asintió Henry—. Te recordaba más baja.

Arthur se cruzó de brazos con una pequeña sonrisa, Selise tomó eso como una señal preocupante. Liliana por otro lado colocó sus manos en su cintura y miró a su hermano con desdén.

—Y yo te recordaba más listo. —Liliana lo miró de pies a cabeza—. Te lo advierto Henry, sigue actuando como idiota y la próxima vez que me veas recordarás mi pie en tu culo en vez de mi estatura.

Liliana se acercó a Arthur y se detuvo a su lado, luego miró a su madre.

—Ni se les ocurra dejarlo rondar por ahí solo, no me importa si de repente pasa una o diez noches en una celda. —Advirtió girandose hacia Henry.

Selise suspiró y negó con la cabeza, Elena estaba haciendo todo lo posible para no llevarse la mano al entrecejo.

...

—Tch, ¿Quien se cree Liliana para insultarme así? —Henry gruñó mientras se cruzaba de brazos, se calmó por un momento y miró a Elena y Selise—. ¿Ya consiguieron ya las armas y armaduras para mis soldados?

—¿Tú no tienes idea de lo que está pasando verdad? —Elena frunció el ceño con disgusto.

—Vinimos a relacionarnos con Arthur, no a exigirle nada. —Dijo Selise, suspirando con decepción—. Le diste una muy mala impresión a sir Arthur, fuiste muy grosero con él. Ahora Liliana te odia, pero es difícil saber que piensa sir Arthur sobre ti ahora.

—¿Por qué debería importarme la opinión de un barón? —Se burló Henry—. Solo tiene un poco de reconocimiento, suerte y ya, una vez se descubra como desarrollar sus armas y armaduras se perderá su utilidad.

Henry se dejó caer en la cama y miró al techo.

—Una vez lo consigamos fácilmente podríamos arrasar con este lugar, descubrir como se fabricó cada cosa aquí y usarlo a nuestro favor. —Henry sonrió suavemente—. Je, podríamos incluso sobornar a la mayoría de casas e iniciar un golpe de estado, hacer quedar a padre como un traidor y tomar la corona, tal y como él lo hizo en su tiempo.

Elena miró a Selise con preocupación.

—Podríamos, pero no lo vamos a hacer. —Dijo Selise—. 10 mil soldados no son nada para nosotros, pero no voy a arriesgarme a perder más de lo que podría conseguir.

Selise señaló a Henry, su mirada estaba llena de enojo.

—Te lo advierto, Henry. Deshaz cualquier pensamiento violento hacia este lugar o me veré forzada a tomar medidas. —Selise se relajó un poco—. No solo estás amenazando a tu futuro cuñado, también estás amenazando a tu propia hermana.

—Por favor, ¿Desde cuándo te importa tanto Liliana? —Se rió Henry—. Si Elena se va a casar con él no veo porque deberíamos preocuparnos.

—Pues deberíamos porque es Liliana la que se va a casar. —Respondió Elena dejando a Henry perplejo—. De verdad eres un idiota, Henry. Si tan solo dejaras de pensar con la cabeza de abajo tendrías un poco de sentido común.

—Tienes razón. Henry, si me entero que vuelves a ir con prostitutas me aseguraré de que pases el tiempo solo cumpliendo tus labores como príncipe. —Henry chasqueó la lengua al escuchar las palabras de su madre.

Arthur quien escuchó todo como si estuviera allí, negó con la cabeza y los ignoró. Volviendo a su ubicación real, Liliana estaba molesta, gruñendo sus quejas y de vez en cuando disculpándose con Arthur por las molestias de su familia.

A Arthur le causaba mucha gracia está actitud de Liliana y verlo reírse de ella solo hizo que Liliana se sintiera avergonzada. Pero al menos fue suficiente para calmarla.

—Tu madre y tu hermana están bien, pero tú hermano si es un idiota. Con solo verlo sé que es el tipo de persona que no dudaría en morder la mano que le da de comer solo para conseguir más de lo que le ofrecen.

—¿Que hacemos al respecto? —Preguntó Liliana.

Arthur negó con la cabeza.

—Nada. No voy a enseñarle nada a alguien que fácilmente nos podría traicionar. Lo siento mucho por tu madre pero es así.

