Besos con sabor a muerte© (18...

By aoi_sky

9.5M 653K 789K

BILOGÍA DULCE AGONÍA (LIBRO I) Tras la muerte de sus padres, el mundo de Aisa se derrumba: su inestable mente... More

¡¡BCSAM EN FÍSICO!!
ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏ́ɴ
⚠️ᴀᴅᴠᴇʀᴛᴇɴᴄɪᴀs ⚠️
ᴇᴘɪ́ɢʀᴀғᴇ
ɪɴᴛʀᴏᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 1: ɪɴsᴀɴᴀ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 2: ᴜɴ ᴅɪ́ᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ, ɴᴀᴅᴀ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 3: sᴏʟᴏ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴀᴛᴏ ᴍᴀ́s
ᴄᴀᴘ 4: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴜɴᴀ
ᴄᴀᴘ 5: ᴅᴇᴄɪsɪᴏ́ɴ sᴜɪᴄɪᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 6: ¡ᴀʟ ᴀᴄᴇᴄʜᴏ!
ᴄᴀᴘ 7: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɴᴏ ᴄᴀsᴜᴀʟᴇs
ᴄᴀᴘ 8: ᴘᴀᴄᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 9: ɪʀʀᴀᴄɪᴏɴᴀʟ
ᴄᴀᴘ 10: ᴍᴇ ǫᴜɪᴛᴀsᴛᴇ ᴛᴏᴅᴏ, ᴀʜᴏʀᴀ ᴛᴇ ᴀɢᴜᴀɴᴛᴀs
ᴄᴀᴘ 11: ᴀʏᴜ́ᴅᴀᴍᴇ ᴀ ᴍᴀᴛᴀʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 12: ʟᴀ ᴄʜɪᴄᴀ ᴛᴇʀʀᴏʀɪsᴛᴀ
ᴄᴀᴘ 13: ᴛᴇɴ ᴄᴜɪᴅᴀᴅᴏ ᴄᴏɴ ʟᴏ ǫᴜᴇ ᴅᴇsᴇᴀs
ᴄᴀᴘ 14: ʙᴇsᴏs ᴄᴏɴ sᴀʙᴏʀ ᴀ ᴍᴜᴇʀᴛᴇ
ᴄᴀᴘ 15: sɪɴ sᴇɴᴛɪᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 16: ᴀs... ¡ᴛᴇ ᴅᴇsᴄᴜʙʀɪ́!
ᴄᴀᴘ 17: ᴜɴ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ ᴇɴ ᴄᴏᴍᴜ́ɴ
ᴄᴀᴘ 18: ᴀᴘʀᴇɴᴅɪᴢ ᴅᴇ ᴀsᴇsɪɴᴏ
ᴄᴀᴘ 19: ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ sɪᴇᴍᴘʀᴇ sᴇʀᴀ́ ᴜɴ ᴀsᴇsɪɴᴏ
ᴄᴀᴘ 20: ᴄɪ́ʀᴄᴜʟᴏ ᴠɪᴄɪᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 21: ᴢᴀᴄ, ᴀᴍᴇ́ʀɪᴄᴀ ʏ ᴀᴍᴀɴᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 22: ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴏs ɪɴᴇsᴘᴇʀᴀᴅᴏs
ᴄᴀᴘ 23: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ɪᴍᴘᴏsᴛᴏʀ
ᴄᴀᴘ 24: ᴢᴀᴄ, ᴀɪsᴀ ʏ ᴀs
ᴄᴀᴘ 25: ᴇʟ ᴏʙᴊᴇᴛᴏ ᴅᴇ ᴍɪ ᴘʟᴀᴄᴇʀ ʏ ᴅᴇsᴇᴏ
ᴄᴀᴘ 26: ᴍɪ ᴏʙsᴇsɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 27: ᴍᴀʀᴄ
ᴄᴀᴘ 28: ᴇɴғʀᴇɴᴛᴀᴍɪᴇɴᴛᴏ
ᴄᴀᴘ 29: ᴍᴇ ᴠᴏʏ
ᴄᴀᴘ 30: ᴇʟ ᴘʀɪᴍᴇʀ ʏ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ʙᴀɪʟᴇ
ᴄᴀᴘ 32: ʜᴇʀᴍᴀɴᴀs
ᴄᴀᴘ 33: sᴏʟᴏ ᴄᴏɴ ᴇ́ʟ
ᴄᴀᴘ 34: ᴀᴄᴏsᴀᴅᴏʀᴀ
ᴄᴀᴘ 35: ʀɪᴠᴀʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 36: sɪɴ ʀᴀsᴛʀᴏ
ᴄᴀᴘ 37: ᴛʀᴀɴǫᴜɪʟɪᴅᴀᴅ
ᴄᴀᴘ 38: ᴊᴜᴇɢᴏs ᴅᴇ sᴇᴅᴜᴄᴄɪᴏ́ɴ
ᴄᴀᴘ 39: sᴏsᴘᴇᴄʜᴀs
ᴄᴀᴘ 40: ᴛʀᴀᴛᴏ ʜᴇᴄʜᴏ
ᴄᴀᴘ 41: ʟᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ᴠɪ́ᴄᴛɪᴍᴀ
ᴄᴀᴘ 42: ᴄᴜʟᴘᴀʙʟᴇ
ᴄᴀᴘ 43: ɴᴏ ᴛᴇ ᴄᴏɴғᴜɴᴅᴀs
ᴄᴀᴘ 44: sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs ᴄᴏɴғᴜsᴏs
ᴄᴀᴘ 45: ᴇxǫᴜɪsɪᴛᴏ ʏ ʜᴇʀᴍᴏsᴏ
ᴄᴀᴘ 46: ᴍɪᴇᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 47: ɴᴏ ᴇsᴘᴇʀᴇs ɴᴀᴅᴀ ᴅᴇ ᴍɪ́
ᴄᴀᴘ 48: ɪᴅᴇɴᴛɪᴅᴀᴅ ʀᴇᴠᴇʟᴀᴅᴀ
ᴄᴀᴘ 49: ʟᴏ sɪᴇɴᴛᴏ,ᴍᴇ ʜᴇ ᴇɴᴀᴍᴏʀᴀᴅᴏ ᴅᴇ ᴛɪ
ᴄᴀᴘ 50: ǫᴜᴇ́ᴅᴀᴛᴇ ᴀ ᴍɪ ʟᴀᴅᴏ
ᴄᴀᴘ 51: ᴇʟ ᴀsᴇsɪɴᴏ ᴅᴇᴛʀᴀ́s ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀ́sᴄᴀʀᴀ
ᴄᴀᴘ 52: ᴅᴏʟᴏʀ
ᴄᴀᴘ 53: ᴀᴅɪᴏ́s
ᴇᴘɪ́ʟᴏɢᴏ

