P1: Capítulo 8

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Asentí con nerviosismo y vi como una de las chicas en el edificio traía una nueva camisa para el elfo, que, sin vergüenza alguna, se la colocó frente a nosotros y recibió también el látigo que esta le ofreció. Me sonrió como si se tratara de la mejor de las cosas que hubiera tenido el placer de ver y con un aplauso, todos volvieron sus miradas a sus respectivos lugares, olvidándose de nosotros.

Los nervios comenzaban a invadir mi cuerpo de forma frenética. No creía necesario entrenar de forma tan violenta. Mis pies quedarían destruidos y consideraba que estábamos llevando las cosas demasiado lejos.

Casi salí huyendo de la estancia, pero, cuando intenté hacerlo, junto al rey apareció Liatris. Su sonrisa fue un reto, desafiándome a escapar como la cobarde que era. Sus largas piernas marcaron, a propósito, el sonido de sus pasos, por lo que no pude evitar que mis manos se convirtieran en puños.

—¿Ha despertado la princesa? —cuestionó levantando sus delgadas cejas, antes de llevar sus manos tras su espalda y hacer una reverencia a su rey y a mí.

Pude haber jadeado por la sorpresa, pero mi orgullo me dijo que ella disfrutaría de mi atónita reacción, así que me contuve.

—Sí, y está aquí para recibir un entrenamiento especial —respondió Castiel, acercándose a mí.

—Espero que la pequeña no sufra lesiones permanentes, no somos suaves, ¿o sí Castiel? —retó y fue imposible que siguiera en silencio.

—Yo también espero no haberte hecho mucho daño en la mañana, ¿tendrá que ver mi acometida con tu ruidosa entrada? —repliqué y vi como Castiel tosía, para no reírse en la cara de la vidente.

Para mi sorpresa, la elfa asintió y, explicando al rey que iría a revisar si tendrían alguna visita, se retiró. Fruncí el ceño sin comprender. No era como si pudiera saber cuándo estaba dispuesta a refutar o solo resignarse, sin embargo, sí fui consciente de que "las visitas" a las que se refría no eran muy gratas.

—Princesa... —llamó mi atención una de las chicas que sostenía los arcos con anterioridad, y cuando mis ojos se encontraron con los suyos, continuó—. Te concederemos entrenar con lo que llevas puesto, pero cuando tu nivel mejore, entonces cambiarás de atuendo a uno que reforzara la agilidad y precisión. Castiel lo escogió para ti.

—¿Cuándo lo elegiste? —cuestioné volviendo mi mirada al elfo, que solo se encogió de hombros como si no tuviera importancia—. ¿Cómo siquiera sabías que aceptaría? —repetí, haciéndolo reír.

—Una chica menuda y pequeña, en apariencia débil, sin ningún motivo para aceptar algo tan absurdo como las pruebas de cada reino, que nunca dijo que no y que solo aceptó su destino como lo correcto, ¿habría dicho que no a otra forma de obtener lo que desea? —sonrió—. Eres extraña, Ilora de Normandia, pero cobarde no es la palabra que te definiría —. Me sonrojé casi de inmediato, recordando lo mucho que quise huir hacía unos minutos.

—Gracias por confiar en mí —agradecí, rompiendo el silencio y volviendo mi vista a la arquera que seguía la escena sin ninguna intención de interrumpirnos—. Supongo que si lo escogió Castiel, será hermoso.

—Me alegra ver que reconoces el buen gusto cuando lo ves.

—Castiel —llamó su atención el rey—. Luego juegas. Ahora, llévala al primer estadio. Mañana vendré por más informes.

—Sí, mi rey —finalizo Castiel al dedicarle una respetuosa reverencia y tomar mi mano con delicadeza para guiarme por la habitación.

Vi al rey ser escoltado por varios de los presentes y cómo toda la sala se inclinaba, mientras pasaban delante de él. Era como si su sola presencia les dijera que era momento de obedecer, por lo que no me sorprendió que todos continuaran sus silenciosos entrenamientos.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora