Rey De Reyes - Volumen 1

By ElMarkOP

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¿Que pasaría si un joven amante de la estrategia, gestión de recursos y supervivencia va a otro mundo ambient... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capitulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capítulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Capitulo 39
Capitulo 40
Capitulo 41
Capitulo 42
Capitulo 43
Capitulo 44
capitulo 45
Capitulo 46
Capitulo 47
Capitulo 48
Capitulo 49
Parte 50 (Personajes)
Capitulo 51
Capitulo 52
Capitulo 53
Capitulo 54
Capitulo 55
Capitulo 56
Capitulo 57
Capitulo 58
Capitulo 59
Capitulo 60
Capitulo 61
Capitulo 62
Capitulo 63
Capitulo 64
Capitulo 65
Capitulo 66
Capitulo 67
Capitulo 68
Capitulo 69
Capitulo 70
Capitulo 71
Capitulo 72
Capitulo 73
Capitulo 74
Capitulo 75
Capitulo 76
Capitulo 77
Capitulo 78
Capitulo 79
Capitulo 80
Capitulo 81
Capitulo 82
Capitulo 83
Capitulo 84
Capitulo 85
Capitulo 86
Capitulo 87
Capitulo 88
Capitulo 89
Capitulo 90
Capitulo 91
Capitulo 92
Capitulo 93
Capitulo 94
Capitulo 95
Capitulo 96 - El fin del prólogo okno
Capitulo 97
Capitulo 98
Capitulo 99
Capitulo 100
Capitulo 101
Capitulo 102
Capitulo 103
Capitulo 104
Capitulo 105
capitulo 106
Capitulo 107
Capitulo 108
Capitulo 109

Capitulo 3

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By ElMarkOP

Al día siguiente todo volvió a la normalidad salvo que ahora Robert practicaba con la espada, acostumbrándose a su peso y entrenando, aunque le doliese.

En su mente, cualquier tipo de sufrimiento o dolor se lo merecía al haber sido incapaz de defenderlas. El hombre ya no albergaba rencor hacia Arthur sino agradecimiento.

Sintió que se merecía la paliza que le dio, le hizo abrir los ojos. Ahora Robert estaba decidido a dominar la espada para decapitar a cada bandido que se le cruce como lo hicieron como su mujer e hija.

-Tú también deberías dominar la espada. -Le dijo Arthur a Feyton.

-¿Q-Qué? Y-Yo no...

-Mira, solo estamos nosotros para defenderlas a ellas. ¿Piensas esconderte con ellas si vienen bandidos?

Feyton tragó saliva.

-Y-Yo nunca he usado una espada... -Dijo.

-Él tampoco y míralo. -Señaló a Robert-. ¿tú también perdiste a alguien verdad?

Arthur le entregó una espada.

-No te pido que te hagas un soldado, solo te pido que seas capaz de defender tu hogar.

-Si señor... -Dijo Feyton

Arthur asintió con la cabeza, con ellos dos entrenando, la seguridad del lugar estaba aumentando en gran medida.

Arthur miró a las 8 mujeres, se centró en las 3 más jóvenes. Sus edades eran 19, 22 y 24. Faila era la de 22

-Por lo que he visto, ustedes están más dispuestas a hacer trabajos más duros, aunque no lo digan. Por eso les hice esto en la noche.

Arthur le entregó un arco a cada una. Estás tres eran jóvenes y enérgicas en comparación al resto que ya no sentían que estaban en la edad de hacerse las valientes.

Estás 3 querían hacer todo lo posible mientras que las otras pensaban que mientras puedan ayudar está bien.

Aunque perdieron a sus padres las 3 todavía tenían a sus madres aquí con ellas por lo que estaban dispuestas a tomar el papel de "el hombre de la casa" solo por sus madres.

Si no hay quien lo haga lo haré yo misma pensaron.

Los ojos de las 3 se abrieron de par en par al ver los arcos. No eran la gran cosa, solo eran de madera tallada y su cuerda estaba hecha con los tendones de animales que cazó Arthur anteriormente.

Aun así eran muy resistentes, no sé romperían fácilmente si se estirasen con mucha fuerza.

-¿Esto está bien? -Preguntó la más joven.

-Si no les gusta pueden devolverme los arcos.

-¡¡NOO!! -Gritaron las 3.

Arthur se echó a reír.

-Las quiero ver practicando. No les mentiré, aunque quiero que se centren en cazar, si aparecen bandidos necesitaremos vuestra ayuda.

Las tres se miraron entre sí y asintieron con la cabeza.

-Nosotras también queremos hacerles pagar por lo que nos hicieron. -Dijo Faila.

-Sí, no importa si son los mismos u otros, bandidos son bandidos. -Dijo la mayor.

Arthur asintió con la cabeza, una vez más la seguridad del lugar aumentó.

Como niñas recibiendo un juguete nuevo, las 3 se pusieron a "jugar" con sus arcos. Haciendo uso de un palo, Arthur corrigió las posturas de estas chicas hasta que comenzaron a hacer disparos decentes. Él no era un maestro, pero tenía conocimientos avanzados al haber sido un fanático de la época.

-Señor Arthur, ¿y nosotras que haremos? -Preguntaron las otras mujeres.

-Honestamente, no quiero tenerlos a todos entrenando. -Respondió-. Pero tengo pensado hacer un huerto, ¿me ayudarían? -Preguntó sonriente.

Las damas asintieron con la cabeza, cualquier cosa era mejor que quedarse en casa.

...

-¡J-jefe! ¡jefe!

En un lugar parecido a un bar entró un hombre en pánico, los 8 hombres presentes se giraron hacia él, pero solo uno habló.

-¡¿Qué mierda pasa?! ¡¿Por qué tanta gritería?!

El hombre en pánico cayó sobre sus rodillas justo frente al que parecía ser el jefe, comenzó a relatar como hace poco fueron atacados en un bosque al intentar recapturar a los aldeanos escapados. Al escuchar eso, el jefe golpeó la mesa y maldijo.

-¡Inútiles! ¡¿No pudieron con un solo hombre?! ¡¿Maldita sea, para que les pago?! -El hombre se apretó el entre cejo.

-N-Nos tomó por sorpresa jefe, ¡era muy ágil! No me sorprendería si hubiese sido un caballero.

-¿Qué hace un maldito caballero en medio de un puto bosque vestido de civil? ¿Eres imbécil? ¡Ustedes lo que son es una mierda fácil de vencer! ¡Inútiles! -Dijo y después le dio una patada.

El hombre se pasó ambas manos por el cabello y suspiró, miró a todos y cada uno de sus hombres.

-Si las otras bandas se enteran de esto seremos la burla... Tú, inútil. Llévanos a ese bosque, con un poco de suerte encontraremos al malnacido. -Dijo el jefe

-S-Sí señor... -Dijo el otro acariciándose el rostro.

Esto fue 3 días después de que Arthur salvara a los aldeanos. Les tomaría al menos otros 3 o 4 días llegar al bosque.

...

Era de tarde, el olor a lluvia se hacía más fuerte a medida que el cielo se ennegrecía por las nubes, sentado frente a una hoguera estaba Arthur viendo como las chicas practicaban con el arco mientras Robert y Feyton practicaban juntos. Todos habían mejorado mucho al casi haber entrenado sin parar y más con la ayuda de Arthur.

Una pequeña sonrisa apareció en el rostro del peliblanco, agradecido por sus nuevos compañeros y este momento de paz.

-Grrr... -Comenzó a gruñir Ghost de repente.

Pero la paz nunca será eterna.

La sonrisa de Arthur desapareció, inmediatamente se levantó y tomó su espada para luego emitir un silbido. Aquellos que se encontraban trabajando o entrenando se giraron hacia él, sabían lo que esa señal significaba.

Alguien se acercaba.

-Por el este, ya saben que hacer. -Dijo Arthur serio.

Las 3 chicas y los dos hombres asintieron con la cabeza y se dispersaron, Arthur miró al resto de damas, estas asintieron con la cabeza y tomaron unos cuchillos rudimentarios que les hizo Arthur para luego ocultarse dentro de la casa.

Ellas se harían pasar por inofensivas para luego atacar en caso de que alguien entre. Luego de haberlo perdido todo lo que amaban una vez, preferirían dar la vida que volver a ser capturadas.

Arthur miró al cielo en cuanto las gotas comenzaron a caer sobre él, tomó un poco de aire y miró a Ghost.

-Vamos. -Dijo, el lobo ladró.

3 minutos después, los arboles estaban completamente empapados y la lluvia hacia charcos por todas partes. En alguna parte algo lejos de la base de Arthur, 9 personas se encontraban observando alrededor de un área en específico.

-¿Aquí fue? -Preguntó el jefe

-Sí señor, aquí nos atacó ese loco. -Dijo el hombre.

-Bien... Sepárense y busquen, si lo encuentran no ataquen sin el resto. Tú, adelantante y avisa si ves algo

-Si señor -Dijeron todos.

Arthur quien estaba detrás de un árbol, comenzó a moverse en silencio por las sombras.

Los bandidos hicieron dos grupos de 3 y uno de 2, por supuesto, el jefe iba en uno de los de 3 siguiendo al bandido que casualmente iba en dirección a la casa de Arthur.

-Maldita sea, justo tenía que llover hoy. -Dijo un bandido.

-Sí, maldita sea... y yo que pensaba disfrutar esta semana, ya quiero desollar al malnacido que provocó esto. -Gruñó el otro.

-Adivino, ¿Oleia? -Preguntó indiferente

-¿Qué tiene? -Lo miró con desagrado.

-¡Es una puta amigo, solo quiere tu dinero! -Suspiró mientras negaba con la cabeza.

-¡Tú solo estás celoso! Esa mujer me adora. -Se burló el otro mientras sonreía orgulloso.

-Ya, lo que tu digas.

Al ver que el otro no le prestaba atención, le tocó el hombro para decirle algo, pero justo en ese momento, 3 flechas se clavaron en su pecho y garganta haciendo que el otro saltara en pánico.

-¡¿Q-Qué demo-!? -Gritó.

Estuvo a punto de desenvainar su espada, pero justo en ese momento, una mano le tapó la boca.

-Esto es por mi familia.

Fue lo ultimo que escuchó luego de ver como un filo ensangrentado salía de su pecho.

Robert pateó el cadáver del bandido mientras sacaba su espada, limpió la sangre de ella y miró a las 3 arqueras que se acercaban.

-Buen tiro -Dijo.

Las 3 sonrieron orgullosas.

-¿Y Feyton? -Preguntó -Faila

-Vigilando a otro grupo con Arthur -Respondió.

-Faltan 2 grupos, uno se dirigía a la casa. -Dijo una chica.

Robert asintió con la cabeza.

-Ustedes 2 vayan allá, Faila, vamos con Arthur.

-Sí

...

-¿Una casa? -Pensó el bandido que se había adelantado.

Al no ver a nadie, decidió espiar por una de las ventanas mientras el resto llegaba.

-¿Viene alguien? -Preguntó una de las mujeres.

-Sí, está solo. -Respondió la que vigilaba una de las ventanas.

Todas se miraron entre sí en silencio, una de ellas apretó sus puños.

-Yo digo que lo acabemos.

-¡¿Qué, estás loca?! ¡¿Y si nos mata?! -Gritó en voz baja una de ellas.

-Tranquilas, tengo un plan.

El tipo llegó a la casa, asegurándose una vez más de que no había nadie afuera, se asomó por la ventana y sus ojos se abrieron de par en par.

Un hermoso trio de mujeres, todas desnudas, riendo y cambiándose. Esto por supuesto distrajo al hombre, pero al ver que no había nada más que mujeres dentro, una sonrisa macabra apareció en su rostro.

La puerta de la casa fue pateada, una de las mujeres que se ofreció de carnada fue tomada "Por sorpresa" del cuello mientras el hombre colocaba su espada en su cuello.

-¡Todas quietas! ¡O le rajo el cuello!

El hombre sabía que su jefe se iba a tomar su tiempo en llegar, en cuanto entró a la casa ya había pensado en cuantas formas se iba a divertir mientras tanto.

Todas las mujeres gritaron por el repentino asalto... Todas menos dos.

-¡Ahora! -Gritó la que tenía la espada en su cuello.

-¿Qué? -Dijo el hombre

Dos de ellas estaban esperando justo detrás del hombre, una tomó la mano que sostenía la espada del hombre mientras la otra lo apuñalaba en un costado, la mujer se escapó de su agarre y se unió al resto para derribar al hombre.

-¡Maten a este bastardo! -Gritó una de ellas

-¡Alto! -Detuvo otra.

El hombre se sacudía violentamente pero no podía contra la fuerza de 5 mujeres juntas, la que gritó que se detuviera le rompió la nariz de un puñetazo.

-Maldito, ¿Crees que porque somos mujeres somos fáciles de manipular? -Dijo la que las detuvo.

-Erina, matemos a este malnacido.

-Tonta, deberíamos interrogarlo. ¿Y si alguien de nuestra aldea sigue vivo? -Mencionó la tal Erina.

Toda se miraron entre sí.

-¡Malditas putas! ¡Sueñan si creen que les voy a decir una mierda! Ghh... ¡Tómense su tiempo, en cuanto mi jefe llegue las haré a todas mis perras! -Gritó enfurecido.

Las mujeres se miraron entre sí con el ceño fruncido.

-Quítenle los pantalones. -Dijo Erina

-Tráiganme el palo de escoba. -Dijo una

-Cortémosle la verga -Dijo otra

-¡Vamos a ver quien es la perra! -Gruñó una de ellas

...

Al mismo tiempo, Arthur, Rober, Feyton y Faila se estaban encargando de uno de los grupos de 3, al ser más en numero no se tomaron las molestias en idear una estrategia más allá de atacar por sorpresa.

Faila fue la primera en atravesarle la rodilla a uno con una flecha poco antes de que muriera degollado por Feyton.

Los otros dos, tomados por sorpresa, apenas pudieron defenderse del ataque de Robert y Arthur. Pese a ser nuevo en este mundo, Arthur era mucho más despiadado que el resto, dispuesto a derrotar a su oponente así sea con uñas y dientes.

Literalmente usaba todo lo que hubiera a su alcance, el bandido nunca esperó que su oponente le pisara la rodilla con tal fuerza que su posición de invirtiera. Lo ultimo que vio fue como Arthur le jalaba del brazo para enterrarle la espada por un ojo.

En cuanto al otro bandido, Feyton le atravesó el pecho con su espada desde atrás mientras Robert le abría el estomago de un tajo. Faila al ver eso desvió la mirada, no le molestaba la sangre, pero eso era otro nivel.

Arthur miró a Robert quien levantaba sus hombros entre respiraciones, sus puños goteaban sangre ya que al igual que él, lo daba todo en combate. La única diferencia era que Arthur sabía un poco de algunas artes marciales, aunque sea solo de vista.

-Vamos, todavía falta un grupo. -Dijo Arthur.

...

-¡Eh, jefe mire! -Señaló un bandido

-¡Es una casa! -Dijo otro sorprendido

-Escucho gente dentro, ¿Parecen estar discutiendo? -Preguntó el primero.

El jefe dio un paso al frente, miró la casa con cuidado, y miró a su alrededor.

-¿Dónde está Fergus? -Preguntó el jefe.

En ese momento escuchó un fuerte grito que erizó los pelos de los 3.

-¡Ja, ja, ja! ¡¿Te gusta esto?!

-¡Aghhh, noooo!

-¡Más duro Kenya, parece que le encanta!

-¡¿Quién es la perra ahora, ¿eh?! ¡Vamos, perra, grita!

-¡Paren, Aghh! ¡l-les diré todo, aghhh!

Los 3 bandidos se miraron perplejos, rápidamente tomaron sus armas y corrieron a la casa. Al patear la puerta se encontraron con un grupo de mujeres y a su amigo boca abajo, maniatado, sin pantalones y con un palo de escoba en el trasero.

-¡¿Pero que mierda?! -Gritó el jefe

-¡Maldición! -Gritó erina.

-¡J-Jefe! -Lloró el bandido.

Pensaron que estaban jodidas, pero justo en ese momento, dos flechas salieron disparadas de entre los árboles.

-¡Madre!

Eran las dos chicas quienes habían llegado justo a tiempo.

-¡Ahora! -Gritó Erina

El jefe apretó los dientes y levantó su espada, pero las mujeres no atacaron a matar, sino que cerraron la puerta dejando a los bandidos afuera.

-¡Jefeee! -Lloró el bandido.

-Maldita sea, maten a esas dos perras. -Señaló el jefe con su espada.

Él comenzó a patear la puerta intentando entrar, pero cuando escuchó un grito detrás de él se giró.

Arthur y el resto habían llegado.

-¡Maldita sea, nos estaban esperando! -Maldijo el jefe.

Sabía que estaba jodido, miró a sus hombres una ultima vez antes de salir corriendo hacia el bosque. Arthur vio eso y le encargó a los otros dos al resto mientras perseguía al jefe.

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