Liliana estuvo a punto de decir algo pero en ese momento llegó Adela suspirando de cansancio.

—¿Interrumpo? —Preguntó al ver su llegada interrumpió a Liliana.

—No, tranquila. Solo hablábamos de mi estúpida familia. —Explicó Liliana mientras se acomodaba en su asiento—. ¿Y tú? ¿Por qué la cara larga?

—¡El Aguamiel es todo un éxito! —Dijo con emoción pero luego suspiró—. Es algo bueno pero al mismo tiempo tedioso...

—¿Mucha gente? —Arthur recibió un asentimiento de cabeza—. No te sobre esfuerces mucho.

Al ver a Adela sonreír, Liliana se sintió un poco celosa porque Arthur se preocupara por ella.

—Tenia pensado que quizás podríamos ir a un santuario más tarde. —Dijo Adela sonriente.

—Me parece bien. —Asintió Arthur.

—¡¿Puedo ir?! —Preguntó Liliana al instante—. El solo imaginar a Arthur y a Adela solos... ¡No, no, no! ¡Definitivamente no! —Pensó.

Adela la miró con los ojos ligeramente entrecerrados lo que confirmó sus preocupaciones, Arthur por otro lado accedió tranquilamente. Sabía que no iba a poder decir que no de todos modos.

Cambiaron de tema y hablaron sobre lo sucedido con la familia de Liliana, Adela se burló por el obvio intento de acercarse a Arthur pero no olvidó elogiar en voz alta la inteligencia de su madre y hermana por no forzar nada.

En cuanto a Henry, a Adela le daba igual. Si es por ella no le importaría que el príncipe se cayera de su caballo y se torciera el cuello.

Para cuando el sol cayó, los 3 fueron a disfrutar del placer relajante de los baños públicos. En este caso del personal de Arthur.

Al igual que la última vez, Arthur esperó en el interior mientras las dos mujeres se cambiaban.

—Sabes, me sorprende que planearas venir con Arthur... —Dijo Liliana.

—¿Hm? —Sonrió Liliana—. A mí me sorprende que hayas querido venir con nosotros. Sonaste casi... Desesperada.

Liliana se sonrojó al mismo tiempo que su rostro expresó una notable molestia.

—¿D-Desesperada yo? —De repente, Liliana soltó una pequeña risa—. Sabes, creo que te gusta hablar demasiado.

—¿Ah, sí? —Adela sonrió mirando a Liliana de reojo.

—Sí, he visto que hablas con Arthur como si fuera tuyo pero olvidas que alguien ya se nos adelantó. —Liliana se giró hacia Adela con una sonrisa burlona.

—Oh, sí. Miri... —Adela miró ligeramente hacia el techo, luego sonrió—. Bueno, no es como si de verdad importará, ¿sabes? Puedo arreglarmelas para que Arthur me haga su primera esposa.

Liliana arrugó la cara, le molestó que Adela hablase con tanta arrogancia al respecto.

—Dudo mucho que Arthur vea algo de atractivo en tí. —Dijo Liliana.

—¿Eso crees? —Adela se dió media vuelta, mostrando su gran sonrisa.

Liliana se quedó perpleja al ver los pechos de proporciones apoteosicas de Adela, ella bostezó despreocupada mientras que Liliana se mordió el labio con frustración.

Adela soltó una risa y se dirigió hacia donde estaba Arthur, Liliana por otro lado la miró con los ojos abiertos de par en par.

—¡¿T-Tú vas a ir así?! —Preguntó con incredulidad, Adela no llevaba más que un collar consigo.

—Oh, mi querida y preciosa Liliana... En la guerra todo vale, solo los más osados y audaces consiguen la victoria. —Adela se dió un beso en la mano y la sopló hacia Liliana mientras levantaba un poco su pierna, luego salió del vestidor entre risas y saltitos.

Liliana miró boquiabierta como Adela desaparecía de allí. Luego miró la toalla en sus manos con los ojos abiertos, sus pensamientos se vieron interrumpidos por el sonido del agua siendo agitada.

—¡Adelaaaaaaa! —Gritó con odio en su mente mientras arrojaba su toalla al piso—. ¡Definitivamente no perderé contra tí!

Liliana decidió hacer lo mismo que Adela, no podía aceptar que su rival estuviera apunto de superarla.

Je, si tan solo supiera...

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