ᴄᴀᴘ 31: ᴇʟ ᴜ́ʟᴛɪᴍᴏ ᴏʙᴊᴇᴛɪᴠᴏ

7.9K 610 60
By aoi_sky

As

Mantengo la mirada puesta sobre la gran casa frente a mí; siluetas de los habitantes pasan de vez en cuando y se dejan ver a través de las ventanas. Las luces de una habitación en la segunda planta se encienden, se ve la sombra de una chica que, después se asoma por la ventana. Mira hacia el cielo, observa la luna y sonríe.

Esa chica de piel morena y cabello castaño tiene mi edad, y con solo verla evoco docena de recuerdos. He de admitir que ninguno es desagradable del todo, pero aun así deseo eliminarlos y a ella junto con ellos.

En la última semana la he estado observando, a ella y a su familia. Son muy unidos y se nota que es una chica muy feliz. Por esa razón, disfrutaré más cuando la mate.

Es posible que se sienta observada, porque en cierto momento mira hacia donde me encuentro, pero no logra verme, pues la espesa vegetación me oculta de su vista. Minutos después se aleja de la ventana y la cierra.

Espero hasta que todas las luces se apagan, entonces salgo de las sombras. Hay dos guardias custodiando la casa, no me sorprende, es más, me sorprendería que no hubiera nadie. He memorizado sus movimientos, para saber en que cual es el mejor momento para atacar a cada uno de ellos. Como van armados, debo tener mucho cuidado.

Me escabullo de manera sigilosa, y cuando me aseguro de que el primer guardia se haya ido a hacer su ronda, me acerco al segundo por detrás, pero me siente llegar y se gira de inmediato. No puedo permitir que dé aviso, así que me abalanzo sobre él y caemos los dos hacia atrás, antes de que pueda hacer uso de su arma, mi cuchillo ya a travesado su tráquea.

Me apresuro antes de que su compañero vuelva, me encamino por donde se fue y me escondo cuando le visualizo; viene de regreso, andando tranquilamente sin sospechar que su amigo yace muerto. Cuando pasa a mi lado, salto sobre él y muere antes de siquiera darse cuenta de lo sucedido. Respiro tranquilo y maniobro mi cuchillo en el que se refleja la luna. Entonces con toda la calma del mundo, me dirijo al interior de la casa.

Cuando llego a la habitación de la chica, abro la puerta y observo el interior; la luz de luna se trasluce por las delgadas cortinas de la ventana y baña su silueta sobre la cama. Paso la lengua por mi labio superior y camino hacia ella. Está de espaldas a mí. La sábana descansa a sus pies, y su cuerpo solo está cubierto por un pantalón de algodón rosa y una pequeña blusa de tirantes blanca.

Saco mi cuchillo, coloco una rodilla sobre el colchón, y entonces ella se remueve para después girar su cuerpo hacia mí. Al verme, muestra sorpresa y miedo. Con rapidez pongo mi mano sobre su boca, para impedir que grite. Comienza a retorcerse, pero me coloco sobre su cuerpo para someterla, y las lágrimas comienzan a deslizarse por sus mejillas. Sus bonitos ojos traslucen el miedo que siente justo ahora y éste provoca que mi emoción y excitación crezcan.

—Si gritas voy a matarte en menos de un segundo. ¿Entiendes? — Mantengo una sonrisa maliciosa. Ella asiente con efusividad y entonces retiro mi mano de su boca.

Se queda quieta y silenciosa. Sus labios tiemblan, al igual que su cuerpo lo hace debajo del mío. Sujeto sus manos con una sola, y con la otra sostengo el cuchillo para deslizarlo por su mejilla, mentón y cuello, hasta su clavícula; no corto, solo la acaricio con suavidad.

—Eres el Asesino de la Luna —dice en un susurro, y sonrío—. ¿Por qué estás aquí?

—¿Por qué crees tú que estoy aquí?

—Vas a matarme.

—Así es. —El terror vuelve a su mirada, y las lágrimas se incrementan.

—¿Por qué? ¿Por qué yo?

—De hecho, vengo por tu padre —digo y abre sus ojos a tope.

—¡No, por favor! —Pongo el cuchillo sobre sus labios para que deje de hablar.

—No alces la voz.

—No les hagas daño a mis padres —solloza.

—Ellos me hicieron daño a mí. —Tras mis palabras su ceño se frunce. Me escruta lenta y cuidadosamente; entonces, la confusión se apodera de su mirada. De un momento a otro su cuerpo se relaja por completo y deja sus manos tendidas a sus costados. Aprisiona sus labios entre los dientes y su llanto incrementa.

—Dominik —susurra, y sonrío.

Una de sus manos sube con inseguridad y toca mi mascara. La desliza hasta sacarla por completo de mi rostro. Un jadeo sale de sus labios al comprobar su sospecha. El intento de brillo de sus ojos se disipa segundos después. Con las yemas de sus dedos acaricia mis mejillas y delinea cada una de mis facciones.

—Hola, Clara —saludo, y sonrío de lado.

—Hola, Dominik. —Su voz suena débil y apenas audible. Baja la mano y la deja posar a su costado. Un profundo suspiro sale de sus labios.

—¿No te da alegría verme? —pregunto sin desvanecer mi media sonrisa.

—Ha sido sorpresivo, todo este tiempo creí que estabas muerto.

—Me imagino.

—No entiendo, ¿cómo es que estás aquí?

—Está claro que muerto no estoy, y como has de imaginar, he venido a cobrar venganza.

—¿En verdad vas a matarme?

—Sí.

—¿Por qué? ¿Qué fue lo que yo te hice?

—Tú sabes lo que hiciste.

—¿Acaso no pasábamos agradables momentos cuando éramos novios?

—Por supuesto, hasta que decidiste traicionarme.

—¡No lo hice! Dominik, lo de tu familia no tiene nada que ver conmigo.

—Me engañaste para que saliera de viaje contigo, mientras tu padre y sus socios aprovechaban para matar a mi familia. ¿Vas a negar que no fue así?

—Yo... no sabía que eso pasaría.

—No te creo.

—No le hagas daño a mi padre, por favor.

—¿Por qué no?

—Dominik... ¿recuerdas lo mucho que nos divertíamos? —pregunta, tratando de distraerme.

—Oh, lo recuerdo.

—¿No te gustaría que volviéramos a aquellos días? Tú sabes lo mucho que me gustabas. La verdad es que no has dejado de gustarme.

—Tú también me gustabas. —Subo el cuchillo y encajo la punta en la piel, a lo que hace una mueca de dolor—. Pero ya no me gustas más.

—E-eso podría cambiar.

—No lo creo.

—Vamos, Dominik. —Intenta seducirme, paseando sus manos por mi abdomen—. Te he extrañado mucho.

—Ah, ¿sí?

—Sí, nadie es como tú, Dominik.

—Eso lo sé.

—¿Por qué no me llevas contigo? Sé que vamos a divertirnos mucho. —Sus manos se escabullen debajo de mi playera, lo que me ocasiona escalofríos muy desagradables.

—¿Crees que con esta clase de trucos vas a distraerme de mi objetivo principal?

—S-solo extraño la diversión que solíamos tener.

—¿Quieres diversión? —Salgo de encima de ella, tiro de su cabello y la saco de la cama—. Solo espera, Clara, estás a punto de presenciar el espectáculo más divertido de tu vida.

—¡Dominik, me haces daño!

—Es poco en comparación con lo que se viene, cariño. —La saco de la habitación y la arrastro por el pasillo—. ¿Cuál es la habitación de tus padres?

—¡No voy a decirte!

—Bien, la encontraré por mí mismo, no será difícil.

—¡Por favor, Dominik, detente!

—¿Por qué?

—¡Matar a mi padre no te devolverá a tu familia!

—Tienes razón, pero me dará mucho placer.

—¡Estás demente!

—Sí, lo estoy.

Abro cada una de las puertas a mi paso hasta que logro dar con la habitación indicada. El portazo hace que de inmediato su padre se reincorpore sobre la cama y prenda la lámpara de noche.

—¿Clara, eres tú? —pregunta somnoliento.

—¡Papá!

—¿Clara? —El miedo en la voz de su hija no le pasa desapercibido, lo que le hace despertar por completo. Su esposa, que está a su lado, también se reincorpora y mira hacia nosotros. Enciendo la luz. Una vez que ambos me miran, el terror en sus rostros queda visible—. D-Dominik.

—Hola.

Aprieto el cuchillo contra el cuello de Clara, esta vez con más fuerza, provocando así la salida de la sangre. Ver la cara de ese hombre hace que me sienta tan furioso, que lo único que quiero es despellejar a su hija frente a sus ojos para hacerlo sufrir.

—¿Cómo es que estás aquí? ¡Se supone que estás muerto!

—Oh, vamos. No te hagas el sorprendido: si eres tú quien ha estado ayudándome. Pero supongo que no esperabas que diera contigo tan pronto.

—¿De qué hablas? No he estado ayudándote. ¡Ni siquiera sabía que estabas vivo!

—¡Mientes!

—¿Por qué mentiría? No gano nada con eso.

—¿Estás diciendo que no eres tú quien ha manipulado los medios?

—Desearía tener el poder para hacer eso...

—Tuviste el poder suficiente para encontrar un cuerpo que reemplazara el de mi hermana, así como para entregarme certificados de defunción falsos. ¿Por qué debería creer que no eres tú quien cubre mis huellas?

—Así que Gretel sí está viva y tú eres quien ha estado asesinado a todos.

—Por supuesto, ¿quién creías que era?

—Pensé que ellos habían mandado a matarnos.

—¿Ellos?

—Cuando comenzaron todas estas muertes, supe que también llegaría mi momento, pero nunca imaginé que serías tú quien me matara.

—Creo que debiste cerciorarte de que realmente estuviera muerto.

—Debí matarte yo mismo —dice y sonrío.

—Y pensar que me engañaste cuando dijiste querer ayudarme.

—No tenía opción.

—Explícate.

—Tu padre se metió con la persona equivocada y nos arrastró a todos. Ninguno de nosotros tuvo opción. Era colaborar con ellos o morir al igual que tu familia.

—¿Quiénes son ellos?

—No lo sé. Yo solo recibí ordenes, pero nunca supe de quién provenían.

Trato de aparentar calma, pero me encuentro bastante conmocionado. Siempre creí que él y Fabian Parker eran quienes habían liderado el complot contra mi padre.

—Cortaré el cuello de Clara en este momento si no se ponen de pie. —No hace falta repetirlo dos veces, pues enseguida ellos salen de la cama—. Tú. —Miro a la esposa—. Átalo a la silla —ordeno, apuntando una silla frente a un escritorio. La mujer duda unos segundos, pero después obedece y ata a su esposo a ésta con sus propias corbatas.

—No les hagas daño a ellas, por favor.

—Eso depende de lo bien que te portes. —Aviento a Clara con fuerza hacia el suelo, se levanta y corre a los brazos de su madre. Me acerco a Fernando y juego con mi cuchillo alrededor de su cuello. —Clara, ata a tu mami.

—Por favor, Dominik... —comienza a suplicar Clara, pero conforme los segundos pasan, mi paciencia se va agotando—. ¡Ten piedad de nosotros!

—¿Por qué debería de tenerla? ¿Acaso tu padre la tuvo a la hora de matar a mi familia?

—¡Yo no los maté! —exclama Fernando.

—Pero fue como si lo hubieras hecho.

—¡No! Él se buscó su propia muerte.

—Clara, obedece.

—¡No!

—¿No? —Encajo con fuerza el cuchillo en el omoplato derecho del hombre, que comienza a gritar mientras la sangre se desliza hasta el suelo. —Clara, obedéceme ahora o la próxima vez perforaré el cráneo de tu papi.

Llorando, Clara obedece y ata a su madre. Estudio la situación, paso mis manos por mi cabello y cierro los ojos, frustrado. Nada resulta como deseo. Voy por Clara y la aviento sobre el colchón.

—¡No la toques! —grita su padre, pero yo me divierto con la desesperación de su voz.

—¿No quieres que la toque, Fernando? ¡Impídelo!

—¡Eres un maldito monstruo!

—Tienes razón...

Aprisiono a Clara debajo de mí, tomo sus manos y las llevo por encima de su cabeza, después paso el cuchillo por su mejilla para rasgarla un poquito. Ella llora y se tuerce debajo de mi cuerpo. Su dolor me provoca uno de los mayores placeres que una persona como yo puede sentir.

—¡Grita, grita, grita! —exclamo con locura mientras rasgo su cuello, su clavícula y su pecho. Ella llora con más fuerza y sus padres luchan por zafarse de las sillas, mientras suplican que suelte a su querida y preciosa hija.

Sus gritos cargados de dolor son sin duda alguna placenteros; me envuelven en un delicioso éxtasis, y, sin embargo, no se compara en nada con el placer y excitación que me provocan los gritos de la pequeña. Pero ella no está, y yo disfrutaré mucho torturando a esta otra.

Rasgo su blusa y dejo descubierto su abdomen. Continúo cortando y alentándome con sus gritos de dolor. Rasgo por aquí y por allá, y dejo de hacerlo cuando su cuerpo está cubierto por una capa de sangre, pero me desilusiono cuando Clara se desmaya. Bufo al ver lo poco que aguanta. Me levanto de su cuerpo y miro a sus padres, que me asesinan con la mirada. Sonrío arrogante, y doy vueltas alrededor de la esposa de Fernando. Ella solloza cuando paso el cuchillo alrededor de su cuello.

—Tal vez ya estés dispuesto a hablar. Ahora dime, ¿quién mandó matar a mi familia?

—No lo sé.

—¡Tienes que saberlo! Fuiste tú quien se hizo cargo del papeleo. Te creí cuando dijiste que el incendio fue un accidente. Me hiciste creer que mi hermana lo había iniciado, ¡pero estaban muertos desde antes de que comenzara! ¿Cómo pudiste engañarme diciendo que Gretel estaba muerta?

—Yo solo seguí ordenes, Dominik. Era tu familia o la mía. ¡Tienes que entender!

—Tal vez lo entienda si me dices quién te lo ordenó.

—No lo sé.

—¡Tienes que saberlo!

—¡No lo sé! Tú padre se metió con las personas equivocadas. Solo cosechó lo que sembró.

—Dime algo... ¿era mi padre una mala persona?

—Tal vez lo era; después de todo crio a un asesino.

—Quien soy ahora no tiene nada que ver con el tipo de persona que fue mi padre.

—Él tuvo lo que merecía —dice, provocando que mi ira aumente.

—¡Y tú tendrás lo que mereces!

—Si quieres matarme hazlo, pero deja a mi hija y a mi esposa en paz.

—Eso no sería divertido, lo que quiero es verte sufrir.

—Maldito...

—Dices que ustedes no tuvieron nada que ver con su muerte, ¿entonces por qué huyeron de la ciudad? Después de que mi familia muriera, todos los socios de la empresa de mi padre la abandonaron. ¿Por qué?

—No tuvimos opción. Fuimos obligados a hacerlo; la traición a tu padre, la información falsa sobre el incendio y sobre sus muertes. Todos, todos fuimos obligados a hacerlo. De no haberlo hecho, habrían asesinado a todas nuestras familias.

—Y de manera cobarde, decidieron sacrificar a la mía.

—¡Te digo que no teníamos más opción! ¿No ves el poder que tienen? No hubiera servido de nada decir la verdad. De todas formas, ellos nos habrían silenciado y fácilmente hubieran manipulado la información, como hasta ahora.

—Quiero que me digas quiénes son «ellos». Si no me dices toda la verdad, mataré a Clara frente a ti, y no importa cuánto implores, no me detendré.

—No importa lo que haga; de todas formas, moriremos —dice para mi sorpresa—. No sé quiénes son, pero sé que, si decimos algo nos matarán, así que da igual; si no nos matas tú, entonces ellos lo harán.

Enardecido, sujeto el cuchillo con fuerza y corto las ataduras de su esposa. La tomo del cabello y la obligo a ponerse de rodillas frente a su él. Ella llora y suplica que no le haga daño, pero piedad no es una palabra que se encuentre en mi vocabulario. Enredo mis dedos en su cabello, hago su cabeza hacia atrás y comienzo a cortar su cuello. Fernando se muestra horrorizado; su dolor e impotencia me llenan de satisfacción.

—Pide ayuda a tu esposo —insto a la mujer—. ¡Dile que te salve!

Ella intenta gritar, pero ya no puede hacerlo, pues mi cuchillo destroza sus cuerdas vocales. Suelto su cabello y cae al suelo. Lleva sus manos a su cuello e intenta parar el sangrado, pero es imposible. Sus mortecinos ojos recriminan a su esposo el acto imperdonable que los llevó a la ruina.

—¡Eres un maldito! —llora Fernando—. ¡Vas a pagar por eso!

—Eres tú el que está pagando por sus actos, ¿pensaste que te saldrías con la tuya? ¿Qué se siente perder a la gente que amas?

—¡Maldito!

—¡Dime cuánto te arrepientes de la traición a mi padre!

—¡No me arrepiento de nada!

—Ah, ¿no?

Camino al baño y lleno un contenedor con agua, regreso a la habitación y lo vacío sobre Clara. Ella despierta confundida, mira hacia su padre y comienza a gritar una vez que ve el cuerpo de su madre. Corre, se hinca a su lado, la toma en su regazo y la llama. Su ropa se llena de la sangre de su progenitora, y sus lágrimas caen, contrastando con el líquido rojo. La escena ya no me parece tan placentera como al inicio y solo quiero acabar con esto lo más pronto posible. Tomo a Clara del cabello y la levanto.

—¿Sigues sin lamentarlo, Fernando? —Coloco el cuchillo sobre el cuello de su hija.

—¡No, a ella no le hagas daño!

—Dime cuánto lo lamentas y me lo pensaré.

—¡No importa lo que hagas, tus padres no van a volver! ¡Entiéndelo!

—Eres tú el que aún no entiende lo que está a punto de ocurrir aquí. —Beso el cuello de Clara, haciéndola estremecer—. Te dolerá lo suficiente ver cómo mato a tu hija, o crees que sea necesario que veas cómo me divierto con ella. —Su quijada se aprieta por mis palabras y sonrío.

Sin quitar el cuchillo del cuello de Clara, deslizo una de mis manos y la introduzco en su pequeña blusa, acaricio su vientre y subo de manera lenta. Su respiración se hace más profunda, y el miedo que fluye de su interior es casi palpable. Jadea cuando aprieto uno de sus senos, mientras sigo observando a su padre, consumido por el dolor y la impotencia.

—¡Deja de tocar a mi hija, maldito bastardo!

—Clara... ¿Quieres ver algo interesante?

La empujo hacia atrás y cae fuertemente sobre el piso de madera. Camino hasta su padre, me coloco detrás de él y comienzo a torturarlo frente a ella, para después terminar rasgando su cuello con tanta fuerza, que la cabeza se desprende del cuerpo. Horrorizada, Clara se pone de pie y sale de la habitación. Voy tras ella, la alcanzo en el pasillo y me abalanzo sobre su cuerpo.

—¡Detente, Dominik! —implora, y se ahoga en su llanto.

—¿A caso no te estás divirtiendo? Te prometí un gran espectáculo.

—¡Estás loco, vete y déjame en paz!

—Pronto me iré, solo falta matarte.

—¡No, no, por favor!

Levanto el cuchillo y comienzo a apuñalarla una y otra vez sin compasión alguna. Su sangre salpica todo alrededor y se forma un charco debajo de ella. No siento remordimiento ni pesar. Incluso me ensaño más y saco toda mi frustración en cada apuñalada que doy.

Me detengo cuando su cuerpo ha quedado destrozado.

Me levanto del cuerpo y con desesperación paso las manos por mi cabello. Sin perder más tiempo, voy en busca de la máscara que quedó en la habitación de Clara. Cuando me hago de ella, me observo a través del espejo del tocador; mi rostro está lleno de sangre y una sonrisa rota se pinta en mi rostro.

