Rey De Reyes - Volumen 1

By ElMarkOP

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¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambient... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Parte 50 (Personajes)
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
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Capitulo 75
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Capitulo 77
Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
Capitulo 83
Capitulo 84
Capitulo 85
Capitulo 86
Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Capitulo 92
Capitulo 93
Capitulo 94
Capitulo 95
Capitulo 96 - El fin del prólogo okno
Capitulo 97
Capitulo 98
Capitulo 99
Capitulo 100
Capitulo 101
Capitulo 102
Capitulo 103
Capitulo 104
Capitulo 105
capitulo 106
Capitulo 107
Capitulo 108
Capitulo 109

Capitulo 61

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Arthur se levantó junto a Adela y este se aclaró la garganta, poco a poco la gente se giró hacia ellos al enterarse que tenía algo que decir.

—Antes que nada quiero agradecerles por su atención y desearles a todos una muy feliz noche—. Las personas levantaron sus copas a modo de saludo.

>No muchos sabrán quien soy así que me presento, Soy Arthur Graywolf, recientemente nombrado barón hace un par de meses por su majestad el rey, y señor de la ciudad de Orley al sur no muy lejos de Ornsted.

Arthur señaló a Adela.

—Con la ayuda de mi socia, la señorita Adela Greenhart, hemos perfeccionado una nueva y exquisita bebida la cual traje hoy para que todos degustemos.

Mientras decían eso, los sirvientes de Arthur y Adela entraron con docenas de barriles de Aguamiel, todo el mundo los observó con curiosidad.

—Esta es una bebida exclusiva de Orley la cual estoy abierta a comerciar. Puedo asegurarles que está bebida es mucho mejor que el vino. —Continuó Adela—. La receta es secreta, pero les aseguró que es un poco dulce pero sin duda más fuerte que el vino.

Mientras ella hablaba, miró hacia la mesa del rey en busca de su permiso para compartir dicha bebida. El rey parecía intrigado, como un hombre que le gustaba los placeres de la carne y el alcohol esto sin duda le llamó un poco la atención.

Al ver que el rey sacudió un poco su mano en señal de aprobación, Adela le ordenó a sus sirvientes rellenar las copas de los invitados con aguamiel.

Nadie creía que Adela sería capaz de meter veneno en las bebidas ya que ella era no solo la mejor comerciante del reino sino la más confiable.

Su reputación dependía de la calidad de sus productos y todo el mundo lo sabía. Así que tanto Arthur como Adela pusieron mucha atención a quien servían las bebidas o si alguien intentaba ponerles algo en secreto.

Arthur lo tenía más fácil con su sistema, por ejemplo. Nadie podía falsificar la identidad de sus sirvientes ya que el sabe quién es y quién no un seguidor suyo.

No solo porque salen marcados como si fueran una unidad más así servicio sino porque sobre sus cabezas podían ver sus nombres y su "Facción".

Esto facilitaba mucho las cosas para Arthur pero no podíamos decir lo mismo de Adela.

Cuando todo el mundo tenía una copa de Aguamiel en sus manos, Arthur levantó su copa.

—Brindemos por esta bella noche y por un futuro lleno de paz y prosperidad. —Acto seguido bebió de la copa y Adela lo siguió.

El conde preston y Miri fueron los siguientes, la última con vergüenza al beber frente a su padre.

—¡Woah! —Exclamó el conde con sorpresa.

El ardor en su pecho y garganta fue muy agradable a su gusto, era justo lo que habia imaginado que sería una bebida alcohólica. Fuerte y dulce, no como el vino que parecía bebida de perros.

Gestos de sorpresa y placer vinieron de las otras mesas, también se escuchó alguna que otra tos pero era de esperarse.

—¡Que increíble bebida! ¿De que está hecha? —Un noble gordo le preguntó Adela.

—La receta es un secreto, señor Wilxes. Pero puede pedir barriles por encargo en Orley. —Explicó Adela con una sonrisa tranquila.

En la mesa del rey, por primera vez en mucho tiempo vieron al rey casi ahogándose en alcohol, sonriendo y riendo.

Las reinas lo miraron con incredulidad y decidieron probar por si mismas la bebida.

—¿Q-Qué? —Rolanda miró incrédula su bebida.

—¡Esto es mucho mejor que el vino! —Exclamó andrómeda.

Al decir eso se mordió el labio con frustración debido a la incompetencia de su hija al aburrir a Arthur. Alejandra a pesar de sentirse complacida por la bebida no pudo evitar sentir la mirada de su madre.

—¡Yo también quiero! —Gritó Nanya.

—Tonta, todavía eres muy joven. No puedes beber esto. —Dijo su hermana Zanna.

Nanya gruñó mientras se cruzaba de brazos.

Adela y Arthur se miraron con sonrisas, el plan de promoción del aguamiel había Sido un éxito, de momento rechazaron cualquier trato debido a que estaban festejando el banquete, no negocios.

—Majestad. —Un sirviente se acercó al rey y le susurró al oido—. Sir Arthur le ha regalado un par de barriles de esta bebida, ya nos cercioramos que no hay veneno en ellos.

El rey miró a Arthur, este levantó un poco su copa y sonrió.

—Bien, bien. —El rey sonrió complacido.

Lo consideraba una ofrenda, una muy generosa a su parecer. Tuvo que admitir mentalmente que su hija Liliana fue de mucha utilidad.

—Intenta averiguar la receta. —Dijo el rey.

—De hecho majestad... Sir Arthur ya me mencionó que la receta no estaba a discusión, pero que podía darle barriles gratis a cambio de una futura reducción de impuestos. —Explico el sirviente.

El rey abrió un poco los ojos, miró su copa y soltó una débil y casi invisible sonrisa.

—Mocoso astuto... —Murmuró— 10 barriles mensuales y reduciré sus futuros impuestos un tercio.

El sirviente se inclinó y fue a avisarle a Arthur.

—Si tiene la capacidad de hacer alcohol ahora mismo significa que puede pagarme, aún así le di hasta el año siguiente para pagar impuestos... —Pensó el rey.

El rey le dió un sorbo a su trago y suspiró con satisfacción.

—Es una bebida excelente sin duda, en cuestión de días todo el mundo querrá comprarla y seguramente su precio sea bastante alto... —Pensó, luego soltó una pequeña risa—. Maldito mocoso astuto, usar mi banquete para promocionarse...

Buscó a Arthur con la mirada, notó que estaba hablando con su sirviente hasta que se giró hacia el rey y volvió a levantar su copa en señal de aprobación.

Asintiendo levemente, el rey volvió a pensar por un rato, viendo a sus esposas analizando la bebida, se le ocurrió una idea.

—Necesitamos hacernos con esta receta, si podemos venderla ganaremos mucho dinero. —Dijo el rey.

Liliana fingió no escuchar pero sus oídos parecían haberse alzado como los de un zorro astuto.

—Sin duda alguna, mi amor... —Dijo Andromeda—. Pero tiene que ser de una manera en la que no lo ofendamos.

El rey no dijo nada ya que su otra esposa, Úrsula, continuó.

—Posiblemente, si se siente ofendido y acorralado, empeoraría su relación con la corona. Lo considero un activo valioso, según nuestros informes, es un buen líder, estratega e inventor. —Mencionó Úrsula.

—Debemos hacer que su lealtad a la corona esté asegurada, no podemos ofenderlo con el riesgo de que huya a otro país, pero tampoco debe parecer que le damos favoritismo. —Añadió Rolanda.

Los otros nobles estarían disgustados, además de que los méritos de Arthur y su tiempo bajo la corona todavía eran muy pocos.

—¿Que opinan de casarlo con una de las princesas? —Preguntó el rey.

Al rey no podría importarle menos sus hijas, si casarlas conllevaría a tener alcohol y quién sabe que más gratis de por vida, las vendería a todas.

—¡Es una excelente idea! —Sonrió Selise.

—¿C-Casarme con sir Arthur...? —La mirada de Nanya se fue hacia el techo mientras parecía soñar despierta.

—Eres muy joven para casarte Nanya. —Explicó su madre.

Nanya suspiró con decepción.

—Nanya es demasiado joven sin duda. Y aunque Liliana se lleva bien, dudo mucho que sea una buena esposa. —Mencionó la reina Caliope—. Considero que mis hijas, Catalina o Vanessa, serían las candidatas perfectas.

Ambas princesas inflaron un poco el pecho.

—Definitivamente no, mi hija Zanna es mucho más talentosa. —Dijo Rolanda.

—Ellas son demasiado jóvenes, Sybell no solo es más bella sino también muy inteligente y talentosa, sin duda es la candidata perfecta. —Habló Úrsula.

—¿Que Sybell ya no estaba comprometida con Terick Castor de Rutia? —Se quejó Selise—. Mi hija Elena no solo es bella, talentosa e inteligente sino que también SOLTERA.

—Un compromiso no es verídico, siempre se puede romper. —Sonrió Úrsula.

El rey se aclaró la garganta.

—Me da igual quien sea, maldición. —Al rey le disgustaba estás estúpidas disputas—. Cada una debe elegir a una de sus hijas, que sea Sir Arthur el que decida cuál es de su agrado.

—Me parece bien. —Dijeron todas las reinas.

Selise miró a Elena, Minerva a Alejandra, Úrsula a Sybell, Rolanda a Zanna y Caliope dudaba entre sí Vanessa o Catalina.

Liliana se mordió el labio con frustración, maldijo internamente a esta familia suya que solo quería sacar provecho de su amigo. Pero lo que más le molestó fue ver a su madre planeando entre susurros con su hermana.

—¿Por qué no me pueden tener en cuenta a mi? —Pensó.

El banquete se volvió más animado desde que se introdujo el Aguamiel, no lo suficiente como para que todos dejarán la etiqueta a un lado pero sí se notaba en el ambiente.

El conde preston no paraba de elogiar su bebida y por supuesto de ofrecerle la mano de Miri. A esta no sabía que le afectaba más, si la desvergüenza de su padre o Arthur que evitaba sus intentos.

Buscó ayuda con la mirada y se encontró con Adela, está suspiró y negó con la cabeza. No hay forma de que puedan detener a preston si él quería algo.

El hombre estaba furioso y confundido por dentro, su hija es muy hermosa y también amable, aparte le estaba dando a Arthur la puerta a un poder mayor.

Ante sus ojos, Arthur estaba siendo muy insensato.

Pero por supuesto, lo que Arthur no quería era heredar su título porque tendría que lidiar con nobles idiotas que le quieran chupar la sangre.

—Hagamos esto, te ayudaré a estabilizarme mientras yo me ocupo de los idiotas chupasangre de mis tierras. —Arthur no sabía si era por cuestiones de cultura o costumbres, pero Preston era demasiado insistente para ser normal.

—¿Por qué no aceptas? —Le susurró Adela al oído.

Arthur la miró con sorpresa y una ceja levantada, esa pregunta se la esperaría de cualquiera menos de ella.

—Yo no tengo muchas tierras, solo puedo ofrecerte mis riquezas y apoyo. En cuanto a preston, te está otorgando la oportunidad de gobernar casi todo el sur de Glideric. —Explicó.

Disimuladamente puso su mano en su rodilla.

—Tú no estarías atado a Preston. Recuerda, nuestro objetivo a largo plazo es la corona, al casarte con Miri tanto preston como sus tierras serán tuyos. —Explicó—. Si tenemos que iniciar una guerra civil, él tendrá que elegir entre su lealtad a la corona o su yerno y su hija. Dudo mucho que preston quiera ver a Miri ejecutada por traición.

Arthur pensó detenidamente, luego miró a Adela a los ojos.

—¿Estás bien con ello? —Preguntó.

—Estamos hablando de Miri, por favor. Si ella es capaz de ponernos entre la espada y la pared-

—No me refiero a eso. —Interrumpió.

Adela lo miró, él no siquiera parpadeó.

—Bueno... —Adela miró de reojo a Miri quien estaba bastante avergonzada como para levantar la cabeza—. Preston es un gran amigo, y le tengo bastante cariño a Miri. Les estoy haciendo un favor a ambos al unirlos... A tí un progreso, a ellos un futuro.

Arthur miró a Adela por unos segundos antes de asentir con la cabeza.

—Preston, hay algo que me gustaría explicar. —Preston ya no quería que Arthur lo tratara como un noble o un superior por lo que se sintió a gusto cuando Arthur lo llama por su nombre directamente.

—Soy todo oídos, hijo. —Arthur de verdad quería darle un puñetazo y borrarle esa sonrisa pero eso solo pasaba en su mente.

—Primero quiero disculparme contigo y con Miri por ser tan cerrado con respecto a la idea del matrimonio. Es muy irrespetuoso de mi parte teniendo en cuenta que aparecí de la nada y tomé parte de vuestras tierras sin permiso.

Cuando preston vio a Arthur inclinarse un poco supo que iba en serio.

—Pero me molesta un poco MUCHO, que decidas por ti mismo que es lo que quiere y que no Miri. —Aclaró Arthur, luego la miró—. Entiendo que mis continuos rechazos pudieran haberte hecho sentir algo mal, pero no es porque no me atraigas o intereses sino porque es muy forzado.

Ahora fue el turno de preston para avergonzarse y el de Miri para sentirse bien.

—Por eso quiero oírlo de tu propia boca, no de tu padre. ¿Que es lo que quieres? —Preguntó.

Miri pensó detenidamente, buscó la aprobación de su padre, este le respondió con una caricia en la espalda y una sonrisa. Miri miró a Arthur y bajó un poco la cabeza.

—Yo... Orley es un lugar maravilloso y cada vez que pienso en él me dan muchas ganas de ir, la gente es buena y todo es colorido... —Ella levantó un poco la mirada—. Es vergonzoso decirlo en voz alta pero... Te admiro mucho, sir Arthur. Por tu inteligencia, tu elocuencia y tu amabilidad.

Arthur no era muy creyente en los halagos hacia él pero se sentía bien ser halagado de vez en cuando, en especial por una chica bonita como ella.

—Nunca me he enamorado antes, mis sentimientos al respecto son confusos y no sé que está bien o que está mal conmigo cuando pienso en ello. —Miri suspiró agotada—. Y en verdad es molesto tener a mi padre forzando un matrimonio.

Miri por primera vez le dió una mirada severa, preston solo pudo bajar la cabeza y tanto Arthur como Adela sonrieron por ello.

Miri dejó de hablar por un momento pero por su expresión, era claro que buscaba las palabras correctas.

—Me gustaría irme a Orley y aprender cosas nuevas. He visto que las mujeres pueden hacer lo que quieran allí y a decir verdad, me pone un poco celosa. —Ella se sentía algo avergonzada por eso último.

—¿En serio? —Preston la miró con sorpresa—. Me lo hubieras dicho antes y lo habría planeado con Arthur.

—No sin antes ofrecerle mi mano 10 veces. —Si las miradas pudieran matar...

Miri miró a Arthur.

—Lo siento mucho Sir Arthur. No tengo ningún talento, solo confío en mi apariencia y la herencia de mi padre. No sé si pueda ser una buena esposa para tí. —Miri bajó la cabeza en señal de disculpa.

Preston quería decir algo pero no supo qué, era la primera vez que su hija era honesta hasta este punto.

—¿Entonces eso es un sí? —Preguntó Arthur.

Miri lo miró tanto con sorpresa o confusión.

—Creo que necesitas tiempo y privacidad para ordenar tanto tus pensamientos como tus emociones. —Arthur sonrió y miró a Preston—. ¿Por qué no dejamos que Miri se quede en Orley? No puedo decidir por ella ni por tí, pero si estuviera en tu posición la dejaría descubrirse a si misma por si sola.

Arthur sonrió suavemente.

—Creo que una vez me dijiste que te gustaría ayudar a las personas tal y como yo, aprender a gestionar tierras y recursos es complicado, ¿pero por qué no estudias medicina? —Le preguntó, casi como si fuera una oferta.

—¿M-Medicina? —Ella estaba algo sorprendida como intrigada.

—Es un trabajo noble y puedes ayudar a muchas personas. ¿Quien sabe? en un futuro podrían considerarte una santa por salvar vidas. Te harías un buen nombre y traerías fama tanto para ti misma como para tu casa.

Miri miró al vacío pensando detenidamente en ello, Preston por otro lado miró al techo.

—¿Medicina, eh...? —Murmuró—. Ahora que lo pienso no es un mal trabajo, los médicos nunca sobran y son muy solicitados. Aunque la mayoría no son de ascendencia noble, no conozco a nadie que se atreva a ofender a uno.

Preston miró a su hija con una sonrisa.

—Los he visto arrogantes y egocéntricos pero también los he visto amables y humildes, creo que es lo indicado para tí. aparte, estoy seguro de que a tu madre le habría hecho muy feliz.

Cuando se mencionó a la difunta madre de Miri, la mirada de la joven se volvió nostálgica por un rato, luego pasó a ser una de pura determinación.

—Quiero intentarlo. Por favor.

Arthur asintió con la cabeza.

Había planeado reforzar la parte médica de Orley pero necesitaba gente dispuesta a estudiar tanto química como biología.

Actualmente no había cura para la neumonía, si alguien convulsionaba la mayoría pensaría que es un demonio y una pequeña parte intentaría ayudar.

Una fiebre pequeña podría convertirse en mortal de repente y una diminuta herida podría convertirse en una terrible infección.

Sip, era hora de implementar la medicina en Orley, a Arthur le daba igual si las personas comenzaban a cuestionarse sobre como sabía él tanto de anatomía, biología o química.

No iba a decirles que venía de otro mundo, pero tampoco iba a ser como esas historias en las que el protagonista guardaba todo en secreto.

Si Arthur debía decirles que era hijo de un dios o algo así lo iba a hacer, solamente le importaba su pueblo y su futuro, de todas formas ya todos lo consideraban un mesías.

—Con esto se podría decir que maté dos pájaros de un tiro... —Pensó Arthur.

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