Rey De Reyes - Volumen 1

Von ElMarkOP

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¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambient... Mehr

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Parte 50 (Personajes)
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
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Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
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Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Capitulo 92
Capitulo 93
Capitulo 94
Capitulo 95
Capitulo 96 - El fin del prólogo okno
Capitulo 97
Capitulo 98
Capitulo 99
Capitulo 100
Capitulo 101
Capitulo 102
Capitulo 103
Capitulo 104
Capitulo 105
capitulo 106
Capitulo 107
Capitulo 108
Capitulo 109

Capitulo 70

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Von ElMarkOP

Orley superó enormemente las expectativas de Elena y Selise, saber que todo lo visto y experimentado fue hecho por el propio Arthur solo mejoró las cosas.

Decidir llevarse bien con Liliana y Arthur sin duda fue la mejor decisión posible. Solo disponiendo de sus confianzas eran capaces de conseguir lo que querían.

Comida excelente, ropa de lujo, productos costosos. Al principio dudaban de si tomar Orley por la fuerza o lentamente por algún tipo de deuda, pero luego de ver cuan fuerte era su infraestructura se dieron cuenta de que lo más lejos que podrían llegar es a dar pena.

Selise solo pensó que la única forma de tener a Arthur de su lado es que Liliana se case con ella. Sabía que Liliana tenía sentimientos por él así que pensó que si la apoyaba con todo su actitud sarcástica y desdeñosa cambiaría a una agradecida y confiada.

Y en parte era así, luego de seguir animando a Liliana a casarse, está no pudo negar que se sentía bien que la apoyasen.

—Me gustaría decir que puedo conseguirte un buen vestido pero creo que la señorita Paula superaría cualquiera de mis ofertas. —Suspiró Selise.

—Al menos podríamos pagar parte de la boda, ¿Sería mejor hacer la boda aquí o en la capital? —Añadió Selise.

—¡Aún es demasiado pronto! —Se quejó Liliana.

Selise soltó una pequeña risa.

—Ay, querida. Si ese fuera un problema jamás me habría convertido en reina. El tiempo no perdona a nadie. En aquel entonces solo era una noble menor que por casualidad se encontró con el príncipe que hoy es rey.

Selise suspiró con orgullo y nostalgia.

—Fue fácil seducir a tu padre. Por "casualidad" me vio en los baños del palacio y pensó que era una sirvienta que se escabulló. Supe desde un principio que me estaba espiando, solo tuve que actuar tierna e inocente, para cuando se dió cuenta de quién era ya fue demasiado tarde.

Selise soltó una pequeña risa, luego recordó algo y su rostro se arrugó un poco.

—Aunque en ese entonces era muy bruto, lo bueno es que solo tuve que aguantar hasta que mi padre llegase.

Ambas princesas se sintieron algo avergonzadas.

—¿Y-Y que pasó después? —Pese a todo, Elena estaba intrigada, su madre nunca había contado esta historia.

—Mi padre era terco y de muy mal genio, casi decapita a tu padre al instante. Al rey en ese entonces le preocupaba la imagen de la familia real por lo que vuestro padre sí o sí tuvo que tomar la responsabilidad y más aún cuando se hizo público mi embarazo. —Selise soltó una pequeña risa—. Y así fue como prácticamente me convertí de la noche a la mañana en la segunda reina. Minerva estaba hecha una furia, intentamos matarnos en varias ocasiones hasta que de repente pasamos de 2 a 5 esposas.

Selise suspiró cansada.

—Ya de ahí las cosas se pusieron difíciles. Si Minerva se exponía demasiado y acababa conmigo, al mismo tiempo alguien podría aprovechar y apuñalarla por la espalda. Nos volvimos muy precavidas desde entonces.

Elena y Liliana se miraron entre sí, Selise salió de sus pensamientos y las señaló.

—Es por eso que deben tener sus objetivos por encima de sus sentimientos. Solo los más astutos alcanzan la grandeza, como yo que pasé de ser una simple noble menor a reina y aunque vuestro padre es una rata inmunda, no me arrepiento de mi decisión.

Selise acarició las mejillas de sus hijas y sonrió.

—Lo mejor que pude conseguir de él fueron ustedes y Henry. Son lo más valioso que tengo y no me detendré hasta asegurarme que vuestras vidas estén preparadas.

Selise miró a Liliana.

—Si te casas con Sir Arthur tu futuro no me preocupará demasiado, ya solo tendrías que asegurarte de mantenerlo feliz y todo será tuyo. —Liliana se sonrojó, Selise se giró hacia Elena—. En cuanto tu hermano se siente en el trono, ya solo tendríamos que conseguirte un novio rico y fácil de manipular. Podrías usar su riqueza para invertir aquí en Orley, con Adela de su lado no creo que sea muy difícil.

Elena pensó por un momento, Liliana se levantó y suspiró.

—Ya es algo tarde, deberíamos descansar.

—¿Eh pero si todavía es temprano? —Se quejó Selise.

Quería conocer mejor a Arthur, Liliana negó con la cabeza.

—Arthur es muy ocupado, lo mejor sería visitarlo en la mañana cuando esté más tranquilo. —Liliana sabía que de una u otra forma ellas verían a Arthur por lo que en vez de impedirlo simplemente lo retrasaría.

No solo porque son su familia sino porque son una reina y una princesa. Incluso si Liliana no las llevaba, alguien más lo haría. Al final se quedaron en su casa donde estarían mejor vigiladas.

Tanto por fuera como por dentro, la casa de Liliana era una de las más seguras, similar a la de Adela dónde pasan muchas patrullas. Pero por dentro vigilaban más que nada los propios soldados de Liliana.

Quizás el palacio era más grande que la mansión de Liliana, con jardines mejores y muchos sitios a explorar.

Pero aún así, la mansión era mucho mejor que la de la mayoría de nobles.

—Luego de desayunar veré si Arthur tiene tiempo para una audiencia. —Dijo Liliana.

—No creo que sea el tipo de persona que haga esperar a una reina y a sus hijas. —Mencionó Selise.

—Quizas, pero sería de mala educación obligarlo a dejar sus asuntos de lado. Recuerden que vinieron de visita "Comercial". —Liliana las miró a las dos.

—De acuerdo, de acuerdo. Lo haremos a tu modo querida. —Se rió Selise.

Liliana se despidió de ellas y fue directamente a su habitación, soltó un pesado suspiro mientras se dejaba caer en la cama.

Arthur estuvo pendiente de la mayoría de acciones y reacciones de ambas visitantes, a diferencia de Liliana que sospechaba, Arthur era más sensible a las microreacciones de las personas.

Pudo determinar que estaban aquí en buenos términos, querían llevar las cosas por el buen camino y eso le gustó pero también sabía que lo querían tener de su lado.

Mientras no intenten forzarlo todo iba a estar bien.

...

A la mañana siguiente, Arthur trabajó un poco asegurandose de que todo fluyera en orden. Los barcos pesqueros, las granjas, las minas, la escuela. Solo por haber aparecido en esta última tuvo que darle una pequeña clase a los niños y adolecentes.

No fue hasta el almuerzo que se podría decir que se desocupó. Mientras hacía una pequeña parrillada en el jardín trasero de su casa, Liliana se apareció con su madre y su hermana.

Ya le había dicho de antemano que vendrían y Arthur le ofreció almorzar con ellas.

Al verlo se sintieron emocionadas ya que por fin podrían tener una digna charla con él pero al verlo con delantal y cocinando se sorprendieron enormemente.

—Majestad, princesa. —Arthur se inclinó debidamente—. Es un honor recibirlas en mi casa.

—Sir Arthur, que gusto verlo. —Sonrió Selise, luego vio la parrilla de Arthur con curiosidad—. No sabía que supiera... Cocinar.

—Solo es un pasatiempo. —Arthur soltó una pequeña risa.

—Para ser un pasatiempo huele muy bien... —Murmuró Elena.

El siseó de la carne asandose se volvió muy seductor tanto para sus oídos como para su nariz.

—¿Y bien? ¿Que les trae a Orley? —Preguntó Arthur mientras se quitaba el delantal.

—Solo venimos de visita querido. Y a comprar alguna que otra cosa. He de admitir que haces un muy buen trabajo, para ser tan joven tienes mucho talento. —Respondió Selise.

—Le agradezco sus palabras. —Sonrió Arthur—. ¿Que les parece si nos sentamos por aquí?

—¿No deberías prestarle atención a la carne? —Preguntó Liliana.

—En 10 minutos estará lista. —Respondió Arthur.

Se sentaron junto a una mesa bajo una sombrilla, Selise elogió interiormente la decoración del lugar. Casi en el momento en el que se sentaron apareció una joven niña de cabello morado, en sus manos traía una bandeja con té.

—Aquí tiene, Amo. —Dijo Emma mientras colocaba todo sobre la mesa.

—¿No deberías estar estudiando? —Arthur sonrió y le acarició el cabello a la niña—. Gracias Emma. Ahora ve, no más trabajo hasta que termines.

Emma asintió mientras se inclinaba, luego se retiró. Cuando se cansaba de estudiar de repente volvía al trabajo por un rato hasta que su mente se aligerara, o si es posible también, buscaría ayuda de Arthur si este estaba libre.

—Permitanme. —Dijo Liliana mientras servía té para todos.

—Bueno, joven Arthur. Ya que estamos aquí, ¿por qué no nos cuenta su historia? —Sonrió Selise.

—¿Que le gustaría saber? —Preguntó Arthur.

—¿Cómo conoció a mi querida Liliana? —Liliana abrió los ojos y se sonrojó ligeramente cuando su madre la miró.

Arthur sonrió, ya sabía ya por dónde iba eso.

—La conocí en una taberna. —Mintió.

Liliana lo supo de inmediato, según ella había contado, lo conoció durante sus viajes y le ofreció dirigir Orley por ella pero nunca profundizó en ello.

—¿Una taberna? —Elena levantó una ceja.

—En ese entonces viajaba mucho de ciudad en ciudad, de pueblo en pueblo, me ganaba la vida haciendo un poco de todo. —Explicó—. Cuando conocí a Liliana había terminado mi último trabajo como pintor retratando a la hija de un comerciante.

Todas lo miraron con algo de sorpresa, Liliana por su capacidad para mentir, las demás por sus habilidades.

—Con algo del dinero que conseguí fui a despejarme un poco en una taberna, y da la casualidad de que alguien aquí presente tuvo la misma idea. —Sonrió mientras miraba a Liliana—. No pensé que fuera una princesa, por su forma de ser supe de inmediato que era una comandante.

Arthur le dió un sorbo a su té.

—¿Y que pasó después? —Preguntó Elena.

Arthur sonrió y miró a Liliana, está se puso nerviosa cuando se dió cuenta de que él quería que continuará la historia.

—B-Bueno... Parecía alguien honesto así qué terminé hablando con él, sus respuestas a mis preguntas me dejaron tan perpleja como su trasfondo, así que pensé que sería una buena idea entregarle este lugar... —Continuó Liliana.

—Es sorprendente. ¿Quien diría que en un lugar así encontrarás semejante tesoro? —Selise miró a Liliana.

—Tuve suerte, supongo. —Dijo Liliana.

—Creo que eso explica porqué sabe tanto, sir Arthur. Viajar tanto como Liliana le debió de haber proporcionado mucho conocimiento. —Dijo Elena.

Arthur asintió con la cabeza.

—Asi es, durante mis viajes aprendí mucho. Me considero un filósofo, mi sueño, mejorar al mundo. —Explicó con orgullo—. Tomen a Orley como ejemplo.

—Ya veo... Aunque para querer mejorar al mundo creo que estás muy centrado en tu propio pueblo. —Dijo Selise.

—¡Ajam! —Tosió Liliana y miró a su madre.

Selise miró a Arthur pensando que le había ofendido pero este solo soltó una risa.

—Está bien, nadie se ha ofendido. En cuanto a su pregunta, hay una respuesta bastante lógica detrás. —Arthur se acomodó en su asiento—. Creo que ambos sabemos muy bien lo que el poder le hace a las personas equivocadas...

Selise asintió con la cabeza.

—Si bien solo yo puedo proveerle papel al reino, que se descubra como se hace no afectaría nada salvó su precio... Pero no podemos decir lo mismo de mis armas y armaduras, ¿Que pasaría si los enemigos del reino las descubren también o peor, las mejoran? —Explicó Arthur.

—Tiene sentido. —Dijo Elena.

Arthur cambió de tema a una charla más casual sobre el día a día de cada uno, no hablaron más de trabajo, ni de planes ni del futuro.

La conversación no fue muy larga ya que Arthur estaba cocinando, a tan solo unos metros de él, el aroma de la carne abundaba y les abrió el apetito a las 3 damas.

Las 3 quienes continuaron charlando por un momento, se quedaron en silencio solo para observar a Arthur cocinar.

Arthur hizo un gran trozo de carne asado, bien salpimentado, acompañado con pan y una salsa hecha con crema de leche casera que él mismo hizo, pimientos asados, ajo, cebolla, sal y pimienta.

Fue tan increíble de ver que se olvidaron que tenían hambre hasta que se les sirvió un poco.

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