Estoy por salir cuando algo llama mi atención; hay una foto sobre una repisa. Es una foto grupal. En ella salimos Clara, yo y todos mis antiguos compañeros. Ver la oscura alegría que mi rostro reflejaba en aquellos días me hace sentir enfermo. Con furia arrojo el portarretratos que se hace añicos al estrellarse contra el suelo. Después tomo la foto y la rompo en varios pedazos, salgo de la habitación y abandono el lugar y salgo para perderme en la oscuridad de la noche. Estoy tan decepcionado de todo esto. Creí que Fernando era el principal culpable; que, si lo mataba a él, se acabaría todo.

—¿En qué estabas metido, padre?

No puedo imaginar el tipo de personas con las que se enredó, mucho menos el tipo de negocios que hizo como para que lo llevaran a la muerte. No solo a él, sino a toda mi familia.

Tal vez muera sin saber qué ocurrió en verdad.

Me siento en la banca de un parque mientras busco la manera de despejar mi mente. El aire fresco acaricia mi rostro y juguetea con mi cabello, lo que me provee de una sensación agradable de paz y tranquilidad; aunque, mi placer se ve prontamente perturbado por risas infantiles.

Miro hacia el lugar donde provienen; un par de niños juegan en el césped, y a unos cuantos metros sus padres les observan con una sonrisa. Es allí cuando pienso en mis padres y hermanos. Entonces, recuerdo que Gretel no está muerta. Es un pensamiento que me hace genuinamente feliz.

Gretel es la única persona que me importa, y duele el tener que dejarla justo cuando me he enterado de que sigue con vida; pero estar lejos de mí es lo mejor para ella. Como su hermano mayor, el alejarme es mi manera de cuidarla... mi mejor muestra de amor.

Podrán decir que soy un monstruo o un vil demonio, pero jamás que fui un mal hijo o hermano. Seguiré cuidando de Gretel, aunque eso signifique no vernos más. Quiero que ella viva la vida que le fue arrebatada, y soy capaz de hacer cualquier cosa con tal de que sea así.

Sonrío para mí mismo, sintiéndome patético por estar sumergido en tanto sentimentalismo, pero me vuelvo demasiado blando cuando se trata de mi hermana.

Cuando cae la noche, me dirijo a un bar que vi cuando llegué a la ciudad. Al entrar me encuentro con un ambiente relajado: música suave de fondo, algunas parejas, varios tipos borrachos y unas cuantas chicas que ponen sus ojos en mí cuando me ven entrar. Algunas me hacen señas para que me acerque a ellas, pero las ignoro y camino directo a la barra. No estoy de humor para lidiar con mujeres en este momento.

Pido un vodka, me recargo en la barra y miro a mi alrededor. Ni siquiera soy bueno con la bebida; no sé qué estoy haciendo aquí. Una chica se me acerca e intenta sacarme plática, pero la ignoro, por lo que se enfada y se va. Solo pienso en lo que debo hacer ahora que he terminado con Fernando. El momento de hacer el movimiento final ha llegado.

—No hay nada más que hacer... más que matar y seguir matando...

«¿Serás capaz de dejar a tu pequeña hermana?».

No quiero hacerlo, pero es lo mejor para ella y para todos.

«¿Y esa pequeña de ojos azules? ¿Renunciarás al placer y a la diversión que te otorga?».

Será una pena no poder llevarla conmigo al infierno, pero necesito que viva y cumpla con su único deber. Tal vez decida seguirme. Está tan demente que lo veo posible. Si llega a ser así, nos esperará una eternidad llena de un tortuoso placer entre las llamas del infierno.

Poso mis ojos sobre una chica que se sienta a mi lado. Me sonríe y pasea su mano por toda la extensión de mi brazo con total descaro. La miro molesto, pero no se deja intimidar. Al prestarle más atención noto que posee ojos azules, casi de inmediato la imagen de la pequeña aparece en mi mente. Mi cuerpo se llena de una extraña energía que me hace querer matar a esta chica.

—Hola —saluda con sonrisa coqueta.

—Hola. —Sonrío de la manera que solo yo sé.

—Estás muy solo, ¿no te apetece compañía? —Sus manos comienzan a deslizarse con descaro por mi pecho. Mis músculos se tensan y respiro profundo para contenerme y no cortarlas.

—Estoy bien. —Doy un trago a mi vodka y miro hacia el frente—. Si quisiera compañía, ya la tendría, pero si no la tengo es porque quiero estar solo.

—Vamos, no seas aburrido —dice con voz seductora, mientras sigue tocándome—. Podemos pasar un rato agradable juntos.

Toma con delicadeza mi barbilla y me hace mirarla. Mis ojos se clavan en sus iris brillantes. Ella, con una mueca pícara, trata de provocar cosas que no puedo sentir en estos momentos. Sin embargo, convencido de hacerlo, cedo ante su petición.

—Está bien —digo, quitando su mano de mi rostro—. Veamos qué clase de diversión puedes ofrecerme.

Toma mi mano y tira de mí para que me levante. Dejo que me conduzca entre la gente hasta que salimos del lugar. Una vez afuera, mira sobre su hombro y me sonríe. Meto mi mano libre a mi chaqueta y tomo mi cuchillo, respiro una vez más buscando controlarme... aún no es hora.

La chica me conduce a unas habitaciones que están cerca del bar. Subimos por unas escalerillas y llegamos a un pequeño cuarto. Me hace pasar y enciende la luz, que permite ver solo una cama y una mesita. Ella toma mis hombros y me hace caer con fuerza a la cama. Sin perder tiempo se coloca encima de mí e intenta arrancarme la ropa.

—Tranquila. —Trato de quitarla de encima, pero se aferra a mí.

—¿Para qué ir despacio?

Comienza a besar la piel de mi cuello, echo la cabeza hacia atrás y pienso en cosas que no tienen nada que ver con el momento. Sus manos recorren mi piel expuesta, y después se despoja con rapidez de su ropa. Ya semidesnuda, continúa besando mi cuello y pecho. Pero pronto la situación me aburre; en un solo movimiento la dejo por debajo de mí. Su respiración está acelerada y me mira con deseo. Para su mala suerte no vine en busca de sexo. Desciendo hasta su cuello y rozo su piel con mi nariz. Ella echa la cabeza hacia atrás a la vez que cierra los ojos y se entrega por completo a sus deseos.

La contemplo solo por unos segundos, no hay duda de que es muy hermosa. Tomo mi cuchillo y lo deslizo desde su abdomen hasta pasar por el valle de sus senos, y al llegar a su cuello, empleo la fuerza suficiente para que el metal atraviese su fina piel. Se estremece ante el dolor y se reclina de un tirón. Me mira con ojos bien abiertos. Pronto, un hilillo de sangre comienza a salir de la comisura de sus labios. Lleva sus manos a su cuello y mira la sangre que se desliza por su pecho desnudo. Abre su boca queriendo decir algo, pero no puede; se ahoga con la sangre y finalmente su cuerpo cae sobre el colchón. No dejo de mirarla, hasta que el brillo de sus ojos se ha perdido por completo.

Me tiendo a un lado de ella y me relajo. Paso mis brazos por detrás de mi nuca y me mantengo tranquilo mirando el techo. Me doy cuenta de cómo voy perdiendo el control de mis actos. Nunca he sido de los que se detienen a pensar antes de actuar, pero sé que no debería ir por ahí matando como si nada.

Es la segunda vez que arrebato una vida inocente; ahora que no tengo una meta fija, toda persona se vuelve una posible víctima. Mi deseo de sangre, mi instinto asesino no me deja detenerme a la hora de robar una vida. No sé si alguna vez fui bueno, pero ahora soy malo por completo. Si continúo viviendo, no podré detenerme.

—Por eso tengo que dejarte —susurro al pensar en Gretel. No puedo hacerle esto a ella.

Miro el cuerpo a mi lado y entonces una duda llega a mi cabeza. Hasta ahora pensaba que era Fernando quien cubría mis huellas, porque no le convenía que me investigaran y dieran con todos sus crímenes, pero al parecer me equivoqué. No fue él. ¿Entonces quién? ¿Por qué?

Me reclino sobre la cama y me quito la chaqueta ensangrentada. Miro el rostro de la chica y divago sobre su expresión aterrada. Quisiera lamentarlo, pero el éxtasis que experimenté mientras robaba su vida impide que lo haga. Incluso desearía repetirlo. Me pongo de pie, y sin más, me marcho del lugar. 

Continue Reading

You'll Also Like

6.3M 646K 20
Tercer libro en la Saga Darks (2021) Portada: BetiBup33 design studio.
33.7K 2.8K 19
En donde un trío de amigos conformado por Apo Nattawin , Barcode Tinnasit y Build Jakapan deciden ir a una fiesta ( despedida de soltera de su amiga...
495K 58.3K 32
Segundo libro de "La mente del psicópata". ↬Las voces en mi cabeza me gritaron que te matara, pero solo eras una mocosa inocente y, dejando eso de l...
3.3K 120 14
El dolor puede cambiar a las personas. Ella sigue aferrada a ese dolor, a esa angustia, a toda esa tristeza. Ella estaba rindiéndose ante la vida sin...