P1: Capítulo 12

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Tratando de dejarlo pasar, me levanté y salí del baño. Todo había sido tan rápido que mis intentos de hablar con Haliee fueron en vano. Solo fui arrastrada junto a los demás a la plaza élfica, donde la noche fue inundada por el espíritu de la fiesta. Hermosas linternas de papel de distintos colores decoraban ciertos puestos de comidas y accesorios, una multitud de estrellas adornaba el cielo y la música folklórica élfica, que aprecié cuando pisé por primera vez este reino, ahora era más festiva y estaba acompañada por las danzas de los elfos en torno a la hermosa estatua de su diosa, que pude apreciar se llamaba Shara, al leer la pequeña inscripción ubicada en su base.

Sentada en una de las bancas apreciaba a Cassie intentando opacar a un alegre Brennan en la pista de baile. Querían superarse el uno al otro y los aplausos crecían cada que uno de ellos hacía gala de sus potencialidades. La danza de ella era una combinación entre el vals y un toque gitano, con giros delicados y florituras de manos y piernas. Mientras que la del lobo eran pasos firmes, saltos y acrobacias muy propias de la tierra.

Haliee aplaudía y Piwi se mantenía en silencio tras ella. Así había estado gran parte de nuestra estancia y no dudaba que se debiera a la cantidad de elfos que nos rodeaban.

—Hija —llamó mi atención mi padre con una copa de vidrio en su mano derecha, dejando ver una sustancia fucsia en su interior—. ¿No quieres bailar? Esta fiesta fue hecha en tu nombre, por aprobar la prueba impuesta por el rey.

—Lo siento, papá, estoy cansada. Sabes, recibir azotes todos los días no es lindo —me excusé con una sonrisa de disculpa, ganándome un suspiro de su parte—. No es que me esté quejando, pero creo que iré a dormir.

—Está bien, le diré a Alhaster que...

—No —le interrumpí al señalar con mi dedo índice a mi padrino junto a mi dragón, mientras surcaban los cielos desafiándose con diversas acrobacias—, parecen divertirse compitiendo. Estaré bien, conozco el camino de regreso.

Mis pasos me guiaron hacia la posada donde me hospedaba, la música —que estaba a todo volumen— llegaba hasta mi habitación; pero debí estar demasiado agotada porque lo único que hice fue dejarme caer sobre mi cama y sumergirme en los brazos de Morfeo.

—Descansa pequeña, lo has hecho de maravilla —habló un orgulloso dragón, lo que me hizo sonreír y presionar mi rostro contra aquella suave almohada.

***

El frío helaba mi piel, obligándome a buscar con desesperación una sábana para cubrirme. No podía soñar nada en concreto, solo un vacío negro en el que sentía que mis fuerzas se recuperaban. Era extraño, la oscuridad era tal que por un momento pensé que era media noche, ¿se habría acabado la fiesta? No podía percibir sonido alguno, había demasiado silencio, como si estuviese entrenando otra vez. Era tan incómodo que no me permitía despejar la mente.

Para mi desgracia, no pude ni siquiera intentar seguir durmiendo, al escuchar como alguien tocaba a mi puerta. Algo extraño dado que las chicas no solían hacerlo.

—¿Quién es? —pregunté, aun media dormida.

—¡Tu elfo favorito! —exclamó Castiel y solté un bufido, dándome la vuelta en la cama para mirar hacia la puerta.

—¿Qué quieres? —dije mientras caminaba y vi como esta se abría, mostrando a Castiel con la misma ropa elegante que le había visto usar durante la fiesta.

—Me disculpo por despertarte, pero vine a buscarte para una ceremonia privada. El rey nos espera—explicó con una sonrisa.

—¿Por qué no le dijiste a Cassie o Haliee que me avisaran?

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora