ValerieHaynes.
~1 mes después~
—Bienvenida a Long Beach, preciosa.
Bajamos de la limusina y sonreí ampliamente.
—¿Qué opinas?– me preguntó mientras me miraba.
—Es increíble—sonreí ampliamente sin dejar de ver el lugar.
—Tienes mucho que ver aún.
—¿Y qué estamos esperando?
Él tomó mi mano y entonces comenzamos a caminar mientras el botones llevaba nuestras maletas, las cuales el chofer de Bryce había sacado.
Entramos al hotel luego de que yo tomé unas cuantas fotos del lugar y nos dirigimos con la recepcionista.
—Buenas tardes, bienvenidos al hotel Hyatt, ¿Cómo puedo ayudarlos?
—Buenas tardes—dijo Bryce –Tengo una reservación al nombre de Bryce O’Connor.
—Denme un momento— La mujer comenzó a revisar la computadora, varias teclas sonaron cuando fueron presionadas a una rápida velocidad y luego de unos segundos sonrió mientras asentía —Usted ha reservado una Master Suite, ¿cierto?
—Así es—asintió él mientras entregaba su tarjeta de crédito.
Pasaron varios minutos entonces subimos a nuestra habitación. Ésta era muy linda, muy sofisticada y amplia. Yo no hubiese tenido problema alguno con una habitación sencilla pero bueno, al joven O’Connor le gustaba el lujo.
—¿Esto es una suite?
—Pues si—asentí – ¿Hay algún problema?
—Mi casa es mejor que esto.
—Está bien—lo miré –A mí me gusta—levanté los hombros.
—Tu eres tu.
—¿Eso qué significa?
—Olvídalo.
—Olvidado—dije un tanto molesta.
Tomé mi maleta y la llevé al baño conmigo, me desvestí rápidamente y eché un vistazo a mi cuerpo por el espejo. Mordí mi labio inferior levemente, no era muy fanática de lo que el espejo me mostraba.
Negué con la cabeza levemente, no estaría mal por esto de nuevo.
Abrí mi maleta una vez que la deje sobre la tapa del sanitario y tome un bikini negro con algunos detalles blancos. Me lo puse y asentí.
—Luces bien—dije tratando de convencerme a mi misma.
Me coloqué las gafas de sol y despeiné un poco mi cabello.
Cerré mi maleta y me acerqué a la puerta mientras cargaba ésta.
—¿Puedo salir?
—Sí.
Salí del baño y dejé la maleta en un lugar en donde no estorbara.
Miré a Bryce y reí nerviosamente cuando lo vi observarme.
—¿Qué?
—Luces bien.
Miré su torso desnudo y sonreí.
—Tu también.
—Gracias.
—¿Listo para bajar?
—¿Estás loca?—me miró.
—¿Cuál es el problema?—pregunté luego de quitarme los lentes de sol.
—No voy a dejarte salir así, habrá un montón de imbéciles que te verán y no de una buena forma.
—No seas tonto.
—No soy tonto.
—Si, lo estás siendo.
—Por lo menos ponte un shorts.
—¡Bien!—levanté ambos brazo –Tu ganas, ¡Por dios!— me quejé.
—Gracias, cariño.
Tomé mi maleta y dejé ésta en la cama, saqué un shorts blanco y me lo puse.
—¿Feliz?
Él me lanzo una camisa, posiblemente suya.
—¿Qué con esto?
—Póntela.
—Me va a quedar inmensa.
—Sólo hazlo, enana.
—Y ganas de nuevo—dije luego de ponerme su camisa.
—Ahora si podemos irnos.
Tomé mi bolso, me coloqué las gafas y entonces salimos.
Bryce tomó mi mano por tercera vez en el día y aun no sabía cómo reaccionar.
Entrelace mis dedos con los suyos cuando él lo hizo y seguimos caminando hasta el elevador, cuando éste llegó al primer piso, salimos y atravesamos la recepción para salir al estacionamiento.
Caminamos hasta la limusina y por primera vez él la conduciría.
—¿En dónde esta tu chofer?
—En su habitación— abrió la puerta del asiento copiloto y subí.
—Eso está bien— me acomodé en el asiento y esperé a que él subiera, cosa que hizo luego de unos segundos.
Encendió la limusina y comenzó a conducir. Llegamos a un mercado, fue una parada rápida; compramos sodas, botanas, hielo, una pelota y ese tipo de cosas.
Varios minutos después llegamos a la playa, rentamos una mesa, dos sillas y una sombrilla. Nos instalamos y cuando todo finalmente estuvo listo me quité la enorme camisa y el shorts.
Tomé el bloqueador de mi bolso y comencé poniéndolo en mis brazos, seguí con mis pechos y luego bajé a mi abdomen. La mirada de Bryce seguía a mis manos, lo miré y alcé ambas cejas. Él rió y dejó de verme. Terminé de aplicarme bloqueador y le pasé la botella a Bryce. Al igual que él lo observé ponerse el bloqueador.
Cuando finalmente estuvimos listos comenzamos a adentrarnos en el mar.
Él caminaba delante de mi por lo que iba sosteniendo mi mano para así guiarme por un buen camino.
—Hay un hoyo ahí— señaló hacia abajo mientras reía.
Caminé evitando el hoyo del cual él me había advertido.
—Bryce— lo llamé mientras reía.
—¿Qué pasa?
—Te olvidas de mi.
—¿Por qué lo dices?— volteó a verme y entonces soltó una carcajada —Perdón, enana. Estaba esperando a que a mi me llegara al hombro.
—Pues a mi me llega bajo al mentón— reí levemente.
—Retrocedamos un poco.
Volvimos hasta una parte en donde el agua me cubría bajo al hombro y a él apenas sobre el codo.
—Lamento esto— reí.
—Está bien, no esta tan mal— sonrió.
Besé su mejilla y luego me separé de él cuando solté su mano.
Me sumergí bajo el agua y comencé a nadar hacia él. Saqué mi cabeza para tomaron aire y noté que se había alejado, reí levemente y seguí nadando hasta él esta vez por arriba.
—Por abajo— me pidió él entonces obedecí.
Varios segundos después choqué con su abdomen. Acaricié parte de el y sali del agua.
—Hola— sonrió.
—Hola.
Me atrajo a si mismo y rodeó mi cadera con sus brazos.
Colocó su cabeza sobre la mía y sonreí.
—Te quiero, enana— dijo bajo.
—Y yo te quiero a ti— volteé hacia arriba para verlo y el carcajeó levemente mientras me miraba fijamente a los ojos.
Me paré de puntillas entonces choqué mis labios con los suyos.