CDU 2 - El legado de Faedra [...

By litmuss

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Cuando los miedos superan las seguridades, el mayor refugio se halla en ti mismo. Luego de conocer la cruelda... More

El legado de Faedra ©
Probar suerte
Parte I
P1: Capítulo 1
P1: Capítulo 2
P1: Capítulo 3
P1: Capítulo 4
P1: Capítulo 5
P1: Capítulo 6
P1: Capítulo 7
P1: Capítulo 8
P1: Capítulo 9
P1: Capítulo 10
P1: Capítulo 11
P1: Capítulo 12
P1: Capítulo 13
P1: Capítulo 14
P1: Capítulo 15
P1: Capítulo 16
P1: Capítulo 17
P1: Capítulo 18
Parte II
P2: Capítulo 19
P2: Capítulo 20
P2: Capítulo 21
P2: Capítulo 22
P2: Capítulo 23
P2: Capítulo 24
P2: Capítulo 25
P2: Capítulo 26
P2: Capítulo 27
P2: Capítulo 28
P2: Capítulo 29
P2: Capítulo 30
P2: Capítulo 31
P2: Capítulo 32
P2: Capítulo 33
P2: Capítulo 34
P2: Capítulo 35
P2: Capítulo 36
P2: Capítulo 38
Epílogo: Por nosotros
¿Qué estamos haciendo las autoras?

P2: Capítulo 37

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By litmuss

—He vivido en esta manada desde que tengo memoria, Ilora. He crecido aquí, y todos quienes aquí viven, saben por lo que he pasado. Ha sido hogar de mis mejores recuerdos, pero también de una horrible pesadilla —comenzó Lu, helándome la sangre. La expectación y el nerviosismo por saber lo que vendría eran cada vez mayores—. Todo comenzó hace unos ocho años, cuando Brennan y yo nos quedamos solos. Papá murió poco después de que mi madre se embarazara de mí, en un ataque por parte de unos asaltantes a nuestro sector. Era un lobo guardia, ¿Brennan te lo contó alguna vez?

—No, Brennan es muy reservado respecto a sí mismo... —expliqué dudosa.

—Y tiene sus razones, créeme, ahora sabrás por qué —añadió—. ¿Supongo que tampoco sabes a qué me refiero con "un lobo guardia", verdad? —Negué con la cabeza—. Son quienes protegen nuestro sector, Ilora, licántropos que deciden, por voluntad propia, permanecer casi toda su vida en forma animal, para generar una línea de protección de alrededor de cada tribu. Muchos de ellos mueren ejerciendo su deber y, cuando esto sucede, son recordados como héroes.

—Lu, si tu padre era guardia, ¿lo veías alguna vez?

—Bueno, nunca lo conocí. Tal como te dije, él murió poco después de que yo fuera concebida —contuve el aire ante su respuesta, no podía creer que había sido tan estúpida. Sin embargo, al instante, Lu siguió hablando con normalidad, aliviándome—: Pero Brennan sí. Según me contaba, tenía una semana libre al mes, en la cual volvía a su forma humana e iba a verlos. Yo voy a verlo una vez al mes, al cementerio, tienen uno muy grande y lindo en cada tribu.

—¿Y... qué pasó con tu madre? Dijiste que tú y Brennan se quedaron solos hace ocho años.

—Yo tenía dieciséis años cuando ella murió. Pescó un resfriado un día lluvioso, pero pasó semanas restándole importancia, tenía mucho que hacer en casa y no quería preocuparnos. Al final, y debido a que ninguno de nosotros pasaba el tiempo suficiente aquí —yo comencé a salir con mis amigas y Brennan entrenaba todo el tiempo—, no nos dimos cuenta hasta que se había agravado demasiado. Solo se nos fue de las manos, no hubo manera de salvarla.

Lu volvió a fijar su mirada en el techo, sus ojos parecían haberse aguado, abrumada por la culpa y la nostalgia, pero antes de permitirme decir cualquier cosa, prosiguió con su historia.

—Sin embargo, a pesar de convertirnos en huérfanos, nunca estuvimos solos. Muchas familias de nuestra manada eran fieles amigos de nuestros padres y cuidaron muy bien de nosotros por un tiempo. O más bien de mí, pues Brennan ya tenía veinticuatro años y además de sí mismo, se ocupaba de mí.

—Espera, ¿Brennan tenía veinticuatro hacía ocho años? ¿Eso significa que ahora tiene...?

—Treinta y dos... ¿Es un viejo, no crees? —bromeó Lu—. Ahora yo tengo veinticuatro y, debido a su destierro, que duró ocho años en los cuales no envejeció, ahora aparentamos la misma edad.

Recién entonces lo entendí. Era probable que el trauma de Lu hacia el fuego se hubiera producido hacía ocho años, así que, lo que fuera que hubiera pasado, podría tener relación con el destierro de Brennan de Umbrarum.

—El punto es que, luego de unos meses de la muerte de mi mamá, el alfa de la manada, Hitch, comenzó a acercarse a mí —Lu había retomado su seriedad, mirando el techo con fijeza—. Y eso habría sido bueno, el problema es que él no se acercó a apoyarme, sino que más bien comenzó a acosarme. Me seguía, se me insinuaba, me acorralaba, intentaba besarme, cualquier cosa que se le ocurriera para afectarme y mantenerme inquieta era bienvenido para él. Disfrutaba el papel de cazador y yo era la presa. Lo aborrecía, siempre lograba huir de él o, en su defecto, Brennan lograba que se alejara de mí. Pero nunca le tuve miedo, Hitch no era alguien de quién una chiquilla, que se creía buena para todo, tuviera que huir. Estaba segura de que algún día se cansaría. Además, me sentía resguardada por Brennan y la manada.

» Estaba equivocada y él fue más astuto. El invierno llegó y, como siempre, obtener alimento se volvió más dificultoso. Las cacerías son mucho más complejas, puesto que los animales huyen del frío y encontrarlos se vuelve un lío de grandes dimensiones. Hoy día nos prevenimos de las nevadas, antes no éramos tan perspicaces, al menos nuestro alfa no lo era. Recuerdo que, una noche, Brennan y el resto de los hombres de la manada salieron de cacería. Querían conseguir alimento suficiente para solventarnos un mes, lo que implicaba un largo viaje de al menos varios días, quizás una semana, pues tendrían que limpiar bien la zona y protegerse entre sí. Dijeron que volverían lo más pronto posible, y Hitch se quedó para proteger a las mujeres.

» Esa noche, él apareció en nuestra casa. Fue la primera vez que sentí un miedo real por lo que podría hacerme. Me agarró y me arrastró a la salida, mientras yo gritaba pidiendo ayuda, sin embargo, y, aunque todas las mujeres salieron de sus hogares para socorrerme, nadie pudo intervenir, pues él no solo era el alfa, sino que también andaba armando y traía consigo un cuchillo que colocó en mi cuello, amenazando con matarme. Además, les dijo que si descubría que me habían ayudado a sus espaldas, les haría lo mismo a sus hijas. No pudieron hacer nada, y las comprendo.

» Después de eso, Hitch me llevó a través del bosque, durante un viaje que me pareció eterno, hasta una vieja casucha de madera abandonada —Sentí que un sudor frío recorría mi nuca. No estaba segura de querer saber lo que sucedía después. Lo único que tenía claro, era que pronto sabría si Viridiana tenía razón al decirme lo mucho que Lu había sufrido—. Recuerdo que estaba llorando, temblaba como una hoja, desesperada y demasiado asustada al comprender lo que me sucedería a mí y lo que podría pasarle a mi gente si oponía resistencia. Al final, casi no me resistí cuando Hitch me amarró las manos a un pilar y me desvistió disfrutando como el cuchillo, que usaba para desgarrar mi ropa, hacía cortes en mi piel. Lo único que me dijo, mientras quitaba su ropa, fue: Más te vale portarte bien, niña, no querrás que tu hermano desaparezca en la siguiente cacería, ¿verdad?

La narración de Lu se detuvo de manera abrupta, me miró y se encogió de hombros, tanto como su cuerpo inmovilizado se lo permitió.

—Creo que ya te imaginas lo que pasó después, ¿no es cierto? —Asentí con la cabeza, mientras una solitaria lágrima descendía por mi mejilla. Avancé hasta una silla al lado de su cama y tomé asiento. No podía creer lo que estaba escuchando—. Él me violó. El miedo me cegó y no fui capaz de oponer resistencia. Temía por Brennan, no quería perderlo a él también. Fue horrible, solo sentí odio hacia Hitch y una desazón e impotencia, comparable a la vergüenza de que todas las mujeres fueran conscientes de lo que me estaba sucediendo allí, a algunos kilómetros de distancia de mi hogar. Creí que ya nada volvería a tener sentido.

» Al final, intentó besarme, pero no lo dejé —afirmó, su sonrisa de satisfacción contrastaba con una mirada aguada y rencorosa—. Le mordí el labio con todas mis fuerzas, hasta hacérselo sangrar, disfruté al sentir el sabor metálico en mi lengua, y logré asestarle una patada en su miembro. Fue un arranque de valor que desapareció justo cuando él se dejó caer, para luego levantarse y golpearme hasta sacarme el aire. Yo no estaba muy bien entrenada, era la hermana menor de un lobo sobreprotector, que aspiraba a que yo fuera docente y ama de casa, y no puedo culparlo porque es lo que vio con mamá, pero fue por eso que estuve tan desarmada.

» Hitch salió de la cabaña, dejándome casi muerta en el suelo, y agradecí que se hubiera ido, pero volvió al poco rato y comenzó a esparcir hojas secas en el interior, para desde afuera prender fuego a la cabaña. Me gritó: ¡Nos habríamos divertido mucho, tú misma te lo buscaste, mocosa!, y se fue, bloqueando la puerta con un gran tronco. Estaba tan desesperada, preocupada y dolida, que ni siquiera me preocupé en convertirme.

» Me quedé ahí encerrada por varios minutos, viendo como el suelo bajo mis pies se incendiaba, tratando de asumir el hecho de que ya no había escapatoria. Creí que iba morir ahogada por el humo y quemada por las llamas. De ahí viene mi temor al fuego, Ilora.

La miré, mientras las lágrimas que corrían por mis mejillas aumentaban en grosor y cantidad. Viridiana tenía razón, toda la razón. Jamás me imaginé que una persona tan segura de sí misma, como lo era Lu, pudiera haber pasado por algo como eso.

Ese hecho me demostraba su increíble fortaleza. Renacer de las cenizas, levantarse luego de que, tal como dijo ella, todo había dejado de tener sentido. Perdió a su padre, a su madre y, por razones que aún desconozco, también perdió a Brennan; pero a pesar de todo, se había convertido en alfa de su manada y líder de su tribu.

Lu debía de ser una de las personas más fuertes que había conocido, no había duda alguna.

—¿Lu? ¿Puedo preguntarte algo? —La licántropa asintió con simpleza—. ¿Cómo... lo hiciste? ¿Cómo es que superaste todo eso? ¿Cómo sobreviviste?

—Bueno, esa es la parte en la que Brennan interviene —explicó—. Cuando casi la mitad de las paredes se habían calcinado, mi hermano, en forma de lobo, derribó la puerta. Una mujer no le había hecho caso a Hitch y había ido a avisarle sobre mi situación. Él cortó las sogas que me mantenían presa y me sacó del lugar.

» Hubiera sido un final feliz para ambos, sin embargo, apenas llegamos a casa y logré reponerme un poco del humo y del shock, Brennan me contó la verdad. Él volvió a la manada tan pronto le avisaron, pero, camino a la cabaña en llamas, se encontró con Hitch, en su forma humana, y...

—Lo maté.

La voz de Brennan irrumpió en la habitación. Apenas miré hacia la puerta, vi que estaba asomado por una pequeña rendija. Había olvidado que él estaba afuera —y escuchando todo—. A los pocos segundos, la puerta se abrió por completo y Brennan pasó a sentarse en la orilla de la cama, tomando con fuerza la mano de Lu. Ella le sonrió, y él le devolvió una triste sonrisa.

Ahora entendía el apego de ambos, la felicidad de Lu cuando Brennan regresó, luego de ocho años, y el por qué pasaban todo el tiempo juntos.

—Entre los licántropos, el homicidio es castigado con el destierro de Umbrarum, Ilora —explicó Lu.

—Por eso fui desterrado —agregó su hermano—. De todas maneras, no me arrepiento de haber hecho lo que hice.

Miré a Brennan con los ojos hinchados por el llanto y me di cuenta de que, de cierta forma, ambos se habían sacrificado el uno por el otro. Brennan no era un simple asesino, como Cassie había dicho, él había sido desterrado por salvar a su hermana. Tuvo que soportar el horror que significa el destierro para los lobos, quienes, en la Tierra, se transforman en animales, sintiendo un terrible dolor, perdiendo su sentido de la compasión y su humanidad. Siendo una bestia cada noche.

Y aun así, Brennan no se arrepentía de haber matado al violador de su hermana.

—Él me prometió que volvería, que encontraría la forma de hacerlo —susurró Lu, halando la mano de su hermano, quién se inclinó más cerca para que ella besara el dorso de su mano—. Y lo cumplió.

—Y tú continuaste tal como te lo pedí —dijo él y ella hizo una mueca al sentir el peso del cuerpo de él, cuando se removió un poco para dejar un beso en su sien.

—Sí, necesité mucha ayuda, pero lo logré —Lu asintió y volvió su atención a mí, que contemplaba con una sonrisa sus gestos de cariño—. Después de que Brennan fue desterrado, las cosas comenzaron a arreglarse de a poco. La manada entera se ocupó de mí y se escogió a un nuevo alfa, un buen hombre. Además, la familia de Raiquen, fiel amiga de la nuestra, me recibió en su casa.

—¿De verdad? —pregunté, sin saber qué más decir.

—Sí, han sido una segunda familia para mí

—¿Y qué pasó con tu casa, mientras viviste con ellos?

—La casa estuvo abandonada durante un par de años, los que me demoré en olvidar todo lo que había pasado. Solo en ese momento tuve el valor de volver a mi hogar de infancia. A los dieciocho, limpié y redecoré la casa, la hice mía. Además, comencé a entrenar...

—¿Para enfrentar al alfa, no es cierto? —preguntó Brennan.

—Sí. Entrené mucho para poder vencerlo en un duelo y convertirme en alfa. Quería asegurarme de que hubiera una mujer entre los líderes.

—Un momento —Volvió a interrumpirla su hermano—, ¿eso quiere decir que, cuando enfrentaste al alfa, ya tenías claro que querías entrar a las pruebas de los líderes?

—Sí. La verdad es que, en un principio, solo quería ser alfa y proteger a mi manada, pero Raiquen me convenció de postularme a las pruebas. Él me dijo que podría llegar hasta allí.

Estuve a punto de preguntar sobre qué pruebas hablaban tanto, pero Brennan volvió a interrumpir:

—¿Raiquen te convenció? ¿Y aun así te quedaste con el tal Axel?

Su tono sonaba molesto, pero resignado, y a Lu parecía divertirle la reacción de Brennan. Verlos discutir como cualquier par de hermanos me hacía olvidar por lo mucho que habían pasado, y me recordaba que, sin importar qué pasara más adelante, siempre se apoyarían el uno al otro.

Por primera vez, me detuve a pensar en Lía. Me pregunté si nosotras habríamos sido tan unidas de haber crecido juntas.

—Lo dices porque estás celoso, hermanito —dijo Lu, pícara.

Sentí que sobraba, pero estaba tan intrigada por lo que diría Brennan en respuesta, que decidí quedarme escuchando un rato más.

—¿Celoso? ¿Yo? ¿Por qué tendría que estarlo? —preguntó, mirándola con una ceja levantada.

—Estás celoso de que yo pueda andar por ahí con Axel, un tipo alto, atlético, y que me ama, y tú ni siquiera seas capaz de confesarle a esa haducha sin gracia tus sentimientos.

Ahora sí que no podía irme, necesitaba ver la reacción de Brennan, ya no era una opción. Cassie ya me había confesado, de manera indirecta, que estaba enamorada de Brennan, y me moría por saber qué tenía que decir este último al respecto. Agradecí en silencio a Lu por sacar el tema a colación.

Brennan se quedó callado durante algunos segundos, mirando a su hermana. Su mirada era vacía —al parecer Lu había metido el dedo en la herida—, sin embargo, también, logré distinguir algo de resignación y fastidio. A pesar de que intentara evitarlo, el lobo era muy transparente.

Me miró de soslayo y, luego de unos pocos segundos más de silencio, una sonrisa surcó su rostro. Se dirigió a su hermana.

—No la llames haducha sin gracia, envidiosa —Y le apretó la mejillas entre sus manos.

Celebré con su respuesta. No había negado que sintiera algo por Cassie, es más, la había defendido ante Lu. Alhaster estaba todo el tiempo diciéndome que dejara de crear parejas que no existían, ¿y ahora? Me moría de ganas de contarle lo que había escuchado, solo para restregarle en la cara que yo tenía razón.

—¿Envidiosa? ¿Yo? —acotó la líder. Sin duda, ella y Brennan eran idénticos.

—Claro, tienes envidia de sus poderes mágicos y sus alas —bromeó su hermano en respuesta.

—Jamás podría tenerle envidia a una haducha fea como ella —dijo Lu—. Además —miró a Brennan—, ni siquiera tiene buen gusto.

Se formó un silencio en la habitación, pero muy pronto fue interrumpido por mis risas, seguidas de las Brennan. Me sorprendió ver cómo Lu intentaba no reírse para que su herida no doliera, pero de igual manera sonreía de oreja a oreja, sosteniéndose el costado. Era increíble haber pasado de una increíble pena por la historia de Lu, a reírme a carcajadas por una discusión entre los hermanos.

Al parecer, Brennan era muy bueno subiendo la moral.

—Pues, ¿sabes quién está reparando nuestro bosque, luego de la catástrofe que ustedes —Brennan nos señaló a ambas— y el dragón, provocaron, Lu? Nada más y una menos que la "haducha sin gracia"; Creo que lo mínimo que puedes hacer es agradecerle. Además, difiero contigo, hermanita. Creo que Cassie tiene muy buen gusto.

¿Ego? ¿Dónde?, pensé. Me preguntaba quién tendría el ego más inflado, ¿Alhaster, Castiel o Brennan? De seguro que esa sería una pelea muy reñida.

Lu no alcanzó a acotar nada, cuando escuché que alguien llamaba a la puerta principal. Con rapidez, Brennan se levantó y salió de la habitación. Escuchamos sus pasos apresurados y luego el sonido de la puerta al ser abierta.

—¿Qué haces aquí? —cuestionó Brennan molesto

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