P2: Capítulo 37

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—He vivido en esta manada desde que tengo memoria, Ilora. He crecido aquí, y todos quienes aquí viven, saben por lo que he pasado. Ha sido hogar de mis mejores recuerdos, pero también de una horrible pesadilla —comenzó Lu, helándome la sangre. La expectación y el nerviosismo por saber lo que vendría eran cada vez mayores—. Todo comenzó hace unos ocho años, cuando Brennan y yo nos quedamos solos. Papá murió poco después de que mi madre se embarazara de mí, en un ataque por parte de unos asaltantes a nuestro sector. Era un lobo guardia, ¿Brennan te lo contó alguna vez?

—No, Brennan es muy reservado respecto a sí mismo... —expliqué dudosa.

—Y tiene sus razones, créeme, ahora sabrás por qué —añadió—. ¿Supongo que tampoco sabes a qué me refiero con "un lobo guardia", verdad? —Negué con la cabeza—. Son quienes protegen nuestro sector, Ilora, licántropos que deciden, por voluntad propia, permanecer casi toda su vida en forma animal, para generar una línea de protección de alrededor de cada tribu. Muchos de ellos mueren ejerciendo su deber y, cuando esto sucede, son recordados como héroes.

—Lu, si tu padre era guardia, ¿lo veías alguna vez?

—Bueno, nunca lo conocí. Tal como te dije, él murió poco después de que yo fuera concebida —contuve el aire ante su respuesta, no podía creer que había sido tan estúpida. Sin embargo, al instante, Lu siguió hablando con normalidad, aliviándome—: Pero Brennan sí. Según me contaba, tenía una semana libre al mes, en la cual volvía a su forma humana e iba a verlos. Yo voy a verlo una vez al mes, al cementerio, tienen uno muy grande y lindo en cada tribu.

—¿Y... qué pasó con tu madre? Dijiste que tú y Brennan se quedaron solos hace ocho años.

—Yo tenía dieciséis años cuando ella murió. Pescó un resfriado un día lluvioso, pero pasó semanas restándole importancia, tenía mucho que hacer en casa y no quería preocuparnos. Al final, y debido a que ninguno de nosotros pasaba el tiempo suficiente aquí —yo comencé a salir con mis amigas y Brennan entrenaba todo el tiempo—, no nos dimos cuenta hasta que se había agravado demasiado. Solo se nos fue de las manos, no hubo manera de salvarla.

Lu volvió a fijar su mirada en el techo, sus ojos parecían haberse aguado, abrumada por la culpa y la nostalgia, pero antes de permitirme decir cualquier cosa, prosiguió con su historia.

—Sin embargo, a pesar de convertirnos en huérfanos, nunca estuvimos solos. Muchas familias de nuestra manada eran fieles amigos de nuestros padres y cuidaron muy bien de nosotros por un tiempo. O más bien de mí, pues Brennan ya tenía veinticuatro años y además de sí mismo, se ocupaba de mí.

—Espera, ¿Brennan tenía veinticuatro hacía ocho años? ¿Eso significa que ahora tiene...?

—Treinta y dos... ¿Es un viejo, no crees? —bromeó Lu—. Ahora yo tengo veinticuatro y, debido a su destierro, que duró ocho años en los cuales no envejeció, ahora aparentamos la misma edad.

Recién entonces lo entendí. Era probable que el trauma de Lu hacia el fuego se hubiera producido hacía ocho años, así que, lo que fuera que hubiera pasado, podría tener relación con el destierro de Brennan de Umbrarum.

—El punto es que, luego de unos meses de la muerte de mi mamá, el alfa de la manada, Hitch, comenzó a acercarse a mí —Lu había retomado su seriedad, mirando el techo con fijeza—. Y eso habría sido bueno, el problema es que él no se acercó a apoyarme, sino que más bien comenzó a acosarme. Me seguía, se me insinuaba, me acorralaba, intentaba besarme, cualquier cosa que se le ocurriera para afectarme y mantenerme inquieta era bienvenido para él. Disfrutaba el papel de cazador y yo era la presa. Lo aborrecía, siempre lograba huir de él o, en su defecto, Brennan lograba que se alejara de mí. Pero nunca le tuve miedo, Hitch no era alguien de quién una chiquilla, que se creía buena para todo, tuviera que huir. Estaba segura de que algún día se cansaría. Además, me sentía resguardada por Brennan y la manada.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora