P1: Capítulo 2

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Desconocía el tiempo que había pasado, el calor quemaba mi piel llevándome a abrir los ojos con dolor. La luz que se filtraba por el espacio entre el ala y el suelo era demasiado fuerte y mi vista empezaba a nublarse. Sin embargo, y a pesar de lo normal de ese amanecer soleado que tanto caracterizaba a Umbrarum —al menos a la mayor parte que conocía—, nada había cambiado. No tenía un "buenos días princesa" ni alguna broma como: "me has babeado, Ilora". Me sentí culpable por extrañar la arrogancia de Alhaster de la que muchas veces me quejaba. Solo llevábamos un poco menos de dos meses conociéndonos, o más bien reencontrándonos, y me había acostumbrado a compartir mi vida con él. Era una persona con la cual disfrutaba estar, estaba cómoda a su lado, y no podía negar que mis sentimientos por él habían cambiado. No quería imaginar lo mucho que lo echaría de menos luego de que asumiera mi puesto en la realeza... y me casara.

—Alhaster... —susurré su nombre, saliendo de mi escondite, pero ya no había lágrimas. La frustración y la ira superaban al miedo y eso impedía que llorara—. Regresa, por favor...

—Solo digo que no podemos quedarnos más aquí —pronunció Castiel en tono autoritario—. O nos considerarán sospechosos.

—No podemos movernos, no con Ilora en ese estado y Alhaster débil —dijo mi padre en un tono suave.

—Que Ilora esté en sus momentos sensibles no quiere decir que deje su misión de lado —regañó el elfo—. ¡Ella es la futura reina y debe respetar las leyes de todas las especies!

—Que me cuelguen por esto, pero apoyaré al elfo, ¿acaso tú estás bien, Haru? ¿Le dijiste a tu hija que casi te arrancan un brazo y que en este momento hay una maldita venda en tu hombro? —mis ojos se abrieron de abrupto y giré mi vista hacia donde estaba papá, buscando sangre, pero no hallándola—. Ya no hay nada, Haliee lo curó, luego de pedirle que dejara de rogarte para que salieras del ala del dragón —dijo Cassie mirándome y tragué un nudo sin poder mediar palabra—. ¿Has visto a Brennan? —negué y empecé a tratar de localizar al lobo entre los demás, pero no estaba—. Bueno, él te cargó ayer, aun cuando sus patas fueron heridas durante su transformación, ¡¿Tienes una maldita idea de lo difícil que le fue volver a ser humano sin desangrarse?! ¡Pues no te haces una idea lo que es que casi te quiten un ala y que Piwi tuviera que intentar correr al nivel de un hada y un licántropo!

—Yo...

—¡No se te ocurra disculparte, eres una maldita princesa, sé caprichosa, pero al menos trata de hacernos creer que te importamos! Es eso lo que hacen los tuyos, después de todo —me dio un último vistazo y se sentó en el suelo devorando un enorme trozo de carne —. Y, antes de que lo preguntes, no te odio. Igual, de no ser por ti, estaría muerta —finalizó con unas sonrisa, entre un gran bocado de carne, y volvió su vista a su comida, dejándome perpleja.

Tenía razón, estaba siendo egoísta con todos, mi dolor por no tener a quien quería a mi lado estaba nublando la promesa que les había hecho. Me compuse, arreglando mi cabello como pude e irguiendo la espalda en señal de que me encontraba mejor. Basta de actuar como la princesa caprichosa que, en el fondo, sabía que todavía era.

—Bien, deberíamos ir al palacio pronto. Castiel tiene razón —acepté, sorprendiendo a papá y ganándome un asentimiento del hada, que no hablaba debido a la comida en su boca—. Y aunque Cassie no quiera oírlo... —la vi poner los ojos en blanco— De verdad lo siento. Creo que a veces olvido quién soy ahora, y sigo actuando como la niña consentida de Haru.

—No me digas —añadió Castiel con sarcasmo, recibiendo un codazo de mi padre.

Mientras me permitía reír un poco ante lo absurdo de la situación, de los cielos descendió Luigi. En sus ojos se notaba que le divertíamos.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora