P2: Capítulo 29

1.6K 272 47
                                    

No recordaba la última vez que había descansado tan bien. Tenía vagos recuerdos sobre lo que había pasado a medianoche. Sin embargo, el par de cálidos brazos que me acogían con ternura, me confirmaban que no había sido un sueño. Giré sobre mi costado, tratando de no moverme demasiado, y observé a Alhaster dormir. Mis brazos estaban en su pecho y estuve tentada a delinear su rostro.

Era luna menguante, pero había estado tan cansada el día anterior que ni siquiera había estado consciente de las fechas. No hasta que Alhaster había aparecido. Sonreí, viendo la pequeña agitación en sus ojos y como fruncía su frente, mientras dormía. Era una imagen agradable y una buena vista por la mañana.

No sé cuánto tiempo estuve solo observando, pero un fuerte estruendo en la puerta me puso alerta. Alhaster abrió los ojos y, antes de que fuera consciente, me había girado y colocado bajo él, levantándose en posición de ataque. No tengo idea de cómo lo hizo.

—¡Alhaster! —gritó papá atravesando su espada en mi cama.

Jadeé y me arrastré hasta estar contra la pared.

—¡Sabía que estarías aquí, maldita lagartija!

Las palabras se negaban a salir de mis labios. No sabía si sentirme avergonzada por ser encontrada en la cama con un hombre, asustarme por su exabrupto u ofenderme por la manera en que entraba a mi habitación.

—Yamato, ¿qué es lo que te pasa? ¿No puedo dormir ahora? —cuestionó Alhaster con diversión y se levantó para estar frente y al nivel de mi padre.

No estaba desnuda, pero no sé por qué tuve la imperiosa necesidad de cubrirme con las sábanas, por lo que las arrastré hasta mi cuello.

—¡Por supuesto que no puedes! ¡No con mi hija! —Haru blandió la espada con agilidad, y la apuntó a mi protector.

—Cálmate, papá, pareces poseído —comenté, deslizándome fuera del colchón, y colocándome en medio de ambos.

En ocasiones como esa, me preguntaba si Haru era consciente de mi edad. Eso o le faltaba definir mejor sus prioridades, considerando que no intervenía más que lo necesario cuando recibía entrenamientos poco ortodoxos, pero sí cuando decidía dormir con alguien.

Escuché a Alhaster reír y vi a mi padre cada vez más enojado.

—Buenos días, princesa —saludó mi protector y supe que estaba en la mitad de un juego estúpido, cuando Alhaster colocó su mano en hombro.

—Lo hace a propósito, Ilora —murmuró papá y volvió la vista al rubio a mi lado.

—Déjala vivir, Yamato. A su edad te habrías casado de haber...

Lo próximo que supe es que papá le había dado un puñetazo en el rostro a Alhaster.

Incluso a mí me dolió, pero resultó ser gracioso para Alhaster, que no dejaba de reírse ante la cara de asombro de papá.

—¿Por qué le pegaste? —cuestioné a papá, descartando el atender a Alhaster, pues ni la sangre en los dientes le hacía contener la risa.

—Déjalo, Ilora, me lo merecía —explicó mi dragón y yo los observé a ambos confundida.

—¿Recuerdas lo que solías decir sobre abrirme los ojos, Alhaster? Pues bien, ese fue mi arreglo de nariz para ti.

No pude entender, pero los implicados sí lo hicieron, pues ambos rieron como idiotas. Acababa de ser testigo de un chiste interno muy retorcido.

—Maduren —dije y caminé al baño.

Necesitaba estar lista antes de que Lu llegara.

Como perro y gato, mi padre persiguió a Alhaster fuera de la habitación. Aunque no lo admitiera, mi padre era un niño cuando estaba con mi dragón. Lo que me alegraba, en realidad, pues le ayudaba a manejar los niveles de estrés.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora