La otra capítulo 4

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Betty estaba absolutamente inmóvil frente al gran espejo de cuerpo entero que había en la peluquería del salón de belleza donde la había llevada doña Catalina... Estaba bonita, muy bonita... todos se lo decían, incluso doña Marcela, había sido capaz de decirle sin un ápice de simpatía.

Marcela.- Quedó muy bien Beatriz, se ve... se ve muy bonita...

Muerta del miedo había accedido a que la arreglasen y después de someterse a la dolorosa prueba de la depilación con cera caliente en todas las partes de su cuerpo que lo necesitaban, pasó por la también molesta depilación facial así como la limpieza de cutis, para seguir con algo bastante mas agradable, los masajes relajantes que por espacio de casi cuarenta minutos, le dieron por todo el cuerpo con cremas y aceites especiales, dejándola no con la piel suave e hidratada como la de un bebé, sino tremendamente relajada y descansada.

La siguiente parte fue la manicura y la pedicura. Mientras Catalina y Marcela elegían colores bien llamativos, en su laca de uñas, ella no consintió mas que le dieran barniz transparente y cuando vio el resultado sonrió feliz. Sus manos eran pequeñas, y nunca habían estado tan bonitas como aquel día y lo mismo le pasaba a los pies.

Por fin llego la parte mas difícil, la peluquería, hasta ahora todo lo que se había hecho, no cambiaba de modo llamativo su imagen habitual. Catalina, estaba siempre a su lado, aconsejando y sobre todo apoyándola y Marcela desde un poco más lejos, asistía en silencio, y con bastante curiosidad a todo lo que estaba pasando.

Por fin sin soltar la mano de doña Catalina y rezándole interiormente a su Ángel de la Guarda como le había enseñado su mamá, que hiciera cada vez que tuviese miedo de algo o se sintiese en peligro, cerro los ojos y se sometió a las manos habilidosas y delicadas del mismo peluquero que estaba arreglando a las reinas. En apenas quince minutos, el capul paso a mejor vida, y la larga melena, fue saneada, trabajando el rizo natural y secándola con un difusor para sacar la belleza de la onda natural. Al final la peinaron como ella siempre acostumbraba a ir, usando para sostenerle el pelo su propio pasador, que era una hebilla de falso carey, bastante discreta, y que no era ni bonita ni fea, solo eso, discreta.

Por último el estilista que colaboraba con el peluquero la estuvo maquillando, pero casi se lo hizo ella, más que él, para que fuese aprendiendo como debía usar los cosméticos que le iba recomendando y guardando dentro de una maletita rígida, que luego se llevaría con ella.

Catalina había telefoneado, no solo a Armando, sino a Michel, para que le consiguiese de urgencia una cita con un buen odontólogo, esos hierros había que quitarlos ya.

Armando que estaba bastante nervioso y en esas horas de la mañana, había ido al diseñador donde adquirió para aquella noche un conjunto de guayabera y pantalón de lino blanco, especialmente bonito. Tanto le gustaron los diseños, que decidió comprar otro conjunto para su papá. También localizó un sastre y se hizo con un smoking de verano, con americana de color hueso, para la gala de coronación, no le venía mal, era un corte mucho más actual, y el lo amortizaría, pues participaba de muchos eventos. Hizo otras compras, que guardó previsor en el cuarto de Betty, pues eran regalitos para ella.

Pero cuando recibió la llamada de Catalina, ya llevaba un buen rato en la habitación del hotel esperando nervioso. Corrió a tomar un taxi, pues estaba retirado del lugar y cuando llegó a la puerta debió respirar y detenerse no quería que Marcela le viese ni notase agitado. La voz de Catalina, que no le había rebelado nada, si le había dado a entender que todo había salido bien.

Por fin accedió al local y preguntó por ellas, a la primera que vio abonando sus servicios con su VISA fue a Marcela, arreglada pero como siempre, sin que ningún cambio importante se advirtiera en ella, lo mismo pasó con Cata, estaba muy hermosa, pero dentro de su estilo y detrás de ella tocándose, a cada poco la frente, pero con mirada radiante y preciosa, verdaderamente divina, su Betty. Cuando las miradas de ambos se cruzaron, él le dedicó la mirada más ardiente y llena de amor que nadie había otorgado a la joven, y ella le correspondió del mismo modo.

Historias de Betty, la feaWhere stories live. Discover now