Betty.- ¿Embarazada?...¿yo?... ¡Dios mío!, no sabía... no esperaba...
Y de modo protector se coloca las manos en el vientre.
Armando, a quién se le ha erizado la piel, al oír la noticia, exclama.
Armando.- ¡¡Un bebé, mi amor, vamos a tener un bebé!!... ¿para cuándo doctora?, ¿de cuánto tiempo está Beatriz?...
Doctora.- No lo sé exactamente, ¿cuántas faltas ha tenido señora?...
Betty, se queda unos minutos pensativa.- No sé, quizás dos, o tres... no me había dado cuenta, han sido unos meses muy complicados y nunca he sido muy regular... yo no me he cuidado... ¿está bien mi bebé, doctora?...
Doctora.- Si le parece podemos hacer una ecografía y así vemos con más exactitud el tiempo de ese bebé y ver como se encuentra.
Betty, asiente nerviosa.- Si por favor, por favor...
Cuando se ponen en pie, Armando le pasa la mano por los hombros con un gesto entre protector y posesivo que ella no rechaza, al contrario, interiormente agradece tenerle a su lado, es algo de los dos, aunque le esté pasando a ella y su cercanía la ayuda.
Unos minutos después está tumbada en la camilla mientras la médica le pasa por el vientre untado de gel, el instrumento que envía los ultrasonidos que se convertirán en imágenes, permitiendo el visionado del interior del útero.
Betty y Armando miran con ansiedad la pantalla del monitor, cuando la doctora les señala sonriente.
Doctora.- ¿Ven este punto que late?... es el corazón, ¿lo oyen?... sí, late con fuerza, vamos a ver las medidas... pues si señora, deben haber sido tres faltas porque este pequeño es de unas 12 semanas... por las medidas de la cabecita y demás...
Armando es incapaz de hablar, está llorando y es Betty quien pregunta.
Betty.- ¿Está bien doctora?, yo no esperaba este embarazo y he tenido mucho stress por el trabajo, y no me he cuidado como debía...
Doctora.- Queden tranquilos, en principio todo parece normal. Lo que si es importante que se busque un buen obstetra y comience a vigilarse el embarazo...
Armando, que se ha repuesto un poco.- Mañana mismo vamos a la clínica Renaissance, mi mamá va allí al doctor Muñoz...
Doctora.- Excelente elección señor, don Fernando fue profesor mío en la facultad, es probablemente el mejor obstetra de Bogotá.
Cuando salían de la clínica, Armando tomó a Betty de la mano y la llevó a una zona de jardines con unos banquitos. Ella ha estado en silencio desde hace un buen rato.
Armando mirándola a los ojos.- Betty, estoy feliz por este bebé que viene... ¿sabe? he echado cuentas y le encargamos la noche que pasamos en lo de Mario, nuestro bebé siempre sabrá que sus papás le encargaron con mucho amor...
Betty, escucha nerviosa.- Yo lo siento doctor esto es una complicación... ¡Dios mío mi papá!, ¿cómo se lo voy a decir?... ¿cómo?...
Armando.- No le tiene que decir nada...
Betty.- ¡Cómo que no le tengo que decir!... estoy de tres meses de embarazo, pensaba que había cogido algo de peso, es evidente que en breve se empezará a notar...
Armando.- Nos casamos Beatriz, nos casamos enseguida en dos o tres semanas como mucho, y cuando se venga a enterar ya será una realidad dentro del matrimonio...
Betty, le mira sorprendida.- ¿Casarnos?... ¡Vd. está loco doctor!, ¿cómo se va a casar conmigo, con el asco que le doy?... además yo no quiero, no quiero... que dirán sus papás, o doña Marcela, yo le juré... ¡no puede ser, no puede ser!...
Armando, intentando no alterarse más de lo debido.- A ver, vamos a ir por partes... lo primero, Vd. no me da asco Beatriz, Vd. es lo mejor que me ha pasado en la vida, desde que concebimos a nuestro bebé en casa de Mario, no he vuelto a estar con ninguna mujer incluida Marcela, llevo tres meses de total abstinencia...
Betty, ríe irónica.- Venga ya doctor, que está hablando con el vampirín, con quien guardaba su agenda y quién le sacó de encima a Karina Larson...
Armando, aprieta los puños.- De acuerdo Betty, de acuerdo, no me quiere creer, aunque yo le jure por lo más sagrado que no le miento... se lo voy a demostrar... por otro lado mis papás no van a decir nada, soy un adulto y tomo mis propias decisiones, y por último... ¡¡me da igual lo que diga Marcela!!... ¡¡no es nada mio, hemos terminado, ella sabe que yo la amo!!...
Betty.- No puede ser, no... no me puedo casar con Vd.
Armando suspira.- Vea Betty, yo sé que me detesta, pero no podemos permitir que nuestro hijo nazca fuera del matrimonio, yo le amo con toda mi alma como la amo a Vd. y deseo lo mejor para los dos... le propongo un matrimonio de conveniencia...
Betty, le mira sorprendida.- ¿De conveniencia?... ¿para quién?...
Armando.- Para el bebé, Betty, el más inocente de todo esto... nacerá dentro del matrimonio, tendrá sus apellidos, su papá y su mamá... pondremos por escrito y ante notario todos los acuerdos prenupciales que Vd. desee y exija, que yo le juro los cumpliré todos... tendremos un matrimonio intimo y civil, solo para nosotros y para nuestra familia, y si de aquí a un año desde el día de la boda, Vd. no lo puede soportar, yo... con todo el dolor de mi alma le concederé el divorcio, pero si al final consigo que Vd, se dé cuenta de lo mucho que la amo y consigo que me perdone y me acepte, nos casamos por la iglesia, con un matrimonio como Dios manda y como le corresponde a Vd.
Betty, mira el reloj.- Debo pensarlo doctor, estoy muy nerviosa y cansada... por favor me lleva a casa, ya mañana veremos que hacemos...
Armando asiente.- Claro mi amor, ni más faltaba... vamos...
Cuando paran frente a la casa de Betty, él la detiene antes de que baje del carro.
Armando.- Beatriz, yo sé que Vd. no confía en mi, pero yo le voy a demostrar que he cambiado, que Vd. me hizo cambiar... y que puedo ser el esposo que Vd. soñó y se merece, y el mejor papá del mundo y gracias, muchísimas gracias...
Betty.- ¿Gracias?... ¿por qué doctor?...
Armando.- Por nuestro hijito, mi amor, por nuestro bebé...
Y dando un beso en la punta de los dedos, colocó la mano con ternura sobre el vientre plano de Betty.
Armando.- Buenas noches mi amor, su papá cuidará de Vd. siempre... que descanse Betty.
Betty, bajando del carro.- Gracias doctor, buenas noches.
Cuando Betty entró por su casa, su mamá le sale al encuentro.
Doña Julia.- Ande mija, que le pongo la cena, su papá ya comió que quería ver el fútbol, que juega la selección Colombia.
Betty, arruga la nariz, no tiene hambre ninguna, al contrario, el estómago le sigue revuelto, pero piensa en su bebé y se obliga a tomar algo.
Betty.- Gracias mamá, pero me pone algo suavito, ando con el estómago regular, no quiero echarme nada pesado.
Doña Julia.- Si es que trabaja mucho Bettica, ande póngase cómoda y le sirvo ¿se va a bañar?...
Betty.- Si mamá, deme quince minutos y bajo...
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Cuando Betty salió de su casa a la mañana siguiente, no pudo dejar de mirar hacia la acera de enfrente, y tal como esperaba allí estaba don Armando, dentro de su carro esperándola, sin retirar la vista de la puerta de la casa, por lo que la vio salir y enseguida, se apeó y la saludó sonriente.
Armando.- Buenos días doctora Pinzón, ¿cómo amaneció?... ¿desayunó?...
Betty, le mira con resignación.- Buenos días doctor, amanecí bien y sí, desayuné... doña Julia no me dejaría poner los pies en la puerta, si no hago desayuno por poco que sea...
Cuando arranca el carro, antes de que ella pueda reaccionar, Armando suelta la mano derecha del volante y la coloca sobre el vientre de Betty.
Armando.- Buenos días cariño, soy tu papá, ya te acostumbrarás a oírme.
Betty, no puede evitar emocionarse con esa actitud, para ella desconocida de Armando, pero reacciona irónica.
Betty.- Aunque esté su hijo acá dentro, la de fuera soy yo, el envoltorio, vamos, y le agradecería que no lo tocase sin permiso.
Armando, sonríe.- Pues la voy a molestar mucho, porque siempre voy a estar deseando, acariciar el precioso envoltorio que custodia a mi bebé.
Betty meneó la cabeza y no volvió a hablar en el trayecto a la empresa. Armando estableció una especie de monólogo, en torno al tema que les unía, ese hijo en común que se estaba gestando en el vientre de ella.
Armando.- ¿Sabe qué Betty?, esta noche he soñado con nuestra familia, Vd., nuestro bebé y yo, estábamos en el parque, sobre el césped, sentados sobre una manta disfrutando del sol y del buen tiempo... a veces veía que era una nena preciosa, otras un muchacho sano y sonriente... ¿cómo le llamaremos?, ¿lo ha pensado?... mi sobrino se llama Armando como yo, soy su padrino de pila, yo a veces pienso que si es un chico me gustaría que se llamase como mi papá, sería Roberto Mendoza III, ¿sabe?... y si es una niña, como Vd., Beatriz es un nombre precioso, pero yo aprecio mucho a su mamá y sería feliz si nuestra hijita se llamase Julia... por cierto ¿pensó lo del matrimonio?, firmaré lo que Vd. me pida, lo que sea... por cierto Betty, tengo que salir dentro de un rato para hacer unas vueltas en el centro, solo una hora más o menos... pero después le quiero pedir que almuerce conmigo, por favor Betty, por favor...
Acaban de llegar a la puerta de la empresa y Wilson les sale al encuentro para aparcar el carro de Armando.
Betty.- Wilson, a mi carro se le dañó una rueda, tome las llaves le dice a Freddy que me lo resuelva por favor.
Armando, entra con ella en la empresa, ya en el ascensor, le repite con gesto cómico.
Armando.- ¿Va a comer conmigo?... ¿sí?, por favor...
Betty, suspirando.- Tenemos mucho trabajo, estos días estamos comiendo acá por no perder tiempo...
Armando.- Pero hoy es un día especial tenemos que celebrar que ayer recibimos la mejor noticia de nuestras vidas...
Betty, le mira con escepticismo.- ¿Ha sido la mejor noticia de su vida?... por su causa se puede ver amarrado para siempre a Betty, la fea...
Armando, le sonríe con ternura.- Pues si Betty, desde que Vd. entró en mi vida todo mi esquema de valores cambió. Y ahora ¿sabe qué?... esa noticia me salvó la vida, porque yo sin Vd. con su rechazo me estaba muriendo...
Betty, las puertas del ascensor se acaban de abrir.- Ya estamos hablando doctor... buenos días muchachas, buenos días doña Marcela...
Armando desemboca al lobby siguiendo a Betty.- Buenos días señoritas, buenos días Marcela...
Marcela, los mira frunciendo el ceño, allí pasa algo diferente y ella no sabe bien que es, pero no le gusta nada.
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La mañana transcurre con tranquilidad, Betty va resolviendo diferentes asuntos de modo relajado, a media mañana un informe financiero de Nicolás, después de los últimos negocios firmados, le termina de alegrar la mañana, las previsiones son como había esperado, incluso algo mejores. Determina que en cuanto Armando lo vea, se lo remitirá a Don Roberto, es una buena noticia como regalo previo a la Navidad y a la sorpresa desagradable, cree ella, que se van a llevar, cuando sepan lo del bebé.
Un suave golpe en la puerta precede al rostro sonriente del doctor Mendoza, que asoma la cabeza por la puerta de presidencia.
Armando.- ¿Se puede señora presidenta?...
Betty, levanta la cabeza del escritorio.- Claro doctor, ya está dentro... vea le tengo acá el informe de Nicolás después de los negocios firmados estos días tras el lanzamiento, son excepcionales, mírelos...
Y le ofrece una carpetilla de color naranja. Armando, que al entrar ha echado el pestillo, saca la mano que trae a la espalda y coloca sobre la mesa de Betty un bonito jarroncillo de cristal tallado de esos que son para una sola flor.
Armando.- Doctora acépteme esta rosa blanca...¿sabe lo que significa?...
Betty.- No... doctor ¿porqué hace estas cosas?...
Armando, sacando un papelito de su bolsillo, lee.- Son el símbolo de la pureza y de la inocencia. Normalmente, es el color elegido por las novias para sus ramos, porque significa que durará toda la vida. Las rosas blancas también están unidas al amor. Una pareja que se regala este tipo de rosas quiere demostrarle que esperan un futuro sólido con ella. Significan amor puro, feliz y para siempre.
Betty, irónica.- Vaya se aprendió bien la lección.
Armando, sonriente sentándose frente a ella.- Lo he leído doctora, recuerde que la inteligente entre nosotros dos, es Vd. Betty... ¿pensó lo del matrimonio?...
Betty, le mira a los ojos.- Doctor, entre nosotros está todo hablado, esa carta demoledora que le escribió don Mario, lo dejó todo dicho... ¿cómo cree que yo pueda casarme con Vd. recordando cada una de esas palabras escritas por su amigo del alma?...
Armando, se desploma y con dificultad contiene las lágrimas que amenazan con salir de sus ojos.
Armando.- Ya no sé de que modo pedirle perdón por todo eso que pasó, le juro por Dios Betty, que ninguna de las palabras que ponía el idiota de Calderón en esa maldita carta, salieron de mis labios... le vuelvo a repetir que al principio si es verdad que participé de un engaño con Vd., pero todo cambió por el camino y me enamoré como un loco, la primera vez en mi vida Beatriz, yo nunca había amado a nadie, por eso me ha costado tanto discernir estos sentimientos nuevos para mi, pero por fin lo he hecho, ahora lo asumo, y lo digo a quien tenga que decirlo... se lo dije a Marcela, y se lo diré a mis papás para explicarles que van a volver a ser abuelos... no me avergüenzo Betty, la amo, la deseo y estoy loco por volverla a tener entre mi brazos... desde que hicimos el amor por primera vez no he vuelto a estar con ninguna mujer, yo sé que no me cree, no se lo puedo demostrar, solo tengo mi palabra y esta vale bien poco para Vd. no se lo pido para mi, sino por nuestro bebé... ¡cásese conmigo Betty! Y ponga sus condiciones, me someterá a todas y cada una de ellas... piense en el disgusto de su papá, solo podremos apaciguarlo con el casamiento... nuestro bebé será mi primogénito, mi heredero, quiero que sea legítimo, que nazca dentro del matrimonio...
Betty, le mira y le escucha, y sus dudas aumentan. La mirada irónica de Calderón, las risas de Patricia y don Hugo, las descalificaciones de Daniel Valencia, y sobre todo las hirientes palabras de doña Marcela el día en que ella salió de Ecomoda y luego cuando regresó, la promesa que le había hecho de no volver a acercarse a él... se entremezclan con las constantes promesas de amor de él, la dulce sensación que anidaba en su interior desde que sabía que estaba embarazada, y el miedo atenazante a volver ser engañada de nuevo.
Armando, respira hondo.- Beatriz, lo voy a seguir intentando hasta que me de una respuesta afirmativa... por favor, ¿me acepta por esposo?...
Betty.- Eso sería acoso doctor...
Armando, conteniendo las lágrimas.- Denúnciame mi amor... pero seguiré pidiéndolo una y otra vez, hasta que me creas...
Betty, levanta la mirada y musita.- Sí...
CONTINUARÁ...